jueves, 9 de agosto de 2018

Celeriter currere per Merida


Domingo 4 de Marzo del 2018

Para definir esta Media Maratón de Mérida me bastan dos palabras “dura” y “monumental”.

Carrera dura, lo que se denomina vulgarmente un rompepiernas, continuas subidas y bajadas a lo largo de los 21 kilómetros, solo hay que ver el perfil para hacerse una idea de que se va a sufrir. Algunas cortas pero explosivas y otras largas pero igualmente empinadas, a destacar por supuesto la cuesta de la Avenida Lusitania realmente exigente y las rampas en el último kilómetro más que por su dureza por el cansancio acumulado.
  
El recorrido se endurece también por los cambios de terreno. Aunque en su mayoría es asfalto nos vamos a encontrar tramos de tierra y exigentes metros de adoquinado sobretodo en el puente romano. Por lo tanto especial cuidado con donde se pisa, para evitar torceduras y caídas.

Pero sobre todo es una carrera monumental, no es que se pase cerca de los monumentos es que se pasa por encima, por debajo y a través de ellos. Se corre por encima del Puente Romano se pasa por debajo de Acueducto de los Milagros o el Arco de Trajano y se atraviesa el Circo Romano o el recinto del Teatro y Anfiteatro Romano.

Por otros se corre pegado a ellos como el Pórtico del Foro, el Templo de Diana o la Alcazaba. Sin olvidarnos de la Basílica de Santa Eulalia o el Convento de Santa Clara que también forman parte del Conjunto Arqueológico de Mérida declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y los más recientes del siglo pasado como el Puente Lusitana o el Museo Nacional de Arte Romano.

Casi se puede afirmar que el recorrido incluye más monumentos que kilómetros, solo es necesario que el corredor tenga buenas piernas para poderlos disfrutar mientras corre.














http://www.mediamaratonmerida.com

Estaba claro que para preparar el Maratón de Roma el lugar adecuado era Mérida. Como capital de la provincia romana de Lusitania con el nombre de Augusta Emerita, mantiene claras pruebas del esplendor de la época, con su anfiteatro, su puente o su acueducto romano. Poder correr al lado, por encima o bajo estas construcciones romanas me va preparando para la salida desde el Coliseo romano.

En esta ocasión además he movilizado a prácticamente toda mi familia política. No por que vayan a correr conmigo, ni siquiera porque tengan un gran interés en acompañarme para animarme, sino porque hábilmente he buscado un lugar a medio camino entre Madrid y Lisboa, para que los portugueses no tengan excusa y además coincide con el cumpleaños de mi mujer y mi cuñado y aprovechamos para celebrarlo todos juntos.

A última hora el plan estuvo a punto de anularse por la previsión meteorológica, porque aunque estamos ya casi en primavera el invierno se resiste a dejarnos y dan un fin de semana de lluvias torrenciales en Extremadura. De hecho el sábado durante el viaje nos cae una manta de agua que casi me obliga a parar en el arcén por falta de visibilidad. Pero la tarde del sábado aguanta sin lluvia y el domingo amanece un día espectacular de sol y calor. Debe tratarse de la suerte del corredor.


La salida de la carrera es a las 11:00 por lo que me ahorro el madrugón. Tranquilamente nos organizamos y dejo a toda la familia desayunando tranquilamente en el hotel, mientras yo me dirijo andando hasta la salida que está al otro lado del río Guadiana. Tengo que atravesar toda Mérida y aprovecho para parar a desayunar en un bar cerca de la plaza de España bajo el ayuntamiento. Aquí es donde será el final de la carrera y ya están montando el arco de llegada.

