miércoles, 27 de marzo de 2019

VIII Media Maratón Ciudad de Salamanca - Universitaria y monumental

Domingo 3 de Marzo del 2019

Aunque se trata de una Media Maratón relativamente joven, con solo siete ediciones a sus espaldas, la carrera de Salamanca se ha convertido en una de las más populares entre los corredores. Los 2600 dorsales que ofrece la Organización parecen pocos, teniendo en cuenta que se agotan en pocos días y dejan a muchos corredores sin la posibilidad de correr por las calles salmantinas. Pero ciertos tramos del recorrido estrechos y revirados y el mantener el paso por las zonas más céntricas de la ciudad hacen que no sea recomendable aumentar el número de participantes para poder mantener la calidad de la carrera. Por lo que, el que quiera un dorsal deberá estar atento, en mi caso el año pasado me quede sin poder correrla pero en esta edición me hice con mi dorsal el mismo día que abrieron las inscripciones.
 
El recorrido de la carrera está compuesto por una sola vuelta a un circuito muy variado con tramos completamente distintos que se adaptan a los distintos gustos de todos los corredores.

Los tres primeros kilómetros son de calentamiento por avenidas muy anchas en los nuevos barrios de la ciudad. Es un tramo perfecto para que cada uno se situé en la posición dentro del pelotón de acuerdo con su ritmo de carrera. Alguna aglomeración en la salida pero a los pocos metros ya se corre sin problemas. Tras este primer tramo es el momento de correr por el casco antiguo de Salamanca y disfrutar de sus monumentos, son cinco kilómetros por calles estrechas y adoquinadas donde es más complicado correr pero en donde el entorno es espectacular y donde la animación es mayor. Para los que ya solo corremos para disfrutar y nos olvidamos de las marcas es el tramo preferido de la carrera.

El tercer tramo son siete kilómetros que transcurren por una de las zonas verdes del exterior de la ciudad en donde se corre por una larga y recta avenida, para acabar en una dura subida que luego hay que bajar para volver de nuevo a la ciudad por el carril bici. No es el tramo más animado de la carrera, pero es una zona muy rápida y el entorno natural anima a correr. A continuación toca correr tres kilómetros por la ribera del rio Tormes, primero disfrutamos de cruzar el río por el Puente Romano con la espectacular vista de la ciudad, para coger el Paseo Fluvial que transcurre pegado al río. Se corre solo por el carril bici dejando libre la zona peatonal. Es un tramo con buen firme pero estrecho, además no está cerrado para la carrera por lo que está bastante concurrido por caminantes, paseantes y ciclistas, todo un reto para los corredores.
   
Abandonado el río nos esperan dos kilómetros de continua subida, que hacen de este quinto tramo el más exigente de la carrera, además se llega con muchos kilómetros en las piernas y se nota. Las calles anchas y el buen firme facilita algo el esfuerzo pero hemos tenido que reservar fuerzas sin no queremos sufrir bastante, es el momento de apretar los dientes. Pero el último tramo de carrera es un kilómetro de bajada para disfrutar, lanzarnos sin reservar porque ya sabemos que vamos a llegar a la meta y vamos a finalizar la media maratón de Salamanca.

La Organización impecable, a destacar que la recogida de dorsales, el ropero y las duchas tras la carrera estén todas juntas en el polideportivo punto de salida y llegada de la carrera. La bolsa del corredor y los avituallamientos buenos, incluida medalla y bolsa de lentejas en la llegada. Pero lo mejor sin duda de la carrera el buen ambiente, por parte de los corredores, de los voluntarios y de la propia ciudad que se vuelca con la prueba permitiendo que la tomemos al asalto durante varias horas y sin necesidad de madrugar comenzando a las 10:30 en un horario muy turístico pero en general vetado para los corredores.













Amanezco el domingo y después de prepararme y despedirme de la familia voy caminando desde el hotel hasta el Parque de la Alamedilla, donde es la salida de la carrera. Son 15 minutos andando y me sirve para despejarme un poco después de la mala noche que he pasado, las sensaciones no son las mejores para ponerme a correr una media maratón, pero no es algo que yo haya elegido y tendré que intentar sobreponerme.

En esta ocasión no me pierdo y llego sin problemas al parque. Dentro del polideportivo recojo mi dorsal en las mesas habilitadas, hay poca cola y lo hago rápido. Aunque he desayunado en la habitación me acerco a una cafetería cercana que acaban de abrir para tomarme un café y al final también me animo a comer algo.  He puesto a la camarera en un compromiso, pues ni ella ni la cocinera que está preparando los almuerzos saben el precio del croissant que me han servido y tiene que llamar por teléfono, supongo que al dueño, para poderme cobrar. Resuelto el problema vuelvo al polideportivo para cambiarme y dejar la mochila en el guardarropa. Ya preparado toca una vez más la foto para la posteridad, en este caso me coloco delante de las banderas de la carrera para demostrar que estoy en Salamanca.


Me voy a calentar un poco por los alrededores del parque mientras que entrevistan al alcalde que es el encargado de dar la salida y es que al parecer la carrera es todo un acontecimiento en la ciudad. No tengo muchas ganas de calentar y en cuanto por la megafonía avisan de que los corredores nos vayamos poniendo detrás del arco de salida me dirijo directo a mi puesto.

Me coloco en la parte trasera del pelotón, no me encuentro ni con ánimos ni con cuerpo para correr rápido en esta ocasión, el objetivo es acabar sin sufrir demasiado. Después del carreron en Coruña parece difícil que mejore la marca de 1:40, me conformo con volver a bajar una vez más de la 1:50 en la distancia este año.

Dan la salida y salgo despacio, además la salida es cuesta arriba y el grupo avanza lento y perezoso, está claro que como yo hay muchos corredores que piensan tomarse con calma los 21 kilómetros de la carrera. Los primeros metros nos alejan del centro de la ciudad, pero superado el km 2 giramos y nos dirigimos de vuelta para cruzar todo el caso antiguo de la ciudad de Salamanca, un verdadero lujo para cualquier corredor.

Entramos en la ciudad por la Puerta de Zamora, actualmente es el nombre de la plaza pero antiguamente era una de las 13 puertas que tenía la muralla de Salamanca que encerraba la Ciudad Nueva a partir del siglo XII. Dejamos a nuestra derecha la Parroquia de San Marcos y su peculiar planta circular para tomar la calle de Zamora que nos llevara hasta la Plaza Mayor de Salamanca. En esta parte del recorrido ya hay mucha gente, la mayoría turistas a los que la carrera ha pillado por sorpresa pero también muchas personas que han venido expresamente a animarnos.

