martes, 18 de octubre de 2016

Con Zapatillas por Bolonia

Durante los últimos años las zapatillas de correr siempre forman parte de mi equipaje cuando me desplazo fuera de Madrid. Si son varios días o hasta semanas, ya sea a la playa durante las vacaciones veraniegas o a la montaña cuando vamos a esquiar en invierno, las llevo para mantener el ritmo de entrenamientos. Pero cuando viajo por turismo sólo un par de días las meto en la maleta para poder visitar corriendo la ciudad a la que me desplazo.

El correr por las ciudades me permite llegar a lugares que andando me obligarían a dedicar varias horas, de las que en general no dispongo o a desplazarme en transporte por lo que pierdo la experiencia del camino. Además mis zapatillas me llevan a lugares en ocasiones menos turísticos, como los parques y zonas verdes o los entornos fuera del casco antiguo de las ciudades. 

Es cierto que son visitas solitarias y madrugadoras, ya que en general mi familia no me acompaña y se quedan descansando, pero me permiten descubrir otra ciudad distinta de la que se contempla cuando se hace turismo clásico.  

En esta ocasión mis zapatillas viajaron conmigo hasta Bolonia. Después de varios intentos en donde fuimos incapaces de ponernos de acuerdo era la ocasión para celebrar el 80 cumpleaños de mi madre. Estábamos sólo invitados los siete hermanos y parejas, abandonando a los nietos en Madrid. 

Mi única referencia de la ciudad era el denostado “Plan Bolonia” que ha cambiado las titulaciones universitarias españolas en los últimos años y que como profesor de la ETSIN he sufrido en mis propias carnes. Pero días antes del viaje recibo de mi hermana mayor la guía de viaje con los lugares a visitar y descubro una ciudad sin grandes monumentos pero ideal para pasear y famosa por sus soportales y la torre Asinelli.

Dentro de la guía mi hermana ha incluido como posible y última opción de nuestro recorrido por Bolonia la siguiente visita: 

ALGO QUE TIENES QUE HACER EN BOLONIA:
SUBIR HASTA EL SANTUARIO DE SAN LUCA A PIE

Si 498 escalones de la torre degli Asinelli no son suficientes, ¿qué tal os parece pasear cuesta arriba bajo 666 arcos? Sí, éste es el número diabólico de arcos que podréis contar si subís a pie al santuario de Nuestra Señora de San Luca, en el colle della Guardia –una de las colinas que rodean Bolonia–. No hace falta ser peregrinos: hay desde deportista que van a correr o a entrenarse hasta turistas. La subida no es muy fuerte y las vistas son preciosas.

Inmediatamente se me enciende todas las luces de aviso, en el mismo párrafo “deportista”, “correr”, “cuesta”, está claro que mi hermana lo ha puesto pensando en mí. Si me quedaba alguna dudad en el wastshap familiar ya aparecen mensajes incitándome a la aventura que no animándose a acompañarme, eso sería mucho pedir a mis hermanos. Está claro que estoy obligado a subir hasta San Luca.

Giardini Margheritha


La tarde del sábado y aprovechando que mi mujer y yo nos hemos vuelto antes al hotel para descansar mientras que el resto del grupo siguen de visita por el centro de Bolonia, me calzo las zapatillas y me acerco corriendo hasta el cercano Parque Margarita.

Desde el hotel tomo la avenida que circunvala todo el centro de la ciudad y que dispone de un carril bici en su acera central. Mi idea es correr por él para intentar evitar a los viandantes, pero esta es una ciudad tomada por las bicicletas y al contrario que en Madrid el carril bici tiene mucho uso, por lo que tengo que compartirlo con una gran afluencia de bicicletas.

Por fin llego al parque, tiene un tamaño medio y me recuerda mucho a nuestro Retiro madrileño con un estanque central, un palacete y un quiosco acristalado para tomar el aperitivo, calles asfaltadas para el paso de bicicletas y mucho árbol y césped, todo rodeado por una valla. 

Nada más entrar en el parque ya veo a otros corredores que trotan, no es la afluencia masiva del Retiro, pero indica que no me he equivocado al venir aquí a correr. Decido seguir a un corredor que lleva buen ritmo y me lleva por un camino que va pegado a la valla exterior, tras él doy la vuelta completa al parque, total 1 kilómetro y medio por asfalto y tierra.

Terminada la primera vuelta abandono a mi guía y decido atravesar el parque para conocer la parte central donde está el lago. Me encuentro con una gran explanada de césped sin arboleda que hace la delicia de la gente que puede jugar al futbol, hacer picnic o simplemente dejar que los más pequeños correteen sin control.

El tiempo acompaña y el parque está muy animado, sobre todo porque al día siguiente hay prevista una carrera la “Race for the Cure” y todo el fin de semana hay actividades. Cuando paso por los puestos de la feria en el escenario están haciendo una clase de step y hay un buen grupo de seguidores. Si no fuera porque mañana tengo un objetivo claro, hubiera sido una buena ocasión para estrenarme con un dorsal extranjero.

Regreso al hotel por el mismo camino, ducha y ya estoy preparado para la cena de pasta que nos espera esta noche. 

Santuario della Madonna di San Luca


El domingo toca madrugar para que nos dé tiempo a completar el recorrido antes de que se organice todo el grupo. He calculado que si atravesamos la ciudad, el recorrido ida y vuelta son unos 12 kilómetros, lo cual quiere decir que nos llevara al menos 1 hora y media. Por lo tanto quedo con mi cuñado a las 8:00 en el hall del hotel para estar de vuelta antes de las 10:00 y poder aprovechar el desayuno.

Salimos del hotel todavía amaneciendo y con una temperatura perfecta para correr. En pocos minutos estamos ya atravesando la ciudad por las calles casi vacías de gente, aunque nos sorprende que ya hay muchos comercios y bares abiertos, a pesar de que es domingo y bastante temprano.

