Vitoria es una ciudad con mucho
encanto, con su pequeño casco medieval elevado sobre el resto de la ciudad y
coronado por la catedral en obras desde hace más de 20 años. Una zona peatonal
alrededor de la famosa Plaza de la Virgen Blanca y todo ello rodeado por una
ciudad moderna y ecológica en donde se han cuidado especialmente las zonas
verdes.
Pero para la desgracia del
corredor el recorrido del maratón no hace honor a la ciudad. Excepto la salida por
su proximidad al Museo de Arte Moderno - Atrium, la meta por la calle Eduardo
Dato para acabar en la Plaza de España y los tramos que discurren por la
Avenida Gasteiz y el que bordea el Parque de la Florida el resto del recorrido
nos enseña una ciudad sin ningún interés y bastante triste.
La mayoría del recorrido
transcurre por el extrarradio de la ciudad ya sea por los barrios residenciales
de Ariznavarra y Zabalgana o por la zona de polígonos del barrio de Salburua. Muchos
kilómetros corremos por la Calle Madrid o Maite Zuñiga que marcan el perímetro exterior
de lo que se puede considerar la ciudad de Vitoria.
Todos comprendemos que es difícil
buscar un recorrido de 42 kilómetros por el centro de la ciudad, pero al menos
permitirnos correr por la Plaza de la Virgen Blanca o darle una vuelta completa
a la ciudad antigua por las calles peatonales sería un mínimo. Correr por el
casco viejo con tanta cuesta parece demasiado duro a no ser que nos permitieran
subir en las escaleras mecánicas. A lo mejor un recorrido con varias vueltas a
un circuito podría ser una buena solución para disfrutar más de la ciudad.
El circuito además de producir un
poco de desánimo en el corredor tiene el inconveniente añadido de que lo
alejamos del público que es prácticamente inexistente en la mayoría del
recorrido. Es cierto que en la carrera de 10 km y Medio Maratón se suprimen
muchos kilómetros fuera de la ciudad pero es que se supone que la prueba
estrella es el maratón. Aunque los números de participantes en esta edición no
digan lo mismo 905 inscritos en la prueba de Maratón, 1603 en la Media y 1050
en los 10K.
La Organización impecable, bien
la recogida de dorsales, buenos avituallamientos y bolsa del corredor,
correctamente marcado el recorrido con puntos de animación que siempre se
agradecen y muy buena idea el entrenamiento matinal del sábado con Martin Fiz
un lujazo. Pero como siempre suele ocurrir lo mejor los voluntarios siempre con
una palabra amable aunque les toque situarse en las zonas más alejadas del
recorrido.
Como curiosidad la prueba de
patinadores que se realiza por la tarde en el mismo recorrido que el Maratón
matutino (aunque este año han tenido que cambiarlo por problemas de seguridad).
Solo comentar que son capaces de terminar el recorrido en una hora y 20 minutos
menos que los corredores, a una velocidad media de 44 km/h.
www.maratonmartinfiz.com/
Los corredores populares
deberíamos aprender que hay carreras que no se deberían correr, pero las ganas
siempre superan las malas sensaciones del cuerpo y la cabeza te hace ponerte en
la línea de salida. Este ha sido mi caso en el maratón de Vitoria. Desde hace
unos días no me encuentro muy bien del estómago, no es nada grave pero si lo
suficiente para que el cuerpo no se sienta cómodo. La semana anterior a
cualquier gran carrera siempre es rara, los nervios afectan al cuerpo, aunque
llegada la hora de la verdad el cuerpo siempre me ha respondido mejor de lo que
esperaba por eso no le he dado mayor importancia.
Aunque también ha habido otras
señales durante los entrenamientos que no puedo desoír. Las últimas tiradas
largas por encima de los 30 kilómetros no han ido bien, he acabado con
dificultad y los últimos kilómetros se me han hecho eternos con una bajada de
ritmo alarmante. No son buenas noticias sobre todo cuando el maratón son 42 y
debería llegar fresco a los 30 si quiero tener garantías de llegar a meta.