Llegamos a uno de los momentos mágicos de la carrera, el paso por la Plaza Mayor. Sin dudarlo puedo afirmar que es la plaza mayor más emblemática de toda España y eso que siendo yo gato debería defender la madrileña. Pero no por la belleza y grandiosidad de los soportales y la fachada del ayuntamiento, ni siquiera porque este situada en el centro del casco turístico, sino principalmente porque es una plaza con una vida increíble. A la hora que vayas siempre encontraras gente disfrutando de ella, ya sea tomando el aperitivo al mediodía o las copas nocturnas. Ya sean mayores, niños o estudiantes siempre esta animada, sobretodo cuando los tunos la toman al asalto.


Esta mañana de domingo la plaza es para los corredores y la atravesamos entrando por el ayuntamiento y saliendo por el lado opuesto hacia la Rua Mayor. Un pasillo humano nos flanquea y anima a nuestro paso, yo busco a mi familia con la que he quedado en este punto, pero abandono la plaza sin haberlos localizados. Al final de la carrera me dirán que ello si me vieron pasar, lo cual es un consuelo, pero que estaban al lado contrario de lo previsto porque también había una quedada motera en la plaza y no les dejaron quedarse en el lado acordado.

Tomamos la Rua Mayor que atraviesa el casco antiguo hasta la Plaza de Anaya, siempre con la vista de las monumentales torres de la Catedral como referencia al fondo. Pero la carrera se desvía sin llegar a la catedral para dejarnos con la ilusión de correr a su sombra. El recorrido nos lleva ahora a la Calle Libreros para pasar por delante de la Fachada de la Universidad, a la velocidad que corremos no nos da tiempo a descubrir la famosa rana escondida en el espectacular frente plateresco que decora la entrada a la universidad.

El recorrido es en bajada y las piernas van solas mientras disfrutamos del paseo por las calles salmantinas. El único inconveniente es el pavimento adoquinado de las calles, que resulta muy bonito pero muy incómodo para el corredor. La mayoría de los corredores buscamos las aceras o las zonas más lisas, aunque algunos se pasan y realizan unos recortes espectaculares al recorrido, yo procuro mantenerme en el trazado pero debo reconocer que al final de la carrera mi reloj marca algo menos de los 21 kilómetros de la carrera, y eso es raro porque normalmente suele ser al contrario y en las carreras hago más metros de los necesarios.


Ahora volvemos sobre nuestros pasos para no abandonar la ciudad sin correr por la Calle Serrano y la Rua Antigua para disfrutar de las fachadas de la Casa de las Conchas y de la Clerecia. Debo confesar mi debilidad por la fachada engalanada de conchas, me parece de lo más original y sin tener que recurrir al exceso de otros edificios consigue que todos recordemos e identifiquemos este palacio frente a cualquier otro.

Mi carrera continua por la Calle de la Compañía, según muchos la calle más bonita de Salamanca, hasta llegar a la altura del Palacio de Monterry y desviarnos hacia el Campo de San Francisco, que junto al Parque de Calixto y Melibea es una de las pocas zonas ajardinadas dentro del casco antiguo y que tiene mucho encanto. Sin salirnos todavía del casco antiguo recorremos un par de kilómetros más, casi todo en bajada lo que anima a correr en esta mañana espectacular en Salamanca. Se acabaron los monumentos y solo pasamos cerca del moderno y gigantesco Palacio de Congresos y Exposiciones de Castilla y León.

Llegamos por la calle Parma hasta la Plaza de los Milagros, en donde se supone estaría la Puerta de San Vicente de los Milagros que cerraba la muralla, para salir de la ciudad y cruzar el río Tormes. Se acabó la parte más bonita de la carrera y se me han pasado rápidos estos 8 primeros kilómetros de la media disfrutando mucho del recorrido.

Abandonamos la ciudad en dirección a Vistahermosa, se supone que por esta zona estaba la antigua calzada romana que da origen a la Vía de la Plata, camino que cruza Salamanca en su trayecto de Sevilla a Santiago de Compostela. Ahora empiezan 6 kilómetros que trascurren por fuera de la ciudad en la zona verde a la orilla del Arroyo del Zurguén que descarga sus aguas en el Tormes. Nos alejamos corriendo por una ancha avenida, muy recta de la que desde el primer metro ya veo el final y la fila de corredores que me preceden, desanima un poco ver la distancia que nos queda por recorrer y mis fuerzas se vienen un poco abajo. Además ahora ya hemos perdido la protección de la ciudad y el viento arrecia y nos pega de costado lo que complica aún más avanzar.


Intento que las malas sensaciones no me afecten y me concentro en mantener mi ritmo y avanzar metro a metro. Solo un grupo que nos anima ruidosamente y aplaudir a los corredores de la cabeza que ya vuelven hacia Salamanca, me saca de mis pensamientos negativos.

Cuando ya estoy llegando al final de la avenida, veo como la carrera gira a la izquierda para dirigirse a una zona de pisos de poca altura y chalets que está situada en una pequeña loma que se eleva sobre la ribera del arroyo. Y lo que es peor veo la rampa que tendremos que superar para alcanzar el alto de la loma. Pero después de tantas carreras y de haber pasado por sensaciones parecidas en otras ocasiones, se que es solo cuestión de apretar los dientes e intentar verlo todo en positivo. Me concentro solo en lo bueno que me espera, primero cuando gire a la izquierda el viento me dará de espalda y me empujara para subir, segundo hay un avituallamiento para recuperar fuerzas justo antes de empezar la cuesta y tercero y principal todo lo que sube luego tiene que bajar y dejarse caer por esa rampa va a ser un gustazo.

Con esta nueva mentalidad ataco la rampa con los ánimos renovados y voy adelantando a corredores a los que la cuesta se les atraganta y sin darme cuenta ya estoy arriba. Todavía nos quedan unos metros por las calles que atraviesan los edificios y rodear un campo de futbol situado en lo más alto de la loma. Diviso unos metros delante de mí el globo de la hora y 50 minutos, lo que me da más ánimos para no bajar el ritmo e intentar alcanzarlo. Me pongo a su altura a pocos metros de empezar la bajada de la cuesta y decido que no me voy a parar, me lanzo en la cuesta y antes de que termine la bajada ya he adelanto al grupo que se forma alrededor de la liebre.

Ahora volvemos corriendo por el carril bici que transcurre paralelo a la avenida por la que hemos venido, es más estrecho y hay que ir más atento a los demás corredores pero yo ya estoy lanzado y mantengo un ritmo alegre. Todavía me cruzo con algunos corredores que aun vienen de frente y a los que les quedan varios kilómetros para volver. El carril bici se aleja de la avenida para cruzar por un túnel bajo la vía del tren y transitar por el centro de la zona verde más cerca del arroyo, es una zona bastante bonita en donde nos cruzamos con algún ciclista y andarín pero con poca animación.

