domingo, 28 de abril de 2013

Todos corriendo en la Media de Madrid

La Media Maratón de Madrid es sin duda la reina de su distancia entre las carreras que se realizan en Madrid. Pero además junto a la San Silvestre Vallecana y el MAPOMA forman el triunvirato de las tres distancias, que todo corredor popular madrileño debe correr alguna vez en su vida.
A nivel nacional ocupa también un puesto de honor por ser la de mayor participación, juntar 10.000 corredores en una distancia tan exigente es todo un éxito. Cada año su proyección internacional es mayor y ya en la carrera popular empezamos a encontrarnos con muchos corredores de otros países, parece una gran torre de Babel.
El recorrido muy “castizo”, siendo Madrid una ciudad con mucha cuesta el circuito no las evita y resulta exigente. Salida del Retiro en ligera cuesta y primeros 3 km mitad subida y mitad bajada. Dejamos la calle Serrano para cruzar Castellana y comenzar una constante subida de 6 km por las calles Almagro, Santa Engracia y Bravo Murillo, para llegar a la Plaza de Castilla y lanzarnos en bajada hasta el km 10.
A partir de ese momento un tramo de toboganes, continuos subes y bajas exigentes que acaban con una dura subida por la calle Diego de León para dejarnos ya muy tocaditos en el km 15. Ya “sólo” nos queda dar la vuelta al Parque del Retiro para volver a entrar por la Puerta de Madrid. Una larga y pronunciada bajada nos prepara para 2 km finales muy exigentes, la cuesta de Alfonso XII hasta la Puerta de Alcalá se agarra a las piernas, pero el último tramo por la calle de Alcalá acaba con las pocas fuerzas que te quedan y hace que la recta de llegada dentro del Retiro se nos haga interminable.
www.mediomaratonmadrid.es









En mi caso sólo puedo decir que la MMM es “MI CARRERA”. Fue donde me estrene como corredor, es la carrera de mi ciudad, la distancia que más me gusta y atraviesa mi barrio casi por delante de mi casa. Mi historia con esta carrera comenzó hace tres años, poco si se compara con sus 13 ediciones como media maratón y las 12 anteriores en la distancia de 20 km.
En la edición del 2011, donde me estrenaba, conseguí terminar en un tiempo más que aceptable pero sufriendo muchísimo en los últimos 5 km. No puedo decir que disfrutara, sobretodo cuando a falta de 3 km mi compañero de carrera, al que había dejado en los primeros kilómetros de carrera, me pasara como un rayo saludándome animosamente y yo sólo fuera capaz de hacer un gesto con la mano mientras intentaba mantener mi ritmo cansino.
La edición del 2012 fue otra cosa. Ya tenía mucha más experiencia, estaba en plena preparación para el Maratón de Madrid y disfrute mucho de la carrera realizando un tiempo estupendo. Lo mejor es que cruce la meta sonriente y satisfecho.
En esta edición del 2013, mis objetivos son otros. Mi temporada de asfalto está terminando hasta verano que comience a preparar el maratón otoñal y quiero acompañar a mis dos compis en su estreno en esta  carrera.

He quedado con ellos y llego un poco tarde, mi compi de curre se pone nervioso y me llama al móvil, parece que tienen ganas de empezar. Se había buscado una nueva pareja de baile para librarse de correr conmigo, pero le ha dejado tirado, parece ser que se ha dejado las zapatillas de correr en casa de la novia y llegara más tarde, apunto la justificación para incluirla entre las mejores diez excusas para no correr. Por lo tanto los tres mosqueteros cabalgaran de nuevo sobre los 21 km.