Recorremos solos las calles y avenidas que ayer paseamos abarrotados de turistas y es un gustazo. Podemos aprovechar para correr por el centro de la calle y disfrutar de los monumentos y edificios todavía adormecidos. Solo por este momento ya ha merecido la pena cargar con las zapatillas hasta Bolonia.


Pero todavía nos quedan varios kilómetros para disfrutar, abandonamos el casco antiguo de la ciudad por la Porta Saragozza y tomamos el soportal y sus famosos arcos, que comienzan en la vía del mismo nombre y que no nos abandonaran hasta el Santuario de Nuestra Señora de San Luca. 

La guía dice que la subida son 3,8 km y 666 arcos. No tenemos ni que contarlos porque cada uno de ellos están numerados, además resulta una buena referencia para saber lo que nos queda. El primer tramo transcurre por una calle como cualquier otra de la ciudad, aunque en esta ocasión podemos disfrutar de varios palacetes espectaculares con grandes puertas de entrada y jardines, en la guía descubriré a posteriori que varios de ellos son museos visitables.

Pero cuando llegamos a la altura del Arco del Meloncello, la calle continua recta y nosotros la cruzamos por encima a través del arco, para desviarnos y tomar la carretera que suben hasta el santuario. Ya no hay casas a los lados del camino y el famoso soportal está construido con la única función de proteger a los peregrinos que suben hasta el santuario.

A partir de este momento el recorrido se empina un poco más y sobretodo aparecen algunos tramos de escalera para salvar el desnivel. Si se sube andando es perfecto pero corriendo rompe un poco el ritmo. Aunque al final sólo es acostumbrarse a subir 7 escalones, dar dos zancadas y atacar los siguientes 7 escalones. Entre cada tramo de escaleras se puede volver a correr con comodidad, si no has perdido el resuello.


El camino está bastante animado con gente que sube y baja, la mayoría andando aunque nos cruzamos con algún corredor como nosotros. El último tramo para llegar al santuario, es más una escalera que un camino y sufrimos para alcanzar el final de nuestra excursión.

El santuario no tiene ningún encanto es un merenguito en la cima de la colina pero aun así entramos en el interior para completar nuestra  particular peregrinación. Y la esperada vista de la ciudad en realidad no es tal, la cubre las copas de los árboles que rodean el santuario. Es mejor la vista hacia las montañas que rodean Bolonia, pero aun así el recorrido ha merecido la pena. 


Toca bajar y por supuesto ahora es más relajado, aunque tengamos que tener cuidado en los tramos de escaleras. Ahora podemos ir de charla y aprovechar para hacernos alguna foto, mientras que los que están subiendo van sufriendo. A esta horas el camino está ya bastante transitado, la mayoría son devotos que suben en peregrinación y van rezando en cada una de las capillas que jalonan el recorrido, turistas se ven pocos y son más los lugareños.


En poco tiempo estamos ya de vuelta en la Porta Zaragoza y decidimos que para cambiar algo el recorrido volveremos por la avenida de circunvalación en lugar de cruzar la ciudad que ya estará tomada por los turistas. El recorrido se hace más pesado, la acera es estrecha y no podemos correr en paralelo, además hay mucho tráfico para ser domingo por la mañana y tenemos que sufrir el humo y el ruido de los coches.

Pero al menos vemos otra parte de la ciudad y nos cruzamos con la salida de la carrera desde el Parque Margheritha, que es el motivo de que hubiera tantos coches. Hay un montón de gente preparada para correr, mucha familia y gente joven. Todavía nos quedan unos 10 minutos para llegar al hotel, pero vamos ya más ligeros y terminamos en la hora prevista, con tiempo suficiente para ducharnos y desayunar en el buffet antes de que lo cierren. Allí ya coincidimos con el resto de la expedición que no se atrevieron a acompañarnos.

Comentar que el paseo es altamente recomendable, si además cruzas la ciudad como nosotros es un lujo poder correr por el casco antiguo prácticamente solos. El camino es duro en el último tramo de subida pero merece la pena y además cumplimos con la peregrinación al santuario. Quizás un poco de decepción por las vistas de la ciudad pero el encanto especial del recorrido compensa con creces el esfuerzo.

En cuanto a Bolonia es una ciudad para visitar en un fin de semana, no tiene grandes monumentos que conocer pero el encanto de los soportales de sus calles, su tamaño ideal para recorrerla a pie y el ambiente universitario hace de la ciudad un destino ideal. A los corredores comentarles que es una ciudad para ciclista, el centro está tomado por las bicicletas como medio masivo de transporte al menos las calles del casco antiguo. Les queda el exterior de la ciudad y todo su entorno montañoso, que debe ser el paraíso del corredor.

P.D. Para ser justo debo reseñar que aunque no me acompañaran corriendo, todos mis hermanos y cuñados subieron los famosos 849 escalones de la torre Asinelli, a buen ritmo y sin descanso para demostrar que el clan de los “López” está en forma, bravo por mis hermanitos. Las cuñadas se rajaron justificándose con las excusas más peregrinas y a mi madre le prohibimos hacer excesos que todavía tiene que organizarnos muchos más viajes familiares.


jueves, 26 de mayo de 2016

Viva el Rock & Roll Andaluz

Los jienenses devolvían visita después de la noche de las hogueras para correr en Madrid la prueba de 10 km y ½ Maratón que acompañan a la prueba reina del Maratón Rock & Roll de Madrid. Era la ocasión perfecta para devolverles parte del buen trato que nos dieron cuando visitamos Jaén e intentar que disfrutaran de correr en la capital.