Ya tomamos las calles asfaltadas para dirigirnos hacia el Puente Romano y volver a cruzar el Tormes para regresar a la ciudad. Justo cuando voy a tomar la entrada al puente me encuentro con mi cuñado, no estaba previsto y me hace especial ilusión. Le pido que me haga una foto con la catedral al fondo para inmortalizar el momento de cruzar el rio, para ello recorro unos metros marcha atrás con cierto peligro pero merece la pena. Me despido de él y cruzo por el puente con la ciudad al fondo y las aguas del Tormes bajo mis pies, es otro de los momentos mágicos de esta carrera y  que recordare por muchos años.


Nada más cruzar el puente está el avituallamiento. Después de haber desconectado durante unos minutos tengo que volver a la carrera y es el momento de tomar el gel con el que cargo desde la salida y que espero me de las fuerzas necesarias para llegar a meta. Aunque los ánimos vuelven a estar altos sé que mis piernas hoy no están tan finas y debo seguir las rutinas de otras carreras para evitar al tío del mazo.

Yo pensaba que una vez cruzado el rio volveríamos a la ciudad pero la carrera continua por el carril bici del Paseo Fluvial que va pegado a la ribera del rio. Podemos disfrutar del rio mientras corremos, pero es una zona bastante concurrida de gente que pasea y además el camino es bastante estrecho lo que obliga a ir atento y no despistarse mirando el paisaje. Tengo que adelantar a un par de equipos de corredores que corren en grupo formando un pequeño tapón, pero la verdad es que en cuanto se dan cuenta de que mi ritmo es más rápido procuran cederme el paso y hasta me animan cuando les paso. Son casi 2 kilómetros pegados al rio bastante planos y rápidos, aunque mis fuerzas están justas y procuro no animarme en exceso porque sé que queda la última gran subida.

Al abandonar el paseo hay una rampa corta pero muy pronunciada que a estas alturas me bloquea un poco las piernas. Me cuesta unos metros cambiar el ritmo pero en seguida recupero la cadencia y es que a estas alturas de carrera cualquier pequeño esfuerzo se sufre. A partir de este momento el trazado se empina en la cuesta de la Aldehuela, Fernando III el Santo y la Reina Berenguela. Al principio suavemente casi inapreciable pero al llegar a la rotonda a la altura del kilómetro 18  y medio el desnivel empieza a ser mayor y las piernas lo notan.

Aunque hasta ahora la carrera la he llevado muy bien, sé que no estoy tan fino como en las últimas medias maratones y llevo toda la carrera esperando que las fuerzas me fallen. Me da miedo que este sea el momento en que me choque con el muro, que en la media también existe. Por eso bajo mi ritmo y me dispongo a sufrir, pero según voy superando los metros de subida mi ritmo no solo se mantiene sino que es más alegre. Está claro que hoy mi cuerpo me está respondiendo mejor que mi cabeza y eso hay que aprovecharlo. Ya sin miedo supero el kilómetro y medio de fuerte subida sin bajar demasiado mi ritmo.


Llego a la rotonda que marca el final de la subida, ya solo queda un kilómetro a la meta y además claramente favorable, es el momento de lanzarse hasta el final y no reservar. Durante la subida he superado a una chica que iba a muy buen ritmo y que se ha pegado a mi rueda para superar la cuesta, por eso me vuelvo hacia ella para animarla a que me siga hasta la meta. Es quizás el primer momento en toda la mañana en que dejo de pensar que no estoy fino y disfruto de correr deprisa, mi acompañante me sigue a duras penas y en varias ocasiones tengo que bajar un poco el ritmo para que no se queda atrás, va haciendo lo que se llama vulgarmente la goma.

La bajada termina en el Parque de la Alamedilla donde habíamos comenzado y ya solo queda dar la vuelta al parque y cruzar la meta. Ya no me vuelvo para ver si me sigue y me lanzo para acabar en el mejor tiempo posible. La gente y los corredores que ya han llegado se agolpan a ambos lados del recorrido y animan a nuestro paso. Cruzo el arco de meta en un tiempo de 1:45:42 por mi reloj, una magnifica marca para las malas sensaciones que me han acompañado durante toda la mañana desde que me he levantado.

Después de recuperar las fuerzas en el avituallamiento es el momento de volver al polideportivo para darme una ducha. Recojo mi mochila y me dirijo a los vestuarios, somos muchos corredores y pocas duchas, pero con un poco de paciencia y mucho buen humor vamos acicalándonos todos los corredores después del esfuerzo.


Localizo a mi familia que está visitando el Convento de San Esteban y allí me dirijo andando, llego justo cuando ellos están saliendo de la visita y es el momento perfecto para hacer una pausa y tomarnos unas cervezas sentados en una terraza al solecito. De allí al Mesón de Gonzalo donde hemos reservado para celebrar que hoy es el cumpleaños de mi mujer y donde nos damos el homenaje del fin de semana. Me lo recomendó una compañera de trabajo que es salmantina y es un local moderno y cómodo, con unos entrantes de cocina elaborada y unas carnes espectaculares que lo hacen totalmente recomendable aunque haya que rascarse el bolsillo.

Que contar de Salamanca, una ciudad preciosa y animadísima que nunca defrauda cuando la visitas. En esta ocasión descubrí nuevos rincones que en anteriores ocasiones no había visitado, como el Cielo de Salamanca en las Escuelas Menores, la visita a las Torres de la Catedral con sus espectaculares vistas del interior de la Catedral Antigua y de la ciudad de Salamanca desde las alturas, el Campo de San Francisco o la fachada de la Casa de las Muertes. Y volví a reencontrarme con la Casa de las Concha, sus dos catedrales pareadas la Nueva y la Vieja y como siempre me quedo con la Vieja o el maravilloso encanto de su Plaza Mayor. Pero una vez más me quedaron muchos rincones y monumentos que visitar por lo que tendré que volver de nuevo.


Además mi mujer ha podido celebrar su cumpleaños con sus hermanas de forma especial que era el objetivo real de este viaje, el que yo corriera la Media Maratón solo fue un extra que me di por ser el organizador. El único pero fue que mi hijo mayor se levantó con fiebre el sábado y no pudo venir con nosotros y la verdad es que le echamos mucho de menos.

jueves, 14 de marzo de 2019

XI Media Maratón Coruña21 - A Costa da Morte


Domingo 17 de Febrero del 2019

La Media Maratón Coruña21 pertenece al circuito que el Ayuntamiento y la federación gallega de atletismo organizan en las calles de la capital gallega. Consta de tres pruebas sobre las distancias estrellas del atletismo popular, los 10 KM que se realiza en el mes de octubre, la distancia reina de la Maratón en el mes de abril y la distancia Media Maratón en el mes de febrero.

