viernes, 31 de enero de 2014

De la Navidad al Fin de Año

Y terminaron las fiestas navideñas.

Para mí cada año son unas fechas especiales, en casa siempre se han celebrado con toda la familia, abuelos, padres, hermanos, sobrinos, tíos, primos, una verdadera multitud. Mis padres me inculcaron desde siempre su significado cristiano y su mensaje de paz y amor. Y yo en la medida de lo posible intento hacer lo mismo con mis hijos y mantener el montón de antiguas tradiciones que convierten estas fiestas en algo especial. Aunque debo reconocer que las disfruto tanto como las sufro.

Desde que me he puesto a correr, tengo tendencia a comparar todo lo que me ocurre con mis experiencias como corredor. En este caso sin duda la Navidad es el Gran Maratón. Se prepara con mucha antelación, eligiendo donde y con quien voy a celebrarlo, con la discusión eterna de en tu casa o en la de tu pareja. Según se acercan las fechas empezamos a hacer los últimos entrenamientos, las cenas de empresa, la celebración con los amigos, mandar las felicitaciones de navidad y el broche final con la lotería de Navidad.

Por fin llega la Nochebuena y la Navidad, es como ponerse en la salida del maratón, todo es alegría, recuerdas las sensaciones de otros años y te reencuentras con muchos conocidos. Y así arrancan las fiestas, los primeros kilómetros son alegres y tenemos muchas fuerzas. Igual que el día de los Inocentes en estos kilómetros los corredores nos gastamos bromas y contamos chistes.

Se alcanza la noche de Fin de Año, el ecuador de las fiestas, es como pasar la marca de la media maratón, tiramos la casa por la ventana y nos creemos capaces de todo. Pero a partir del día de Año Nuevo el cuerpo empieza a dar muestras de cansancio y el final se nos presenta complicado. Es el momento de sacar las últimas fuerzas para llegar hasta el día de Reyes y cruzar la línea de meta. Es el día de la ilusión, todos nos convertimos en niños, muy parecido a la euforia por cruzar por fin la línea de llegada de un maratón.

Los días después de Reyes son como el pos-maratón, nos duele todo y agradecemos que las fiestas hayan acabado por fin. Pero en cuanto transcurren unos días, ya estamos preparando las fiestas navideñas del año siguiente y buscando el siguiente maratón al que apuntarnos.

Confieso que me he convertido en un verdadero friki-runner y para celebrar las fiestas este año he participado en dos carreras, una por Navidad y otra en Fin de Año. Sólo me ha faltado una carrera en Reyes, pero es un día demasiado ajeteadro como para incluir una obligación más.

El fin de semana antes de Navidad corrí la Carrera de Navidad de Cercedilla y días después la San Silvestre de Puente Sardas en Sabiñánigo, dos carreras completamente distintas. La primera una carrera de montaña con un recorrido que cambia todos los años, con una gran participación en donde los dorsales se agotan a las pocas horas de ponerse a la venta. En cambio la carrera aragonesa es sobre asfalto, en un circuito circular alrededor del barrio al que se dan varias vueltas, una participación reducida de corredores del pueblo y algunos que hemos venidos a pasar estas fechas esquiando en las estaciones cercanas, no hay que apuntarse y basta con acudir un par de horas antes a la salida.

En Cercedilla la carrera tiene suficiente tirón para juntarnos con algunos de los corredores de la elite, este año pudimos correr con Martín Fiz y Chema Martínez y aunque sea en un ambiente festivo todos los corredores nos lo tomamos muy en serio y vamos un poco a cara de perro. Pero correr en la noche de fin de año es una fiesta para los participantes, lo importante es la celebración, la gente se disfraza y el que menos se pone un gorrito navideño, sólo una pequeña minoría compiten por ganar los demás corremos para disfrutar despidiendo el año que termina.

Carrera de Navidad de Cercedilla
















Para correr por Cercedilla me junto con mi primo, que en los últimos meses se ha convertido en un autentico trail runner. Madrugamos para llegar con tiempo, pero aun así cuando llegamos ya hay un follón para dejar el coche y la policía local intenta poner orden entre tanto corredor estresado.

La recogida del dorsal y la bolsa del corredor perfecta y la mañana espectacular, nos recibe la sierra despejada y aunque con poca fuerza un sol que ha sido esquivo en los últimos días. Un día perfecto para correr.

La carrera aunque nombrada como de “montaña”, tiene varios kilómetros de asfalto y tramos de caminos forestales que la hacen muy “llevadera”. Aunque también disfrutamos de tramos entre pinares y bajadas complicadas y rápidas, en donde la organización con buen criterio pone voluntarios para avisar que tengamos cuidado.

Una decena de kilómetros, mitad de subida y mitad de bajada, divertidos y rápidos para tratarse de un recorrido de montaña. Personalmente me encuentro bien y excepto en alguna cuesta por los pinares que tengo que andar, corro a buen ritmo siempre que el gran número de participantes lo permite. En algunos puntos se forma verdaderos tapones, pero tampoco es un día para protestar.

