martes, 20 de noviembre de 2012

El camino de los pinos – Pantano del Cijara

Los corredores de ciudad, habitualmente sólo podemos correr sobre el asfalto de las calles o como mucho pisar algo de tierra y hierba por los parques de nuestra ciudad y miramos con envidia a aquellos compañeros que pueden cada día salir a correr por el monte. Por eso, cada vez que tenemos oportunidad, nos lanzamos a correr por los caminos de tierra y saltamos de roca en roca recuperando parte de nuestro lado más “salvaje”.

En mi caso tengo la suerte de que mi familia tiene una pequeña casa a la orilla del Pantano del Cijara. Cuando las obligaciones me lo permiten puedo escaparme un fin de semana y disfrutar del monte más autentico. Este pantano es uno de los varios que embalsan el cauce del río Guadiana dentro del Plan Badajoz, se encuentra entre las comunidades de Extremadura y Castilla la Mancha, de hecho una de sus islas recibe el nombre de la “Isla de los Cuatros Conquistadores” porque se supone que en ella se cruzan los límites de las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Badajoz.


Se trata de uno de los mayores pantanos de España, encerrado entre montañas tiene infinidad de recovecos y curvas y muchas islas, por lo que desde la orilla no da la impresión de ser tan grande, sólo si nos elevamos descubrimos que abarca muchos kilómetros de agua. El entorno del pantano es una zona de monte cerrado de jara muy alta, con encinas y bosques repoblados de pino y eucalipto. La tierra es muy pedregosa y los caminos escasos por lo que los accesos a los montes en muchas ocasiones se tiene que realizar a través de los corta fuegos que dividen el monte.

Alejado de la civilización, está muy poco poblado y los lugares cercanos más famosos son Guadalupe por su virgen y Valdecaballeros por su central nuclear. Pero sobretodo es conocido entre los aficionados a la pesca y la caza. Se habla mucho de los lucios gigantes y los grandes ciervos y guarros que se cazan en la zona. Yo no soy muy cazador pero si me gusta la pesca y puedo dar fe de la captura de lucios de buen tamaño, pero eso os lo contaré en otra ocasión.

Aprovechando el último fin de semana largo por la festividad de la Virgen de la Almudena en Madrid y aunque el tiempo estaba lluvioso, he aprovechado para escaparme con la familia y descansar en el pequeño paraíso familiar. Como siempre en mi maleta no han faltado las zapatillas de correr y he vuelto a disfrutar de uno de los recorridos que más me gustan de la zona.

Corriendo por el Camino de los Pinos

El camino de los pinos, conduce desde la orilla del pantano hasta la cumbre de una de las colinas que lo encierran. Le bautizamos con ese nombre porque al final de la ladera existe un pequeño pinar repoblado, que es nuestro punto de referencia desde que comenzamos la carrera en la falda de la colina. Una vez ganada la cumbre del risco, podemos hacer varios recorridos ya que ambas laderas esta atravesadas por caminos y corta fuegos que nos permite atravesarla en distintas direcciones.

El primer tramo transcurre por un camino de tierra bastante pisado, pero enseguida el recorrido empieza a endurecerse. Atravesamos un riachuelo y el camino se va cerrando, el firme se vuelve pedregoso y empieza a tomar desnivel. Son 3 kilómetros de dura subida aunque en todo momento podemos correr, eso si, con bastante esfuerzo. Cuando llegamos a la altura de los pinos, nos tomamos un respiro y podemos optar por continuar por el camino que transcurre por esta ladera del monte o subir por un corta fuegos para acceder a la cima del risco.


La subida por el corta fuegos es corta pero muy dura, debo confesar que los últimos metros los hago andando, pero una vez en la cima de la colina la vista es espectacular. Hemos alcanzado la máxima altura de nuestro recorrido y podemos correr toda la cuerda del monte por un corta fuegos, en total casi unos 5 km. Tiene la curiosidad añadida de que marca el límite entre las dos comunidades, por lo que a un lado dejamos Extremadura y al otro Castilla la Mancha, ahora estoy en Toledo ahora en Badajoz.


