sábado, 26 de abril de 2014

Cabalgando por Madrid

Es la cuarta edición seguida en que participo en esta media maratón madrileña y en los pocos años que llevo como corredor popular es la única carrera que he repetido cada temporada. Ya la he  convertido en una cita obligada en mi calendario de carreras y es una tradición terminar el año apuntándome a la edición del año siguiente, entre otras cosas para ahorrar algo de dinero.

Desde la primera edición en que participe la carrera ha mantenido sus señas de identidad y cada año ha aumentado la participación de los corredores populares y la calidad de los corredores de élite, consolidándose como la mejor media maratón del país. Lo que para mí como corredor madrileño es un orgullo.

Pero lo mejor es que se ha convertido en un acontecimiento dentro de la capital, con una afluencia cada año mayor de personas de toda España y de fuera del país. Raro es el día que sales a correr por las calles madrileñas y no te cruzas con algún corredor que no lleva puesta la camiseta de alguna de las últimas ediciones de esta carrera o eres tú el que la luces con orgullo.


http://www.mediomaratonmadrid.es/














Este año nos hemos juntado un buen grupo para disputar la carrera y aquí estamos posando antes de que den la salida los “Ocho Magníficos”, aunque en realidad en la película original solo sean siete y corran montados sobre caballos.



Tres repetimos de la edición de año pasado, y otros cuatro se estrenan no sólo en la carrera sino también en la distancia. El que completa el grupo es mi primo que aunque es la primera vez que coincidimos en una carrera es un corredor más que veterano y ya ha disputado esta carrera en otras ocasiones.

La idea inicial era correr todo el grupo juntos e intentar bajar de las dos horas, pero el hombre propone y la carrera dispone. Ya en la salida nos dividimos en dos grupos y excepto mi cuñado y yo que cruzamos la meta juntos, el resto de los Magníficos la terminó en solitario y cada uno con una historia muy distinta que contar. Esa es la belleza de estas carreras de larga distancia cada corredor te la contará de una forma distinta y en nuestro grupo se juntaron una muestra muy representativa de las sensaciones que tuvieron los casi 17.000 corredores que cruzaron la meta.

Voy a intentar resumir la historia de cada uno de ellos, según me la contaron y si no están de acuerdo tiene la sección de comentarios para corregirme. Empezaré de izquierda a derecha.







Al isleño ya le conocéis de otras carreras y por cualidades y preparación venía a estrenarse en la distancia con la idea, más que razonable, de bajar claramente de las 2 horas. Se presentó en la salida con ciertas dolencias en la rodilla como consecuencia de su alocada incursión en la moda minimalista siguiendo los pasos de su ídolo Kuprica. Pero eso no fue lo que más le preocupaba si no una indisposición estomacal que sufría desde la noche anterior. Fue muy valiente al juntarse al grupo delantero y aguanto hasta mitad de recorrido, pero los vómitos truncaron su carrera. Y tras el segundo “Messi” que tuvo que hacer en el recorrido, las fuerzas le abandonaron.

El grupo trasero le adelantamos en la subida de Alfonso XII y aunque intente animarle a que me siguiera, con buen criterio prefirió mantenerse a su ritmo y acabar con dignidad la carrera y sin mayores sustos. Eso sí con un cabreo monumental, aunque le sirva de poco consuelo estoy convencido que habrá otra oportunidad.






Mi cuñado es otro de los habituales que me acompañan en mis carreras. El año pasado ya termino por debajo de la barrera de las dos horas en esta carrera, pero su estado de forma en esta ocasión estaba muy lejos de aquellas maravillosas sensaciones de hace un año. Es el ejemplo de muchos corredores populares a los que las lesiones y sobretodo la falta de tiempo no le permite estar también como les gustaría.


Corredor con experiencia prefirió quedarse en el grupo trasero y realizar una carrera ultra- conservadora. Corrimos juntos hasta mitad de recorrido y me quede a esperarle cuando empezó a bajar el ritmo. Pero estaba claro que no era su día y se acabó quedando solo, para terminar la carrera lejos de su tiempo de la edición anterior. Mi opinión es que fue demasiado conservador y prefirió asegurar antes que arriesgar, estoy convencido que podíamos haber acabado juntos. En su caso sé que habrá otras ediciones en que mejorar sus tiempos.