Además durante toda los meses de preparación los ritmos han sido lentos por
encima de los 5:30 min/km y en muchas ocasiones más cerca de los 6:00 min/km.
Por todo eso el día antes de la
carrera y ya en Vitoria con el dorsal recogido, me empiezan las dudas No me
siento con ganas de sufrir durante las 4 horas y 15 minutos que se me presentan
para mañana y encuentro una salida
honrosa. Aprovechando que el recorrido coinciden para las tres pruebas 10K, Media
y Maratón y que además salen las tres al mismo tiempo, me planteo la
posibilidad de correr únicamente la distancia intermedia y olvidar la osadía de
la distancia reina. Parece una decisión de cobardes pero es que con la edad me
he vuelto más “prudente”.
Mañana de carrera, me despierto
temprano y sigo el ceremonial de las grandes ocasiones aunque en esta ocasión
el buffet del hotel está abierto y puedo hacer un desayuno más completo. Ya en
el comedor hay un gran ambiente de corredores ya uniformados para la ocasión.
La temperatura es alta para ser Vitoria y la época del año en que estamos.
Decido que como salgo con tiempo
voy a ir andando hasta la salida aunque este al otro lado de la ciudad. Pero
Vitoria es pequeña y son un par de kilómetros andando perfectos para calentar y
despejar las ideas. No sé dónde es exactamente la salida pero basta con seguir
a los demás corredores que me guían pasando por la meta donde espero llegar en
un rato.
Ya estoy en la salida cerca del
ARTIUM, el museo de Arte Moderno, un edificio curioso. Caliento en la explanada
que hay delante, en donde ya se han juntado un montón de corredores. Mis
sensaciones no han mejorado mucho, pero mi cabeza empieza a darle vueltas a la
peregrina idea de correr el maratón completo. He venido hasta aquí, he
entrenado durante meses no puedo dejar pasar la oportunidad de volver a superar
los 42 eternos kilómetros. Me auto convenzo de que puedo hacerlo, que estoy
preparado.
Me coloca en la línea de salida
con la decisión tomada de enfrentarme a las 4 horas largas de prueba que me
esperan. Pero en esta ocasión voy a probar un nuevo método de carrera, nada de
mirar el reloj, ritmos muy lentos y parar un poco en cada avituallamiento. Con
esto espero poder superar la barrera de los 30 km con fuerzas suficientes para llegar
a la meta corriendo.
Salida y haya vamos, al coincidir
las tres distancias es difícil saber cuál es el ritmo bueno, cada uno corre
según los kilómetros que le queden por delante. En la salida esta como todos
los años Martin Fiz, oriundo de Vitoria y que da su nombre a esta prueba. Ya
puedo decir que he corrido con un campeón del mundo de maratón aunque sea en la
distancia, realmente solo corro junto a él cuándo nos cruzamos, él por el
kilómetro 5 y yo todavía en el 3.
Esos primeros kilómetros no es
que sean muy animados, corremos por las afueras de la ciudad y con muy poco público,
aunque los animadores que la Organización han dispuesto cada 5 km intentan
subirnos el ánimo. Al menos vemos de lejos el Huesa Arena, donde juega el TAU
de baloncesto, un edificio guapísimo. Que me recuerda aquella remontada del
Real Madrid en la temporada 2004-05 en los dos últimos minutos con el famoso
tripe de Alberto Herreros para ganar la liga, que gustazo.
Volvemos hacia la ciudad, aunque
el recorrido nunca entra en el casco viejo y se agradece por que las cuestas en
esa zona son infernales, aunque al menos deberían hacerlo pasar por la plaza de
la Virgen Blanca. Se quedan los corredores de los 10 km ya en la meta mientras
los demás seguimos nuestra andadura. Ya hace bastante calor, he decido cargar
con una botella de agua desde el primer avituallamiento para poder hidratarme
cuando lo necesite. Las sensaciones no son malas pero no tengo que mirar el
reloj para saber que el ritmo es lento muy lejos de los de otros maratones,
pero el objetivo en esta ocasión es solo llegar.