El  Domingo me animé a bajar por la ladera contraria de la colina y tomar un camino de tierra en buenas condiciones, lo que los urbanitas siempre agradecemos, que atraviesa un pinar espectacular, es la zona que se denomina “Los Beatos”. Este camino termina en la carretera que rodea el pantano, aunque siempre podemos volver a subir a la cuerda del risco por alguno de los corta fuegos. Yo opté por volver a subir a la cresta y cerrar todo el recorrido por tierra y no pisar el asfalto.


Os dejo el recorrido a continuación, al final unos 16,5 kilómetros en 1 hora y 36 minutos, como podéis ver con exigentes cuestas, en algunos tramos reconozco que tuve que subir andando, y bajadas muy rápidas.


Durante el recorrido no me llovió en ningún momento, pero siempre estuvo nublado lo que hizo que la temperatura fuera fresca y las nubes cubrieran parte de las espectaculares vistas. La lluvia de los últimos días dejó los caminos con barro, los riachuelos con mucho agua y por todo el monte un continuo sonido de agua fluyendo.

El recorrido podemos definirlo como mixto, no es ni mucho menos un recorrido de alta montaña. Nos encontraremos de todo, algún riachuelo que atravesar, zonas de piedra suelta que nos obliga a ajustar nuestra zancada para no acabar besando la tierra o caminos pisados que nos permitan descansar los pies delicados de un corredor de asfalto, que se resienten de ir clavándonos las piedras en cada apoyo.

Cuando corremos por montaña debemos cambiar la mentalidad.

Los que no estamos acostumbrados a correr por el monte debemos cambiar nuestra forma de afrontar los kilómetros. Olvidarse del tiempo es fundamental, los tiempos por kilómetro, el control de las pulsaciones o mantener un ritmo constante pierden parte de su importancia.

El monte en la mayoría de los casos nos obliga a continuas subidas y bajadas. Las cuestas son empinadas y el terreno suelto y pedregoso lo que nos impedirá en ocasiones correr, en esos casos debemos ser humildes y reconocer que la pendiente nos vence y subir andando o reptando si es necesario. Pero todo lo que sube tiene que bajar y los descensos de montaña son la asignatura pendiente de todo corredor de ciudad, requiere de una técnica específica y sobre todo de una decisión que es difícil de conseguir sino es con mucha práctica.

Entonces por que nos atrae tanto el monte.

Yo sólo puedo decir que a mí me atrae porque es otra forma de correr. El dicho común que afirma que el correr es aburrido, en la montaña no es vedad, en el monte el paisaje va variando según avanzamos y cambia mucho con la estación del año o el tiempo.

Cuando corremos por el monte toda nuestra atención debe estar pendiente del siguiente paso que daremos, adelantarnos al recorrido es fundamental para que los apoyos sean seguros y los cambios de dirección, sobre todo en las bajadas, son obligatorios.

Pero sobretodo la sensación de correr por lugares distintos, descubriendo lo que cada vuelta del camino nos puede deparar y lejos de los ruidos y humos de las grandes ciudades. Todo son sensaciones distintas.

P.D. Para que no penséis que sólo dediqué el fin de semana a correr, aprovechando las últimas lluvias y que esta zona tiene buenos pinares, he salido a buscar setas. Aquí os dejo algunas fotos de mi hijo y sobrinos y su cosecha de níscalos y de mi canija con su cesta llena para su madre.

martes, 6 de noviembre de 2012

Ciencia y correr una buena combinación

La Carrera de la Ciencia es una de las clásicas de la capital, nació como una carrera cross en la Casa de Campo, exclusiva para los trabajadores del ministerio de educación y sus familiares. Transcurridas 32 ediciones, mantiene en su nombre el origen de la carrera y también la participación de su creador Paco Cisneros a sus 70 años, y pensar que yo alardeo por entrar en la categoría de Veterano C, pero hoy en día se trata de una carrera abierta a todo el mundo que transcurre por las calles más glamurosas de Madrid.

