jueves, 9 de agosto de 2018

Celeriter currere per Merida


Domingo 4 de Marzo del 2018

Para definir esta Media Maratón de Mérida me bastan dos palabras “dura” y “monumental”.

Carrera dura, lo que se denomina vulgarmente un rompepiernas, continuas subidas y bajadas a lo largo de los 21 kilómetros, solo hay que ver el perfil para hacerse una idea de que se va a sufrir. Algunas cortas pero explosivas y otras largas pero igualmente empinadas, a destacar por supuesto la cuesta de la Avenida Lusitania realmente exigente y las rampas en el último kilómetro más que por su dureza por el cansancio acumulado.
  
El recorrido se endurece también por los cambios de terreno. Aunque en su mayoría es asfalto nos vamos a encontrar tramos de tierra y exigentes metros de adoquinado sobretodo en el puente romano. Por lo tanto especial cuidado con donde se pisa, para evitar torceduras y caídas.

Pero sobre todo es una carrera monumental, no es que se pase cerca de los monumentos es que se pasa por encima, por debajo y a través de ellos. Se corre por encima del Puente Romano se pasa por debajo de Acueducto de los Milagros o el Arco de Trajano y se atraviesa el Circo Romano o el recinto del Teatro y Anfiteatro Romano.

Por otros se corre pegado a ellos como el Pórtico del Foro, el Templo de Diana o la Alcazaba. Sin olvidarnos de la Basílica de Santa Eulalia o el Convento de Santa Clara que también forman parte del Conjunto Arqueológico de Mérida declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y los más recientes del siglo pasado como el Puente Lusitana o el Museo Nacional de Arte Romano.

Casi se puede afirmar que el recorrido incluye más monumentos que kilómetros, solo es necesario que el corredor tenga buenas piernas para poderlos disfrutar mientras corre.














http://www.mediamaratonmerida.com

Estaba claro que para preparar el Maratón de Roma el lugar adecuado era Mérida. Como capital de la provincia romana de Lusitania con el nombre de Augusta Emerita, mantiene claras pruebas del esplendor de la época, con su anfiteatro, su puente o su acueducto romano. Poder correr al lado, por encima o bajo estas construcciones romanas me va preparando para la salida desde el Coliseo romano.

En esta ocasión además he movilizado a prácticamente toda mi familia política. No por que vayan a correr conmigo, ni siquiera porque tengan un gran interés en acompañarme para animarme, sino porque hábilmente he buscado un lugar a medio camino entre Madrid y Lisboa, para que los portugueses no tengan excusa y además coincide con el cumpleaños de mi mujer y mi cuñado y aprovechamos para celebrarlo todos juntos.

A última hora el plan estuvo a punto de anularse por la previsión meteorológica, porque aunque estamos ya casi en primavera el invierno se resiste a dejarnos y dan un fin de semana de lluvias torrenciales en Extremadura. De hecho el sábado durante el viaje nos cae una manta de agua que casi me obliga a parar en el arcén por falta de visibilidad. Pero la tarde del sábado aguanta sin lluvia y el domingo amanece un día espectacular de sol y calor. Debe tratarse de la suerte del corredor.


La salida de la carrera es a las 11:00 por lo que me ahorro el madrugón. Tranquilamente nos organizamos y dejo a toda la familia desayunando tranquilamente en el hotel, mientras yo me dirijo andando hasta la salida que está al otro lado del río Guadiana. Tengo que atravesar toda Mérida y aprovecho para parar a desayunar en un bar cerca de la plaza de España bajo el ayuntamiento. Aquí es donde será el final de la carrera y ya están montando el arco de llegada.

Cruzo el río por el puente romano para dirigirme a la Avenida de la Libertad donde es la salida. Voy directo al ropero y decido quedarme solo con la camiseta de manga larga, me quito la térmica está claro que va a hacer calor y de hecho en algún momento de la carrera me sobrara hasta la manga larga. Es el momento de hacerse la foto de rigor antes de la salida, se lo pido a un matrimonio de corredores. Entablamos conversación vienen desde Sevilla y ya corrieron esta media el año pasado, en esta edición solo la correrá ella, él está lesionado pero no ha dudado en acompañarla. Me avisan que comparada con los recorridos sevillanos esta carrera es dura, tienen mucha subida y bajada. Me apuntan que tenga cuidado con la cuesta del kilómetro 13,5 al 14, corta pero muy empinada, por supuesto la larga y dura cuesta del 17,5 al 19 y también con el último kilómetro y su rampón sorpresa. Todos consejos muy sabios como podré comprobar y sufrir más tarde.


Me despido de la pareja deseándoles suerte y caliento un poco por el parque pegado al río. La verdad es que las vistas sobre el Guadiana con la ciudad al fondo son privilegiadas y se entiende porque los romanos se establecieron en un lugar tan estratégico.

Llega el momento y me dirijo a la salida, pongo en funcionamiento el reloj para que busque el satélite, pero comienza la cuenta atrás y sigue sin encontrarlo. Tengo que ponerme a correr y cruzar la salida sin poder arrancar el crono, maldito reloj esto me pasa por comprar el de ofertilla.

Nos desviamos a la izquierda y cruzamos el río por el Puente de Lusitania, es la primera de las cinco veces que cruzaremos por encima del río y por sus tres puentes. El Puente de Lusitania (1991 - 480 m) diseñado por Calatrava es el más moderno y el más corto, por supuesto el Puente Romano (Siglo I a. C – 792 m) el más antiguo pero también el más largo y el Puente Fernandez Casado ( 592,5 m puente realizado tras la posguerra) hecho en su mayoría de hormigón por la escasez del acero en la época, es el que tienen menor encanto pero el más útil de los tres ya que es el que distribuye el mayor tráfico de la ciudad.