Así el comienzo del fin de semana se adelantó al viernes por la mañana cuando me acerque a buscar todos los dorsales en la feria del corredor. Este año la feria se trasladaba de la Casa de Campo al IFEMA en el Juan Carlos I, para evitar las colas kilométricas en la entrada que se produjeron el año pasado, en esta edición la Organización se lo tomo más en serio y no hubo que esperar para acceder al recinto, al menos el viernes cuando fui yo. Dentro una buena feria con muchos expositores, ningún problema para recoger los dorsales, las camisetas y las bolsas del corredor que cada año traen más publicidad aunque al menos con algún detalle curioso.

Reconozco que no suelo pasear las ferias pero en esta ocasión hice una excepción y di una vuelta por todos los expositores. Estaban presentes casi todos los maratones españoles, pero muy pocos de los internacionales que están dentro de mis próximos objetivos, a cambio varias agencia que organizan viajes a maratones y que es una buena opción aunque algo más cara. Muchos expositores de ropa y alimentación deportiva, enorme como siempre el de Adidas,  y hasta me anime a comprar unos calcetines, de la marca española Hoko para mi próxima aventura por la montaña. Cuando ya me iba y por la insistencia de un chaval de un centro médico acabo participando en el sorteo de una prueba de esfuerzo y sorpresa me ha tocado, así que ya tengo fecha para hacérmela y espero que por fin mi mujer se quede más tranquila.

Pero el fin de semana no había hecho más que empezar, queríamos organizar una comida el sábado para agasajar a los jienenses. Comenzamos por avisar a los que íbamos a participar en la carrera y los que estuvimos en Jaén, total unos 15 comensales. Pero la convocatoria se fue ampliando poco a poco a todos los primos, cada hora que pasaba se juntaban más y más gente, aquello empezaba a parecerse a una boda. Y acabamos por ser 35, tuvimos que anular la reserva del primer restaurante pues ya no tenían capacidad para atendernos, pero al final nos reunimos en un italiano un buen montón de primos con parejas e hijos.


De todos los presentes solo cinco corrían los 10 km y dos la ½ maratón, el resto se apuntaban a la comida pero sin intención de correr ni un solo metro, al final la carrera resulto ser la excusa perfecta para juntarnos los primos que sólo nos vemos en las celebraciones familiares. A pesar del caos de organización hay que reconocer que resulto una comida muy agradable, por supuesto menú de pasta para los que corríamos al día siguiente aunque nos saltáramos la “dieta estricta” con varias cervezas y un delicioso postre. Al final de la comida hago entrega de los dorsales y las bolsas del corredor a los participantes, los productos estrella de la bolsa resultan ser una banda reflectante que todos los enanos quieren y la cinta del pelo que nos probamos todos los presentes, quedando claro que la mitad no podemos salir con ella a la calle sin resultar ridículos.



Final de fiesta con la foto de familia y unas copas en una terraza cercana, aunque nos caigan algunas gotas. La tarde se aprovechó para que los de Jaén fuera al Calderón a sufrir con su Atlético que una vez más gano por la mínima y los chavales se fueran a remar al Retiro y cenar lejos del  control de sus padres. Yo aproveche para volver a casa y descansar para el día siguiente.



Mañana de carrera y hemos quedado en la puerta del Circulo de Bellas Artes, recojo a mi cuñado y con la hora pegada como siempre nos dirigimos a la salida. Conseguimos aparcar bastante cerca de la Plaza de Cibeles, este año soy previsor y lo dejo fuera del recorrido para poder salir cuando terminemos, ya que todavía estará cerrado el circuito para los corredores del maratón.


















Cuando llegamos al punto de encuentro no hay nadie, no hemos llegado tan tarde como para que se hayan ido, miro alrededor y descubro a todo el grupo en la acera de enfrente al solecillo y es que la mañana todavía es fresca. Ya todos juntos bajamos hacia la plaza de Cibeles y la salida de la carrera y aprovechamos para hacer las fotos del grupo.


Ya se nos ha echado la hora encima y los que van a correr la carrera de 10 km se despiden y van rápidamente hacia su cajón de salida. Nos quedamos mi prima, mi cuñado y yo, los únicos valientes que vamos a correr la media maratón. Como todavía nos quedan 30 minutos para que comience nuestra carrera, aprovechamos para ver la salida de los 10 km. Es de las pocas ocasiones en que soy espectador y se ve la carrera de otro modo. Dan la salida y pasan los primeros como alma que lleva el diablo, a partir de ellos el ritmo de los participantes va siendo cada vez más tranquilo hasta que los últimos pasan prácticamente andando. Durante varios minutos pasan corredores sin parar, imposible ver a mis primos entre tanta camiseta morada, suponemos que habrán salido en el grupo.


Ahora nos toca a nosotros y nos dirigimos a nuestro cajón de salida, es el número 3 con un tiempo previsto por debajo de la 1:50. Es complicado cumplir con los objetivos en esta carrera por la gran cantidad de corredores que participamos, se forman tapones sobretodo en la salida y hasta que no se separan las dos distancias no se puede correr fluido. Aunque mi prima venia entrenada y dispuesta a batir su marca personal, la prudencia aconseja que salgamos a disfrutar de la carrera y adaptarnos al ritmo de la marea de corredores sino queremos desesperarnos adelantando a gente a base de acelerones y frenazos.

Ya dentro del cajón aparecen los nervios típicos de la salida, el tiempo se hace largo, hay que esperar a la salida de las handbike, elite ½ maratón, elite maratón y por fin nos toca a nosotros los populares. Ocho minutos para cruzar la línea de salida, sino he superado mi record he estado cerca, pero por fin ya estamos corriendo por la Castellana.


Los primeros metros tienen mucha animación con gente a ambos lados de la carrera, además la mañana todavía fresca es perfecta para correr, todo está de cara para disfrutar de la distancia. Nos mantenemos los tres juntos mientras intentamos encontrar nuestro ritmo, no es fácil entre tanta gente. Mientras vamos avanzando por los carriles centrales ya bajan de vuelta por el lateral los corredores de los 10 km, intentamos ver al resto del equipo pero resulta imposible.