La carrera trascurre por un circuito plano de aproximadamente 10 km al que hay que dar dos vueltas, para completar la distancia la segunda vuelta se aumenta en su tramo final con la única subida que hay en toda la carrera. El recorrido corre en paralelo al puerto de la Coruña y lo podemos dividir en dos tramos completamente distintos. La zona del puerto comercial y petrolero es triste y aburrida, con poca animación y ningún encanto, el firme es irregular y hasta peligroso en algunos tramos, se puede decir que es el “tramo infierno” de la carrera. Y el tramo del puerto de los transatlánticos y deportivo, que trascurre por una de las zonas más bonitas y con más historia de la ciudad, en donde se agolpa el poco público que anima la carrera y cuyo firme es ideal para correr, podemos hablar del “tramo cielo” de la carrera.

Los avituallamientos durante la carrera perfectos, bebida y fruta preparada en todos ellos y un gran número de voluntarios al servicio del corredor, pero sorprendentemente el avituallamiento en meta resulta pequeño, escaso y con pocos voluntarios lo que genera colas innecesarias.  Se echa de menos las liebres en la carrera, hoy en día cualquier prueba menor dispone de ellas y estoy convencido que muchos solo por el coste del dorsal estaríamos dispuestos a marcar el ritmo a los corredores. La bolsa del corredor inexistente, una camiseta bastante del montón y de discutible gusto y se acabó, el resto publicidad. Además se echa de menos una medalla conmemorativa en la llegada, correr en Coruña bien se merece un metal.

Mi conclusión es que resulta una carrera un poco fría, con una organización sin fallos pero discreta y falta del espíritu que siempre aportan los clubs de atletismo que organizan la mayoría de las carreras populares de nuestro país. Es evidente que al estar auspiciada por el Ayuntamiento las reticencias para correr por sus calles deberían ser menores, pero el circuito elegido esta diseñado más para no molestar en la ciudad que para el disfrute del corredor y la exhibición de la ciudad. Si sé eliminara el tramo infierno y sé prolongara el circuito hacia la Torre de Hércules hasta las playas del Orzán y Riazor, entonces si sería el recorrido perfecto.

Grandes marcas en la meta, con verdaderos corredores de elite, sobretodo este año en la participación femenina en donde la ganadora termino en una sorprendente séptima posición de la clasificación absoluta. Creo que la Organización se gasta más dinero en traer a estos corredores a la prueba que en atraer a los corredores populares, lo que le otorga prestigio y una buena clasificación en el ranking de la federación, pero no sé si desluce la fiesta popular que esta ciudad se merece.














https://www.coruna.gal/carreraspopulares/es

Viajamos el viernes desde Madrid y nos alojamos en Ares, en el chalet de veraneo que la familia de mi mujer tiene en esta villa ferrolana. En el pasamos parte del verano y cuando salgo por el pueblo a hacer mis entrenamientos los amigos coruñeses de mi mujer siempre me comentan que en Coruña las carreras son especiales. Comprobar si lo que me dicen es cierto o solo es la pasión que cada uno siente por su ciudad es una de las muchas razones que me han llevado a correr esta media maratón.

La carrera como en otras ocasiones la comenzamos ya el sábado, aprovechando que hace un día de sol sin una sola nube, algo extraño por estas latitudes, nos vamos a pasar el día a la Coruña. A Coruña es una ciudad preciosa que mantiene mucho del clásico encanto gallego dentro de su modernidad. Son obligadas las visitas a la Torre de Hércules, el faro más antiguo de España construido por los romanos, aunque de la edificación original solo quedan los cimientos y a la maravillosa Plaza de María Pita, famosa defensora de la ciudad contra los ataques del corsario ingles Francis Drake, presidida por el monumental edificio del Ayuntamiento. Aprovechamos también para visitar la ciudad vieja una de las zonas más olvidadas de la ciudad pero con unas cuantas plazas, iglesias y conventos dignas de visitar, como curiosidad la Iglesia de Santiago la más antigua de la ciudad y de donde parte el Camino de Santiago Inglés.


Para disfrute de mi enana visitamos también el Aquarium Finisterrae y la verdad es que echamos un rato muy agradable observando las peceras, habitadas principalmente por peces de la zona como rapes, corvinas, doradas o las feas morenas pero también por tiburones y rayas. Especial mención merece la Sala Nautilus que reproduce el gabinete del famoso submarino de Nemo rodeada por una enorme pecera  como si estuviéramos sumergidos y la piscina exterior con los leones marinos.


Por supuesto hacemos una parada al mediodía en nuestra ruta para disfrutar de una estupenda comida en un restaurante de la Avenida Marina. Damos buena cuenta de un pulpo y unos buenos pescados de los que habíamos visto nadando en el acuario y de los que ahora disfrutamos bien cocinados sobre un plato. Nuestra visita a la ciudad termina con el paseo por la Calle Real siempre bulliciosa y animada.


Ya en el coche y de vuelta a Ares, aprovecho que el Corte Ingles nos queda de paso para parar a recoger el dorsal. Pero resulta que no es en este Corte Ingles sino en uno nuevo que han inaugurado hace unos años en Marineda. No sabemos llegar y le pido a mi hijo que me guie con el móvil, como siempre la operación acaba en gran discusión, le grito que me tiene que indicar antes y el me responde que la culpa es mía por no seguir sus indicaciones. Aunque nos equivocamos un par de veces conseguimos llegar a nuestro destino y recoger el dorsal de la carrera.

La mañana del domingo madrugo para llegar con tiempo a la salida. Todavía no ha amanecido y todos duermen en la casa mientras me ducho, me preparo y desayuno. Mi hijo se había ofrecido a acompañarme pero me da pena despertarle y decido irme solo. Tengo que encerrar en su perrera a los dos mastines que protegen la casa, porque se escapan en cuanto nos despistamos y luego nos los devuelven la policía con la consiguiente multa. Me cuesta un par de intentos hasta que me obedecen y se meten por fin en su caseta.

Cuando llego a Coruña ya está el tráfico cortado pero han dejado un carril para llegar hasta los Cantones donde está la salida. Doy una vuelta por la zona del puerto intentando aparcar el coche, pero está claro que otros corredores han llegado antes que yo y no hay ningún sitio libre. Antes de perderme y que me manden al otro lado de la ciudad decido dar la vuelta y dejar el coche en el aparcamiento de los Cantones aunque tenga que pagar.

Me encamino a la salida de la carrera con la idea de dejar en el ropero la mochila pero es demasiado pronto para ponerme de corto y empezar a calentar y decido tomarme un café antes de la salida. Paso por la zona de entrega de dorsales y hay cola, es la primera vez que me alegro de la excursión de ayer para recogerlo. Solo encuentro una cafetería abierta en donde nos hemos juntado los corredores, me tomo un buen café que me pone a tono antes de la carrera.

Ya de vuelta a la salida me encuentro que en el guardarropa donde antes no había nadie ahora hay una buena cola y es que la única voluntaria que atiende la recogida de las mochilas no da a  basto con tanto corredor nervioso. Además me he dejado el teléfono en el coche y no puedo hacerme la foto de rigor, por lo que cambio de planes y decido dejar la ropa en el coche, total está a pocos metros de la meta y no hay peligro de que me quede frío cuando termine la carrera.