La salida tiene lugar en la calle Serrano a la altura de las instalaciones del CSIC y recorre, en una ligera bajada, toda la milla de oro de la capital. La abandona por la calle Recoletos, antes de llegar a la Puerta de Alcalá, en una bajada estrecha y peligrosa. Enseguida se toma el Paseo de la Castellana y su continua subida hasta la Plaza de Cuzco. Girando a la derecha por la calle Alberto Alcocer para continuar por Príncipe de Vergara y volver a  tomar la calle Serrano, en continuos toboganes, algunos con cierta dureza.

Sin disponer del apoyo mediático de otras carreras promocionadas por empresas o entidades, cada año aumenta su participación y es que los corredores sabemos reconocer una carrera bien organizada y un recorrido exigente pero con mucho “encanto”.
 





















Son las 7:00 de la mañana y suena el despertador, un domingo más me toca madrugar para correr por la capital. En esta ocasión se me hace muy duro, anoche estuve de celebración con mis hermanos, inaugurando la nueva casa de mi hermana mayor. Como ocurre siempre que nos juntamos la cosa se alargo, la culpa la tuvo una cena estupenda, la buena compañía y las discusiones que siempre tenemos entre hermanos y que ponen tan nerviosa a mi madre.

La consecuencia fue que me acosté tarde, demasiado tarde, he dormido poco y me levanto cansado y con cierto “dolor de cabeza”. Como dicen los corredores las sensaciones no son buenas, lo que me pide el cuerpo es pasar de la carrera. Intento convencerme enumerando los motivos que me han llevado a apuntarme a esta carrera:

  • Es uno de los 10.000 que están dentro de mi objetivo de los TOP TEN madrileños. 
  • Corro acompañado, se han apuntado mi cuñado y un compañero de la oficina, si fallo tendré que aguantar sus comentarios durante meses. 
  • La carrera es parte de mi planificación para el maratón de San Sebastián en noviembre. 
  • La  carrera comienza y termina junto a la iglesia donde me case, y de eso hace ya 16 años que se dice pronto. 
  • El recorrido es apetecible sobretodo enfrentarse a la subida de la Castellana. 
  • Pero sobretodo por que: 
¡¡ HOY CUMPLO 45 AÑOS !!

Ya no tengo que buscar más razones, planifique hace meses que aprovechando que este año el día de mi cumpleaños era domingo iba a celebrarlo corriendo. También teniendo en cuenta los dígitos redondos de la edad que cumplo, me marque como objetivo bajar por primera vez de los 45 minutos en una carrera de 10.000.

Es cierto que desde que me estrene en esta distancia siempre he corrido por debajo de los 50 minutos y en los últimos meses he estado muy cerca de bajar de la barrera de los 45 pero oficialmente todavía no la he superado. Aunque francamente con el cuerpo que me he levantado creo que me parece un objetivo complicado.
 
Con mejor espíritu me pongo en marcha, desayuno, ducha, disfrazarse de corredor y a buscar a mi cuñado. La salida esta cerca de casa y podemos ir andando, ya desde que salgo de casa me cruzo por la calle con corredores y según nos acercamos aumenta el ambiente, me hace olvida el cansancio y ya estoy preparado para la carrera.

Lo primero es recoger el dorsal y el chip de cronometraje. La Organización  es perfecta y tardamos pocos minutos en recoger de las mesas los dorsales y entregar la ropa que nos sobra en el ropero. Esto me ratifica en mi idea de que cuando nos obligan a  recoger los dorsales el día antes, aduciendo problemas logísticos, no es más que una excusa para hacernos pasar por el centro comercial de turno.
 