Ahora cruzamos al otro lado de la
ciudad y nos dirigimos hacia la zona más moderna por la Avenida Gasteiz en
dirección a la Plaza de la Constitución. En esta avenida esta mi hotel y allí
he quedado con mi familia para que me animen. Ya voy con la idea clara de
continuar hasta el final por lo que la familia va a tener tiempo de irme a
esperar a la meta.
A esta altura me junto con un
grupo de tres chicas, Gema, Flavia y Beatriz, tres madrileñas como yo, pero a
las que no conozco de nada, solo se sus nombre por que los lleva escritos bien
claros en sus camisetas.
Cruzo delante del hotel por el
lado contrario de la avenida y saludo a mi familia que está en el lugar
acordado. Corro hasta el final de la avenida y doy la vuelta, ahora sí que me
paro a saludarles tranquilamente. Les comento que voy a seguir hasta el
final, mi mujer pone cara de
preocupación como era de esperar y mi hijo me comenta que ya lo sabía, que con
lo cabezota que soy estaba claro que al final no iba a rendirme. Ya estamos en
el kilómetro 13 y las sensaciones siguen siendo buenas, llegamos hasta el final
de la avenida y ahora giramos a la derecha para volvernos a salir de la ciudad
pero por el lado contrario.
Llego al kilómetro 15 en donde se
separan los corredores de la Media, es mi última oportunidad de recortar la
carrera, pero la decisión ya estaba tomada desde que salí esta mañana. Me
despido de los que ya se dirigen hacia la meta y me adentro en una zona
residencial, bastante aburrida, la animación es nula excepto algunos que animan
desde los balcones, además es una zona muy revirada con bastante subidas y
bajadas, es decir un infierno. Empiezo a darle demasiadas vueltas a la cabeza y
para evitarlo me junto a un grupo de tres corredores que van de conversación. Aunque
parezca mentira la compañía me dura poco pues mi ritmo de tortuga es superior
al suyo y los voy dejando atrás.
Por fin salimos de esta zona y
corremos de nuevo hacia el centro, me animo algo cuando cruzamos por la Parque
de la Florida, donde anoche estuvimos viendo actuar a un grupo de Jazz y por
fin hay algo de público que nos anima cuando pasamos. Pero dura poco y volvemos
a salirnos de la ciudad camino del extrarradio al barrio de Mendizorrotza donde
está el estadio del Alavés.
Llegamos a la calle Maite Zuñiga,
una avenida ajardinada que tenemos que recorrer en ambos sentidos. En esta zona
entablo conversación con otro corredor y ajustamos nuestros ritmos para correr
juntos mientras charlamos. Es de San Sebastián, pero ha venido a estrenarse en
el maratón en Vitoria, me extraña porque en su ciudad tienen el mejor maratón
que he corrido hasta la fecha. Me comenta que el año pasado preparo Barcelona
pero se lesiono las semanas previas y tuvo que desistir. Le cuento los 7
maratones que llevo a mis espaldas, confesándole que cada vez me cuesta más
prepararlos y que este es el que estoy corrido más lento con diferencia. Es
sorprendente como se entabla amistades pasajeras en los maratones, gente con la
que sufres unos minutos y no volverás a ver en tu vida.
Me paro en el avituallamiento a
rellenar mi botella que me acompaña desde los primeros kilómetros y mi
compañero me espera. Al pasar el medio maratón me empiezo a dar cuenta que este
no es mi ritmo y que lo voy a pagar más adelante. Soy honesto y le digo que voy
a bajar el ritmo, que el continúe, nos despedimos y le deseo suerte y que
disfrute de los kilómetros que quedan.
