Domingo 4 de Marzo del 2018
Para definir esta Media Maratón
de Mérida me bastan dos palabras “dura” y “monumental”.
Carrera dura, lo que se denomina
vulgarmente un rompepiernas, continuas subidas y bajadas a lo largo de los 21
kilómetros, solo hay que ver el perfil para hacerse una idea de que se va a
sufrir. Algunas cortas pero explosivas y otras largas pero igualmente
empinadas, a destacar por supuesto la cuesta de la Avenida Lusitania realmente
exigente y las rampas en el último kilómetro más que por su dureza por el
cansancio acumulado.
El recorrido se endurece también
por los cambios de terreno. Aunque en su mayoría es asfalto nos vamos a
encontrar tramos de tierra y exigentes metros de adoquinado sobretodo en el
puente romano. Por lo tanto especial cuidado con donde se pisa, para evitar
torceduras y caídas.
Pero sobre todo es una carrera
monumental, no es que se pase cerca de los monumentos es que se pasa por
encima, por debajo y a través de ellos. Se corre por encima del Puente Romano
se pasa por debajo de Acueducto de los Milagros o el Arco de Trajano y se atraviesa
el Circo Romano o el recinto del Teatro y Anfiteatro Romano.
Por otros se corre pegado a ellos
como el Pórtico del Foro, el Templo de Diana o la Alcazaba. Sin olvidarnos de
la Basílica de Santa Eulalia o el Convento de Santa Clara que también forman parte
del Conjunto Arqueológico de Mérida declarado Patrimonio de la Humanidad por la
UNESCO. Y los más recientes del siglo pasado como el Puente Lusitana o el Museo
Nacional de Arte Romano.
Casi se puede afirmar que el
recorrido incluye más monumentos que kilómetros, solo es necesario que el
corredor tenga buenas piernas para poderlos disfrutar mientras corre.
http://www.mediamaratonmerida.com
Estaba claro que para preparar el
Maratón de Roma el lugar adecuado era Mérida. Como capital de la provincia
romana de Lusitania con el nombre de Augusta Emerita, mantiene claras pruebas
del esplendor de la época, con su anfiteatro, su puente o su acueducto romano.
Poder correr al lado, por encima o bajo estas construcciones romanas me va
preparando para la salida desde el Coliseo romano.
En esta ocasión además he
movilizado a prácticamente toda mi familia política. No por que vayan a correr
conmigo, ni siquiera porque tengan un gran interés en acompañarme para
animarme, sino porque hábilmente he buscado un lugar a medio camino entre
Madrid y Lisboa, para que los portugueses no tengan excusa y además coincide
con el cumpleaños de mi mujer y mi cuñado y aprovechamos para celebrarlo todos
juntos.
A última hora el plan estuvo a
punto de anularse por la previsión meteorológica, porque aunque estamos ya casi
en primavera el invierno se resiste a dejarnos y dan un fin de semana de
lluvias torrenciales en Extremadura. De hecho el sábado durante el viaje nos
cae una manta de agua que casi me obliga a parar en el arcén por falta de visibilidad.
Pero la tarde del sábado aguanta sin lluvia y el domingo amanece un día
espectacular de sol y calor. Debe tratarse de la suerte del corredor.
La salida de la carrera es a las
11:00 por lo que me ahorro el madrugón. Tranquilamente nos organizamos y dejo a
toda la familia desayunando tranquilamente en el hotel, mientras yo me dirijo
andando hasta la salida que está al otro lado del río Guadiana. Tengo que
atravesar toda Mérida y aprovecho para parar a desayunar en un bar cerca de la
plaza de España bajo el ayuntamiento. Aquí es donde será el final de la carrera
y ya están montando el arco de llegada.