Por fin mi reloj encuentra el dichoso satélite que debía haberse escondido y lo pongo en marcha. Pregunto a un corredor que llevo al lado que cuanto marca su crono, me mira con cara de sorpresa y le tengo que explicar que el dichoso artefacto le ha dado por no hacerme caso, se sonríe y me comenta que a el también le ha pasado en alguna ocasión. Tres minutos y medio de desfase, bueno al menos me sirve de referencia.

Corremos por el Paseo Roma en la vereda del río hasta la estatua de la Loba Capitolina, famosa por amamantar a Rómulo y Remo fundadores de Roma,  para volver a cruzar el río en esta ocasión por el Puente Romano. En este punto es donde se reúne el mayor número de espectadores y además es el primer encuentro con los legionarios romanos que nos animaran en puntos estratégicos del recorrido y que le dan ambiente a la carrera.


El paso por el puente romano y su empedrado es complicado para los corredores y buscamos la calzada más plana para evitar torceduras. Hay mucho público también a lo largo del puente que nos anima, pero en cuanto cruzamos el puente volvemos a correr solos por el otro lado del río. Tenemos que hacer una raqueta para coger el puente Fernandez Casado y cruzar otra vez el río, en este puente el asfalto es perfecto y menos el repecho de subida para tomarlo corremos rápido.

Ahora llega la primera cuesta del recorrido, pero estamos frescos y se hace cómoda y en grupo. El final de la subida nos lleva hasta el siguiente monumento de la carrera, el Circo Romano. Como auténticos aurigas cruzamos por en medio del circo aunque en esta ocasión corriendo sobre nuestras zapatillas de marca  y no montados en carro. Tenemos que evitar la arena embarrada por las lluvias de ayer y corremos por la espina central, en donde solo queda la cimentación ya que todos los monolitos que lo decoraron en sus tiempos de esplendor han desaparecido. Son 250 m de disfrute, es un gran subidón aunque nos falta el público que anime nuestra hazaña y es que durante nuestro paso está cerrado a las visitas para evitar problemas.

Corremos bordeando la ciudad para dirigirnos a nuestro siguiente punto turístico romano, el Acueducto de los Milagros, que suministraba el agua a la ciudad y del que todavía quedan unas espectaculares arcadas. Pasamos por debajo de ellas corriendo por el parque que se ha creado a su sombra. Ya es el kilómetro 9 y voy con muy buen ritmo, pero el esfuerzo empieza a notarse y decido tomármelo con más calma, sobre todo después de que mi resucitado reloj me marque un kilómetro a un ritmo por debajo de 5 minutos, demasiado rápido ya que me queda lo más duro del recorrido.


Este tramo coincide con la parte menos atractiva del recorrido, desde el 9 hasta el 13 es una zona de edificios residenciales y grandes avenidas con rotondas, muy poco romano y con el único encanto de las zonas de parques que vamos dejando a nuestro paso. Pero es verdad que es la zona más llana del recorrido que hasta ahora ha sido un continuo sube y baja. Aprovecho para regular y tomar agua y un gel, preparándome para el final del recorrido y sus cuestas.

Cruzamos de nuevo por el Puente Lusitana y atacamos la primera de las tres cuestas que tengo que superar antes de finalizar. Como ya me habían advertido es bastante empinada, hay que apretar los dientes y reducir la zancada. Voy subiendo tranquilamente tomando como referencia la gasolinera al fondo que marca el final de la cuesta. Se me hace dura pero no bajo demasiado el ritmo y la supero sin problemas, ahora toca la bajada hacia el río que es mucho más llevadera.

Cruzamos el río por quinta y última ocasión. Nos metemos en la ciudad y dejamos a la izquierda la Plaza de España donde está la meta y donde hay mucha animación pues ya están llegando los primeros corredores mientras a nosotros nos quedan todavía 5 kilómetros. Voy ya sufriendo pero no pienso en acortar el recorrido, la verdad es que lo estoy disfrutando.

Rodeamos la Alcazaba, la fortificación árabe más antigua de la península ibérica y es que en Mérida todo es muy viejo, hasta la Plaza de Santo Domingo. Al cruzar la plaza, oigo gritar mi nombre y me giro. Es mi suegro con mi mujer que están sentados en una terraza disfrutando del día, están lejos y ni me acerco solo me despido de ellos con la mano. Al menos mi sobrino que les acompaña está más cerca y me hace unas fotos para el recuerdo.


Ahora queda la Avenida Lusitania y la Calle Octavio Augusta, de nombres muy romano es una cuesta de más de un kilómetro que se hace interminable. Yo he llegado con las fuerzas justitas pero sé que es el último esfuerzo. Aguanto el ritmo y voy subiendo manteniendo mi posición e incluso adelantando a alguno a quien la cuesta se le atraganta. Pero en el tramo final me pasan dos corredores con una frescura insultante, y eso siempre te hunde la moral, bajo la cabeza y aguanto como puedo.

Por fin llego al complejo del teatro y el anfiteatro, un tramo de la carrera que transcurre por el interior del recinto y nos permite disfrutar de las vistas de la trasera del teatro y las arenas del anfiteatro. Es una pena porque en las primeras ediciones se atravesaba el anfiteatro corriendo, accediendo por la puerta de las fieras y saliendo por la de los gladiadores. Pero en las últimas ediciones somos demasiados y lo han prohibido con buen criterio.

Ahora toca disfrutar de la bajada de nuevo hacia el centro de Mérida y aprovecho para acelerar e intentar recuperar algo de tiempo. Me vuelvo a cruzar con las legiones romanas perfectamente formado en el frente del espectacular Templo de Diana. En esta zona hay mucha gente animando y eso se agradece además entramos en el último kilómetro miro el reloj y puedo bajar de mi objetivo de la 1:50.


