jueves, 27 de diciembre de 2012

De Garabitas al cielo

El Trofeo Akiles es una de las grandes clásicas invernales de la capital. Podemos hablar de una carrera atípica ya que al transcurrir por la Casa de Campo, corremos sobre asfalto pero en lugar de rodeados por edificios en esta ocasión nos acompaña el verde de las encinas.

Durante todo el recorrido, excepto en la llegada, prácticamente no hay público que nos anime, excepto algún paseante o ciclista con los que nos crucemos. Por lo tanto nuestro único apoyo en la carrera será el resto de los corredores.

El mayor encanto del recorrido es la subida al Cerro Garabitas, uno de los puntos de mayor altitud de todo el parque. Las leyendas de la capital cuentan que allí se juntan todas las almas de los fallecidos en Madrid antes de subir al cielo, algunos afirman haber visto al anochecer extrañas nubes fluorescentes que lentamente suben hacia el cielo.

A parte de las historias que la rodean la subida es dura, consta de un primer tramo en subida creciente, seguido de una leve bajada para atacar un último repecho corto pero mucho más duro. Aunque al estar situada al principio de la carrera y tener el descansillo intermedio la hace bastante llevadera.
















Este es el segundo año consecutivo que corro esta carrera. La pasada edición por “extraños” dolores estomacales y constipados mis compis se rajaron justo la misma mañana y me toco correr solo.

Hoy en cambio nos hemos reunido un buen equipo. Dos ya habituales en las últimas carreras y la nueva incorporación de mi prima, una corredora poco constante por causa de las lesiones pero de un gran espíritu competitivo. Además van a aprovechar la carrera para preparar la San Silvestre Vallecana, yo este año no podré participar porque estaré en Jaca celebrando el fin de año.


En mi caso vengo de correr el Maratón de Donostia el domingo pasado y todavía no estoy totalmente recuperado del esfuerzo. Voy a aprovechar la excusa para correr a un ritmo más tranquilo en compañía de los amigos y disfrutar del recorrido.

Nos hemos citado frente a uno de los chiringuitos del lago, ha amanecido una mañana despejada pero con un frío intenso. La indumentaria de los corredores ha cambiado en los últimos meses, y ya hemos sacado del armario los guantes, gorros y mayas para protegernos.

Todos juntos nos dirigimos a la salida, trotando un poquito y nos ponemos en medio del pelotón. Salida y a correr, mi cuñado se va por delante y le perdemos de vista rápidamente. A un ritmo relajado avanzamos por la Avenida de los Plátanos. A la izquierda dejamos el arco de meta donde todavía están llegando los últimos corredores de la prueba de 5Km que salieron media hora antes.



Giramos a la derecha para comenzar la subida a Garabitas. A partir de ese momento la carretera se va empinando y el terceto se separa. Mientras mi compi del trabajo tira hacia delante, yo me quedo a acompañar a mi prima. La cuesta se le esta atragantando, aunque nunca pierde la sonrisa, yo aprovecho para inmortalizar el momento.


Para mí este es el tramo más bonito de la carrera aunque también el más duro. La subida transcurre rodeada de encinas y mientras ascendemos a nuestra derecha empezamos a ver aparecer las puntas de los edificios más altos de Madrid, aunque no tenemos mucho tiempo para disfrutar de las vistas.


En el segundo tramo de ascensión decido abandonar a mi prima, creo que la estoy agobiando y al intentar seguirme no esta disfrutando de la carrera. Tiro fuerte para arriba y aprovecho para entrar en calor.

Coronamos Garabitas y comienza un descenso largo de casi dos kilómetros en donde la gente va ligera. Adelanto a mi compi, que me grita que a donde voy, pero unos metros más adelante me paro para hacerle una foto. No se lo toma muy bien y se enfada conmigo.



Ya juntos vamos haciendo la bajada a un ritmo relajado, mientras superamos el kilómetro 5 y 6. Hay que regular por que después de la bajada comienza una cuesta con poca pendiente pero muy continuada de esas que siempre se atragantan. Una corredora me comenta que le han dicho que los últimos 3 kilómetros son en bajada, no quiero desanimarla y le miento diciendo que en realidad son sólo 2 de bajada. Aunque la verdad es que sólo se acaba la subida en el último kilómetro, pero que lo descubra ella misma.