Mi compi, el que me acompaña desde hace más tiempo y sin duda el triunfador en esta edición. Actuó como un auténtico “tapado”, según lo que nos contaba llevaba todo el invierno sin correr y en los últimos entrenamientos que hicimos juntos no se le veía fino. Pero está claro que nos ocultó su preparación, ya se destapo en los primeros kilómetros de la carrera Intercampus donde puso un ritmo infernal. Pero ha sido en esta media en donde nos ha sorprendido a todos.

Tras su sufrimiento en la edición del año pasado en esta ocasión bajo en varios minutos de su objetivo de dos horas, en una carrera donde tiro del grupo delantero y mantuvo un ritmo constante. Los últimos kilómetros los tuvo que hacer solo cuando descolgó a sus otros dos acompañantes y aunque ha confesado que sufrió en el último tramo de la carrera no estaba dispuesto a no cumplir el objetivo después de lo rápido que había corrido. Sólo siento no haberle acompañado en esta ocasión.







El año pasado no pudo participar aunque estaba apuntado pero este año al final apareció. Confesó en la salida que no había preparado apenas la carrera y que hacía tiempo que no se calzaba las zapatillas. Pero ánimo y osadía no le faltaron y desde que dieron la salida se juntó con el grupo de cabeza y casi aguanta hasta la meta.

Pero el medio maratón también tiene su muro y en el kilómetro 18 le alcanzo el hombre del mazo. En estos últimos kilómetros le cayó una minutada y su tiempo se fue lejos del previsto. Sufrió las últimas cuestas junto con su hermano que se le junto para acompañarle en los últimos kilómetros. Como él muchos se chocaron contra el muro, como nos ha pasado a los demás en otras carreras.







Mi otro cuñado, un habitual del golf y la piscina, en los últimos meses ha empezado a correr, se le ocurrió un día decirme que pensaba apuntarse a la media y ya no pudo desdecirse. Debo admitir que ha realizado una preparación de manual, revisión médica y prueba de esfuerzo para evitar sustos y un par de carreras de 10 km en donde estuvo cerca de bajar de los 50 minutos.

Pero le fallo la actitud. Ya en los entrenamientos en que nos juntamos en la Casa de Campo, mantenía buen ritmo los primeros 10 kilómetros para empezar a dejarse llevar y pararse antes de completar los 15 km previstos. Me confesó que la última semana rezaba cada noche por que lloviera el día de la carrera y tener una excusa para no presentarse. Y todo esto se reflejó en la carrera, en donde corrimos de más a menos. Fuimos juntos casi toda la carrera y en los últimos kilómetros no le deje que se parara aunque no pude evitar que bajara el ritmo y superáramos las dos horas por un minuto y medio.


Terminada la carrera juro y perjuro que colgaba las zapatillas, que la experiencia de una carrera tan multitudinaria no le compensaba el dolor en sus piernas. Pasadas varias semanas ya empieza a pensar en la edición del año que viene y estoy convencido de que si le pico un poco se apunta a alguna de mis locuras.







Mi primo forma parte de ese grupo de corredores que comenzaron de jóvenes, que han sido capaces de bajar de los 40 minutos en la San Silvestre Vallecana y que han participado en el Maratón de Nueva York. Siempre que coincidimos me cuenta que cada vez corre menos que ya casi no participa en carreras que se contenta con acabar, yo siempre le creo a medias, siempre tiene previsto participar en alguna carrera y por las marcas que me comenta no las hace de paseo.


Coincidió con el grupo en la foto de salida y de llegada, el resto de la carrera corrió con el grupo de los buenos. Fuera de forma y sin querer forzar fue capaz de estar cerca de la 1:40, no sé qué habría hecho si se hubiera preparado y salido a competir. Espero que podamos coincidir en otra carrera y probarme a ver si puedo seguir su ritmo.







Amigo de mi cuñado, un corredor a la antigua, de esos que demuestran que lo que corren son las piernas y el resto es accesorio. Se presentó en la salida con zapatillas de tenis, se había comprado unas zapas de correr con amortiguación, sujeción lateral y todos los extras, pero no se adaptó a ellas y prefiere seguir corriendo con sus viejas zapatas. Habitual corredor de 10 kilómetros nunca antes había superado esa barrera, pero demostró que a veces tanta preparación nos hace olvidar que lo más importante es tener buenas piernas y buena cabeza que las controle.