Termina la bajada y atravesamos la Plaza de España, ya se puede ver la meta al otro lado de la plaza pero todavía me queda recorrer los metros finales por el centro de la ciudad. Mis compis de la salida me avisaron de que guardara fuerzas para la cuesta final y voy sobre aviso. Comienza la cuesta y no parece tan dura, pero gira a la derecha para tomar la calle Holguín y hay empieza la verdadera cuesta, calle estrecha y empinada que agota mis ultimas fuerzas. Aprieto los dientes y mantengo el ritmo, se suponen que son escasamente 100 metros pero se hacen eternos. Por fin termina la cuesta y pasamos corriendo bajo el Arco de Trajano, ya solo queda un giro a la derecha y otro a la izquierda para entrar triunfador en la línea de meta como las legiones en Roma.

Oigo gritar mi nombre son mi sobrino y mi cuñado que están entre el público esperándome, les saludo con la mano y recompongo la figura para cruzar la meta como un campeón. El  reloj de la meta marca 1:50:04 y el de mi muñeca 1:45:45, está claro que el tiempo neto es inferior a la 1:50 y es toda una inyección de moral después del esfuerzo de los entrenamientos de las últimas semanas.

Me encuentro a mi hijo que me está esperando tras la línea de llegada, me felicita por mi tiempo y me pregunta como estoy, intento contestarle pero estoy tan sofocado que se me corta la voz necesito coger más aire. Es una sensación extraña que no me había pasado antes quizás esté pagando el esfuerzo final. Me lo tomo con calma y respiro tranquilo hasta recuperarme del todo, tardo unos minutos pero ya estoy a tope otra vez.

Celebro con mi hijo la carrera e intentamos salir del caos en que se ha convertido la meta, poco espacio, mucha gente y vallas por todos lados que impiden el paso. Después de un par de intentos y varias vueltas conseguimos salir de la plaza y tomar hacia el puente romano camino del polideportivo que está al otro lado del río para ducharme.

Cruzamos el río una vez más pero en esta ocasión andando, hay una pequeña caminata hasta el polideportivo y al final se me hace largo. Tengo ganas de una buena ducha, pero sorprendentemente solo sale agua ardiendo no hay forma de regular y más que ducharme lo que hago es escaldarme. Entrando y saliendo del chorro consigo enjabonarme y aclararme pero aunque me he quitado el sudor no se puede hablar de una ducha tonificante.

Ya vestido de persona deshacemos el camino y volvemos a cruzar el río, la verdad es que ya estoy un poquito harto de tanto puente romano. Nos vamos al restaurante donde nos espera el resto de la familia para celebrar los cumpleaños. Ya están todos sentados cuando llegamos, pero nos han reservado una silla y disfruto de una cerveza bien fría y de un chuletón espectacular para celebrar una gran mañana de carrera.


Tiempo oficial de carrera 1:49:26, lejos de mis mejores marcas pero más rápido que las medias maratones del último año en donde siempre había superado los 50 minutos. Buenas sensaciones para el maratón de Roma e intentar bajar de las 4 horas.

El fin de semana perfecto, la ciudad preciosa, la carrera espectacular, pero sobretodo la compañía un lujazo. Gracias familia por acompañarme en mis locuras y seguro que no será la última vez que os arrastre, ya estoy pensando que Salamanca cumple con todos las premisas para ser la elegida el año que viene para celebrar el cumpleaños de mi mujer mientras yo corro.

Curiosamente desde este año existe oficialmente un Circuito de Carreras “Ciudades Patrimonio de la Humanidad”, que reúne a las 15 ciudades españolas inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO:  Alcalá de Henares, Ávila, Baeza, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza/Eivissa, Mérida, Salamanca, San Cristóbal de la Laguna, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona,  Toledo y Úbeda. Y es que estos del “running” ya no saben que inventar, aunque pensándolo bien en realidad yo ya he corrido en cinco de ellas.

lunes, 30 de abril de 2018

Aranjuez villa de reyes, fresas y corredores


Domingo 17 de Diciembre del 2017

La Carrera Popular Villa de Aranjuez con 34 ediciones a sus espaldas es una de las grandes clásicas de la Comunidad de Madrid. Al amparo de la popularidad de esta carrera han aparecido en Aranjuez durante los últimos años  otras muchas carreras de todas las distancias, de las que cabe destacar la media maratón y la nocturna  veraniega, pero en ningún caso han podido desbancar a estos 10 km que cada año cuenta con más adeptos.

El recorrido tiene un perfil casi plano lo que permite realizar muy buenas marcas y durante años los corredores madrileños la han utilizado para conseguir una marca que les permita correr en la San Silvestre Vallecana Internacional el día de fin de año. Se realiza a mediados de Diciembre y suele coincidir con otras carreras también muy clásicas de la comunidad como el Trofeo Akiles en la Casa de Campo o la Carrera de Navidad de Cercedilla, por lo que deberemos elegir a cuál de ellas queremos apuntarnos.

Menos la salida y la llegada situadas en la Avenida del Príncipe, el resto de la carrera transcurre por fuera de la villa, primero por el Camino de las Aves y luego por dentro de los Jardines del Príncipe. Gran parte de los kilómetros del circuito transcurre en paralelo al curso del río Tajo, lo que nos permite disfrutar de su compañía aunque en ocasiones no lo veamos. Desde mi punto de vista la elección del recorrido es un gran acierto, nos evitamos las calles estrechas y los cambios bruscos de dirección a los que nos obligaría un circuito por el interior de las callejuelas de la ciudad y nos permite disfrutar de las arboledas que acompañan el camino,  así como los parterres, los estanques y las estatuas que jalonan el jardín.

La Organización como las mejores. Una buena bolsa del corredor, este año con una bolsa para las zapatillas de la marca Joma algo poco habitual, camiseta, buff y demás regalos. La salida se realiza en dos oleadas, lo cual no parece muy necesario para una carrera con una participación de 6000 corredores, pero resulta indispensable por la estrechez de algunas sendas dentro del parque. La hora de comienzo las 12:00 de la mañana permite llegar desde todos los puntos de la comunidad sin tener que madrugar en exceso. Advertir que aunque no se avisa en el reglamento solo existe avituallamiento en la meta, por lo que no tendremos agua a mitad de recorrido como es habitual en casi todas las carreras de esta distancia.