Mi compañero de los últimos
kilómetros se aleja pero unos metros por delante veo al grupo de las tres
madrileñas a las que se les han juntado dos acompañantes sin dorsal que supongo
que actúan como liebres. Se me habían escapado cuando me pare a saludar a la
familia y me ha costado más de 10 kilómetros recuperar la distancia. Me marco
el objetivo de alcanzarlas para no correr solo y en un par de kilómetros me
junto a ellas.
Empiezo a sentirme muy cansado y
es que me estoy acercando a la barrera de los 30 kilómetros y el cuerpo empieza
a flojear, las sensaciones son malas y mis pensamientos todos negativos, creo
que me he chocado con el muro sin darme cuenta. En el avituallamiento de los 30
me paro un rato y abandono el grupillo al que me había juntado. Me cuesta
arrancar y lo hago andando intentando recuperar sensaciones.
Me quedan más de 10 kilómetros y
esto no son los 100 km de Ronda donde decidir andar desde el kilómetro 60 y llegue a meta dentro
del tiempo de corte. En esta ocasión estoy participando en un maratón, aquí hay
que correr y a eso he venido. Arranco a trotar y me planteo pequeños objetivos,
inicialmente correr un kilómetro sin pararme. No sin esfuerzo logro el objetivo
ando unos metros y vuelvo a arrancar, ahora hacer un kilómetro y medio sin
pararme. Con esta táctica voy avanzando y a pesar de la gran decepción por no
poder mantenerme corriendo hasta el final de la carrera, ya sé que puedo
terminar aunque sea en un tiempo de vergüenza.
En este tramo como era de esperar
me adelantan más corredores de los que consigo pasar y alguno de los que supero
es por problemas físicos. Me paro con uno que está echando hasta la primera
papilla, le pregunto cómo va y si quiere agua, a pesar del malestar el chaval
mantiene la calma y me contesta que va bien que continúe que el piensa llegar
como pueda a la meta. Es impresionante esto del maratón como cada uno se adapta
y supera los límites a su modo, que merito tienen todos los corredores del
primero al último y hasta los que no cruzan la meta pero lo intentan.
Ya estoy en el kilómetro 40, es
el último avituallamiento y aunque he llegado casi andando la gente me sigue
animando, me dicen que voy bien que lo voy a conseguir, que lo importante es
llegar. Yo les dedico mi mejor sonrisa y les doy las gracias, la verdad es que
todos los ánimos me ayudan a continuar. Me paro y como algo de fruta intentando
recuperar fuerzas, pero a estas alturas eso es imposible y al final me detengo
más tiempo del que debería y me cuesta mucho volver a arrancar.
Ya somos pocos los corredores que
seguimos en carrera por eso aprovecho que pasa una corredora para juntarme a
ella y volver a correr. Ya en movimiento lo primero que nos encontramos es una
cuesta importante, me quejo de que no estaba marcada en el perfil de la prueba se
suponía que las cuestas eran del 35 al 40, pero que a partir de ahora era todo
cuesta abajo hasta la meta. Tengo ganas de pararme y subir andando pero en ese
momento es cuando mi acompañante me anima. Ella se estrena en la distancia de
maratón pero es capaz de mantener la calma y me dice no me pare que siga
corriendo que ya queda poco.
El orgullo me ayuda a buscar
fuerzas para seguir corriendo y cambio la actitud. Vuelvo a pensar en positivo
y decido que llegare hasta meta sin pararme, son “sólo” 2 kilómetros y sé que
puedo hacerlo. Está claro que durante una carrera tan larga se pasa de la
desesperación a la euforia, pasando por el sufrimiento y el disfrute.
La cuesta por fin acaba y ahora
ya es llano se puede correr y no pienso nada más que en continuar. Sin querer
voy dejando atrás a mi última compañera de la que me despido y ambos nos
deseamos suerte para terminar. Ya volvemos a estar cerca del centro y por fin
veo el giro para tomar la calle Eduardo Dato, ya solo me quedan los últimos 400
metros del maratón. Por fin ha llegado el momento de disfrutar, me deshago de
la botella que me ha acompañado en mi odisea y disfruto del momento.