Salió a su ritmo, se colocó sus cascos y se aisló del mundanal ruido. La siguiente vez que le vimos fue en la llegada, con una marca debajo del brazo muy inferior a las 2 horas. Me confiesa que ha disfrutado de la carrera pero que no cree que repita, está claro que es un tipo distinto y no se deja abducir por la moda del running.


De mi carrera poco que contar, últimamente me he vuelto algo cómodo y me justifico en acompañar a mis amigos para no tener que forzar la máquina. En algún tramo me exprimí algo, sobre todo para alcanzar a mi cuñado que se había ido por delante e hice varios kilómetros por debajo de 4:30 aprovechando la bajada, pero en el resto acople mi ritmo al de mis compañeros y hasta me pare en una ocasión para esperar a un rezagado.

Pero disfrute mucho del ambiente y la animación. En especial de los ánimos de mi enana cuando pasamos cerca de casa. Al final venció su vergüenza y me esperaba con la pancarta que habíamos preparado juntos la tarde anterior, en esta ocasión el “Vamos Papa” era para mí y no tuve que robar los ánimos de otros niños que esperaban a sus padres.


La salida espectacular y multitudinaria como siempre, este año supere mi récord y tarde en cruzar la línea de salida 14 minutos desde que dieron el pistoletazo de salida. Como salimos tan atrás en el grupo todo el recorrido corrimos con la calle cubierta de corredores aunque con espacio libre suficiente para poder correr sin problemas. Sufrí los  avituallamientos de un modo distinto a otras carreras, nos encontrábamos las primeras mesas vacías de agua y la gente se lanzaba peligrosamente sobre las últimas para hacerse con la preciada botella.

Los últimos kilómetros me los pase gritando ánimos a mi cuñado para que no se parara mientras él me pedía un tiempo muerto que no le concedí. Al final disfrutamos de la llegada en donde tuve tiempo de pararme a saludar a la chica de mi compi que se sorprendía de que su chico hubiera pasado por delante de mí. Al menos mi ritmo cansino le permitió sacarme esta foto, muchas gracias.
  

A favor de la Organización decir que los pocos cambios que se han introducido en la carrera, en mi opinión siempre han sido para mejor.

El recorrido ha mejorado eliminando en el final la Cuesta del Ángel y los kilómetros por dentro del Retiro y sustituyéndolo por la subida por Alfonso XII y la Calle Alcalá. Los más puristas defienden que se ha perdido algo de dureza en el final, aunque a la mayoría de los mortales a esas alturas de la carrera el recorrido actual aunque más tendido se nos hace eterno. Además el nuevo circuito permite una mayor afluencia de público y a mí me encanta pasar bajo la Puerta de Alcalá.

Este final se convierte también en un guiño al desaparecido MAPOMA, ya que coincide con su clásico final, ahora que el maratón madrileño renombrado como ROCK & ROLL ha cambiado el recorrido final para suavizar los últimos kilómetros.

En las últimas ediciones la Organización hace entrega a los que finalizan de una medalla conmemorativa. Sé que resulta muy infantil pero a mí me encanta lucirla colgada al cuello cuando finalizo y mostrársela a mi familia y amigos como si se tratara de una medalla olímpica.

Como crítica a los corredores comentaré que este año me he cruzado con demasiados participantes que estaban siendo atendidos por lo servicios médicos de la carrera en un estado más que lamentable, el primero ya en el kilómetro 10 con claros síntomas de desfallecimientos y en la cuesta de Alfonso XII casi uno cada 200 metros. Creo que debemos recordar y sobretodo no olvidar que en esta misma carrera murió un corredor no hace tanto tiempo. Es nuestra responsabilidad prepararnos adecuadamente, pero ante todo no forzar nuestros límites de forma irresponsable.

El año que viene sin duda repetiré, aunque seguramente tendré que vencer mi vagancia y tomármelo en serio para comprobar si los años no han pasado en balde o sigo cerca de mis marcas de las primeras ediciones.

Con la camiseta de este año completo un particular juego de parchís, ya tengo las cuatro fichas, amarilla, roja, azul y verde solo me falta el dado.