El único inconveniente es que en los últimos años es obligatorio recoger el dorsal el día antes lo que nos obliga a los que no somos residentes a venir hasta Aranjuez dos veces el mismo fin de semana. Es cierto que este año se ofrecía la opción de que nos enviaran el dorsal por correo, eso sí con un sobreprecio nada desdeñable de 5 euros.

Yo opte por ir el sábado con la familia a pasar el día a Aranjuez, visitar el Palacio Real y los jardines, incluida la visita al museo de Falúas Reales, curiosos botes a remos que utilizaban los reyes para pasear por el río Tajo, y que es visita obligada para un “marinero” como yo. Además aproveche para saborear una estupenda comida en la Rana Verde uno de los restaurantes más típicos y turísticos de Aranjuez, pero con un menú excelente a muy buen precio.

http://www.carrerapopulararanjuez.com/












Como la carrera comienza a las 12 de la mañana, no es necesario que madrugue demasiado y salgo tranquilamente de Madrid, en esta ocasión solo, para dirigirme a Aranjuez dispuesto a completar la última carrera de mi objetivo del TOP 10 de los 10.000 Madrileños. Pero a 3 kilómetros de Aranjuez ya estamos atascados para entrar en la ciudad, y es que somos muchos corredores y la ciudad no admite tanto coche. Se ha habilitado el aparcamiento del recinto ferial a la entrada de la ciudad para evitar que colapsemos las calles, pero no es suficiente para tanto coche y entre todos hemos organizado un caos terrorífico buscando el mejor sitio lo más cerca posible de la salida.

Empiezo a ponerme algo nervioso pero al final parece que la cola se mueve y llego al aparcamiento, no intento acerarme más y suelto el coche donde puedo, que es en el arcén de la carretera de Madrid encima de un prado porque todo el parking está completo.

Una vez que he conseguido soltar el coche ya solo queda llegar hasta la salida que está a un par de kilómetros. Pero al final tengo tiempo de sobra y ya sin nervios se convierte en un paseo muy agradable a la orilla del Tajo. Hay un ambientazo de corredores y es que a pesar de no ser en la capital la carrera tiene mucho tirón, por su recorrido llano y las fechas próximas a final de año. Antes de ir a la salida aprovecho para calentar un poco por la Calle de la Reina, pegada a los jardines del Príncipe, y es que en esta ciudad todo es muy monárquico. A amanecido un día perfecto para correr, con sol pero sin calor, un maravilloso día de invierno madrileño que cada año se parece más a la primavera.

Va siendo la hora y me voy hacia la salida en la Avenida del Príncipe. Como somos un buen número de corredores la Organización da dos salidas para evitar las aglomeraciones en los tramos más estrechos del interior del parque del Príncipe. Por mi mediocre marca de los últimos años en la distancia de los 10 km me toca salir en la segunda oleada.

Mi objetivo esta mañana es simplemente disfrutar de la carrera, ir a un ritmo relajado olvidarme del crono y dejarme llevar por las sensaciones. Bueno en el fondo es lo que llevo haciendo los dos últimos años, una vez que descubrí que jamás iba a ganar ninguna carrera y que mis mejores diez carreras ya las había corrido.


Dan la segunda salida y cruzo el arco en medio del pelotón. Los primeros 2 kilómetros son en subida y transcurren por el interior del pueblo. Hay mucha gente animando y se agradece, cruzamos un par de rotondas en donde el grupo se divide por ambos lados como en las carreras ciclistas. El pueblo es pequeño y en seguida estamos en las afueras corriendo por una zona de chalets adosados y naves industriales camino del campo que lo rodea.

Ahora ya desaparece el público y quedamos únicamente el grupo de corredores y algún despistado al que la carrera le ha cogido por sorpresa cuando volvía de dar su paseo matinal andando o en bici. Corremos por el Camino de las Aves, un paseo enmarcada por una línea de árboles a ambos lados en medio del campo. El arbolado nos da sombra y hace que el camino sea muy agradable,

Unos lugareños que corren delante de mí, comentan a sus acompañantes que ellos están acostumbrados a correr por esta zona, pero que para los que lo hacemos por primera vez es un privilegio, que el recorrido es espectacular y único. Quitando la pasión que cada uno siente por su pueblo, estoy de acuerdo en que el recorrido es muy bonito y merece la pena darse el paseo para disfrutarlo.  Quizás resulte un poco exagerado decir que es único, de hecho a mí me recuerda mucho al Paseo de los Plátanos en la madrileña Casa de Campo.

Avanzo a ritmo ligero aprovechando que el recorrido en este tramo es completamente llano y disfrutando del paisaje. Giramos a la izquierda para continua por otro paseo arbolado en esta ocasión pegado al Tajo. Al ser una larga recta podemos ver la fila de corredores por delante y por detrás que ocupan varios kilómetros.

Volvemos hacia Aranjuez por la Calle de la Reina para desviarnos y entrar en el Parque del Príncipe, por la puerta de la Casa del Labrador. Y nos encontramos con la famosa “casa” que realmente es un palacio que recibe su nombre por haberse edificado sobre una antigua casa de labranza de la que solo queda ya el nombre.


Lo rodeamos por uno de sus laterales y nos metemos de lleno en el jardín. Para mí la zona más bonita con diferencia del recorrido, este jardín bordeado por el Tajo, es famoso por sus zonas ornamentales y sus fuentes. Corremos pegados al río en un paseo privilegiado y así lo disfruto dejándome llevar por el grupo sin forzar el ritmo lo más mínimo y disfrutando de correr por un lugar especial. Pasamos por la fuente de Apolo y cerca de la de Narciso, todos dioses griegos.