Cruzo el río por el puente romano para dirigirme a la Avenida de la Libertad donde es la salida. Voy directo al ropero y decido quedarme solo con la camiseta de manga larga, me quito la térmica está claro que va a hacer calor y de hecho en algún momento de la carrera me sobrara hasta la manga larga. Es el momento de hacerse la foto de rigor antes de la salida, se lo pido a un matrimonio de corredores. Entablamos conversación vienen desde Sevilla y ya corrieron esta media el año pasado, en esta edición solo la correrá ella, él está lesionado pero no ha dudado en acompañarla. Me avisan que comparada con los recorridos sevillanos esta carrera es dura, tienen mucha subida y bajada. Me apuntan que tenga cuidado con la cuesta del kilómetro 13,5 al 14, corta pero muy empinada, por supuesto la larga y dura cuesta del 17,5 al 19 y también con el último kilómetro y su rampón sorpresa. Todos consejos muy sabios como podré comprobar y sufrir más tarde.


Me despido de la pareja deseándoles suerte y caliento un poco por el parque pegado al río. La verdad es que las vistas sobre el Guadiana con la ciudad al fondo son privilegiadas y se entiende porque los romanos se establecieron en un lugar tan estratégico.

Llega el momento y me dirijo a la salida, pongo en funcionamiento el reloj para que busque el satélite, pero comienza la cuenta atrás y sigue sin encontrarlo. Tengo que ponerme a correr y cruzar la salida sin poder arrancar el crono, maldito reloj esto me pasa por comprar el de ofertilla.

Nos desviamos a la izquierda y cruzamos el río por el Puente de Lusitania, es la primera de las cinco veces que cruzaremos por encima del río y por sus tres puentes. El Puente de Lusitania (1991 - 480 m) diseñado por Calatrava es el más moderno y el más corto, por supuesto el Puente Romano (Siglo I a. C – 792 m) el más antiguo pero también el más largo y el Puente Fernandez Casado ( 592,5 m puente realizado tras la posguerra) hecho en su mayoría de hormigón por la escasez del acero en la época, es el que tienen menor encanto pero el más útil de los tres ya que es el que distribuye el mayor tráfico de la ciudad.

Por fin mi reloj encuentra el dichoso satélite que debía haberse escondido y lo pongo en marcha. Pregunto a un corredor que llevo al lado que cuanto marca su crono, me mira con cara de sorpresa y le tengo que explicar que el dichoso artefacto le ha dado por no hacerme caso, se sonríe y me comenta que a el también le ha pasado en alguna ocasión. Tres minutos y medio de desfase, bueno al menos me sirve de referencia.

Corremos por el Paseo Roma en la vereda del río hasta la estatua de la Loba Capitolina, famosa por amamantar a Rómulo y Remo fundadores de Roma,  para volver a cruzar el río en esta ocasión por el Puente Romano. En este punto es donde se reúne el mayor número de espectadores y además es el primer encuentro con los legionarios romanos que nos animaran en puntos estratégicos del recorrido y que le dan ambiente a la carrera.


El paso por el puente romano y su empedrado es complicado para los corredores y buscamos la calzada más plana para evitar torceduras. Hay mucho público también a lo largo del puente que nos anima, pero en cuanto cruzamos el puente volvemos a correr solos por el otro lado del río. Tenemos que hacer una raqueta para coger el puente Fernandez Casado y cruzar otra vez el río, en este puente el asfalto es perfecto y menos el repecho de subida para tomarlo corremos rápido.

Ahora llega la primera cuesta del recorrido, pero estamos frescos y se hace cómoda y en grupo. El final de la subida nos lleva hasta el siguiente monumento de la carrera, el Circo Romano. Como auténticos aurigas cruzamos por en medio del circo aunque en esta ocasión corriendo sobre nuestras zapatillas de marca  y no montados en carro. Tenemos que evitar la arena embarrada por las lluvias de ayer y corremos por la espina central, en donde solo queda la cimentación ya que todos los monolitos que lo decoraron en sus tiempos de esplendor han desaparecido. Son 250 m de disfrute, es un gran subidón aunque nos falta el público que anime nuestra hazaña y es que durante nuestro paso está cerrado a las visitas para evitar problemas.