Mi cuñado se estrena oficialmente en una carrera popular y paga todas las novatada, no sabía que hay guardarropa y me venía sólo con la camiseta con la que pensaba correr y la mañana está fresquita, no ha traído los imperdibles para sujetar el dorsal, con eso ya contaba y como siempre traigo de sobra, pero lo mejor es que se mete el chip en el bolsillo del pantalón hasta que se da cuenta de que los demás nos lo colocamos en la zapatilla para garantizar que se active cuando crucemos por encima de las alfombras.

Con todo en orden, recogemos a mi compi de curro en la puerta del Polideportivo Magariños, lugar emblemático para todo aficionado al  baloncesto en Madrid y a calentar. La calle Serrano esta ya cortada y comenzamos un trote ligero hasta la plaza de los delfines para volver, un par de estiramientos y damos por terminado el calentamiento, no es que sea muy profesional pero tampoco se nos puede pedir más a los populares.



Ya nos quedamos situados a unos diez metros del arco de salida, de charleta. La gente se va agolpando a nuestro alrededor y cuando en el luminoso marcan que faltan cinco minutos para la salida ya estamos como sardinas en lata.

El marcador comienza la cuenta atrás y se da la salida, como siempre tardamos todavía unos minutos en arrancar, pero en cuanto cruzo la línea de salida dejo atrás a mis acompañantes y a correr. Ya lo habíamos hablado antes, tenemos objetivos muy distintos por lo tanto cada uno a su ritmo y nos vemos en la meta.

Por primera vez en una carrera me lanzo desde el primer metro a buen ritmo, sólo frenado por la cantidad de corredores que debo ir esquivando, pero los primeros metros son en bajada, todos vamos muy animados y la calle es ancha, puedo mantener un buen ritmo aunque la calle Serrano es engañosa y tiene algún repecho.

Llegamos a la calle Recoletos y dejamos Serrano, es el punto más conflictivo de la carrera, es una calle estrecha con bolardos y todavía la carrera no se ha estirado por lo que se forma el temido efecto embudo. Pero sorprendentemente no tengo ningún problema, prácticamente no tengo que reducir el ritmo y tomo la Castellana sin ningún susto.

Comienza la larga subida de la Castellana, en la mayoría de las carreras corremos por los carriles centrales pero en esta ocasión nos meten por el carril lateral, eso complica un poco el recorrido, es más estrecho y  hay que ir atento a la separación del carril bus. Supero la marca del tercer kilómetro, es el primero y el último que voy a ver en todo el recorrido, o los ponen muy escondidos o la edad me está haciendo perder vista.



Miro mi reloj 13:02, hago un cálculo mental rápido y concluyo que voy 30 segundos por encima de la media de 4:30 el kilómetro que debería mantener para bajar de los 45 minutos al final de la carrera. No es que sean buenas noticias, estos tres primeros kilómetros son en bajada y todavía estoy fresco, pero ahora no voy a parar y decido seguir al mismo ritmo y ver como pasan los kilómetros.

Ahora que estoy escribiendo esta crónica me doy cuenta de que la edad también me ha afectado a mi capacidad de cálculo pues realmente llevaba casi 30 segundos de adelanto y mi ritmo era claramente por debajo de lo previsto.

La subida por la Castellana se me hace más llevadera de lo que esperaba, de hecho en algún momento me tengo que recordar que debo dosificar pues todavía queda mucha carrera y la verdadera subida comienza a la altura de Nuevos Ministerios. Lo peor que puede ocurrirte en una carrera es que te de una pájara, los expertos recomiendan siempre correr de menos a más, yo simplemente recomiendo correr como se pueda.
 

Llegamos al avituallamiento, en esta ocasión totalmente caótico, porque en lugar de la clásica botella de agua, nos ofrecen vasos de bebida isotónica. No derramar el vaso mientras se intenta mantener el ritmo de carrera es complicado. En cuanto lo cojo la mitad del líquido se me derrama encima, recuerdo las técnicas que he leído en las revistas especializadas y doblo el vaso por la mitad de modo que se cierre su boca y bebo por una de las esquinas.