Llegamos al embarcadero real donde los antiguos monarcas subían a sus falúas para realizar sus relajantes paseos por el Tajo, mientras los remeros les hacían avanzar, eso sí que era vida “Real”. Terminamos el recorrido por el interior del jardín, saliendo por la entrada principal, reconozco que se me han hecho cortos estos casi 2 kilómetros por dentro del jardín.

Nos quedan los últimos 2 kilómetros y medio del recorrido, primero por la Calle de la Reina, con mucha gente animando ya desde la salida de los jardines. En este tramo volamos hacia la meta, pero antes tenemos la única cuesta importante del recorrido, escasos 200 metros pero de buena pendiente que me obliga a apretar los dientes después de lo relajado que venia del paseo por los jardines reales.

Ultimo kilómetro de bajada hasta la meta de nuevo por la Avenida del Príncipe de la que hemos salido. Miro por primera vez el reloj desde que he comenzado a correr y me sorprendo con la posibilidad de poder volver a bajar de los 50 minutos. Está claro que el recorrido es realmente plano y muy favorable para hacer buena marca como se comenta. Decido que es el momento de exigirme un “poquito” y subo el ritmo aprovechando la inercia de la bajada. Y así cruzo la meta en unos estupendo 48:36.


Una buena marca hecha con poco esfuerzo, una sorpresa muy agradable para terminar la temporada este año. Disfrutando de la soleada mañana y dando cuenta de una buena naranja, recorro de vuelta el paseo por la ribera del Tajo hasta llegar al coche. Con algo de follón pero sin el atasco de esta mañana salgo de Aranjuez para llegar a Madrid a comer con la familia. Al final una mañana perfecta.


Con esta carrera termino mi objetivo de los TOP 10 de los 10.000 Madrileños que comencé el último día del año 2011 corriendo la San Silvestre Vallecana. Desde entonces he terminado  las 10 carreras, algunas en varias ocasiones como el Trofeo Akiles, la Carrera del Agua o la Carrera de la Ciencia.

Finalizado el reto de los 10.000 y el de las tres grandes medias y casi a punto de terminar el de los seis maratones más veteranos de España, en donde una vez que ya no se celebra el clásico de Bilbao sustituido por el Bilbao Night Marathon, sólo me falta correr en Barcelona, debería buscarme nuevos objetivos.

Realmente después de mi estreno internacional en la Media Maratón de Lisboa, ya prepare mi lista de los 14 maratones internacionales que me gustaría correr, tarea que comenzare esta primavera con el Maratón de Roma. Y desde hace unos años me propuse intentar correr en todas las capitales de provincias españolas, un total de 50 carreras, a las que habría que sumar las dos ciudades autónomas y las dos capitales de comunidad que no son capital de provincia, Mérida y Santiago de Compostela, total nada menos que 54 carreras. Ya puedo tachar 10 de ellas, por lo que “sólo” me quedan 44 ciudades en las que correr.

Si sumamos hacen un total de 58 carreras, teniendo en cuenta que cada año suelo correr unas 7 u 8 carreras y siempre repito en alguna de las que ya he corrido, eso quiere decir que podría correr 5 al año. Por lo que necesitare 11 años para correrlas todas y francamente no me veo corriendo carreras con 60 años…. o a lo mejor sí.

jueves, 12 de abril de 2018

Corriendo en la Hoz del Jucar


Domingo 5 de Noviembre del 2017

Cuando pienso en las calles de Cuenca me viene a la mente su suelo empedrado y una permanente cuesta que va desde la zona baja de la ciudad atravesando todo el casco antiguo para acabar en el Barrio del Castillo en la zona más elevada. No me parece el entorno ideal para correr una media maratón a no ser que seas un aficionado al esfuerzo agónico. Está claro que la Organización de la carrera ha pensado lo mismo que yo, por eso ha diseñado un recorrido mucho más amigable, que transcurre por fuera de la ciudad pero por un entorno espectacular como es la Hoz del Júcar.

La carrera comienza en la parte más elevada del casco antiguo unos metros antes del Arco del Bezudo, uno de los pocos restos que quedan del castillo original y termina en la parte baja de ciudad fuera del casco antiguo junto al Parque de los Moralejos. Pero el resto de la carrera trascurre en su totalidad fuera de la ciudad por la Hoz del Júcar junto al río y entre las dos altas paredes que flanquean este “accidente natural” producido por la erosión de la roca durante  años. El entorno es un verdadero lujo, además la estación otoñal convierte el paisaje en un despliegue de distintas tonalidades de marrones y amarillos que todavía acentúa mucho más la sensación que tiene el corredor de estar corriendo por un paraje especial.

Nada más cruzar la línea de salida la carrera se interna de lleno en la hoz por el Camino de San Isidro. El primer tramo es en claro descenso para buscar el río Júcar que se ve muchos metros más abajo en el centro de la hoz. Una vez que llegamos a la altura del río tendremos que correr por sus dos riberas, iremos primero dirección Cuenca por el Camino del Júcar para cruzar el río antes de llegar a la ciudad por el Puente de los Descalzos y volver sobre nuestros pasos alejándonos de nuevo de Cuenca. Hasta volver a cruzar el río en esta ocasión por el Puente de Valdecabras y volver de nuevo por el mismo camino que habíamos recorrido kilómetros antes. En esta ocasión seguiremos por el Paseo del Júcar para cruzar el Parque de la Trinidad y meternos ya en las calles de la ciudad para llegar a la meta.

El recorrido en su mayoría es de carretera asfaltada pero el tramo del Camino del Júcar que se recorre en dos ocasiones es un camino de tierra, en algunos tramos estrecho y sinuoso como una senda de montaña que le da un encanto especial. Además en esta zona se corre pegado a la pared de roca que enmarca la hoz y resulta verdaderamente espectacular.