Termina la bajada y en los primeros metros las piernas sufren para adaptarse al nuevo esfuerzo. En seguida tomamos un buen ritmo. Al final de la tendida cuesta hay un pequeño repecho para tomar la carretera que rodea el lago, el que no lo conoce puede quedarse un poco clavado pero estamos avisados y no bajamos el ritmo.
Ahora corremos viendo el lago pero sigue en leve ascenso, pasamos por debajo de la salida y tomamos de nuevo la Avenida de los Plátanos. A partir de este momento se empieza a notar los efectos de los kilómetros en subida, el final de la avenida se nos hace eterna pero el ritmo es bueno y vamos adelantando gente. Giro a izquierdas y por fin tomamos el último kilómetro de bajada.



El esfuerzo ha pasado factura a mi acompañante, se me niega a subir un poco el ritmo, va cómodo y no quiere forzar. Ya en los metros finales le obligo a acelerar para bajar de los 56 minutos y es que se me ha vuelto un comodón, espero que en la San Silvestre Vallecana como mínimo sea un sub 55.

Le abandono en la meta y me voy a buscar a mi prima, viene en el pelotón de cola y ni siquiera se la ve forzada. Cuando me pongo a su altura me comenta que se le han reproducido antiguas lesiones y se ha autodiagnosticado no forzar, esta es la ventaja de ser médico. De charleta hacemos los últimos metros, termina por encima de la hora, no se como acabara en la San Silvestre con la lesión.

Este año nos dan una camiseta negra muy molona, la cojo en tallas S para mi canijo. Ya todos reagrupados nos despedimos y a casa que la familia espera.

Enhorabuena a la Organización por escuchar a los corredores y mejorar cada año. Después del caos de la pasada edición y la cantidad de críticas recibidas, ha sabido rectificar separando la carrera de 5 y 10 Km lo que nos ahorra aglomeraciones y dando la opción de recoger el dorsal el día anterior.

P.D. Felicitar a mi cuñado que en sólo tres carreras ya ha bajado de la barrera de los 50 min, espero que en la siguiente carrera podamos correr juntos y se anime a empresas mayores.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

De Maratón por La Concha


El maratón de Donostia reúne muchos de los principales motivos por los que los corredores nos apuntamos a una carrera, por eso es de los más apreciados por los populares de toda España, aunque no sea muy atrayente para los elite.

El principal aliciente su recorrido, a nivel de mar y prácticamente llano, está dentro de la tendencia actual de diseñar maratones poco exigentes para poder mejorar nuestras marcas. Como ocurre en la mayoría de las ciudades es difícil llegar a los 42 kilómetros por el interior del casco urbano y la Organización ha optado por hacer un circuito de tres vueltas en lugar de llevarnos por las zonas de “menor encanto” de la ciudad.



Así deberemos correr una primera vuelta de 6 kilómetros y dos más de 18 para completar los 42, eso nos permite enfrentarnos a la última vuelta conociendo el recorrido y prever el esfuerzo de los últimos kilómetros.

Aunque lo mejor del recorrido es que transcurre por el centro de San Sebastián, bordeando el casco viejo y por ambos lados del río Urumea. Sobre todo el tramo por el paseo de la Concha es algo especial, en pocas carreras podemos correr por un lugar tan emblemático y bonito y disfrutar de las mejores vistas al mar. También tiene su encanto terminar en la pista de atletismo del estadio de Anoeta, nos hace sentirnos unos auténticos profesionales.

No menos importante es el grandísimo ambiente que disfrutaremos, ya desde primera hora de la mañana hay gente animando en las aceras. Como son varias vueltas y se corre en ambos sentidos, desde la misma posición se va a ver pasar a los corredores como mínimo cuatro veces.

Según transcurren los kilómetros y el pelotón se estira,  el paso de corredores es permanente en cualquier punto del recorrido, en uno y otro sentido, por lo tanto siempre es muy animado para los espectadores.
















Por fin llegó el día, atrás queda hacer el ridículo en el parque haciendo abdominales mientras los pequeños que juegan en los columpios me miran con cara de sorpresa. Y pedir disculpas cuando durante las series de velocidad, las personas mayores se apartan asustadas al pasar a su lado, temiendo que los puedas tirar al suelo.