Mi primo y yo hacemos todo el recorrido juntos que no revueltos. Me adelanta, le adelanto, va por delante tirando de mí o le dejo unos metros atrás para en seguida volvernos a juntar. Sólo en los últimos metros yo me dejo llevar para disfrutar de la llegada y el ambientazo en las calles de Cercedilla, mientras que mi primo se pica con otro corredor en un sprint para decidir quien es el primero en pasar la línea de meta y en el que me saca unos segundos de ventaja.

San Silvestre de Puente Sarda
















En la San Silvestre aprovecho para corre en familia, con mis dos enanos y mi mujer que nos acompaña aunque no se anima “todavía” a correr y mi hermana y mi cuñado con su prole de cuatro enanos. Un buen equipo aunque nos falten mi hermana mayor y sus dos enanos que han tenido que volverse a Madrid.

Pasamos por casa para cambiarnos después de estar esquiando todo el día, bueno yo no me he puesto las tablas pues he tenido que acompañar a mis mujeres. Ponemos el cordero para la cena de fin de año y nos vamos para la salida de la carrera.


Rápidamente tenemos todos nuestro dorsal y asignadas las carreras, los más pequeños darán una vuelta al circuito, más de 600 m, me parece mucho para nuestros canijos de 5 años.

Pero mi enana esta encantada, va a correr su primera carrera con su padre y con dorsal y todo. Dan las salida y allí van los cuatro a toda velocidad cuesta arriba, mi hermana y yo les seguimos. Pero los metros se hacen largos y a mi enana se le acaban las fuerzas, le duele la barriga. Hay que parar un rato, pero ya con la meta a la vista vuelve a acelerar para pasar como una campeona junto a sus primos. Para ellos es como si hubieran ganado el maratón de Nueva York y a sus padres se le cae la baba.

A continuación le toca correr a mi sobrino mayor. Por edad le corresponde la carrera de cuatro vueltas, pero se cuela en la categoría inferior que son sólo 3 vueltas al circuito. Mientras en cabeza se adelantan dos corredores de un club local muy equipados y serios, mi sobrino vestido con unas mallas mías que le vienen grandes y con la gorra de Bob Esponja en la cabeza aguanta en una meritoria tercera plaza hasta el final de la carrera. Aunque al correr fuera de su categoría no subirá al podium.


Y llega la carrera de los mayores en donde participamos mi cuñado, mi hijo mayor y yo, cinco vueltas al circuito. La mayoría de los participantes han venido disfrazados para la ocasión, algunos muytrabajados: varias animadoras de estilo americano, un grupo de corredores de San Fermín, con toro y pastores, super héroes, gallinas, cocodrilos y por supuesto varios Papa Noeles y muchas pelucas.

Nosotros vamos con nuestros gorros de vacas que es lo único que hemos encontrado para disfrazarnos, el año que viene prometemos esforzarnos algo más para no desentonar.

Arrancamos la carrera, ya en los primeros metros a mi cuñado le da el flato y es que después de todo el día esquiando y tirando de los enanos se hace duro ponerse a correr. Aunque intento mantener un ritmo fácil, mi enano me aguanta una vuelta al circuito, pero al comenzar el pequeño repecho de la segunda se me queda atrás.

Me quedo solo en la carrera y decido tirar para adelante y aumentar el ritmo, más por diversión que por competición. Aun así no puedo evitar que los primeros me doblen justo antes de atacar la última vuelta. Aunque en la última vuelta yo también empiezo a doblar a otros corredores y en el último repecho adelanto al toro y sus corredores.

Al ser varias vueltas en cada pasada nos encontramos con nuestro grupo de animación. Yo choco la mano con mi enana y le pido que me anime. Parece que lo está disfrutando, aunque me confiesa que su preferido para la victoria final es el pollo.

En total seis kilómetros largos de diversión y a buen ritmo, a una media por debajo de los 4 minutos y medio. Me junto con mi grupo para recibir entre aplausos a mi enano y a mi cuñado que llegan con la lengua fuera y es que para ellos ha sido un duatlón, esquiar y correr no es una buena combinación.

 Al final hemos echado más de un par de horas desde que comenzaron los más pequeños hasta que los mayores hemos terminado, demasiado tiempo para el cordero en el horno y tenemos que volver corriendo para que no se queme o tendremos que cenar de lata. Por poco pero salvamos la cena y celebramos por todo lo alto el fin de año. Aunque el agotamiento puede con los pequeños y hasta mi mujer se mete en la cama sin tomar las 12 uvas. Un fin de año atípico pero muy divertido.


En resumen dos carreras para recordar y repetir, el año que viene me volveré a poner en la línea de salida, con amigos o familia, de pantalón corto o disfrazado pero con el mismo animo de celebrar las fiestas navideñas. Como me ocurre todos los años ya estoy deseando que lleguen las navidades del 2014.