Corremos bordeando la ciudad para dirigirnos a nuestro siguiente punto turístico romano, el Acueducto de los Milagros, que suministraba el agua a la ciudad y del que todavía quedan unas espectaculares arcadas. Pasamos por debajo de ellas corriendo por el parque que se ha creado a su sombra. Ya es el kilómetro 9 y voy con muy buen ritmo, pero el esfuerzo empieza a notarse y decido tomármelo con más calma, sobre todo después de que mi resucitado reloj me marque un kilómetro a un ritmo por debajo de 5 minutos, demasiado rápido ya que me queda lo más duro del recorrido.


Este tramo coincide con la parte menos atractiva del recorrido, desde el 9 hasta el 13 es una zona de edificios residenciales y grandes avenidas con rotondas, muy poco romano y con el único encanto de las zonas de parques que vamos dejando a nuestro paso. Pero es verdad que es la zona más llana del recorrido que hasta ahora ha sido un continuo sube y baja. Aprovecho para regular y tomar agua y un gel, preparándome para el final del recorrido y sus cuestas.

Cruzamos de nuevo por el Puente Lusitana y atacamos la primera de las tres cuestas que tengo que superar antes de finalizar. Como ya me habían advertido es bastante empinada, hay que apretar los dientes y reducir la zancada. Voy subiendo tranquilamente tomando como referencia la gasolinera al fondo que marca el final de la cuesta. Se me hace dura pero no bajo demasiado el ritmo y la supero sin problemas, ahora toca la bajada hacia el río que es mucho más llevadera.

Cruzamos el río por quinta y última ocasión. Nos metemos en la ciudad y dejamos a la izquierda la Plaza de España donde está la meta y donde hay mucha animación pues ya están llegando los primeros corredores mientras a nosotros nos quedan todavía 5 kilómetros. Voy ya sufriendo pero no pienso en acortar el recorrido, la verdad es que lo estoy disfrutando.

Rodeamos la Alcazaba, la fortificación árabe más antigua de la península ibérica y es que en Mérida todo es muy viejo, hasta la Plaza de Santo Domingo. Al cruzar la plaza, oigo gritar mi nombre y me giro. Es mi suegro con mi mujer que están sentados en una terraza disfrutando del día, están lejos y ni me acerco solo me despido de ellos con la mano. Al menos mi sobrino que les acompaña está más cerca y me hace unas fotos para el recuerdo.


Ahora queda la Avenida Lusitania y la Calle Octavio Augusta, de nombres muy romano es una cuesta de más de un kilómetro que se hace interminable. Yo he llegado con las fuerzas justitas pero sé que es el último esfuerzo. Aguanto el ritmo y voy subiendo manteniendo mi posición e incluso adelantando a alguno a quien la cuesta se le atraganta. Pero en el tramo final me pasan dos corredores con una frescura insultante, y eso siempre te hunde la moral, bajo la cabeza y aguanto como puedo.

Por fin llego al complejo del teatro y el anfiteatro, un tramo de la carrera que transcurre por el interior del recinto y nos permite disfrutar de las vistas de la trasera del teatro y las arenas del anfiteatro. Es una pena porque en las primeras ediciones se atravesaba el anfiteatro corriendo, accediendo por la puerta de las fieras y saliendo por la de los gladiadores. Pero en las últimas ediciones somos demasiados y lo han prohibido con buen criterio.

Ahora toca disfrutar de la bajada de nuevo hacia el centro de Mérida y aprovecho para acelerar e intentar recuperar algo de tiempo. Me vuelvo a cruzar con las legiones romanas perfectamente formado en el frente del espectacular Templo de Diana. En esta zona hay mucha gente animando y eso se agradece además entramos en el último kilómetro miro el reloj y puedo bajar de mi objetivo de la 1:50.