A partir de Nuevos Ministerios la pendiente de la Castellana empieza a notarse algo más, aunque tan frescos como vamos mantenemos un ritmo alegre y relajado por debajo de los 6 min/km. Solo aceleramos algo a la altura del Estadio Santiago Bernabeu, a mi prima que es atlética de pro su cercanía le produce un cierto malestar, debe ser el recuerdo de la final de Lisboa.

Llegamos a Plaza de Castilla y el primer avituallamiento, quizás nos lo hemos tomado con mucha calma y marcamos 29 min en los primeros 5 km, pero vamos disfrutando del espectáculo de corredores y de tener todas las calles para nosotros. Ya tenemos a tiro las cuatro torres de Madrid, es una vista espectacular según nos vamos acercando a ellas. Al otro lado de la Castellana se ve la fila de corredores que ya van de vuelta, rodeamos las torres y volvemos sobre nuestros pasos, ahora podemos ver la marea de corredores que van por detrás nuestro. Todo un espectáculo por la cantidad de corredores.

En la Plaza de Castilla nos encontramos con la primera de las cinco bandas que nos animaran durante el recorrido. Empezamos a oír la música unos metros antes de llegar a su altura, nos venimos arriba al pasar junto a ellos y vamos dejando de oírles mientras nos alejamos, en total unos 10 o 15 segundos de animación que resultan poca cosa pero tampoco hay tiempo para pararse. Espero que los espectadores disfruten más de la entrega de los músicos de lo que lo podemos hacerlo los corredores.

Dejamos por fin la Castellana y tomamos Bravo Murillo y su ligera bajada en dirección a Cuatro Caminos, aprovechamos para subir un poco el ritmo y bajar de los 5:30 min/km. Mi prima parece que va disfrutando de la carrera y aprovecho para hacerles una foto en plena carrera. Me adelanto unos metros y a la segunda oportunidad consigo que no me salga demasiado movida. Llamo a mi casa para saber si van a bajar a animarnos, pero mi hijo está todavía en la cama, por supuesto el no piensa bajar a vernos pasar pero tampoco sabe si su madre ha bajado, prefiero no insistir y colgar antes de que empiece a gritarme por haberle despertado.


Conozco el recorrido y la situación de los avituallamientos de otros años y voy avisando a mi prima cuando se acerca alguno y si solo tiene agua o también isotónico o comida, se sorprende de que me acuerde de todo, pero son cuatro ediciones entre media y maratón completo. Aunque debo confesar que me he repasado el recorrido a conciencia para quedar bien con mi prima.

Llegamos a Cuatro Caminos, se supone que deberían estar mi familia para animar, se lo comento a mi prima y vamos atentos, pero no aparecen. Al final cuando ya estoy a punto de desistir les veo en un lateral de Raimundo Fernandez Villaverde. MI enana y su prima, mi mujer y mi hermana un auténtico equipazo. No puedo por menos que pararme y saludar, le doy a mi enana la botella de isotónico que he cogido en el último avituallamiento, es su premio todos los años por bajar a animarme.

Mi prima no se ha dado cuenta de que estaban y ha tirado para delante igual que mi cuñado. Entre tanta gente les he perdido la pista, acelero un poco mientras les voy buscando pero no quiero adelantarlos sin darme cuenta. La camiseta naranja de mi prima es fácilmente identificable y la alcanzo antes de cruzar por el puente que pasa por encima de la Castellana. Después de una hora de carrera casi hemos vuelto al punto de partida y es que esto de correr para no llegar a ningún sitio no tiene mucho sentido.

Mucha animación en estos últimos kilómetros y es algo que se agradece mucho, ya solo nos queda la mitad del recorrido y aunque bastante relajados en tiempo vamos muy bien de fuerzas. Alcanzamos a mi cuñado a la altura de Francisco Silvela, empieza a quejarse de que tiene flato, estoy convencido de que es una estratagema para que le dejemos correr a su ritmo, pero decidimos tirar hacia delante ya convertidos en pareja.

A partir de este momento vamos subiendo el ritmo gradualmente y corremos ya por debajo de los 5:15 min/km. Tocan dos repechos cortos pero fuertes para subir por Serrano y Ortega y Gasset para tomar Príncipe de Vergara en dirección al Retiro, pero antes debemos despedir a los que continúan el maratón, siempre es un momento especial en donde se intercambian aplausos y ánimos y nos asalta la duda de si seriamos capaces de finalizar los 42 km, pero eso queda para otra edición.

Vamos muy ligeros y es que la primera parte de la carrera ha sido muy relajada, además el recorrido ahora por Príncipe de Vergara es muy favorable. Aunque los jienenses están muy acostumbrados a las cuestas de su ciudad, aviso a mi prima de que reserve algo de fuerzas para las últimas cuestas del recorrido. Pero a pesar de la recomendación la presencia de mucha gente animando y la larga bajada por Menéndez Pelayo nos empuja a lanzarnos y quitamos el freno de mano para disfrutar de unos kilómetros por debajo de los 5 min/km.

Aunque estábamos sobre aviso, la cuesta de Alfonso XII nos hace bajar el ritmo, aun si querer mi prima se queda un poco atrás y es que se le atraganta la subida después de una bajada tan larga. Pero es una auténtica corredora y no cede ni un metro, al final la cuesta relaja algo y volvemos a lanzarnos a por la Puerta de Alcalá, ya solo queda la última cuesta de Alcalá y la entrada triunfal en el Retiro. Desde hace varios kilómetros no hacemos más que adelantar a un montón de corredores que han medido mal sus fuerzas y es que la distancia de media maratón engaña y también tiene muro como el maratón.

La carrera está terminada y solo queda disfrutar de la larga recta de meta y sus interminables arcos de publicidad, da la impresión de que nunca llega la meta. Mi prima llega muy fresca al final y me deja unos metros por detrás antes de cruzar el arco de meta. Solo puedo felicitarla por su carrera y agradecerle la mañana de auténtico disfrute que he pasado un año más corriendo por las calles de Madrid.


