Su recorrido es espectacular, la mayoría de
los kilómetros transcurren pegados al mar y disfrutando de las Islas Cíes como
fondo de pantalla de nuestra carrera. El comienzo en la Playa de Samil ya nos
prepara para disfrutar del entorno y su final en el paseo marítimo de Bayona y
su magnífico Parador es el broche perfecto.
Desde que nació ha ido aumentado en
participación y ahora en su 13 edición se ha convertido en una carrera muy
popular en toda España y también en Portugal. Está acompañada de mucha animación
durante toda el recorrido pero sobre todo en la salida y en los últimos
kilómetros de llegada, desde Playa América hasta la meta.
Cuidado con la altimetría, todos esperamos
una carrera bastante llana por ir pegada al mar pero la realidad es que hasta
el kilómetro 6 es una subida dura y continua y luego nos encontraremos con
varios repechos, que sin duda nos romperán el ritmo.
www.vig-bay.com
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Después de un sábado en donde había caído toda el agua del mundo en Vigo, amanece el domingo de la carrera con un día sin una nube y un sol esplendido. Parece que todas las meigas gallegas se han puesto de acuerdo para ofrecernos el día perfecto para correr. Incluso el poco viento que hace es norte y por tanto nos empujara hacia la meta en Bayona.
Las condiciones son las óptimas, pero no mis
sensaciones. La carrera era la excusa para ver a unos amigos que viven en Vigo
y por supuesto lo hemos celebrado y me he excedido en la comida y también en la
cena, cosa por otra parte disculpable en Galicia. Pero además la barriga llena
me ha hecho dormir mal, a tirones y no he descansado nada.
En cualquier caso me levanto animado por el
tiempo y bajo al buffet del hotel donde aun sin ganas me obligo a tomar algo
para poder aguantar la carrera. Abandono a mi familia ya organizada para atacar
el buffet, sobre todo a mi hijo que parece que no le hayamos dado de comer
nunca y se devora como si fuera su último desayuno. Han prometido que me irán a
animar a mitad de recorrido como en otras ocasiones.
Voy andando hasta la parada de taxi próxima,
donde he quedado con un compañero vigués que va a hacerme de cicerone en esta
carrera. Tomamos un taxi y nos dirigimos a la playa de Samil donde comienza la
carrera. La mitad de las calles de Vigo están cortadas y tenemos que rectificar
el camino un par de veces.
Nos bajamos al principio de la avenida que ya
está cortada por la carrera. Vamos andando disfrutando del ambientazo hasta la “Casa
de las Palabras”, precioso nombre para el museo de la comunicación, donde está
el guardarropa. Es el momento de decidir la indumentaria y no tengo ninguna
duda, lo mínimo indispensable, parece que se haya acabado el invierno y sobra
la térmica, los guantes, el buff, de hecho tengo que quedarme con la camiseta
de manga larga porque no he traído otra pero creo que me va a sobrar.
Reclutamos a un tercer corredor gallego, que
se ha animado a última hora al ver la mañana que ha amanecido aunque está algo
renqueante de una lesión. En esta ocasión no vamos a formar grupete, cada uno
irá a su ritmo. Yo lo tengo claro mi intención es bajar de la 1:35, eso me
obliga a correr a un ritmo por debajo de los 4:30 min/km. Comparado con los
ritmos que comenta el speaker que han realizado los ganadores de las últimas ediciones
resulta ridículo, pero os puedo garantizar que en mi caso es un ritmo exigente.
Comenzamos a calentar, trotando por la ancha
avenida de Samil disfrutando de las vistas de la playa y el mar. Pero las
sensaciones de mis piernas no acompañan, las noto muy cargadas y hasta me
duelen y todavía no he empezado a correr. Se avisa que nos vayamos colocando
tras la línea de salida. A destacar la perfecta organización de los cajones de
salida, marcados perfectamente y con distintos colores en los dorsales, además sorprendentemente
son respetados por los corredores, ni siquiera se forma tumulto y eso que somos
un respetable número de 4800 corredores.