Cruzo el río por el puente romano
para dirigirme a la Avenida de la Libertad donde es la salida. Voy directo al
ropero y decido quedarme solo con la camiseta de manga larga, me quito la
térmica está claro que va a hacer calor y de hecho en algún momento de la
carrera me sobrara hasta la manga larga. Es el momento de hacerse la foto de
rigor antes de la salida, se lo pido a un matrimonio de corredores. Entablamos
conversación vienen desde Sevilla y ya corrieron esta media el año pasado, en
esta edición solo la correrá ella, él está lesionado pero no ha dudado en
acompañarla. Me avisan que comparada con los recorridos sevillanos esta carrera
es dura, tienen mucha subida y bajada. Me apuntan que tenga cuidado con la
cuesta del kilómetro 13,5 al 14, corta pero muy empinada, por supuesto la larga
y dura cuesta del 17,5 al 19 y también con el último kilómetro y su rampón
sorpresa. Todos consejos muy sabios como podré comprobar y sufrir más tarde.
Me despido de la pareja
deseándoles suerte y caliento un poco por el parque pegado al río. La verdad es
que las vistas sobre el Guadiana con la ciudad al fondo son privilegiadas y se
entiende porque los romanos se establecieron en un lugar tan estratégico.
Llega el momento y me dirijo a la
salida, pongo en funcionamiento el reloj para que busque el satélite, pero
comienza la cuenta atrás y sigue sin encontrarlo. Tengo que ponerme a correr y
cruzar la salida sin poder arrancar el crono, maldito reloj esto me pasa por
comprar el de ofertilla.
Nos desviamos a la izquierda y
cruzamos el río por el Puente de Lusitania, es la primera de las cinco veces
que cruzaremos por encima del río y por sus tres puentes. El Puente de Lusitania
(1991 - 480 m) diseñado por Calatrava es el más moderno y el más corto, por
supuesto el Puente Romano (Siglo I a. C – 792 m) el más antiguo pero también el
más largo y el Puente Fernandez Casado ( 592,5 m puente realizado tras la
posguerra) hecho en su mayoría de hormigón por la escasez del acero en la
época, es el que tienen menor encanto pero el más útil de los tres ya que es el
que distribuye el mayor tráfico de la ciudad.
Por fin mi reloj encuentra el
dichoso satélite que debía haberse escondido y lo pongo en marcha. Pregunto a
un corredor que llevo al lado que cuanto marca su crono, me mira con cara de
sorpresa y le tengo que explicar que el dichoso artefacto le ha dado por no
hacerme caso, se sonríe y me comenta que a el también le ha pasado en alguna
ocasión. Tres minutos y medio de desfase, bueno al menos me sirve de
referencia.
Corremos por el Paseo Roma en la
vereda del río hasta la estatua de la Loba Capitolina, famosa por amamantar a
Rómulo y Remo fundadores de Roma, para
volver a cruzar el río en esta ocasión por el Puente Romano. En este punto es
donde se reúne el mayor número de espectadores y además es el primer encuentro
con los legionarios romanos que nos animaran en puntos estratégicos del
recorrido y que le dan ambiente a la carrera.
El paso por el puente romano y su
empedrado es complicado para los corredores y buscamos la calzada más plana
para evitar torceduras. Hay mucho público también a lo largo del puente que nos
anima, pero en cuanto cruzamos el puente volvemos a correr solos por el otro
lado del río. Tenemos que hacer una raqueta para coger el puente Fernandez
Casado y cruzar otra vez el río, en este puente el asfalto es perfecto y menos
el repecho de subida para tomarlo corremos rápido.
Ahora llega la primera cuesta del
recorrido, pero estamos frescos y se hace cómoda y en grupo. El final de la
subida nos lleva hasta el siguiente monumento de la carrera, el Circo Romano. Como
auténticos aurigas cruzamos por en medio del circo aunque en esta ocasión
corriendo sobre nuestras zapatillas de marca
y no montados en carro. Tenemos que evitar la arena embarrada por las
lluvias de ayer y corremos por la espina central, en donde solo queda la
cimentación ya que todos los monolitos que lo decoraron en sus tiempos de
esplendor han desaparecido. Son 250 m de disfrute, es un gran subidón aunque nos
falta el público que anime nuestra hazaña y es que durante nuestro paso está
cerrado a las visitas para evitar problemas.