Voy atento a ver a mi familia,
tienen que estar esperándome, pero no los encuentro, debo reconocer que en esta
ocasión me llevo una gran desilusión era la ocasión perfecta para compartir con
ellos la llegada, ya que prácticamente recorro los últimos metros solo por la
calle y hasta mi enana podría animarse a correrlos conmigo, tendrá que ser en
otra ocasión.
Cruzo la meta y termino mi octavo
maratón. Es el momento de mirar el reloj que he olvidado conscientemente
durante todo el recorrido, marca 4 horas y 30 minutos, un hora más que mi
tiempo en la última maratón en Málaga. Es una marca mala, algunos dirían que
eso no es correr un maratón y en parte debo darles la razón porque en esta
ocasión no he corrido un maratón solo lo he terminado. Recibo la medalla que
mola mucho y a pesar de todo estoy feliz de haber corrido y terminado el
Maratón de Vitoria. Es una experiencia a recordar y contar pero sin decir la
marca para evitar la mofa.
Busco a mi familia pero está
claro que no están, se han debido aburrir de esperarme y se han ido al hotel. Les
entiendo porque he tardo mucho más de lo que estaba previsto, seguro que han
pensado que ya había terminado y no me habían visto. Me siento en la Plaza de
España a descansar, donde ya están preparando los patinadores que van a
participar en el maratón sobre ruedas.
Una vez recuperado me voy andando
despacio hacia el hotel disfrutando de la mañana soleada y de la ciudad. Mis
piernas me empiezan a responder y es que el esfuerzo acumulado ha sido más
prolongado pero menos intenso que en otras ocasiones. Llego al hotel y allí está
mi familia, empezaban a preocuparse por mi tardanza, se sorprenden de que haya tardado
tanto. Estoy agotado y decido quedarme en la habitación descansando mientras
ellos tres se van a comer algo.
Cuando vuelven ya estoy más
recuperado y es el momento de disfrutar del logro conseguido paseando por el
casco antiguo siguiendo la ruta de los murales, mi enana actúa de guía y
pasamos una tarde estupenda.
Me levanto al día siguiente totalmente
recuperado y sin ningún dolor, alguna ventaja tenía que tener el correr lento.
La mañana la utilizamos para visitar la catedral, una visita muy recomendable
porque como todavía está en obras incluye el paseo por los cimientos y el
triforio que normalmente no son accesibles. Mi mujer se queda en la Plaza de la
Virgen Blanca en una terraza disfrutando
del día, no se atreve a visitar una catedral en obras. Para terminar el fin de
semana nos damos un buen homenaje en un restaurante que me habían recomendado y
es que ya he recuperado mi estómago y vuelvo a tener hambre.
Está claro que deportivamente ha
sido mi peor maratón con diferencia, pero no es algo que me quite el sueño.
Hace ya mucho tiempo que corro por diversión y sin ningún afán por superar mis
marcas. Es cierto que debería tomarme la preparación un poco más en serio sino
quiero sufrir tanto y acabar en un tiempo razonable, pero creo que eso no va a
ser posible y seguiré corriendo por ganas y corazón más que por fuerzas y
piernas.
Vitoria – Gasteiz como destino de
fin de semana muy recomendable tanto por sus monumentos y tradición, como por
el ambiente de sus calles, pero sobre todo por su gastronomía. En cuanto a la carrera
recomiendo apuntarse a la distancia de Medio Maratón, disfrutas igual de todo
el ambiente y te ahorras el tedio de los kilómetros intermedios quedándote solo
con los buenos. Hay en España circuitos más atrayentes para la distancia de
maratón.
P.D. Ha sido una buena cosecha primaveral de medallas y todas muy chulas.
P.D. Ha sido una buena cosecha primaveral de medallas y todas muy chulas.