Vuelvo al aparcamiento para dejar la ropa, salgo de nuevo para hacerme en la calle la foto que publico en el grupo familiar como en otras ocasiones y luego vuelvo de nuevo al coche para dejar el móvil porque no quiero cargar con más peso del necesario. No recuerdo a ver dado tantos paseos en ninguna otra carrera, pero al final ya está todo organizado y me pongo a calentar en los jardines de los Cantones donde ya hay mucha animación de corredores.


Tengo el dorsal con franja morada, que según la información de la página web corresponde al cajón sin marca por lo que me voy al final de la salida. Pero cuando me acerco a los arcos veo que el morado está marcado como el segundo de los cinco cajones que han montado la Organización y el último es el de color rojo. No sé qué es lo correcto pero si tengo claro que mi marca prevista está muy lejos de la 1:25 marcada como tiempo máximo para los corredores del segundo cajón de salida, por lo que me pongo al final donde hay dorsales de todos los colores.

En esta ocasión oigo perfectamente el pistoletazo de salida y me da tiempo a prepararme aunque todavía tardo en ponerme a andar y un par de minutos más en cruzar el arco de salida y empezar a correr. Por fin ya estoy corriendo por las calles coruñesas, en los primeros metros somos muchos corredores juntos y hay que avanzar con cuidado aunque la gente ha salido muy rápida.

El primer tramo del recorrido transcurre por el Cantón Grande y el Cantón Pequeño para seguir por la calle Sanchez Bregua dejando a un lado la rosaleda y tomar la Avenida de Linares Rivas. Este primer kilómetro es muy entretenido, hay mucha gente animando y el entorno con los jardines y los modernos edificios coruñeses imitando las clásicas galerías para protegerse de la lluvia y el viento nos acompañan. Pero en seguida el recorrido se encamina a la zona del puerto y cambiamos los edificios por los muelles y sus tristes almacenes.

Después de avanzar unos metros en dirección al puerto damos la vuelta en una rotonda y deshacemos el camino para tomar definitivamente la Carretera de acceso al puerto petrolero. Una larga recta de algo más de un kilómetro que nos lleva hasta el final del puerto en donde giramos en una rotonda y volvemos sobre nuestros pasos. El firme en esta zona está bastante machacado por el paso de los camiones y hay que tener cuidado para no tropezar, además esta cruzado por las vías del tren que dan acceso a la estación de mercancías de San Diego y aunque está bien señalizado siempre es un riesgo añadido para el corredor, sobre todo cuando pasemos en la segunda vuelta y las fuerzas no estén tan frescas. No es una zona muy agradable de correr y por supuesto la animación es inexistente, creo que su único interés es hacer kilómetros para completar la distancia de la media. A mi paso se une que una locomotora cercana está en funcionamiento y respiramos la humareda que hecha, al menos es una zona muy plana y pasa rápido.


A esta altura de la carrera ya he tenido un par de incidentes con otros corredores, algo más típicos de las carreras multitudinarias de Madrid que de estas pruebas menos masificadas.

El primero lo protagonizan dos corredores que avanzan a un ritmo más rápido que el grupo y se me cruzan por delante buscando el hueco entre los corredores, tengo que frenar para no chocar y conmigo la mayoría de los corredores que se ven sorprendidos por la maniobra. El tener un ritmo mas alto no te da prioridad, al revés la regla no escrita dice que debes adecuar tu paso y evitar cruzar la trayectoria de otros corredores más lentos y en último caso avisar de tu maniobra para evitar colisiones.

El otro incidente me ocurre en la rotonda, voy corriendo por el interior pero el corredor que va por fuera se cierra bruscamente buscando el interior del giro para hacer menos distancia, como consecuencia se me cruza en mi trayectoria y tengo que frenar para dejarle pasar y poder continuar con mi carrera. Si no quieres hacer más distancia debes prever los giros y buscar el interior de la curva, sino lo has hecho con antelación debes mantener tu trayectoria abierta y hacer más metros.

Me he quedado algo sorprendido con estos cruces, no los había sufrido en las carreras fuera de Madrid en donde los corredores son más experimentados y muy respetuosos con estos temas. Mirando siempre antes de cambiar la trayectoria por si viene otro corredor o avisando con tiempo de cualquier maniobra inesperada.

Aunque normalmente no existen muchos choques en las carreras, si he presenciado tropezones y caídas con lesiones o torceduras. En el mejor de los casos obligas al resto de los corredores a modificar su ritmo lo que nunca es agradable y total no vas a ganar mucha distancia, es más fácil bajar tu ritmo para buscar el hueco adecuado y adelantar sin peligro y si lo ves complicado avisar para que te dejen pasar, mejor utiliza la palabra “perdón” que “paso” en ambos casos te dejaran pasar pero las sensaciones serán distintas.

En el kilómetro 5 miro por primera vez mi reloj y llega el primer sorpreson del día marca 24:17, eso significa que estoy corriendo por debajo de los 5 min/km algo poco común en los últimos años. Es mi oportunidad de volverme a acercar a mis mejores marcas y estar cerca de la hora y 40 minutos. No puedo desaprovechar la ocasión aunque eso significa dejar de pasearme y apretar algo los dientes. Decido mantener este ritmo, pero siempre controlando para no pagar el esfuerzo en los últimos kilómetros.

Ya hemos salido de la zona del puerto y volvemos a correr por la zona de los Cantones directos a la Avenida Marina, esta es la zona más emblemática y bonita de toda la ciudad junto a la Playa de Riazor. Corremos por la zona peatonal al lado de los edificios de un blanco impoluto con sus galerías acristaladas que son uno de los iconos más significativos de la ciudad, es un momento para olvidarte de que vas corriendo y disfrutar del entorno.

Llegamos a la altura de la Plaza de María Pita otro de los grandes iconos de la ciudad y una de las plazas mayores más bonitas de toda España. Solo podemos ver sus soportales de acceso ya que la carrera no la atraviesa, sería un paso espectacular para los corredores. Ahora corremos por el Paseo de la Darsena, es un tramo raro al ser una zona peatonal el recorrido está limitado exclusivamente con unos conos que marcan el recorrido de doble sentido. Algunos corredores se salen de circuito marcado y ocupan la parte reservadas para los viandantes, aunque sorprendentemente hay muy poco público animando en este tramo de la carrera.

Llegamos hasta el final del paseo y damos la vuelta en la Plaza Parrote, dejando a un lado el Castillo de San Antón. Ahora corremos con el mar a nuestra izquierda y el casco antiguo de Coruña a nuestra derecha al contrario que como veníamos. Es el momento de ver la cantidad de corredores que tengo detrás y subir la moral después de que en el tramo anterior haya visto pasar a los primeros de la carrera en sentido contrario a una velocidad muy alejada de mis posibilidades.