Salida y a correr, me despido de mis compis
con los que me cito en la meta. No estoy dispuesto a que las malas sensaciones me
impidan intentar mi objetivo y salgo rápido. La anchura de la avenida permite
correr bastante fluido a pesar de que como siempre hay corredores que han
equivocado su posición.
La carrera se hace rápida bordeando la playa
de Samil, pero al abandonarla para dirigirnos hacia Canido, nos encontramos con
el primer repecho, lo vemos venir desde lejos pero eso no reduce su dureza. El
pelotón se ralentiza, yo intento mantener mi ritmo mientras mucha gente busca
un ritmo más cómodo.
Vamos pegados al mar, algo elevados sobre la
playa y con las Islas Cíes al fondo, no se puede pedir mejor entorno. A la
derecha dejamos la Isla de Toralla comunicada por un puente con la costa, es
famosa por el controvertido edificio de pisos que se construyo en ella y que
muchos vigueses consideran un atentado al buen gusto. A mi me hace particular
ilusión porque en uno de sus pisos se produce el asesinato de la novela
policiaca “Ojos de agua” de Domingo Villar. Escritor que os recomiendo a todos,
sobretodo su segunda novela “La playa de los ahogados” que le dio fama.
Cuando parece que la cuesta se relaja,
giramos a la izquierda y comienza de verdad la subida. Son seis kilómetros
duros que empiezan a notarse en las piernas. Controlo el tiempo de paso por
kilómetro y compruebo que llevo minuto y medio de retraso. Sigo avanzando y a
pesar de que no bajo el ritmo no consigo que en los siguientes kilómetros se
reduzca el retraso. Además mis sensaciones no son buenas, asumo que hoy no va a
ser el día y me concentro en no desfondarme y mantener la dignidad.
Avituallamiento y esponjas en el km 6 y por
fin termina la subida, se supone que de aquí a la meta es bajada. Eso me anima
algo pero estoy pasando mucho calor, el cuerpo estaba acostumbrado a los
últimos fríos de Madrid y reacciona mal a la humedad y la subida de
temperatura. Utilizo las esponjas para intentar refrescarme y casi agradezco
cuando entra alguna ráfaga de viento.
Ahora la carrera transcurre alejada del mar,
entre casas y chalets. Cada vez que vuelvo a Galicia me sigue sorprendiendo
como las casas ocupan todo lo que abarca la vista, nunca se donde acaba un
pueblo y comienza otro, además tanta casa convierte las calles en “corredoiras”
estrechas y entre muros, que diferente a Castilla.
En el km 10 aprovecho el agua para tomar el
gel que llevo y recupero alguna de mis sensaciones, puedo mantener el ritmo
alegre pero sufriendo. Ya me he juntado con un grupo de “conocidos” y nos vamos
cambiando las posiciones, sobretodo una chiquilla a la que adelanto en las
subidas y me pasa en las bajadas, lleva muy buen ritmo y es una buena rueda a
seguir.
Enfilamos la bajada hacia Playa América, por
esta zona se supone que debe estar mi equipo de animación. Con ese sexto
sentido que te da el correr, veo un restaurante a la derecha y me imagino que
hay me estarán esperando. Acierto de lleno y como siempre los veo antes de que
ellos se den cuenta, les pego un grito para que me vean, sobretodo dedicado a
mi canija que primero se asusta y luego me anima. En esta ocasión no me siento
con ánimo de pararme, no se si luego podría volver a arrancar y continúo
corriendo.
Llegamos al paseo de Playa América y giramos
a la derecha, mientras vemos que los que van por delante ya corren en dirección
a Bayona. Por fin giramos para tomar el paseo en la dirección correcta.