Me he levantado bastante descansado, a pesar de haber dormido a tirones. Tras una buena ducha y desayunar algo, me visto para la ocasión, con toda el ritual de los corredores antes de un maratón, me embadurno de vaselina, me cubro los pezones, todo para intentar protegerme de los males que me acechan en el maratón. Tengo que hacerlo a oscuras para no despertar a los demás, aunque no puedo evitar que la enana se levante y se quiera venir conmigo a la carrera, al final la engaño y me escapo.

He decidido bajar andando desde el apartahotel en donde estamos durmiendo hasta el Estadio de Anoeta. Son aproximadamente unos 4 km, pero al menos cuesta abajo. Cae una ligera lluvia que ha ido mojando el suelo durante toda la noche, pero la temperatura está entorno a los 10º, es perfecta para correr. Voy con el tiempo algo pegado pero no quiero forzar la marcha para no cansar las piernas antes de empezar, sólo faltaba sumar kilómetros innecesarios. En algún momento pienso en hacer autostop a los coches que bajan, estoy seguro que alguno va a la carrera.

Empiezo a ver el estadio y ya se nota el ambientillo, me cruzo con grupos de corredores, algunos se refugian en los coches y otros vamos hacia el guardarropa y la salida. Pero todos vamos con los nervios propios de la carrera. Ya ayer mientras paseábamos por la Concha, nos cruzamos con grupos que charlaban sobre el maratón, contando las pequeñas aventuras de prueba anteriores y siempre con el mismo comentario “Estoy deseando que comience la carrera”.


Ha llegado el momento de decidir la indumentaria, llevo varios días dándole vueltas y sigo sin decidirme. Camiseta de manga larga o corta, me pongo los guantes. No soy de los que me guste llevar demasiada ropa mientras corro, pero no quiero pasar frío si empieza a llover en serio. Opto por camiseta corta, nada de guantes y por supuesto mi gorra, ya se ha convertido en una manía la utilizo siempre.

Dejo la mochila en el guardarropa y me protejo con un chubasquero amarillo de los chinos, resulta algo más elegante que la típica bolsa de basura. A calentar un poco pero sin excesos que voy a tener muchos kilómetros para entrar en calor.

Avisan por megafonía que nos vayamos hacia la salida, la marea de corredores se va moviendo, aunque algunos aguantan protegidos del “chirimiri”. Me coloco en el pelotón de cola, pasada la marca de las 4 horas. En los maratones me gusta salir detrás, con tanta gente por delante me obliga a un ritmo lento durante los primeros kilómetros.

Dan la salida, mientras arrancan los primeros, me deshago del plástico y lo tiro a un lado, junto con otros chubasqueros, camisetas, sudaderas, todo lo que nos ha protegido hasta ahora, espero no echarlo de menos más adelante.

Cruzo la salida, ahora si que empieza el maratón. Tengo claro que mi objetivo es bajar de las 3 horas y 40 minutos, para ello me he propuesto hacer la primera vuelta de 6 km a un ritmo de 5:20 y a partir de ese momento subir la cadencia a 5:10 y mantenerla hasta el final, si se puede.

Por delante llevo las liebres de 4:00 y 3:45, a la primera la alcanzo antes de pasar el primer kilómetro, a la segunda intento mantenerla por delante algo más, se que a partir de que la adelante no tendré ninguna otra referencia que mi cronometro. Me entra la tentación de mantenerme algunos kilómetros a su rueda, todavía recuerdo la humillación en Valencia al pasarme esta liebre en el Km 35 cuando yo ya iba desfondado. Pero mi ritmo es claramente superior y la gloria es para los que se arriesgan. Paso a la liebre y tiro para adelante

Dejamos a la derecha la catedral, ya he pasado los primeros kilómetros a un ritmo de 5:30, algo bajo pero nada preocupante. Casi sin darme cuenta estoy en el kilómetro 5 y ya he recuperado el tiempo perdido en la salida, ganando 30 seg de margen. Mejor de lo previsto pero se por experiencia que en el maratón sólo cuentan los últimos 12 kilómetros.