Mantengo un buen ritmo y todavía me siento “fresco”, hasta debo reconocer que he disfrutado mucho de este tramo de carrera completamente llano en uno de los rincones más bonitos de la ciudad, pero es el momento de volverse a concentrar en el esfuerzo. Pasamos el kilómetro 9 y volvemos a cruzar por debajo del arco de salida, la próxima ver que lo hagamos será para terminar la carrera.

Llega el avituallamiento en donde además de agua e isotónico hay fruta, solo aprovecho para beber un poco de agua, la mañana esta nublada y no hace mucho calor pero hay que hidratarse. Para la recogida de las botellas vacías además de los contenedores habituales han instalado unas redes imitando a una gran canasta para que el corredor enceste, es un detalle divertido que hace que por unos segundos te concentres en algo que no sea el dolor de piernas que tienes.


Un corredor unos metros por delante mío va lanzando al suelo la piel del plátano que se está comiendo, es un peligro para los corredores que vamos detrás si lo pisas puedes meterte una buena costalada. Me muerdo la lengua para no llamarle la atención, pero en el momento que me pongo a su altura tira al suelo el resto que le queda de plátano justo delante mío, por toda disculpa me hace un ademan con la cabeza. Y entonces me sale mi lado más guerrillero, le recrimino su acción, recordándole que no corre solo y que los que venimos detrás podemos resbalar con los restos que va dejando.

No recibo ninguna respuesta ni para disculparse ni para increparme, pero un corredor cercano se erige en portavoz y llamándome campeón me comenta que tengo que entender que van muy cansados y que yo que voy mucho más fresco puedo prestar atención y evitar los restos. No quiero entrar en más disputa y admito la sorna del corredor, pero los que me conocen saben que no suelo dejar pasar una y le contesto que cuesta el mismo esfuerzo tirar los restos hacia abajo en el camino de los que vienen detrás que a un lado fuera del recorrido. También pienso que si ya están agotados sin haber llegado a la mitad de la carrera sería mejor que se lo piensen antes de apuntarse a esta distancia, pero consigo evitar decirlo y sigo a mi ritmo alejándome de ellos.

Paso por el kilómetro 10 en un tiempo de 47:59, sigo manteniendo el ritmo para cumplir mi objetivo pero ahora comienza de nuevo el tramo del puerto y tengo que concentrarme para que mi ánimo no decaiga. Está claro que es una zona muy tedioso y ahora con menos fuerzas se hace más duro, sólo voy atento a no tropezar y terminar lo antes posible. Por fin acaba el tramo infierno y alcanzo el kilómetro 15 en donde marco un tiempo de 1:11:08, todavía con un margen de tiempo suficiente.

Desde hace unos minutos ha empezado a chispear y lo peor es que le acompaña un viento de frente muy desagradable. Cruzo a la altura de la meta donde se agolpa la mayoría del público y donde  ya están llegando los primeros de la carrera pero a mí todavía me quedan los últimos 5 kilómetros. Por suerte para de llover y el viento amaina por lo que no tengo excusa para no aguantar el ritmo.

Volvemos a pasar por el paseo de la dársena y disfrutar del entorno con muy poca gente, en todo el recorrido solo hay público en la zona de meta. Queda la parte más empinada de la carrera que la Organización ha guardado para el tramo del 17 al 18 y medio, la subida hacia la Torre de Hércules por el Paseo del Alcalde Francisco Vázquez en honor a uno de los grandes personajes políticos de la ciudad durante la actual democracia. Como curiosidad del paseo las controvertidas farolas modernistas de color rojo, que además servían para soportar la catenaria del tranvía que circulaba hasta hace varios años cuando se desmonto. Está claro que no pasan desapercibidas para cualquiera que haya visitado Coruña.

Estaba sobre aviso de este último esfuerzo y creo que he guardado fuerzas, pero en cuanto el paseo se empina compruebo que ya no me sobran las fuerzas. Es el momento de apretar los dientes para no bajar el ritmo y así me lo propongo tomando como referencia llegar a la siguiente farola roja. Aguanto bien el ritmo y voy adelantando muchos corredores, aunque pierdo un poco de tiempo con respecto al ritmo que traía, pero al final son solo 15 segundos en esto tres kilómetros de subida y bajada.

Acaba la subida sin llegar a la Torre de Hércules y me lanzo cuesta abajo. Pensaba que me sentiría más fresco bajando pero está claro que las piernas ya no recuperan. Paso por el avituallamiento y vuelvo a coger solo agua, ya me he tomado mi gel en el 15 y con eso llegare a la meta. Bebo con tanta ansia que me atraganto, no es algo que me ocurra a menudo en las carreras ni preocupante pero me hace bajar el ritmo durante unos metros hasta que recupero la respiración.

De vuelta en el paseo y el puerto ya solo voy concentrado en correr todo lo que me den las piernas, ya he pasado tres veces por esta zona y disfrutado del entorno ahora es el momento de correr y llegar lo más pronto posible a la meta. Paso el kilómetro 20 en 1:34:45, ya va a ser difícil bajar de los 40 minutos pero aun así me lanzo por la Avenida Marina con el único objetivo de quedarme lo más cerca posible.

El último kilómetro lo corro como si fuera una serie de entrenamiento a 4:35 min/km, las piernas aguantan y cruzo el arco de meta con un tiempo de 1:40:48. Es un subidón, en las tres últimas medias he rebajado mi registro, para una mejora de casi 8 minutos en tres meses, estoy como en mis mejores tiempos cuando tenía unos cuantos años menos.

Ya solo queda recuperar un poco antes de coger el coche para volver a Ares y darme un buen homenaje gastronómico en el muelle de Mugardos con la familia. A la salida del restaurante ya está lloviendo y nos acompañara hasta que abandonemos Galicia de vuelta a Madrid. Un viaje de más de 600 km para cerrar un fin de semana perfecto.

La semana después de terminar esta media maratón recibo por correo el boletín de Carreras Populares donde aparece un artículo titulado “Normas de educación en plena carrera”. Dos autores en artículos distintos hablan sobre las normas no escritas que harán que la experiencia de correr en grupo sea más agradable para todos.

Me alegra comprobar que coinciden con mis apreciaciones durante mi carrera en Coruña y que no me estoy volviendo un viejo cascarrabias. Bueno realmente si me estoy haciendo mayor y me encanta discutir, pero en este caso los artículos me dan la razón y las famosas “normas” existen aunque no aparezcan en el reglamento de ninguna carrera.

A continuación recojo textualmente unos extractos de los artículos y recomiendo a todos los que se inicien en las carreras populares dediquen unos minutos a leer en internet estos artículos antes de ponerse un dorsal.