Tiempo en la meta 1:57:10, digamos que no nos hemos esforzado a tope pero al menos la segunda parte de la carrera hemos corrido mucho más rápido que los primeros kilómetros. Y por supuesto hemos cumplido con los dos objetivos que nos marcamos en la salida, disfrutar de cada metro de la carrera y que el negro del maratón quedara por detrás nuestro, eso si al final solo le hemos ganado por 15 minutos.

Ya con nuestros “medallones” al cuello y recuperados nos reunimos con mi cuñado que ha entrado unos  minutos por detrás, sufriendo en la última subida pero a ritmo diesel como siempre. La anécdota en meta la protagonizan unos corredores extranjeros que se despelotan a nuestro lado sin ningún reparo para cambiarse de ropa y es que estos guiris no tienen vergüenza. Nos vamos dirigiendo hacia la salida y el consiguiente tapón, esto si es muy español ya que la gente se agolpa en la salida esperando a los conocidos impidiendo que salgamos los que estamos dentro del perímetro de seguridad.

Un paseíto de camino al coche, disfrutando de una mañana primaveral en Madrid, de los estupendos palacetes de la zona y de una luz espectacular que ilumina la ciudad y es que mira que es bonito Madrid. A la altura de la Puerta de Alcalá nos para un periodista para que le demos nuestra opinión sobre la carrera, bueno realmente para a mi prima que es la famosa corredora jienense a nosotros nos entrevista también por compromiso. Su única pregunta es si hemos sufrido en la carrera, hombre siempre se sufre pero en esta ocasión hemos disfrutado muchísimo más de lo que nos ha costado terminar.

Antes de llegar al coche nos cruzamos con los corredores del maratón que suben por la Castellana recorriendo los últimos kilómetros, debo reconocer que me da mucha envidia el subidón que les espera en meta, pero viendo sus caras de sufrimiento al pasar se me quita en seguida la morriña del maratón. Ya por fin subidos en el coche voy dejando a cada uno de mis acompañantes en sus casas y vuelvo a la mía, para encontrarme a mi familia, que en esta ocasión están más efusivos que en las últimas carreras.


Hemos quedado a comer en casa de mi suegro con mis primos jienenses para despedirlos antes de que tomen camino de regreso a Jaén. Es la oportunidad para intercambiar impresiones de la carrera, algunos han sufrido al final y a otros les ha parecido un recorrido fácil comparado con las cuestas jienenses, pero en general casi todos han disfrutado de la  carrera y están dispuestos para próximas quedadas.

Como ocurre siempre alguno se viene arriba y promete apuntarse el año que viene a la ½ maratón, ya veremos en que queda la bravuconería, mientras alguna en cambio le parece perfecto bajar en la siguiente ocasión a la distancia inferior de 5 km y es que sus ampollas en los pies lo piden a gritos. Pero lo peor es que alguien y no quiero señalar al “canalla” ha cometido la desfachatez de tirar la medalla a la basura nada más llegar a su casa, ante el clamor popular y antes de que se produzca un linchamiento no tiene más remedio que recuperarla y mostrarla con el orgullo que se merece.

Mi prima viendo los resultados de la carrera y su posición 126 de 575 en su categoría, promete que el próximo año vuelve a por marca para intentar quedar entre las 25 primeras de su categoría y la veo muy capaz de conseguirlo. Yo en cambio me consuelo con saber que el año que viene paso a categoría Veterano G más de 50, lo que espero me hará subir muchas posiciones en la clasificación de mi categoría.

Al final ha resultado un magnifico fin de semana en donde he juntado a la familia y las carreras en una mezcla a veces complicada pero que en esta ocasión ha resultado perfecta. Espero que haya más oportunidades de hacer kilómetros juntos y el grupo vaya aumentando ya que en esta ocasión se han producido numerosas bajas y es que encajarlo todo es complicado.

jueves, 14 de abril de 2016

La Línea Azul


Todos los años el primer fin de semana del mes de Abril aparece dibujada sobre el negro de las calles de Madrid una línea de color azul. En la mayoría de su recorriendo transita todo los años por las mismas calles y gira en las mismas esquinas, pero en ocasiones se vuelve caprichosa y continua recta en calles por las que antes giraba, comienza unos metros antes que el año pasado o se dibuja en nuevas calles.

La mayoría de los transeúntes ni se dan cuenta de su existencia, los conductores y sus coches la cruzan sin reparo y sólo algunos que la descubren se preocupan temiendo lo que pueda indicar su aparición. Pero los corredores populares sabemos de su secreto, conocemos su misterio, entendemos porque solo aparece una vez al año y porque no respeta carriles, direcciones prohibidas, ni semáforos.

Transcurrido ese fin de semana la gente se olvida de la línea azul y el resto del año se va borrando hasta casi desaparecer, aunque si eres experto y te fijas puedes descubrirla durante todo el año en algunas calles. Pero una noche vuelve a tomar vida y recuperar su color vivo indicando que la fecha ha llegado, que un año más el Medio Maratón ha vuelto a la ciudad.

Y así cada año el primer domingo del mes de Abril la ciudad es tomada por miles de corredores que vuelven a seguir esa línea azul que les llevara hasta el Retiro después de recorrer 21 kilómetros por las calles de Madrid. Correrán sobre ella en la mayoría de los casos sin darse cuenta de que la pisan y sin verla, tapada por la masa de corredores que la patean sin misericordia. Únicamente algunos privilegiados que corren en las primeras posiciones o aquellos que se tomen la carrera con calma y troten tras el gran pelotón la verán con claridad y les servirá de guía.