El circuito está animadísimo, a pesar de ser temprano ya hay gente aplaudiendo en las aceras, eso siempre da ánimos. Ya nos hemos estirado y corremos por la misma calle en las dos direcciones, me cruzo con lo primeros que ya atacan la segunda vuelta mientras yo no he concluido la primera. Vaya ritmo que llevan y detrás de la liebre de las 3 horas un grupo enorme, es que hay mucho crack.


Primer paso por el estadio de Anoeta, a partir de este momento debo subir un poco el ritmo. Ataco la primera vuelta de 18 Km animado y con buen ritmo, pero al tomar las calles del centro en dirección contraria vienen las motos y los primeros de la carrera, me cruce con ellos poco antes de entrar en el estadio es imposible que corran tan rápido. Alguien cerca me aclara que son los de la carrera de 10 Km que salio detrás nuestro, tranquilidad vaya susto pensé que perdía mi segundo objetivo de la carrera, no ser doblado por el ganador.

Durante varios kilómetros corro emparejado con un grupo de tres corredores, una chica a la que protegen dos chicos. Llevamos un ritmo parejo y les pregunto por sus intenciones, sería bueno tener una referencia durante la carrera. Su objetivo estar cerca de 3:37, algo por encima del mío, pero si aguanto y no pincho al final, me garantizo bajar de los 40 minutos. Decido juntarme a ellos y esperar sensaciones, en cualquier caso es mi ritmo y siempre es bueno tener compañía.

Comenzamos la zona más bonita del recorrido, el paseo de la Concha. Correr junto al mar siempre es muy agradable, además hoy aunque llueva no hace viento. En ese tramo he perdido a mis acompañantes, dos se han parado y con el otro he corrido un rato pero su ritmo es algo más rápido y he preferido bajar un poco. Sobretodo temo por mi gemelo aunque todavía aguanta, noto una molestia sorda y continua que me tiene preocupado.

Dejamos la Concha y comienza la zona menos atractiva del recorrido. Primero tomamos la Avenida de Zumalakarregi, muy ancha lo que permite correr fácil pero aleja un poco a los espectadores y luego un último tramo por un polígono industrial, la zona más empinada. Al menos en el primer tramo hay mucha gente que anima y eso empuja, pero al final corremos solos, lo que en general es muy habitual en todas las carreras. Al menos la Organización ha colocado música ambiental a todo volumen en la última rotonda y, también una alfombra de control por si a alguno se le ocurre acortar la distancia.


En este tramo me alcanzan mis dos compis retrasados y con un “Ya estamos aquí” se ponen a mi altura. Su ritmo es algo más vivo que el mío, pero me agarro a su rueda, y tiran de mí hasta alcanzar al escapado, que en realidad sólo estaba unos metros por delante. Después de la reagrupación moderamos el ritmo y nos lanzamos hacia Anoeta.

Espero encontrarme con mi equipo de apoyo en mi segundo paso por la Concha, pero allí no hay nadie de los míos, parece que les ha costado levantarse. En la esquina al girar por la calle Easo, me los encuentro a todos, en realidad son ellos los que me ven. Me animan y mi hermana y la canija corren conmigo unos metros. Quedamos para el siguiente paso en el lugar convenido.

Cruzamos por la media maratón, en un tiempo estupendo 1:47, a este ritmo bajare de lo previsto. Empiezo a creerme que soy capaz, aunque prefiero ser prudente. Acompañado de mis compañeros improvisados seguimos a un ritmo muy constante y atravesamos por segunda vez el estadio de Anoeta. Ya he logrado uno de mis objetivos, el ganador ya no puede alcanzarme, aunque sea una tontería es una pequeña victoria. Para aguantar tanto tiempo corriendo hay que marcarse pequeños objetivos.


Comenzando la tercera y última vuelta, hago un chequeo de mi estado físico: sensaciones buenas, todavía no han aparecido síntomas de cansancio, la respiración siempre controlada, el dolor del gemelo continua pero no va a más eso es buena señal y sólo han aparecido las típicas sobrecargas en los muslos.

Después de la mitad del recorrido, compruebo que he acertado claramente con la elección de la ropa, aunque en algunos momentos ha llovido algo más, la temperatura es perfecta y no tengo nada de frío. También la decisión de beber agua sólo en uno de cada dos avituallamientos creo que ha sido la adecuada, al ser un recorrido en dos direcciones cada avituallamiento cubre los dos sentidos por lo tanto hay el doble que en un maratón habitual. Con la temperatura de hoy creo que sería un exceso beber agua en cada ocasión.