Corremos bordeando la ciudad para
dirigirnos a nuestro siguiente punto turístico romano, el Acueducto de los
Milagros, que suministraba el agua a la ciudad y del que todavía quedan unas
espectaculares arcadas. Pasamos por debajo de ellas corriendo por el parque que
se ha creado a su sombra. Ya es el kilómetro 9 y voy con muy buen ritmo, pero
el esfuerzo empieza a notarse y decido tomármelo con más calma, sobre todo
después de que mi resucitado reloj me marque un kilómetro a un ritmo por debajo
de 5 minutos, demasiado rápido ya que me queda lo más duro del recorrido.
Este tramo coincide con la parte
menos atractiva del recorrido, desde el 9 hasta el 13 es una zona de edificios
residenciales y grandes avenidas con rotondas, muy poco romano y con el único
encanto de las zonas de parques que vamos dejando a nuestro paso. Pero es
verdad que es la zona más llana del recorrido que hasta ahora ha sido un
continuo sube y baja. Aprovecho para regular y tomar agua y un gel,
preparándome para el final del recorrido y sus cuestas.
Cruzamos de nuevo por el Puente
Lusitana y atacamos la primera de las tres cuestas que tengo que superar antes
de finalizar. Como ya me habían advertido es bastante empinada, hay que apretar
los dientes y reducir la zancada. Voy subiendo tranquilamente tomando como
referencia la gasolinera al fondo que marca el final de la cuesta. Se me hace
dura pero no bajo demasiado el ritmo y la supero sin problemas, ahora toca la
bajada hacia el río que es mucho más llevadera.
Cruzamos el río por quinta y
última ocasión. Nos metemos en la ciudad y dejamos a la izquierda la Plaza de
España donde está la meta y donde hay mucha animación pues ya están llegando
los primeros corredores mientras a nosotros nos quedan todavía 5 kilómetros.
Voy ya sufriendo pero no pienso en acortar el recorrido, la verdad es que lo
estoy disfrutando.
Rodeamos la Alcazaba, la
fortificación árabe más antigua de la península ibérica y es que en Mérida todo
es muy viejo, hasta la Plaza de Santo Domingo. Al cruzar la plaza, oigo gritar
mi nombre y me giro. Es mi suegro con mi mujer que están sentados en una
terraza disfrutando del día, están lejos y ni me acerco solo me despido de
ellos con la mano. Al menos mi sobrino que les acompaña está más cerca y me
hace unas fotos para el recuerdo.
Ahora queda la Avenida Lusitania
y la Calle Octavio Augusta, de nombres muy romano es una cuesta de más de un
kilómetro que se hace interminable. Yo he llegado con las fuerzas justitas pero
sé que es el último esfuerzo. Aguanto el ritmo y voy subiendo manteniendo mi
posición e incluso adelantando a alguno a quien la cuesta se le atraganta. Pero
en el tramo final me pasan dos corredores con una frescura insultante, y eso
siempre te hunde la moral, bajo la cabeza y aguanto como puedo.
Por fin llego al complejo del
teatro y el anfiteatro, un tramo de la carrera que transcurre por el interior
del recinto y nos permite disfrutar de las vistas de la trasera del teatro y
las arenas del anfiteatro. Es una pena porque en las primeras ediciones se
atravesaba el anfiteatro corriendo, accediendo por la puerta de las fieras y
saliendo por la de los gladiadores. Pero en las últimas ediciones somos
demasiados y lo han prohibido con buen criterio.
Ahora toca disfrutar de la bajada
de nuevo hacia el centro de Mérida y aprovecho para acelerar e intentar
recuperar algo de tiempo. Me vuelvo a cruzar con las legiones romanas
perfectamente formado en el frente del espectacular Templo de Diana. En esta
zona hay mucha gente animando y eso se agradece además entramos en el último
kilómetro miro el reloj y puedo bajar de mi objetivo de la 1:50.