Cuando acabe la carrera y pasen los días, la línea ira desapareciendo al mismo ritmo que el dolor de nuestras piernas y el sufrimiento en los últimos kilómetros alrededor del Retiro y sólo nos quedara el recuerdo de la satisfacción al cruzar la línea de meta. Y así transcurrido un tiempo volverá el deseo oculto de correr por las calles de Madrid y otra vez volverán los nervios cuando una mañana nos despertemos y descubramos que la línea azul ha vuelto un año más.
















Y yo una vez más este año he vuelto a seguir a la línea azul.

Pero esta primavera mi objetivo son los 101 km de Ronda, lo que implica que en los últimos meses me he dedicado a hacer muchos kilómetros a ritmos lentos y lejos del asfalto. Como consecuencia me ha convertido en un auténtico “corredor diesel”, ni siquiera cuesta abajo consigo que mis piernas aceleren y continúan a su ritmo cansino que me lleva de un lado a otro gastando la menor energía posible.

Por lo tanto intentar correr rápido está muy lejos de mi alcance y me tomo la carrera simplemente por placer, sin mirar el crono y sin objetivo alguno, solo intentar disfrutar de correr por las calles de Madrid. Y debo reconocer que lo he conseguido sobre todo comparado con el año pasado donde acabe jurando que nunca volvería a intentar correr rápido en esta multitudinaria carrera.

Con la compañía de mi cuñado y junto al globo que indica las 2 horas, que en está ocasión si está en el cajón que le corresponde, salimos desde la Plaza de Neptuno. Como no tengo prisa adapto mi ritmo a la corriente de corredores y puedo correr cómodamente sin tener que ir esquivando gente y sin los frenazos típicos de esta Media.


Este año la línea azul ha retrasado unos metros su comienzo pero los primeros 12 kilómetros del recorrido son los mismos que otros años y mis piernas van solas siguiendo a la línea sin que yo me dé cuenta. Solo presto atención para disfrutar de los puntos más significativos del recorrido.

Km 3 - El cruce por encima de la Castellana por el Puente de Eduardo Dato y el chirrido de sus amortiguadores al pasar los corredores, estoy convencido que un año de estos seremos capaces de tirarlo abajo

Km 5 - Las sirenas de los bomberos en Santa Engracia, aunque este año no es necesario que nos duchen con las mangueras como en otras ediciones más calurosas.

Km 6 - Los ánimos de mi familia, cada año menos entusiastas pero fieles a la cita un año más.

Km 9 – El cruce por la Plaza de Castilla que indica el final de la subida y el comienzo del tramo más relajado del recorrido, escoltados en esta ocasión por la brigada paracaidista.

Pero este año la línea azul se desvía de su recorrido habitual a partir del km 13, deja a un lado Serrano y la Fuente de los Delfines y es que ella también cumple años y se hace mayor para subir la cuesta de Diego de León, por eso prefiere continuar recta por Príncipe de Vergara y llanear hasta llegar al Retiro.

Pero es una línea de costumbres y para seguirla tendré que volver a dar la vuelta completa al Retiro. Volver a bajar a tope por Menéndez Pelayo, sufrir en la cuesta de Alfonso XII, saludar a la Puerta de Alcalá y exprimirme para subir la calle Alcalá y entra por fin en el Retiro para cruzar un año más la meta. Al menos empujado por los ánimos del público que se agolpa a ambos lados del recorrido durante toda la vuelta al parque.

Con mi ritmo cansino y siguiendo a los globos de las 2 horas he recorrido la línea azul junto a mi cuñado, pero no puedo negar que en los últimos kilómetros me lo he tomado algo más en serio y he subido el ritmo para bajar de las 2 horas y superar esa barrera que permite decir tu marca entre los amigos sin riesgo de que se cachondeen en exceso.

Cada año la Organización intenta mejorar y en muchas ocasiones acierta, como ha ocurrido este año con la posición en la salida de los globos de tiempos en sus cajones correspondientes, de lo que nos hemos quejado tanto los corredores los últimos años, o los cambios en el recorrido, pero no puedo entender el cambio de nombre de la prueba.

En esta edición ha pasado a denominarse “Half Marathon Madrid”, dice la Organización en un afán por internacionalizar la prueba. Pero a mí personalmente me parece una estupidez, estoy cansado de que se llamen “runners” a los corredores, “finishers” a los que terminan las carreras, “training” a los entrenamientos o “coach” a los entrenadores, “track” al recorrido de la carrera o correr por la montaña ahora sea hacer un “trail”. Aunque debo reconocer que en alguna ocasión he utilizado estos palabros para aparentar ser más corredor de lo que realmente soy.

jueves, 31 de marzo de 2016

Corriendo en la Noche de Jaén

Cuando en España se habla de carreras en donde el público se vuelca y el ambiente es especial, la gente siempre habla de la San Silvestre Vallecana o la Behobia – San Sebastián, pero nadie nombra la Carrera de San Antón y puedo afirmar que la prueba de la capital jienense esta al mismo nivel que la anteriores sino las supera.

Yo la conocí hace varios años a través de mis primos, me insistían en que era algo especial pero nunca les hice mucho caso. Hasta que este año he podido correrla y sólo puedo decir que el ambiente y el público son espectaculares.

La carrera se celebra la noche del 16 al 17 de Enero coincidiendo con las Hogueras de San Antón que se celebra en muchos barrios de Jaén, de este modo se aprovecha que la gente se ha echado a la calle para la celebración y acompañan a la carrera. En sus 33 ediciones ha ido tomando protagonismo y ya es difícil saber si la carrera coincide con las hogueras o son las hogueras las que se hacen coincidir con la carrera. El mayor inconveniente es que solo algunos años esta noche cae en fin de semana, lo que complica que podamos acudir los que vivimos fuera de Jaén.