Nos acercarnos al temido kilómetro 30, en ese momento nos adelanta un exaltado que grita una u otra vez que el muro no existe que todo está en la cabeza. Espero que tenga razón aunque me temo que es sólo una forma más de enfrentar el esfuerzo que nos espera.

Llegamos al avituallamiento, hay está mi equipazo, ayudando a repartir botellas y geles. En cuanto me ven empiezan a gritar como locos, y a llenarme de geles, tengo que tranquilizarles un poco. Se colocan a mi lado a correr, mientras me preguntan si necesito algo, les pido que me abran el gel y ante la insistencia de algo más, bromeo con que lo único que quiero es parar de correr.


Mi enano me acompaña todavía unos metros corriendo por la Concha, gritándome una y otra vez “Vamos papi”, por unos metros somos las estrellas del maratón. Al final se adelanta unos metros para hacerme la foto y se despide. Vuelvo a quedarme solo con la carrera, con el jaleo he perdido a mis acompañantes pero no deben estar muy lejos, pero no volveré a verlos, espero que hayan logrado su objetivo.

Me vuelvo a concentrar en la carrera. Llega la parte más complicada del 30 al 40. Ya me conozco el recorrido de la anterior vuelta y se que cuando abandonemos el paseo de la Concha, la carrera se empinara durante 3 kilómetros. Empiezo a notar el cansancio y lo que en la primera vuelta fue una leve subida se puede convertir en una seria cuesta.


Regulo y procuro mantener el ritmo, en esta zona voy adelantando a algunos “cadáveres”. De los más llamativos uno que se repite así mismo una y otra vez “Hoy no voy a poder terminar”, intento animarle pero no parece reaccionar. Y un chaval que delante mío y por sorpresa maldice  y se para, su compañero le anima, pero como no arranca le comenta que le espera en la meta. Pero él cabreado como una mona le contesta que se va a casa. Cada uno reaccionamos de modo distinto ante los problemas en una carrera.

Voy pasando los kilómetros y las sensaciones son buenas, de vuelta hacia la Concha ya no sólo mantengo el ritmo sino que empiezo a subirlo, voy sobrepasando a mucha gente. Siento un subidón, no se si por efecto del gel, por la buena preparación o por ir adelantando a otros corredores.

Cuando paso el kilómetro 38 la euforia es tal que dejo de regularme y subo la cadencia y la longitud de la zancada. Me olvido de los dolores y del cansancio y sólo disfruto. Me vuelvo a cruzar con mi equipo de apoyo a los que cito en la meta. Paso el kilómetro 40 en 3:20, me doy cuenta que voy a cumplir el objetivo. Las piernas corren solas y  mientras paso a otros corredores les animo recordándoles que sólo quedan un par de kilómetros.


Ya veo el Estadio de Anoeta, el último kilómetro rodea el estadio y me propongo disfrutar del final. Entro en el estadio y corro los últimos metros de la vuelta final a un ritmo lento, hasta tengo tiempo para pensar en la foto de llegada, es una sensación estupenda cruzar la meta sabiendo que todos los esfuerzos realizados van a tener recompensa.

“Tercer maratón terminado, disfrutando en la llegada y con un tiempazo”

A mi equipo de apoyo no le ha dado tiempo a llegar al estadio para verme cruzar la meta y nos encontramos fuera del estadio. Están más alegres que yo, parece que han sido ellos quienes han corrido el maratón. Nos juntamos con una amiga de mi hermana, su marido ha corrido su primer maratón y ha superado todos sus dolores para llegar por debajo de las 4 horas, eso tiene mucho merito. 


Conclusiones del maratón.

Por primera vez después de una carrera me quedaron secuelas, agujetas durante tres días, ampollas en los pies y rozaduras en las ingles. Eso significa que verdaderamente he forzado el cuerpo. En la oficina los compis se cachondean de mí, y me mandan este video que os dejo para que echéis unas risas.

http://www.youtube.com/watch?v=m-hCuYjvw2I

El efecto del gel, sea psicológico o real, milagroso. Debo incluirlo en los entrenamientos para probar los efectos y acostumbrarme al sabor, nada agradable por cierto.