La Organización perfecta, gran bolsa del corredor con camiseta de manga larga y porta dorsales. La hora de salida a las 10:00 y el poder recoger el dorsal el mismo día de la salida facilita mucho al corredor perezoso como es mi caso. La llegada en el polideportivo permite una gran zona de recuperación y que no haya que desplazarse para llegar a las duchas lo que se agradece mucho después de la carrera.

mediamaratoncuenca.blogspot.com














Ayer diluviaba en Cuenca, tanto que después de empaparnos intentando “disfrutar” de las vistas desde el mirador del Ventano del Diablo, nos tuvimos que volver sin visitar la Ciudad Encantada y refugiarnos en los museos de la ciudad. Y continuó la lluvia durante toda la tarde, cubiertos bajo el paraguas fuimos de la Fundación Antonio Pérez, a la catedral y a continuación hasta el museo de arte abstracto, las famosas Casas Colgadas sin poder disfrutar del paseo por las calles conquenses.

Pero hoy domingo día de la carrera, increíblemente ha amanecido un día despejado y luminoso, un maravilloso día de otoño ideal para correr y disfrutar del paisaje otoñal de la Hoz del Júcar por donde transcurre esta media maratón. Con el cuerpo revuelto por los nervios previos a la carrera que me acompañan en mis últimas aventuras, me levanto con la duda de quedarme en la cama y olvidarme de correr. Pero puede más mi orgullo y sobretodo mi sentido del ridículo, no me puedo rajar antes de empezar a correr después de arrastrar hasta aquí a mi familia y a mi hermana.

Mi hermana se ofrece a llevarme en coche hasta la salida en el castillo, me viene estupendo para ahorrarme la subida a pie. Mi canija se apunta y nos plantamos los tres en la salida con tiempo de sobra para recoger sin agobios el dorsal y hacernos las fotos pre-carrera. Ya con el cuerpo más recuperado aprovecho para tomarme un café y un plátano de desayuno que me entona algo el cuerpo.


Me despido de mis acompañantes y me voy a calentar un poco. La salida es unos metros más arriba de donde hemos aparcado y me pongo a trotar pasada la meta esperando que sean las 10:00 y den la salida. Hay mucho ambiente de “corredores de clubes” como suele ocurrir en las carreras fuera de la capital, solo algunos versos sueltos como yo nos animamos a venir a estas carreras por nuestra cuenta y riesgo.


Se acerca la hora y me pongo tras el arco de salida casi de los últimos, no voy a forzar ni salir rápido y tampoco quiero molestar a nadie. Dan la salida y nos lanzamos cuesta abajo, los primeros 5 kilómetros son de descenso y hay que aprovecharlos. Me cruzo con mi hermana y mi enana que se han quedado par verme salir, mi canija aprovecha para hacerme una gran foto.


Giramos a la derecha y tomamos el Camino de San Isidro que transcurre por la parte alta de la hoz. Tenemos una vista espectacular sobre el lado contrario de la hoz con el Júcar a nuestros pies. La carretera transcurre por un pinar precioso y como es cuesta abajo cojo un ritmo relajado, disfrutando mucho de estos primeros kilómetros mientras bajamos lentamente hacia el río. El descenso termina y giramos para tomar el Camino del Júcar que transcurre pegado al río.

En los primeros metros es un camino ancho medio asfaltado, pero  en seguida se convierte en un camino de tierra estrecho. Los corredores nos tenemos que poner en fila de uno y es difícil adelantar, pero es un camino precioso, va encajonado entre el río a la derecha y los cortados de la hoz a la izquierda. En algunos tramos hasta vamos cubierto por las cornisas de roca que sobresalen de las paredes por encima del camino.

Voy disfrutando con la carrera aunque es un poco rompe piernas, unos metros de subida para bajar inmediatamente con giros bruscos a derecha e izquierda y un piso suelto que obliga a prestar mucha atención en donde se pisa. Voy tomando el ritmo a la carrera y cuando el camino lo permite voy adelantando a otros corredores. Me voy fijando en el recorrido para cuando volvamos a pasar por el dentro de un rato del kilómetro 16 al 18.


Se acaba el camino de tierra y entramos en una zona más civilizada, de hecho el Camino del Júcar por el que veníamos pasa a ser el Paseo del Júcar, y da paso de nuevo al asfalto. Ahora corremos bajo la ciudad, que nos vigila desde las alturas de la pared vertical de la hoz. Llega el momento de separarse de la carrera de los 10 km, los que vamos a hacer la media tenemos que cruzar el Júcar y volver a meternos en la hoz pero ahora por la ribera contraria. Me dan ganas de unirme a los de la distancia corta, pero en el último momento cuando dudo si acortar el recorrido un voluntario  de la Organización me grita que me vaya a la derecha, los de la media por aquí indicándome por donde debo seguir. Me veo obligado a cruzar el rio por el Puente de los Descalzos y volver sobre mis pasos.

Por esta ribera transcurre la carretera de salida de Cuenca en dirección a la Ciudad Encantada, no está cortada para la carrera y realmente corremos por el carril bici que ocupa su cuneta y que va pegado al río pero elevado de modo que disfrutamos de unas vistas perfectas sobre las aguas del río y de la orilla contraria por donde hace un rato estábamos corriendo.

El recorrido se empina un poco, no demasiado pero lo suficiente para que empiece a sentir las piernas cargadas y mis ánimos decaigan. Son cinco kilómetros de suave ascenso, en donde intento regular mi ritmo que hasta ahora había sido bastante alegre, empujado por el descenso y lo espectacular del camino. Sé que voy a sufrir en la última parte del recorrido e intento guardar fuerzas.