La carrera es nocturna lo que hace todavía que resulte más especial y son “casi” diez kilómetros, la mitad en subida hasta la Catedral y la otra mitad en bajada. Una participación limitada a 8000 dorsales que este año se han quedado muy cortos y un precio simbólico muy diferente del coste de la San Silvestre o la Behobia que se ha disparado en los últimos años. Como no podía ser de otro modo en la capital del olivo, el premio a los vencedores es su peso en aceite.

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Mañana de Sábado y salimos destino a Jaén, estamos citados para comer en casa de la Tía y correr por la noche la Carrera de San Antón. Comida familiar y multitudinaria con todos los primos de Jaén además de los tres primos que acudimos desde Madrid, seis menús diferentes y mesas con comensales por toda la casa, parece un restaurante pero mucho mejor. Al acabar la comida es el momento de repartir los dorsales, camisetas y medallas (las dan ante de terminar la carrera por si algo) que han recogido la Organización del evento. Vaya lujo no tener que encargarme de nada y tenerlo todo organizado, sólo tengo que correr y disfrutar.


De los que inicialmente estábamos apuntados se han dado de baja por lesión mi cuñado y por “obligaciones académicas” mi hijo, pero sus dorsales tienen dueño rápidamente y es que este año el dorsal de la carrera está muy cotizado, ya que cae en sábado y hemos acudido corredores de toda España. Seremos siete de la partida y sólo una chica, pero vale por todos nosotros, hasta ha salido entrevistada en la Voz de Jaén como corredora “mítica” de la prueba.

Para los pequeños hay una carrera de 4 km, personalmente me parece mucho para los enanos de 8 y 9 años aunque ellos están encantados. En esta ocasión cumplimos con la famosa paridad y corren tres chicos y tres chicas, a los jienenses que la corren todos los años en esta ocasión se unen tres de los madrileños, incluido mi sobrino mayor que se había negado a correr la larga con su padre, pero al final el orgullo le pica, pero sólo le da para la carrera infantil.

Ya con todo listo nos vamos al hotel para dejar las maletas y organizarnos antes de la carrera, aunque las pequeñas se quedan en casa de la Tía jugando. Intento descansar un poco pero sólo me da tiempo a echar una cabezadita antes de tener que bajar a la puerta del hotel donde hemos quedado. Los enanos que participan en la carrera se han ido ya hace un rato y el resto nos dividimos en un grupo para ir a la carrera y otro para subir hasta la Catedral a disfrutar de las hogueras y animar cuando pasemos los corredores.

Vamos andando hasta la salida, tardamos un rato pero así vamos calentando. Llegamos justo a tiempo de ver la salida de los enanos, tenemos suerte y entre la multitud les vemos pasar, van a toda velocidad cuesta abajo, me da la impresión de que no aguantaran pero son capaces de mantener el ritmo y llegar a la misma velocidad a la meta como si no hubieran corrido, que envidia de juventud.


Mientras ellos corren subimos a casa de los padres de la mujer de mi primo que utilizaremos como puesto de reunión y para dejar la ropa, una vez más la Organización perfecta. Desde la terraza tienen una vista privilegiada sobre la línea de salida, es impresionante el ambientazo de corredores y público. En la televisión de Jaén están retrasmitiendo la carrera y vemos la entrada en meta de los enanos antes de que bajemos a la calle para colocarnos en nuestro puesto de salida.


Entramos en el corral de salida antes de que ni siquiera abran las vallas que dan acceso al arco de salida, intentando buscar una buena posición y evitar la aglomeración de los primeros kilómetros. Pero es imposible la gente lleva esperando desde hace más de media hora para tomar las primeras posiciones. Estamos todos apelotonados como sardinas en lata, no podemos ni movernos pero aún hay gente que intenta abrirse paso entre la masa de corredores, yo sólo procuro no separarme del grupo. Por fin abren la valla de separación y avanzamos los 50 metros que nos separan de la línea de salida, la masa fluye pero en seguida vuelve a pararse y quedamos otra vez aplastados esperando que den la salida.

Menos mal que solo transcurren un par de minutos hasta que oigo el disparo de salida, estaba empezando a agobiarme, yo siempre prefiero colocarme detrás para evitar los empujones pero en esta ocasión la Organización es la que manda. Empezamos a correr, solo me preocupo de intentar no perder a mis primos aunque es prácticamente imposible, la salida es en bajada y la velocidad rápida. Me van pasando corredores por uno y otro lado mientras yo paso a otros que salieron antes que yo, es un caos maravilloso. Sigo la rueda de uno de mis primos mientras he perdido al resto, sé que a un par de ellos los llevo por delante y que el resto se han quedado detrás.

La gente anima a ambos lados de la calle y así será durante toda la carrera, no recuerdo ni un metro donde no hubiera gente a ambos costados, más o menos animosa pero siempre acompañando a los corredores, esto no lo había vivido en ninguna otra carrera hasta hoy.

La avenida es ancha y aprovechamos los carriles de ambos sentidos, lo que permite al menos durante unos metros correr con cierta holgura, pero hay que pasar por un subterráneo y el efecto embudo hace que nos frenemos y volvamos a achucharnos. Como ocurre siempre en los espacios cerrados el ruido de las pisadas y los gritos de la gente se amplían con el eco y resulta impresionante, en esta ocasión no es menos y la gente se viene arriba animando y gritando.

Comienza la subida que continuara unos cuatro kilómetros hasta la Catedral, ya he perdido al único primo que tenía a la vista, es tal la masa de corredores que no se si le he adelantado o me ha dejado atrás. A partir de ese momento corro solo y toda mi atención está en disfrutar del ambientazo, aunque siempre muy pendiente del resto de los corredores ya que las calles son estrechas y los cambios de ritmo bruscos, además de encontrarte con corredores más lentos a los que hay que esquivar.


Paso por delante de casa de mi Tía y la localizo con mi enana y mi sobrina animando a un lado de la carrera, intento acercarme para saludar pero es imposible, si freno algún corredor me arrollara y cruzarse es seguro de accidente. Solo puedo gritarlas desde lejos, la única que me escucha y se gira para verme es mi enana.