Nos colocamos en la salida, ya colapsada desde muchos minutos antes de darse la salida. Entre los nervios y los últimos preparativos nos vamos apretando como sardinas en lata. Salida y a “andar”, porque con tanta gente nos cuesta casi 5 minutos cruzar la línea de salida, aunque eso si sin empujones ni prisas porque todavía quedan muchos kilómetros por delante.
Arrancamos por fin y hacemos los primeros metros acompañados de una de las varias brigadas de paracaidistas que corren todos los años en la carrera. Esta es de las más serias, y corren en perfecta formación, entonando cánticos entre marciales y picantes que nos sacan a todos una sonrisa. La verdad es que se agradecen los ánimos sobretodo cuando la carrera se hace más dura.
Nos cuesta un par de kilómetros alcanzar y adelantar al globo de las 2 horas, esta deberá ser nuestra posición hasta la meta. Cruzamos por encima de la Castellana sobre el puente de Eduardo Dato, el trote acompasado de los cientos de corredores que cruzamos a la vez, hace que notemos que la estructura vibra bajo nuestros pies. Mi cuñado que es Ingeniero de Caminos me tranquiliza asegurando que el diseño aguanta esto y mucho más, pero yo no me quedo tranquilo hasta que abandonamos el puente y pisamos tierra firme. Sé por experiencia que los ingenieros suelen errar en sus cálculos.
Afrontamos los kilómetros de subida, a mi es la parte de la carrera que más me gusta, tiene bastante público que anima y me vengo arriba haciendo que mis compis tengan que subir algo el ritmo. Corremos a una media de 5:30 el km, yo disfrutando de la carrera pero creo que ellos van sufriendo algo más. Llegamos a uno de los puntos clásicos del recorrido que todos recordamos de esta carrera, el paso a la altura del parque de bomberos de Santa Engracia. Todos los años los bomberos sacan los camiones y nos animan con las sirenas y en algunas ediciones hasta nos remojan con las mangueras si hace calor.

Estamos en mi barrio y mi equipo de animación no tiene excusa para no estar en su sitio. A la altura de Ríos Rosas buscamos a mi hermana y sus hijos para que animen a su padre, pero no aparecen les ponemos falta “grave”. Pero metros más adelante encontramos a mi prima corredora con la que no contábamos, nos paramos a saludar y a convencerla de que el año que viene tiene que animarse si las lesiones se lo permiten.
Mi familia está en su sitio, el primer año fallaron pero desde entonces siempre me esperan en el mismo sitio. Me paro a dar un beso a mi enana, que este año no llora al verme pasar. Me anima para que gane y le traiga un premio, bendita inocencia para ella siempre gano, no sabe que la camiseta y la medalla nos la dan a todos sólo por terminar la carrera.
Pasamos Cuatro Caminos y la cuesta nos da un respiro. Vamos a buen ritmo y ahora estamos más cerca del globo de la 1:55 y empezamos a dejar atrás al de las 2:00 todo un éxito. Ya vemos de lejos las torres KIO que indican la proximidad de la Plaza de Castilla y el final de la cuesta, sólo queda un último esfuerzo y a comenzar la bajada.
Los acompañantes me aguantan bien, aunque mi compi de curre empieza a quejarse de dolores en una pierna, mal asunto pues todavía no hemos pasado el ecuador de la carrera. Le animo para que relaje aprovechando la cuesta abajo, pero parece que en las bajadas le duele más que en las subidas.
Cruzamos por el control de los 10 km, que marca el final de la bajada. Mi compi no mejora y yo me quedo con el mientras mi cuñado toma unos metros de distancia, el globo de las 2:00 se nos esta echando encima. La zona de toboganes complica algo más la situación, debo tomar una decisión y le abandono animándole que se agarre a la liebre. Arranco y en pocos metros alcanzo a mi cuñado, se que nuestro ritmo podría ser mejor pero es preferible conservar.
En la exigente cuesta de Diego León le pierdo de vista, no puede estar muy lejos pero aunque bajo el ritmo no veo aparecer su gorra blanca. En pocos kilómetros he perdido a mis dos acompañantes, decido que tengo que parar y esperarle. Me echo al un lado y por fin le veo aparecer con cara de despistado.