“Las trazadas. No te cruces innecesariamente. En cada carrera se juntan centenares de trazadas, una por corredor. Es casi un milagro que no nos vayamos golpeando los unos contra los otros. Tenlo en cuenta especialmente cuando vayas a tomar algún tipo de curva. Aunque creas que tengas ganada la trazada, puede venir algún corredor por detrás más rápido que tú. Dedícale solo una décima de segundo a ampliar la mirada al lado donde vas a girar con la finalidad de no entorpecer a nadie ni chocar contra otro corredor. En las rectas tampoco te cruces innecesariamente y, si lo haces, cerciórate de que no viene nadie.” (May Lujan)

“No tires al suelo los geles y otros deshechos de posibles alimentos que hayas llevado a la carrera. Una norma de especial prevalencia en la montaña. Si has sido capaz de llevarlo encima hasta la mitad o el final de una carrera y allí te sirve para llenarte de energía, también eres capaz de no tirarlo al suelo y volver a guardar el envase vacío en el mismo lugar.” (Luis Miguel del Baño)

miércoles, 13 de marzo de 2019

XXXV Media Maratón de Castellón - La Costa del Azahar


Domingo 20 de Enero del 2019

Un circuito muy plano de dos vueltas, una altura mínima sobre el nivel del mar y la climatología propicia para correr del mes de enero levantino hacen de esta media maratón una carrera muy rápida, ideal para intentar bajar tus marcas o al menos correr deprisa.

Tiene detalles de gran carrera como los cajones por marca o el gran avituallamiento al final de la carrera hasta con cerveza, pero me da la impresión que se queda en un querer y no poder. No tiene el espíritu para considerarla una “carrera de club” como ocurre con las medias maratones de otras capitales de provincia, pero por su puntuación según la federación de atletismo, que tiene en cuenta participación, marcas y antigüedad, está en el puesto 30 a nivel nacional muy alejada de las pruebas punteras.

Es verdad que algunos corredores comentaban que el tener que cambiar su fecha al mes de diciembre para adaptarse al cambio de fechas de su hermana mayor la Maratón de Castellón no le ha favorecido y en los últimos años está perdiendo protagonismo. Mientras que la prueba reina que tiene lugar un mes después ha subido mucho en los últimos tres años situándose la sexta en la lista de los maratones españoles.

En cualquier caso treinta y tres ediciones es una cifra para estar orgullosos y después de participar en ella puedo afirmar que bien merece el viaje hasta la comarca de la Plana y la Costa del Azahar.











http://www.mediamaratoncastellon.com

Es sorprendente que después de ocho años participando en carreras populares, con más de sesenta pruebas terminadas, habiendo corrido distancias de maratones, medias maratones, 10 kilómetros y hasta ultra maratones de 100 km, en carreras nacionales e internacionales, saliendo a buscar superar mis marcas o simplemente con la intención de acabar la prueba, habiendo fracasado en algunas de ellas y cumplido mis objetivos en la mayoría, siga poniéndome nervioso la noche antes de cada carrera.

Y una vez más aquí en Castellón en donde he venido a correr su media maratón, vuelvo a pasar la noche anterior en vela, dando vueltas en la cama sin poder descansar a gusto. Y eso que ya hace tiempo que solo corro por disfrutar, por supuesto sin ninguna intención especial y solo para poder decir que yo corrí esa carrera.

Aburrido de dar vueltas en la cama me levanto, me ducho y desayuno en la misma habitación un batido, plátanos y unas galletas, nunca tengo ganas de tomar nada antes de las carreras pero tengo que llenar los depósitos, aunque debo reconocer que anoche nos dimos un buen homenaje y no me prive de nada por lo que no pueden estar muy vacíos.

Me dirijo al Parque Ribalta donde está la salida de la carrera dando un agradable paseo andando desde el hotel. Ayer hizo un día soleado y hasta caluroso, pero después de llover esta noche, la mañana ha amanecido nublada y algo más fresca, una climatología perfecta para correr mientras no empiece a llover. Sobre todo cuando el resto de la península este bajo el efecto de la borrasca con lluvias persistentes y con temperaturas bajas y aquí la costa del Azahar se mantiene ajena a la borrasca.

Voy hasta la Pérgola en donde está montado el ropero y se hace entrega de los dorsales, todavía no hay demasiado movimiento y la gente recoge los dorsales y se prepara sin agobios. Yo recogí el dorsal ayer por la tarde, porque durante nuestra visita turística de la ciudad pasamos cerca y aproveche, pero está claro que no es necesario y puede hacerse todo la misma mañana de la prueba. Me cambio y dejo la mochila en el ropero.


Ya en la calle me hago la foto de rigor para mandarla a la familia, yo creo que están un poco aburridos de que les despierte todo los domingos con mis carreras pero ninguno se queja, y hasta recibo ánimos de algunos de ellos. Después de calentar un poco y ya con el parque lleno de corredores me dirijo a la salida y me coloco en mi cajón de salida, dorsal de fondo amarillo por debajo de 1:55, es el penúltimo de los seis cajones establecidos por la Organización, por lo que estoy muy lejos de la línea de salida. Aunque tampoco me preocupa en exceso hay algunos corredores que intentan adelantarse lo más posible pero mi experiencia es que con un número de corredores inferior a los 1000 como es el caso de esta carrera se puede correr sin agobios desde el primer metro.


No tardan demasiado en dar la salida, y recorremos el paseo que cruza el parque animados por el público que sorprendentemente se agolpa en gran número a ambos lados del paseo. Salimos del parque por la Plaza de la Independencia más conocida por la plaza de la  farola, por la que se encuentra en su centro de enormes dimensiones con sus cuatro brazos que soportan las grandes luminarias de cristal.

Ya cogemos las calles de Castellón y los primeros kilómetros en bajada son bastante favorables, según mi reloj el primer kilómetro lo recorro en 5:17 más rápido de lo que debería. Pienso en levantar un poco el pie del acelerador para no reventarme en la primera vuelta y aun así el recorrido es tan amigable que los kilómetros de la primera vuelta los corro entre 5.00 y 5:10, un buen ritmo para mis viejas piernas.


Mientras avanzo por el recorrido voy identificando puntos de interés que me sirvan como referencia durante la segunda vuelta.

El primer encuentro es con el  Campo de futbol de Castalia donde juega el Club Deportivo Castellón ahora en segunda B y a la sombra de su vecino de primera división el Villareal CF, pero que durante los años 90 milito en la primera división y fue el primer equipo de la provincia.

Un kilómetro más adelante esta el gigante Tombatossals que según la leyenda nació del amor entre dos montañas y al que se le atribuye la fundación de Castellón. La estatua de más de 20 metros es la más alta de Europa realizada en acero. Al menos es enorme porque bonita no es, con una cabeza desproporcionada para ese pedazo de cuerpo.