Si hasta ese momento las calles eran estrechas, a partir de ahora se convierten en callejones que primero rodean la plaza de toros y luego suben hacia el centro de la ciudad. Tengo que bajar el ritmo y adaptarlo a los corredores más lentos. Me da por animar al resto de corredores mientras atacamos las rampas más duras, al grito de “Vamos que solo es una cuesta”, disfruto de la subida mientras algunos corredores me miran con cara entre sorprendida y asustada.

La gente sigue animando y algunos nos iluminan con las antorchas, aunque es cierto como me habían avisado mis primos que el humo que desprenden hace que en algún momento te falte el aire. Pero si hasta entonces el ambiente es especial cuando se llega a la altura de la Catedral es un espectáculo, se forma un pasillo humano por donde pasamos los corredores, la gente anima y te sientes especial.

Se supone que en esta zona debe estar mi mujer y mis primas para animarnos pero aunque bajo el ritmo y pongo toda mi atención, es tanto el público que soy incapaz de verlas aunque sé que están en algún punto animando.


Comienza la bajada por el centro de Jaén, por fin el grupo se separa un poco y al menos hay unos metros entre los corredores que me permite dejar de estar pendiente del resto de los corredores y disfrutar del entorno. Voy pasando las pancartas que marcan los kilómetros y que en lugar de indicar a distancia recorrida nos avisan de los que nos quedan para terminar, así paso por la que indica 4 kilómetros para meta.

Volvemos en dirección a la salida y  otra vez corremos por calles especialmente estrechas, aunque a estas alturas de la carrera el pelotón de corredores se ha estirado y se puede correr con cierta comodidad. En esta zona por fin veo alguna de las famosas hogueras que se encienden esta noche en honor a San Antón.

A falta de un par de kilómetros veo a mi prima que va por delante, aprieto un poco el ritmo para alcanzarla. La grito antes de llegar a su altura y se vuelve para reconocerme, ya estamos juntos, ha llevado un gran ritmo pero ahora parece que las cuestas le están pasando factura. La animo a que se enganche a mi ritmo y durante unos metros acorto la zancada para adaptarla a su paso, pero en esta carrera es difícil correr en grupo, ni siquiera en pareja y en seguida me doy cuenta de que es difícil que corramos juntos. Además la cercanía del final y la sensación de euforia que me ha acompañado desde los primeros kilómetros hacen que sin querer aumente el ritmo y siga hacia delante.

Ya estamos de vuelta a la Avenida de Andalucía donde es la salida y meta, ahora toca subirla y las piernas notan el cansancio después de los kilómetros. Pero llego bastante bien de fuerzas, teniendo en cuenta que vengo de un parón de entrenamientos de casi dos meses y solo he corrido unos cuantos kilómetros esta semana para sentir de nuevo las piernas, por eso decido que es el momento de apretar.

Pero es imposible, los espectadores han bajado de las aceras y tomado la calle intentando ver a sus conocidos, una avenida de más de tres carriles queda reducido a un pasillo de 4 o 5 metros por donde pasamos los corredores. Hay que tener cuidado de no llevarse por delante a los espectadores que asoman la cabeza y decido relajarme y disfrutar del espectáculo de la gente animando.

Cruzo la meta en un discreto tiempo de 50 minutos y con un cierto dolor en el pie derecho, pero con la sensación de haber corrido una carrera especial disfrutando de principio a fin. A pocos metros de mi entra mi prima, a ella y a sus hermanos debo agradecérselo, por su insistencia en que viniera a correr a Jaén y organizando un fin de semana perfecto para todos, mayores y niños.

Esperamos al resto del equipo pero transcurre el tiempo y no aparece nadie más, está claro que ya han tenido que llegar y no les hemos visto. Me despido de mi prima, que como no ha tenido bastante se vuelve corriendo a su casa, y me dirijo al punto de reunión establecido. Me despisto un par de veces antes de dar con el portal de la casa y me doy cuenta de que no me acuerdo del piso y tampoco tengo batería en el móvil para llamar. Pero solo tengo que esperar unos minutos hasta que bajan mis primos y puedo subir a cambiarme y que me acerquen al hotel a ducharme.

Una vez recuperado a disfrutar de una gran cena familiar de nuevo todos juntos. Una mesa corrida para todos, en donde no hacen más que aparecer platos de comida sin que tenga que encargarme más que de disfrutarlos, un lujo de Organización. Los jóvenes se han ido por su cuenta a cenar y disfrutar de la noche jienense y acuden al final de la cena. Bajamos dando un paseo hacia el hotel disfrutando de la noche y bajando la comida.


El día siguiente aprovecho para dar un paseo y conocer la ciudad, he venido ya varias veces siempre por celebraciones familiares y nunca me ha dado tiempo a hacer la visita turística. Junta a mi mujer, mi hija y mi sobrina que se queda con nosotros cuando sus padres se van a Madrid, oímos misa en la Catedral y visitamos los Baños Árabes y su Museo de los Oficios.

Una buena caminata por el casco antiguo nos obliga a reponer fuerzas con una comida de menú en uno de los pocos restaurantes que encontramos abierto en la zona, pero que resulta buenísima. Y después de despedirnos de la Tía y llenar el coche con el indispensable y excepcional aceite de oliva, volvemos tranquilamente a Madrid. 


Así cerramos un fin de semana perfecto, en donde tengo que agradecer a mi Tía y a los primos la perfecta Organización. Así se disfruta más de las carreras, de verdad que muchísimas gracias.


Quedamos citados con los primos para correr la próxima vez en Madrid, seguramente en la prueba Rock & Roll, los menos aficionados los 10 km y los más valientes en la Media Maratón. Aunque creo que les decepcionara algo el ambiente si lo comparan con la carrera de su ciudad.