Deshacerme del vaso es otra odisea, hay pocos contenedores y cuando me quiero dar cuenta ya no encuentro ninguno donde lanzar mi vaso, puedo tirarlo al suelo pero es un peligro y poco higiénico. Opto por salirme de la carrera subirme a la acera y buscar una papelera donde tirarlo, prueba superada y de vuelta a la carrera.

Pasamos a la altura del Estadio Bernabeu, donde me descubro ante el templo sagrado del futbol mundial. Un montón de autobuses turísticos están aparcados y grandes grupos de personas intentan cruzar la carrera para llegar al museo del Real Madrid, el segundo más visitado de toda la capital y es que el balón es el nuevo opio del pueblo.

Ya estoy terminando la subida y voy “suficientemente fresco”, todo se pone de cara, la temperatura es fresca pero la amenaza de lluvia aguanta, mis piernas van ligeras y sigo adelantando gente, esto siempre anima a continuar. No quiero mirar el cronómetro para que el tiempo no tire abajo las sensaciones, no debemos olvidar nunca que corremos para divertirnos.


La primera rampa de Alberto Alcocer es dura pero corta, aun así los kilómetros se notan y algunos corredores tienen que bajar su ritmo aunque ninguno se para. Comienza el tramo de toboganes, es un poco rompe piernas, pero para mí ya se ha convertido en una zona clásica, la he corrido en el maratón, dos veces en el medio maratón de Madrid y también en la carrera Norte-Sur un par de veces.

Me la conozco y aprieto los dientes en Príncipe de Vergara y en la primera cuesta de la calle Serrano. Llego al cruce con Concha Espina, es uno de los puntos que he marcado en el recorrido, a partir de ese momento la carrera se suaviza y comienza el descenso hasta la línea de meta. Miro el cronómetro, sorpresa me marca un par de minutos por debajo de los 40 minutos.

¡¡ MAGNÍFICO, PUEDO BAJAR DE LOS 45 !!

Según mis cálculos me debe quedar como mucho un kilómetro. Todavía tengo fuerzas para cambiar el ritmo y lanzarme un “poquito” más rápido. Pero no contaba con el falso llano antes de la plaza de los delfines, que a mis piernas le parece una cuesta, pero giro la plaza y ya veo el arco de salida.

Los últimos metros los hago mirando constantemente el reloj para asegurarme que no me equivoco y cuando cruzo la meta, paro el crono y compruebo que he bajado de los 45 minutos, objetivo cumplido, y a pesar de haber saltado de categoría dentro de los Veteranos.

Con el ego por las nubes, entrego el chip y recojo la bolsa del corredor. Sólo tiene un botella de bebida isotónica y un par de paquetes de galletas, pero compensa una buena camiseta de manga larga en rojo, únicamente con el nombre de la carrera y sin publicidad, como a mí me gusta.

Mis compis de carrera también han superado con creces sus objetivos, mi cuñado que buscaba estar en el entorno de los 55 minutos, se marca un carrerón y se queda a pocos segundos de bajar de los 50, creo que le hemos ganado para la tribu de los corredores.

Mi compañero de trabajo corría con la idea de estar por encima de la hora, ya que está en el comienzo de su preparación para su gran objetivo del año que viene, la Media de Villalba, pero es un competidor nato y no puede evitar bajar varios minutos de la hora.

Cuando nos vamos andando hacia casa empezamos a notar una bajada de temperatura y comienzan a caer las primeras gotas que nos acompañaran el resto del día. Parece como si el dios Zeus nos haya respetado, reconociendo así nuestro esfuerzo humano en correr la carrera.

Carrera recomendable, pensada por y para los corredores, la publicidad y todo lo accesorio queda en segundo plano y lo más importante es correr. Con un número adecuado de participantes para el recorrido y volcada en que podamos correr a gusto, sin embotellamientos o barreras y de forma segura.

A continuación os dejo unas fotos de la entrada en meta de los tres fantásticos, para que os entretengáis en buscarnos, al estilo “¿Dónde esta Wally?”, y es que con la multitud de corredores si no posas para la cámara no se te ve en la foto.