Esta es la zona con más público, se forma un pasillo estrecho por donde pasamos los corredores, es una sensación estupenda sentirse tan arropado. Empezamos la vuelta por el exterior del Retiro, es un descenso pronunciado y la velocidad aumenta, aunque los veteranos de la carrera sabemos que todavía queda el último repecho.
Terminamos la bajada con muy buen ritmo, pero veo que a mi cuñado le cambia la cara. No se lo puede creer le ha dado flato en el peor momento, justo antes del último esfuerzo. Le prohíbo hablar y que se concentre exclusivamente en la respiración, se supone que es el método para que se pase, pero los que lo hemos sufrido alguna vez sabemos que no funciona y el flato siempre viene por sorpresa y también nos abandona de repente.
Con esta situación atacamos la subida por Alfonso XII, primer tramo brutal, pero luego se relaja y podemos respirar. Aunque mi cuñado pierde fuelle y tenemos que bajar el ritmo. Igual que vino se fue y recuperamos ritmo al pasar a la altura de la Puerta de Alcalá. Ya sólo queda el último esfuerzo y vamos sobrados para bajar de las dos horas.
Viéndole perfectamente recuperado, decido abandonarle en la Puerta de Madrid para desandar el camino en busca de mi otro compi. Espero encontrarle muy atrás pero sorprendentemente viene pocos metros después del globo de las 2 horas, subiendo ya la cuesta de la calle Alcalá. Con mala cara pero aun corriendo, ha sufrido durante más de 10 km para llegar hasta este último tramo.
Me pongo a su altura y me adapto a su ritmo para animarle en sus últimos kilómetros. Nos pasa la brigada paracaidista con la que salimos, mantiene su formación y todavía siguen con los cánticos, hasta son capaces de gritar un “Viva España” muy patriótico vitoreado por parte de los corredores.
Entramos en el Retiro y ya avanzamos por la “eterna” recta de meta. Es el momento de disfrutar. Mi compi tiene aun tiempo de echar un saludo a su familia que le anima desde un lado de la avenida, antes de alzar los brazos al cruzar la meta. A mi me entra la risa, la imagen es perfecta para el video de llegada aunque resulte un poco grotesca entre tanta gente.

Le felicito de verdad mientras se intenta recupera del esfuerzo. Llega con las piernas duras y con cierta sensación de mareo, pero en cuanto recupera un poco y bebe líquido la cara le cambia y me recuerda a mí hace dos años cuando cruce por primera la meta de la MMM.
Recuperamos a mi cuñado que esta pletórico por haber bajado de la fatídica barrera de las 2 horas. Aunque él y yo sabemos que ese no es su límite. Con nuestras medallas y para que quede para la posteridad nos hacemos la foto de rigor. Los tres mosqueteros han vuelto a triunfar, creo que para otoño deberemos buscar nuevos retos.
En el descontrol conseguimos localizar a la chica de mi compi. Antes de felicitarle ya le prohíbe volver a correr, esperemos que se le pase pronto pues ya nos hemos apuntado a correr por el monte a finales de mes. Me despido y junto con mi cuñado nos vamos para casa, feliz por haber disfrutado un año más de estos 21 kilómetros y ya pensando en volver el año que viene.

Creo que después de está crónica no puedo negar que le tengo un gran cariño a esta carrera. Quizás no transcurra por las calles más emblemáticas de la capital, quizás tantos corredores hagan difícil correr rápido, quizás tenga demasiadas cuestas, pero para mí es una carrera especial y distinta.
Por si todavía no os animáis a venir el año próximo a disfrutarla, con otros miles de corredores que nos juntamos todos los años para correr por Madrid, os dejo algún motivo más:
  • La Organización ha diseñado un circuito muy atractivo e inteligente. Transcurre siempre por calles anchas capaces de absorber tanta cantidad de corredores. Sólo en los primeros kilómetros tendremos verdaderas dificultades para correr.
  • El ambiente espectacular. Antes de la carrera con esa salida multitudinaria, durante ella con la gente animando y la marea de corredores que ocupan varios kilómetros de las calles madrileñas y después tomando al asalto el Parque del Retiro.
  • Todo lo que rodea a la carrera. La presentación de la carrera, cada año más trabajada, este año con un divertido monólogo. Os dejo la conexión en Youtube para que os riáis un rato. Una esplendida feria del corredor, con mucha animación y con la presencia de las grandes marcas.
  • Las liebres de tiempos, no muy habituales en carreras de esta distancia, muchas y buenas. Con sus globos naranjas se ven desde lejos y sirven de referencia, tanto para los corredores que se estrenan y que se “agarran” a ellos para que les marque el ritmo, como para los más experimentados que se motivan adelantándolas. 
Por poner algún pero, este año al final de la carrera en lugar de la fruta de años anteriores nos han dado una bolsita de pistachos. No pido la maravillosa sandía, porque todavía no es temporada, pero un simple plátano sería suficiente.