Muchas llamadas de familia y amigos, debo ser muy pesado con mis historias de corredor para que se acuerden siempre que corro una carrera. Me hizo especial ilusión el mensaje de un amigo maratoniano que me escribió.

“Esa si que es una marca. Bienvenido a la elite”

Buena idea aprovechar para llevar a la familia y disfrutar del fin de semana. Aunque se enfaden porque nosotros sólo estamos pendientes de nuestra carrera y no queramos salir la noche antes.

lunes, 3 de diciembre de 2012

El maratón, la primera división

Cuando era joven no me gustaba correr, prefería los deportes más dinámicos como el windsurf o el balonmano. Me fui haciendo mayor y seguía sin gustarme correr, pero ya me dedicaba a deportes más relajados como el padel o la pesca. Ahora que ya he entrado en una edad donde los chavales me llaman “señor”, me dedico a correr. Al principio como nos ocurre a la mayoría por mantenerme en forma, pero seguía sin gustarme. Ha pasado el tiempo y debo reconocer que he aprendido a disfrutar de mis carreras.

Viendo mi evolución deportiva podéis comprender que nunca me planteara correr un maratón, es más tomaba por locos a aquellos que dedicaban meses a entrenar para llegar exhaustos a la meta en una prueba donde el sufrimiento siempre esta presente. Pero la vida da muchas vueltas y no sólo me dedico a correr sino que he terminado no uno sino dos maratones. No voy a presumir de ello, no me creo alguien especial, simplemente es la evolución normal cuando te enganchas a las carreras.

Nadie el primer día que sale a trotar por el parque cercano a su casa, piensa en correr el maratón de Nueva York. Pero si perseveras y según va pasando el tiempo, salir a correr deja de ser un sufrimiento y conseguimos volver a casa con una sonrisa en la cara. Luego participas en tu primera carrera popular y aunque casi nunca consigues los resultados esperados, en la mayoría de los casos repites.

Si de verdad te engancha siempre quieres más y sin darte cuenta estas corriendo más kilómetros, buscando cuestas más duras o apuntándote a carreras más largas. Al final acabas planteándote saltar a la primera división y convertirte en uno de los osados que toman la salida en un maratón, dispuesto a correr sin parar, en el mejor de los casos, durante tres horas y muchos minutos.

Hace un año debuté en mi primer maratón, aunque vivo en Madrid no me atreví con nuestro MAPOMA y me fui hasta Valencia, una tierra a la que tengo especial cariño porque en sus playas he pasado mis veraneos cuando era joven. Lo mejor que puedo contar de aquella primera experiencia es que acabé y con una marca más que aceptable. Pero cometí todos los errores de un principiante. Empezando por una preparación incompleta, una salida muy rápida y un planteamiento de carrera incorrecto.

Como consecuencia de esta acumulación de errores, a partir del kilómetro 30 fui cargando con el tío del mazo, cada kilómetro fue un sufrimiento y en el avituallamiento del kilómetro 40 sin darme cuenta me encontré parado y sin poder volver a arrancar. Agoté hasta el final la botella de agua y recorrí varios metros andando hasta que volví a sentir las piernas y pude volver a trotar, que no correr. Llegué a meta recuperado físicamente, pero bajo de moral por mis equivocaciones que me impidieron cumplir el único objetivo que me había planteado, “acabar sin pararme el maratón”.


Transcurrido el tiempo y con la cabeza más fría valoré mi hazaña en lo que valía y con la dinámica de preparar pruebas de menor entidad me animé a enfrentarme a los temidos 42 kilómetros de Madrid.

En esta ocasión la preparación fue mucho más seria, introduje los entrenamientos de calidad, series, cuestas, progresiones, preparación física. Como dice un compañero de trabajo volví a las clases de gimnasia del colegio. Me probé en dos medias maratones, la de Fuencarral y la de Madrid, con muy buenas sensaciones y mejores marcas.

Pero según se acercaba la fecha el miedo a un nuevo fiasco no me abandonaba, sabía que estaba mucho mejor preparado pero eso no me daba la tranquilidad. Decidí salir reservón, marcarme un objetivo bajo y sobretodo llegar hasta el final corriendo y en buenas condiciones físicas.