Llegamos al Auditorio y Palacio de congresos de Castellón, nos queda un poco alejado pero se reconoce su gran mole. Me hubiera pasado desapercibido si no fuera porque su estructura la diseño mi hermana.


La muralla liberal, realmente los últimos restos de la muralla que levantaron los liberales castellonenses para proteger la ciudad durante la primera guerra carlista. El gigantesco ficus de la Plaza de María Agustina esa en la que durante años se giró en sentido contrario que en todas las plazas española.

Y llegamos a la calle Enmedio en donde se ha reunido todo el público que anima la carrera formando un pasillo por el que pasamos los corredores, es un momento especial y cada uno de nosotros nos sentimos grandes corredores. Pero la sensación se termina en cuanto abandonamos la calle y desembocamos en la Plaza del Sol, hermana pequeña de la madrileña pero también presidida por el reloj y con la solera de su Casino Antiguo.

Ya estoy llegando a la Plaza de la Paz done deben estar esperando mi familia para animarme. Enseguida les distingo en un lado de la plaza y ellos también me ven a mí pero a mi enana no le da tiempo a prepararse con su cámara y tengo que volver unos metros para que me saque la foto de la primera vuelta. Paro a saludar y me comentan que van a desayunar en el quiosco de la plaza y esperarme ahí a que vuelva a pasar para animarme. Vaya morro que tienen, mientras yo me esfuerzo corriendo ellos se meten un desayuno de campeones hasta con churros, pero como dice mi hijo “a ver pedido muerte”.


A partir de este momento la carrera transcurre por grandes avenidas, sin ningún encanto y muy poco público y son los momentos más duros para todos los corredores. Sobre todo un kilómetro largo de suave pendiente a partir del kilómetro 8, que exige algo más a las piernas. Los dos últimos kilómetros  son otra vez completamente llanos y se corre muy tranquilo.

Terminamos la primera vuelta y ya estamos de vuelta al Parque Ribalta donde se junta algo más de público. Pero esto no ha terminado y dejamos el parque a un lado para comenzar la segunda vuelta de la carrera.

Empieza a llover un poco aunque yo corriendo no lo noto, me doy cuenta porque la gente va con los paraguas abiertos por la calle. Ya conozco el recorrido y se repiten los mismo encuentros y sensaciones pero en esta ocasión subo el ritmo y bajo unos 10 segundos el tiempo por kilómetro.

De nuevo me esperan mis animadores personales en la Plaza de la Paz esta vez ya desayunados y mi enana preparada para sacarme la foto de la segunda vuelta. Una vez que he pasado se encaminan hacia la meta para verme llegar mientras a mí todavía me quedan cuatro kilómetros que recorrer.


Llega de nuevo la cuesta y voy adelantando a mucha gente y recogiendo algún cadáver que no ha medido bien las fuerzas. Cuando les adelanto intento darles ánimos, sobre todo a una chiquilla que va andando mientras su novio la espera unos metros por delante, la jaleamos los dos para que no se pare y aunque con poco ánimo vuelve a trotar, les deseo lo mejor y continuo mi carrera.

Ya termina la cuesta y yo sigo a buen ritmo, he divisado el globo de la 1:45 minutos al fondo y me pica el gen competitivo, sería una pasada volver a bajar de esa marca después de tres años sin conseguirlo. Aun así procuro no cebarme, esta larga recta que en la primera vuelta pensé que iba a disfrutar de lo lindo con la meta tan cerca se me atraganta más de los debido, pero es que estoy forzando mi ritmo por primera vez en toda la carrera.

Gano metros al globo pero no los suficientes como para alcanzarlo antes de que se desvié para entrar el parque. A esta altura me pongo a la par de un corredor que confiesa a su acompañante que va fatal y lo que me sale es comentar que es un buen momento para estar fatal a escasos 300 metros de la meta.

Giro a la derecha para tomar la avenida de meta, ya veo el arco al fondo y voy fijándome para ver a mi familia, pero he debido correr demasiado rápido y no les ha dado tiempo a llegar. Cruzo la línea de meta y mi reloj marca unos maravillosos 1:45:35, impensable cuando arranque esta mañana y mucho menos hace unos meses cuando salía a correr sin ningún objetivo y con muy poquitas ganas.


Sigo mirando a ver si veo a mis acompañantes pero no los localizo y decido ir al avituallamiento y recoger mi mochila para ganar tiempo. Cuando ya salgo de la Pergola les veo apostados al otro lado de las vallas esperando mi llegada. Me cuelo dentro de la zona vallada de llegada y voy trotando como si acabara la carrera hasta donde están ellos. En seguida se dan cuenta de que solo es un simulacro y mi enana no sabe sin hacerme o no la foto de llegada, pero lo celebramos igual con una estupenda foto de final de carrera de grupo.


Castellón de la Plana resulta una ciudad de contrastes, tratándose de una ciudad costera el mar lo tiene a 4 kilómetros y en el Grao conviven su enorme puerto comercial y su refinería con la Playa del Pinar y sus dunas artificiales que continua con el arenal hasta Benicasim. Situada en la Comarca de la Plana si miras al sur veras una gran planicie que se extiende hasta el mar pero si te giras al norte te toparas con las montañas de la sierra y es que en realidad está ubicada sobre un gran delta fluvial.

Me llama la atención que mantiene en su “casco antiguo” un gran número de las típicas casas valencianas de dos alturas con su gran portalón de entrada que da acceso al patio interior y sus fachadas pintadas o decoradas con azulejos. Mientras en otras ciudades levantinas el boom de la construcción de los años 50 tiro abajo estas construcciones para sustituirlas por edificios de pisos, parece que Castellón se mantuvo al margen y transcurridos los años estas casas seguro que están protegidas y no pueden derribarse. La mayoría de ellas se han reconvertido en espacios comerciales pero aun así confieren a la ciudad un encanto provinciano y tradicional.

No podemos hablar de una ciudad monumental, de hecho en las guías de turismo aparecen como gran atractivo el Mercado Central y sus puestos de pescado o dos árboles monumentales  el ficus de la plaza María Agustina y la olivera de la avenida de Rey don Jaime. Pero si es cierto que la Plaza Mayor, el Casino Antiguo o el Edificio de Correos bien merecen una visita. Y el paseo por sus calles nos permite descubrir un buen número de rincones con encanto.

Especial mención tengo que hacer al Museo de Bellas Artes es un edificio moderno y muy llamativo premiado con varios galardones arquitectónicos y los cuadros y piezas de cerámicas que se exponen en sus tres plantas son realmente interesantes. Pero sorprendentemente éramos los únicos visitantes un sábado por la tarde, las luces se iluminaban a nuestro paso y luego se apagaban cuando dejábamos las salas, ni siquiera nos cruzamos con ningún vigilante durante nuestra visita. Resulto de los más triste ver una instalación tan magnifica sin vida, casi a la altura del famoso Aeropuerto de Castellón.