Termina la bajada y atravesamos
la Plaza de España, ya se puede ver la meta al otro lado de la plaza pero
todavía me queda recorrer los metros finales por el centro de la ciudad. Mis
compis de la salida me avisaron de que guardara fuerzas para la cuesta final y
voy sobre aviso. Comienza la cuesta y no parece tan dura, pero gira a la
derecha para tomar la calle Holguín y hay empieza la verdadera cuesta, calle
estrecha y empinada que agota mis ultimas fuerzas. Aprieto los dientes y
mantengo el ritmo, se suponen que son escasamente 100 metros pero se hacen
eternos. Por fin termina la cuesta y pasamos corriendo bajo el Arco de Trajano,
ya solo queda un giro a la derecha y otro a la izquierda para entrar triunfador
en la línea de meta como las legiones en Roma.
Oigo gritar mi nombre son mi
sobrino y mi cuñado que están entre el público esperándome, les saludo con la
mano y recompongo la figura para cruzar la meta como un campeón. El reloj de la meta marca 1:50:04 y el de mi
muñeca 1:45:45, está claro que el tiempo neto es inferior a la 1:50 y es toda
una inyección de moral después del esfuerzo de los entrenamientos de las
últimas semanas.
Me encuentro a mi hijo que me
está esperando tras la línea de llegada, me felicita por mi tiempo y me
pregunta como estoy, intento contestarle pero estoy tan sofocado que se me
corta la voz necesito coger más aire. Es una sensación extraña que no me había
pasado antes quizás esté pagando el esfuerzo final. Me lo tomo con calma y
respiro tranquilo hasta recuperarme del todo, tardo unos minutos pero ya estoy
a tope otra vez.
Celebro con mi hijo la carrera e
intentamos salir del caos en que se ha convertido la meta, poco espacio, mucha
gente y vallas por todos lados que impiden el paso. Después de un par de
intentos y varias vueltas conseguimos salir de la plaza y tomar hacia el puente
romano camino del polideportivo que está al otro lado del río para ducharme.
Cruzamos el río una vez más pero en
esta ocasión andando, hay una pequeña caminata hasta el polideportivo y al
final se me hace largo. Tengo ganas de una buena ducha, pero sorprendentemente
solo sale agua ardiendo no hay forma de regular y más que ducharme lo que hago
es escaldarme. Entrando y saliendo del chorro consigo enjabonarme y aclararme
pero aunque me he quitado el sudor no se puede hablar de una ducha tonificante.
Ya vestido de persona deshacemos
el camino y volvemos a cruzar el río, la verdad es que ya estoy un poquito
harto de tanto puente romano. Nos vamos al restaurante donde nos espera el
resto de la familia para celebrar los cumpleaños. Ya están todos sentados
cuando llegamos, pero nos han reservado una silla y disfruto de una cerveza
bien fría y de un chuletón espectacular para celebrar una gran mañana de
carrera.
Tiempo oficial de carrera 1:49:26,
lejos de mis mejores marcas pero más rápido que las medias maratones del último
año en donde siempre había superado los 50 minutos. Buenas sensaciones para el
maratón de Roma e intentar bajar de las 4 horas.
El fin de semana perfecto, la
ciudad preciosa, la carrera espectacular, pero sobretodo la compañía un lujazo.
Gracias familia por acompañarme en mis locuras y seguro que no será la última
vez que os arrastre, ya estoy pensando que Salamanca cumple con todos las
premisas para ser la elegida el año que viene para celebrar el cumpleaños de mi
mujer mientras yo corro.
Curiosamente desde este
año existe oficialmente un Circuito de Carreras “Ciudades Patrimonio de la
Humanidad”, que reúne a las 15 ciudades españolas inscritas en la Lista del
Patrimonio Mundial de la UNESCO: Alcalá de Henares, Ávila, Baeza,
Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza/Eivissa, Mérida, Salamanca, San Cristóbal de la
Laguna, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona, Toledo y Úbeda. Y es
que estos del “running” ya no saben que inventar, aunque pensándolo bien en
realidad yo ya he corrido en cinco de ellas.