Termina la bajada y atravesamos la Plaza de España, ya se puede ver la meta al otro lado de la plaza pero todavía me queda recorrer los metros finales por el centro de la ciudad. Mis compis de la salida me avisaron de que guardara fuerzas para la cuesta final y voy sobre aviso. Comienza la cuesta y no parece tan dura, pero gira a la derecha para tomar la calle Holguín y hay empieza la verdadera cuesta, calle estrecha y empinada que agota mis ultimas fuerzas. Aprieto los dientes y mantengo el ritmo, se suponen que son escasamente 100 metros pero se hacen eternos. Por fin termina la cuesta y pasamos corriendo bajo el Arco de Trajano, ya solo queda un giro a la derecha y otro a la izquierda para entrar triunfador en la línea de meta como las legiones en Roma.

Oigo gritar mi nombre son mi sobrino y mi cuñado que están entre el público esperándome, les saludo con la mano y recompongo la figura para cruzar la meta como un campeón. El  reloj de la meta marca 1:50:04 y el de mi muñeca 1:45:45, está claro que el tiempo neto es inferior a la 1:50 y es toda una inyección de moral después del esfuerzo de los entrenamientos de las últimas semanas.

Me encuentro a mi hijo que me está esperando tras la línea de llegada, me felicita por mi tiempo y me pregunta como estoy, intento contestarle pero estoy tan sofocado que se me corta la voz necesito coger más aire. Es una sensación extraña que no me había pasado antes quizás esté pagando el esfuerzo final. Me lo tomo con calma y respiro tranquilo hasta recuperarme del todo, tardo unos minutos pero ya estoy a tope otra vez.

Celebro con mi hijo la carrera e intentamos salir del caos en que se ha convertido la meta, poco espacio, mucha gente y vallas por todos lados que impiden el paso. Después de un par de intentos y varias vueltas conseguimos salir de la plaza y tomar hacia el puente romano camino del polideportivo que está al otro lado del río para ducharme.

Cruzamos el río una vez más pero en esta ocasión andando, hay una pequeña caminata hasta el polideportivo y al final se me hace largo. Tengo ganas de una buena ducha, pero sorprendentemente solo sale agua ardiendo no hay forma de regular y más que ducharme lo que hago es escaldarme. Entrando y saliendo del chorro consigo enjabonarme y aclararme pero aunque me he quitado el sudor no se puede hablar de una ducha tonificante.

Ya vestido de persona deshacemos el camino y volvemos a cruzar el río, la verdad es que ya estoy un poquito harto de tanto puente romano. Nos vamos al restaurante donde nos espera el resto de la familia para celebrar los cumpleaños. Ya están todos sentados cuando llegamos, pero nos han reservado una silla y disfruto de una cerveza bien fría y de un chuletón espectacular para celebrar una gran mañana de carrera.


Tiempo oficial de carrera 1:49:26, lejos de mis mejores marcas pero más rápido que las medias maratones del último año en donde siempre había superado los 50 minutos. Buenas sensaciones para el maratón de Roma e intentar bajar de las 4 horas.

El fin de semana perfecto, la ciudad preciosa, la carrera espectacular, pero sobretodo la compañía un lujazo. Gracias familia por acompañarme en mis locuras y seguro que no será la última vez que os arrastre, ya estoy pensando que Salamanca cumple con todos las premisas para ser la elegida el año que viene para celebrar el cumpleaños de mi mujer mientras yo corro.

Curiosamente desde este año existe oficialmente un Circuito de Carreras “Ciudades Patrimonio de la Humanidad”, que reúne a las 15 ciudades españolas inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO:  Alcalá de Henares, Ávila, Baeza, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza/Eivissa, Mérida, Salamanca, San Cristóbal de la Laguna, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona,  Toledo y Úbeda. Y es que estos del “running” ya no saben que inventar, aunque pensándolo bien en realidad yo ya he corrido en cinco de ellas.