Además jugaba en casa y movilicé a toda mi gente para que me animaran durante el recorrido, una semana antes ya tenía apoyos establecidos casi cada 5 kilómetros en todo el recorrido. Pasaba por la puerta de mi casa con lo que mi familia lo tenía fácil, pero otros compañeros madrugaron para poderme animar y nunca se lo agradeceré lo suficiente Ellos en la mayoría de los casos no me veían venir pero yo sabía donde estaban y ya metros antes los veía y me obligaba a poner mi mejor cara.

Salí atrás en una posición tranquila, con un compañero de trabajo que se estrenaba en la distancia. Los primeros kilómetros lentos, pero luego fui quitando nervios, ganando sensaciones y sobretodo aprovechando la parte más llana fui capaz de aumentar el ritmo. Pasé el muro, pasé el kilómetro 35 y me enfrenté a los últimos 10 kilómetros de subida, los más duros de todo el maratón. Descubrí que podía mantener el ritmo, incluso pasado Atocha aumenté la zancada y entré en la meta como un corredor experimentado.


La marca sólo mejoró en 10 segundos la de Valencia, pero las sensaciones fueron otras. Sobretodo disfruté y controlé la carrera en todo momento. ¿Podía haber hecho mejor marca?, seguro pero también podía haber sufrido otra pájara.

Con ambas experiencias, saqué dos conclusiones, la primera y principal si me preparaba correctamente y corría con cabeza podía “disfrutar” de correr un maratón. Pero también descubrí que nunca sería capaz de alcanzar grandes marcas. Podía bajar los tiempos y acercarme a las 3 horas y media, pero aspirar a bajar esos cronos queda muy lejos de mi capacidad.

Debo reconocer que no me desanimó descubrir mis limitaciones, como siempre busqué nuevas motivaciones, si no puedo correr rápido al menos puedo correr en distintas ciudades y hacerme con un pequeño currículum del que poder fardar cuando las piernas digan basta.

Decidí comenzar por los maratones más veteranos dentro de España:

     MADRID – 35 ediciones.
     BARCELONA – 34 ediciones.
     SAN SEBASTIAN – 34 ediciones.
     VALENCIA – 31 ediciones.
     BILBAO – 30 ediciones.
     SEVILLA – 27 ediciones.

Desde aquella decisión ya han transcurrido siete meses, y el fin de semana que viene me marcho a San Sebastián, para correr el domingo 25 de Noviembre mi tercer maratón.

Me lo he tomado en serio, he entrenado bien y estoy “preparado”, ya no puedo hacer nada más. Pero la última semana es difícil, empiezo a darle vueltas a las cosas, ¿habré entrenado suficiente?, ¿a qué ritmo debo correr?, ¿si voy demasiado rápido, me chocaré con el muro?. Demasiadas preguntas y nadie tiene las respuestas. Y en mi cabeza sólo una conclusión.

¡¡¡ Para qué me meto en este lío !!!

Se que hasta el domingo le seguiré dando vueltas a la cabeza, pero también se que después del esfuerzo del entrenamiento y el tiempo robado a mi familia, no me voy a echar atrás. La noche del sábado dormiré poco y el domingo me levantaré con mal cuerpo y con ganas de quedarme en la cama. Seguiré con dudas mientras caliento pero cuando dén la salida y empiece a correr, todo esto no tendrá importancia, todo mi esfuerzo y mi cabeza estarán en la carrera. Regular el ritmo elegido, controlar el agotamiento y mantener siempre pensamientos positivos para poder llegar a la meta.

Si todo acaba bien, esquivo al tío de la maza y consigo bajar los tiempos, mi ego acabará por las nubes. Si fracaso, tengo que pararme o soy incapaz de mantener el ritmo, seguro que le daré muchas vueltas a la cabeza buscando que hice mal. Pero en cualquiera de los dos casos pasado el tiempo será un éxito y una gran satisfacción personal. Hasta si tengo que abandonar por lesión, se que después del mal trago me quedará la victoria de haberlo intentado.

En esta ocasión juego fuera de casa, pero llevo un buen equipo de apoyo, viajan conmigo mi mujer y mis dos canijos y mi hermana con mis dos sobrinos. Un equipazo que se que me animará sin descanso y al que dedicaré mi mejor sonrisa cuando me cruce con ellos.