Volvemos a correr pegados al mar y ya no lo abandonaremos hasta la meta, solo
por este lujo merece la pena el esfuerzo
Este año han modificado el recorrido rodeando
el Monte del Lourido, este tramo sustituye a la vuelta que se daba en ediciones
anteriores en la Playa de Samil y que se ha eliminado por el aumento de
participantes. Pero el recorrido siendo precioso es en subida y acaba con mis
pocas fuerzas. Además coincido con un motorista de la guardia civil y me voy
tragando todo su humo, y es que hoy todo sale al revés, acelero y le supero.
Al salir de este tramo me entra flato, hacia
mucho tiempo, casi desde que empecé a correr, que me había librado de este desagradable
efecto secundario. Me asusto y decido tomármelo con calma, además desde hace
muchos kilómetros he decidido no mirar el reloj para no deprimirme y sólo correr
siguiendo las sensaciones.
Cruzamos el río Miñor por el puente de Ramallosa
y tomamos la carretera que borde la playa del mismo nombre y nos lleva hasta
Bayona. La animación en los arcenes ha aumentado y cada vez será mayor según
nos acercamos a la meta.
A partir del km 17 la carrera se me convierte
en un pequeño calvario. Para aumentar las malas sensaciones la cabeza me juega
una mala pasada y cuando espero encontrarme con el km 19, me doy de cara con el
cartel de km 18, todo un mazazo.
El grupo de “conocidos” con los que he
corrido desde mitad de carrera me van pasando, hasta mi compañera me adelanta y
esta vez no puedo seguirla, sólo veo como se aleja sacándome cada vez más
metros. Me resigno aunque procuro no dejarme llevar y mantener el ritmo, aunque
me siguen adelantando mucha gente.
Por fin llega el km 20 y me decido a
mirar el reloj. Al menos el crono me da una alegría y sigo el mismo minuto y
medio por detrás del objetivo que al principio de carrera. Buenas noticias porque
a pesar de las sensaciones, he conseguido mantener el ritmo superando el calor,
el dolor de piernas y el flato.
Intento acelerar en el último kilómetro pero
no puedo, veo el Parador al fondo pero no el arco de meta y eso me desanima.
Por fin veo el arco y puedo relajarme. Paso la meta y sólo me alegro de
terminar para poder dejar de correr. A pesar de todo he mejorado mi mejor marca
de media maratón, aunque para ser sincero sólo haya sido en dos segundos.
Una vez recuperado empiezo a recoger todo lo
que me ofrecen, cantidad de puestos con bebida isotónica, fruta, yogures,
frutos secos, todo un lujo. Pero demasiadas colas sobre todo para recoger la
medalla y salir del recinto. Una vez fuera el guardarropas un poco descontrol
pero al final recupero mi ropa. Me reúno con mis dos cicerones que parecen más
contentos que yo con su carrera. Nos recogen en coche y nos vamos a casa de uno
de ellos en Playa América para ducharnos. Y luego a disfrutar de lo mejor del
fin de semana una comilona con amigos, en donde doy buena cuenta de la
empanada, fabes, calamares y casi media vaca en forma de entrecot.
Mi carrera empezó
mal y termino peor. Debo reconocer que he pecado de gula y de soberbia, las últimas
semanas he relajado los entrenamientos pensando que iba sobrado de fuerzas para
correr por debajo de los 4:30 min/km. La carrera me ha devuelto a la dura
realidad, sin tomármelo en serio no puedo mejorar. La gran ventaja es que sólo
ha quedado herido mi orgullo, aunque la revancha debe esperar hasta después de
verano. Ahora los objetivos son la Media de Madrid de acompañante e iniciarme
en las carreras de montaña.
La Carrera totalmente recomendable por
recorrido, animación y organización. Viajar con la familia y disfrutar de los
grandes placeres gallegos es otro aliciente adicional. Seguro que repetiré y
saldaré mi cuenta pendiente con este recorrido, que en esta ocasión me ha
derrotado.
A lo hora de planificar la carrera debemos
tener en cuenta que se trata de una prueba en línea y por tanto, a no ser que
queramos completar el maratón volviendo corriendo a Vigo, debemos prever el
regreso, aunque la Organización dispone de autobuses.