Es hora de dar la vuelta, nos desviamos de la carretera para pasar por debajo del puente, cruzar la carretera donde la policía corta el tráfico para darnos paso y tomar la desviación para pasar por encima de la carretera que traíamos y cruzar el río por el Puente de Valdecabras. Ya estamos de nuevo al otro lado del rio, el primer tramo es un kilómetro de carretera asfaltada pero enseguida volvemos a tomar el Camino del Júcar.

El camino que en el primer paso había sido una diversión se convierte en un pequeño calvario, los sube y baja que antes disfrutaba ahora se me enganchan a las piernas. Empiezo a encontrarme mal y tiro de un gel para recuperar fuerzas, lo llevo en la mano tomando pequeños tragos cada varios metros. Hacía mucho tiempo que una media maratón no me daba una pájara tan grande, realmente creo que desde la primera que corrí en Madrid y en la que pagué la novatada.

Tengo ganas de pararme e intentar recuperar fuerzas andando, pero sé que si lo hago luego me va a costar mucho arrancar. Aguanto y poco a poco el gel va haciendo efecto y recupero los ánimos, decidido que es el momento de sufrir y tirar hacia delante.

Por fin termina el camino del Jucar y comienza el paseo, y llego a la altura del puente donde antes cruzamos el río ya decidido a acabar corriendo como sea. Ahora a nuestra izquierda nos flanquea los característicos Rascacielos de Cuenca. Desde donde corremos los vemos en todo su esplendor, pues a su altura se añade la altura de la pared de la hoz donde están construidos, verdaderamente llama la atención correr bajo ellos.

Pasamos por un tramo de entarimado de madera colgado de la pared de roca literalmente sobre el río para termina el paseo y cruzar el Parque de la Trinidad donde se junta el río Huécar con el Júcar. Ya solo me quedan 2 kilómetros, y me doy ánimos auto convenciéndome de que esto está hecho. Pero a la salida del parque hay una escalera, intento subir los peldaños sin pararme pero voy justo de fuerzas y al quinto escalón pierdo el ritmo y acabo subiendo andando. Pero al terminar la escalera vuelvo a correr y es que no pienso parar hasta la meta.

Intento mantener el ritmo ya por las calles de Cuenca y voy corriendo mientras en las aceras la gente toma el aperitivo en las terrazas, la verdad es que muy poca gente anima y eso se nota. Ya queda menos, sufriendo pero corriendo voy avanzando, ya he pasado la marca del kilómetro 20. Miro el reloj no voy a poder bajar de la 1:50 pero me voy a quedar cerca y eso me anima a seguir. Giro a la derecha y ya veo la animación de los corredores que han llegado antes que yo, solo queda unos metros para tomar la calle de la meta.

Voy fijándome para ver a mi familia que tiene que estar esperándome, giro y los veo en frente. Ellos también me ven y empiezan a animarme, paro a saludarles, mi hijo me dice que voy muy bien, y mi enana me sonríe, cuando le digo si quiere entrar conmigo corriendo en la meta, me dice que no con cara de susto. No insisto y arranco para hacer los últimos metros. Cruzo la meta marcando un tiempo de 1:52 según mi reloj, estupenda marca para haber corrido los últimos 5 kilómetros reventado.

Tomo mi medalla y me meto en el polideportivo para tomar el agua que tanto necesito y la bolsa del corredor con una camiseta de manga larga muy maja. Salgo del polideportivo por el lado contrario y tengo que dar toda la vuelta para llegar a donde estaba mi familia, pero allí ya no están. He dejado el teléfono en el coche y no puedo llamarles, tiro hacia la meta pero no les veo, vuelvo sobre mis pasos y doy un par de vueltas pero no les encuentro. Esta vez tampoco nos vamos a encontrar en la meta, decido irme para el hotel pensando que me esperaran en la habitación como en Vitoria.

Pero cuando llego tampoco están, les llamo y me dicen que están todavía en la meta esperándome, que hasta han entrado en el polideportivo a buscarme y no me han encontrado y que estaban empezando a preocuparse. Les pido perdón y me prometo mentalmente que a partir de ahora correré con el teléfono para evitar estos líos.

Me ducho mientras les espero y cuando llegan dejamos el hotel para irnos a pasear por la Hoz del Júcar. Después de no poder haber ido ayer a la Ciudad Encantada mi enana estaba muy enfadada y se lo compensamos paseando por el río como si se tratara de una gran aventura. Y aunque yo ya lo he recorrido en tres ocasiones esta mañana, es la primera vez en que disfruto tranquilo del paseo.


Para despedirnos de Cuenca nos damos un homenaje en un restaurante en el Barrio del Castillo donde esta mañana fue la salida de la carrera. Y antes de tomar camino de regreso a Madrid no dejamos de pasar por el famoso Puente de San Pablo, hacernos las fotos de rigor sobre el río Huécar y bajo las Casas Colgadas para cumplir con todos los tópicos de una visita a Cuenca.


Carrera muy amigable tanto por el entorno de la hoz del Júcar, por su recorrido poco exigente y una limitada participación que facilita el correr cómodamente desde el primero al último kilómetro. Pero sobre todo destaca por el entorno único, las espectaculares vistas de las paredes de roca y el río y los tramos de recorrido por los caminos de tierra del Júcar que te hacen sentir como en una carrera de montaña.

Por ponerle algún pero, la falta de público y animación durante todo el recorrido excepto en la salida y la llegada desmerece la carrera y algunos tramos de escaleras en el recorrido que deberían intentarse eliminar.

miércoles, 21 de marzo de 2018

XXXVII Carrera de la Ciencia y 50 años a las espaldas


Domingo 22 de Octubre del 2017

La Carrera de la Ciencia es una de las grandes clásicas otoñales de Madrid y además suele coincidir en fechas próximas a mi cumpleaños. Por eso es una de esas carreras que siempre me gusta correr, aunque es cierto que en los últimos años me ha coincidido con otras carreras y no he podido participar, como el año pasado con la Media de Ávila. Pero en esta su treinta y sieteava edición me he vuelto a poner en la línea de salida.

