martes, 18 de febrero de 2014

No todas las zapatillas son iguales

Pasadas las Navidades y sus excesos, he aprovechando las rebajas de enero para renovar mis “neumáticos” de corredor. En total han sido tres nuevos pares de zapatillas para sustituir a las ya maltrechas zapatas del armario. Cualquiera que no sea aficionado a correr se sorprenderá y puede pensar que salvo que me haya convertido en una araña corredora, para que necesito tantas zapatillas si sólo tengo dos pies.

La explicación más técnica es que dependiendo del tipo de terreno, los ritmos y la distancia a recorrer debo utilizar unas u otras. Reconozco que suena extraño, algo arrogante y bastante friki, por eso os daré los motivos más concretos que consiguieron convencer a mi mujer.

Motivo / Excusa 1

Cuando subo al monte para bajar corriendo por las sendas o trepar por las rocas no puedo utilizar las mismas zapatillas que cuando piso el uniforme y duro asfalto. Los tacos de las suelas son fundamentales para agarrarme en los terrenos resbaladizos y no acabar comiéndome el suelo. Además deben ir reforzadas exteriormente para protegerme de los golpes contra los obstáculos que me encontrare en mi recorrido, todos sabemos lo doloroso que es darle un puntapié a una piedra. Por supuesto el riesgo de torcerme un tobillo aumenta con el terreno irregular del campo y debo protegerlos para evitar no volver con muletas de mi paseo campestre. El agua, el barro  y en ocasiones la nieve son elementos que obligan a que los tejidos de las zapatillas sean distintos. Como veis motivos de “seguridad” me obligan a comprarme unas zapatillas adecuadas.


Motivo / Excusa 2

Pero que ocurre cuando mi objetivo es correr medias y en algunos casos largas distancias por la ciudad a ritmos bajos pero constantes. En ese caso es fundamental que las zapatillas tengan una buena amortiguación para que mis rodillas sufran menos los continuos impactos contra el duro suelo. Entonces aparecen los diseños con gel en la suela para amortiguar y se deben controlar el número de kilómetros. Según los expertos a los 1000 km, aunque su aspecto exterior sea perfecto, ya no amortiguan adecuadamente y eso lo notas al correr. A algunos os puede parecer que nunca llegareis a esa distancia, pero no es cierto, en mi caso sin ser un gran corredor supero esa marca a los 6 meses. La transpiración de nuestras zapatillas en este caso es también fundamental, el que afirme que no le sudan los pies mientras corre o miente o es un ser demasiado puro para este deporte tan terrenal. Por lo tanto por prescripción “médica” es necesario que disponga de un par de zapatillas para el asfalto.


Motivo / Excusa 3

En mi vida de corredor no es todo correr por el monte ni pasarme horas a trote cochinero por las calles de Madrid. Muy a menudo tengo la necesidad de corre deprisa, poco tiempo por motivos de horario pero con intensidad para que el esfuerzo genere endorfinas. Además he empezado a incluir entrenamientos de calidad en la preparación de mis carreras: series, cuestas, fartleck (cambios de ritmo)… en donde la velocidad es importante. Para todos estos inventos de la tribu de expertos runners, lo más adecuado es disponer de unas zapatillas “voladoras”. Todo en este tipo de calzado se reduce menos el precio, poco peso, poca amortiguación, poco refuerzo, poca sujeción. Todos pensareis que para correr rápido basta con mover las piernas más deprisa y es cierto pero a los más torpes nos ayuda no cargar con peso de más y que todas nuestras energías  sirvan para impulsarnos y no para vencer la amortiguación. Conclusión para mejorar mi “autoestima” debo tener siempre unas voladoras en mi armario.


Podría seguir argumentando cientos de razones para justificar mi compra pero en el fondo sólo hay un motivo y es que soy algo caprichoso. Además me consuela saber que si el físico y la cabeza me aguantan, la inversión la voy a amortizar seguro y como prueba la media docena de zapatillas que ocupan mi armario y que ya han superado con creces el kilometraje recomendado.

Eso si mi mujer me ha amenazado con que o tiro a la basura alguna de las zapatillas viejas o no entra ni una nueva más en casa. Pero es que me da pena deshacerme de mis compañeras de carreras y sufrimientos, me parece traicionarlas una vez que han llegado sus hermanas nuevas y relucientes.


P.D. Y todavía faltan unas zapatillas minimalistas para los días que quiero corre con la sensación de ir descalzo.