Es la excusa perfecta para estrenar mis 50 años cumplidos ayer corriendo este 10 km de mis top ten madrileños, y repetir por segunda vez después de haber corrido en la edición del 2012. Es sorprendente lo rápido que pasa el tiempo, de aquella edición hace ya 5 años y en aquella ocasión coincidió con mis 45 primaveras, está claro que me voy haciendo mayor pero al menos sigo con la misma ilusión.













Como casi siempre que corro en Madrid me vuelve a acompañar mi cuñado. Paso andando a recogerle por su casa, es la ventaja de que la carrera sea cerca de casa. Llegamos con tiempo suficiente para recoger tranquilamente el dorsal, es de las pocas carreras de la capital en donde todavía no hay que ir a buscar el dorsal el día anterior a la feria del corredor. Hace una mañana fresquita y muy agradable para correr, aunque quizás sea un poco temprano para los dormilones como yo, pero es el impuesto a pagar por correr por las calles de Madrid.

Calentamos tranquilamente por la calle Serrano mientras esperamos que pase el tiempo para empezar a correr. No tengo un objetivo claro, me apunte a última hora a la carrera y me va a servir como preparación para la Media de Cuenca que es mi objetivo otoñal este año. He de reconocer que estoy muy corto de entrenamientos y que cada año me cuesta más preparar las carreras. Me hace ilusión cumplir con mi objetivo anual de tardar menos minutos que mi edad  en correr un 10.000, en este caso 50 minutos, pero eso significa correr rápido y debo reconocer que me da mucha pereza.

Dan la salida y salimos como locos, el primer tramo es cuesta abajo y anima a lanzarse, pero en seguida la calle se empina y vamos moderando la marcha por la calle Serrano. Aun así mi cuñado me lleva con el gancho, ha salido muy rápido y me cuesta mantener su ritmo estos primeros metros. En algún momento pienso en dejarle ir pero lo poco que me queda de orgullo me lo impide, me engancho a su ritmo y cada metro me voy encontrando más cómodo.


Terminamos Serrano y bajamos a coger la Castellana, vamos corriendo por el carril lateral y ya empieza a notarse que pica hacia arriba. Llegamos al kilómetro 5 en donde está el avituallamiento, como nos suele ocurrir muy a menudo en el follón de los cruces de corredores para hacerse con la codiciada botella de agua pierdo a mi cuñado.

Decido continuar solo y empiezo a adelantar a corredores que van cediendo después de los primeros kilómetros. Sin darme cuenta me encuentro corriendo a la par con otro corredor, ni siquiera tenemos que mirarnos para saber que vamos al mismo ritmo y decidir que podemos hacernos compañía. Corremos prácticamente en paralelo unas veces tira él y yo le sigo y a los pocos metros se cambian los papeles y el me acompaña mientras yo marco el ritmo.

Formando este equipo improvisado pasamos por delante del Estadio Santiago Bernabeu y llegamos a la altura de la Plaza de Cuzco, donde abandonamos la Castellana para correr por la avenida de Alberto Alcocer y su temida cuesta. Contaba desde el principio de la carrera con bajar algo el ritmo en esta zona para no desfondarme y acabar fresco, por eso freno un poco y bajo mi velocidad, es el momento de ponerme en modo ahorro.

Mi compañero mantiene el ritmo y se adelanta unos metros y cuando ya estoy dispuesto a dejarle ir, se gira y me grita “Vente conmigo”. Es sorprendente las relaciones que se crean en las carreras, somos dos desconocidos, no hemos intercambiado ni una sola palabra y solo nos acompañamos desde hace un par de kilómetros, pero hemos formado equipo y eso parece que no se rompe fácilmente. Acelero y recupero los metros perdidos, ya estamos otra vez juntos y así subimos la cuesta y llegaremos hasta la meta.

A partir de ese momento mantenemos un ritmo alegre a pesar de los toboganes de la calle Serrano. Noto el esfuerzo y la falta de entrenamientos pero ya no pienso soltar a mi compañero, hasta en ocasiones soy yo el que tira y le veo apretar los dientes. Gracias a su compañía veo la posibilidad de bajar de los 50 minutos y no pienso parar hasta la meta.

Llegamos a la plaza de los Delfines, lo que queda es cuesta abajo y volvemos a subir el ritmo ya no tenemos que reservar. Los últimos metros son muy rápidos, corremos en paralelo nadie tira de nadie sino corremos juntos y así entramos en meta. Es el momento de presentarnos, él se dirige a mí y me dice “Me llamo Marvin, enhorabuena” a lo que contesto “Y yo Alfonso, muchas gracias”, nos damos la mano e igual que nos juntamos durante la carrera nos separamos una vez terminada.

Ha sido una amistad efímera, no creo que volvamos a coincidir y aunque lo hiciéramos sé que no le reconocería, pero debo darle gran parte del mérito de mi marca de 49:30 y del equipo que hemos formado.

Muy satisfecho por haber bajado una vez más de mi edad por minuto espero la llegada de mi cuñado que tarda poco en llegar, con una marca estupenda también. Volvemos paseando a casa después de una gran mañana corriendo, felices de haber cumplido objetivos aunque en mi caso algo cansado por el esfuerzo realizado.

Está claro que la carrera de la ciencia hace honor a sus XXXVII ediciones, reúne siempre a un número de corredores incondicionales y el hecho de no tener que ir los días antes a recoger el dorsal hace que todo sea muy cómodo, es cierto que hay que madrugar algo más para evitar las colas. Me he alegrado de haberme apuntado en el último momento para celebrar mi 50 cumpleaños.

P.D. Mis hermanos me han regalado por mi cumpleaños el dorsal para el Maratón de Roma. Ya tengo objetivo para la primavera del 2018 y ya estoy otra vez metido en el lío de preparar mi novena maratón.