Os dejo una foto con mis dos preseas, logradas en los maratones anteriores, se que están muy lejos de ser medallas de oro olímpicas, pero de algo tenemos que presumir los corredores populares.

martes, 20 de noviembre de 2012

El camino de los pinos – Pantano del Cijara

Los corredores de ciudad, habitualmente sólo podemos correr sobre el asfalto de las calles o como mucho pisar algo de tierra y hierba por los parques de nuestra ciudad y miramos con envidia a aquellos compañeros que pueden cada día salir a correr por el monte. Por eso, cada vez que tenemos oportunidad, nos lanzamos a correr por los caminos de tierra y saltamos de roca en roca recuperando parte de nuestro lado más “salvaje”.

En mi caso tengo la suerte de que mi familia tiene una pequeña casa a la orilla del Pantano del Cijara. Cuando las obligaciones me lo permiten puedo escaparme un fin de semana y disfrutar del monte más autentico. Este pantano es uno de los varios que embalsan el cauce del río Guadiana dentro del Plan Badajoz, se encuentra entre las comunidades de Extremadura y Castilla la Mancha, de hecho una de sus islas recibe el nombre de la “Isla de los Cuatros Conquistadores” porque se supone que en ella se cruzan los límites de las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Badajoz.


Se trata de uno de los mayores pantanos de España, encerrado entre montañas tiene infinidad de recovecos y curvas y muchas islas, por lo que desde la orilla no da la impresión de ser tan grande, sólo si nos elevamos descubrimos que abarca muchos kilómetros de agua. El entorno del pantano es una zona de monte cerrado de jara muy alta, con encinas y bosques repoblados de pino y eucalipto. La tierra es muy pedregosa y los caminos escasos por lo que los accesos a los montes en muchas ocasiones se tiene que realizar a través de los corta fuegos que dividen el monte.

Alejado de la civilización, está muy poco poblado y los lugares cercanos más famosos son Guadalupe por su virgen y Valdecaballeros por su central nuclear. Pero sobretodo es conocido entre los aficionados a la pesca y la caza. Se habla mucho de los lucios gigantes y los grandes ciervos y guarros que se cazan en la zona. Yo no soy muy cazador pero si me gusta la pesca y puedo dar fe de la captura de lucios de buen tamaño, pero eso os lo contaré en otra ocasión.

Aprovechando el último fin de semana largo por la festividad de la Virgen de la Almudena en Madrid y aunque el tiempo estaba lluvioso, he aprovechado para escaparme con la familia y descansar en el pequeño paraíso familiar. Como siempre en mi maleta no han faltado las zapatillas de correr y he vuelto a disfrutar de uno de los recorridos que más me gustan de la zona.

Corriendo por el Camino de los Pinos

El camino de los pinos, conduce desde la orilla del pantano hasta la cumbre de una de las colinas que lo encierran. Le bautizamos con ese nombre porque al final de la ladera existe un pequeño pinar repoblado, que es nuestro punto de referencia desde que comenzamos la carrera en la falda de la colina. Una vez ganada la cumbre del risco, podemos hacer varios recorridos ya que ambas laderas esta atravesadas por caminos y corta fuegos que nos permite atravesarla en distintas direcciones.

El primer tramo transcurre por un camino de tierra bastante pisado, pero enseguida el recorrido empieza a endurecerse. Atravesamos un riachuelo y el camino se va cerrando, el firme se vuelve pedregoso y empieza a tomar desnivel. Son 3 kilómetros de dura subida aunque en todo momento podemos correr, eso si, con bastante esfuerzo. Cuando llegamos a la altura de los pinos, nos tomamos un respiro y podemos optar por continuar por el camino que transcurre por esta ladera del monte o subir por un corta fuegos para acceder a la cima del risco.


La subida por el corta fuegos es corta pero muy dura, debo confesar que los últimos metros los hago andando, pero una vez en la cima de la colina la vista es espectacular. Hemos alcanzado la máxima altura de nuestro recorrido y podemos correr toda la cuerda del monte por un corta fuegos, en total casi unos 5 km. Tiene la curiosidad añadida de que marca el límite entre las dos comunidades, por lo que a un lado dejamos Extremadura y al otro Castilla la Mancha, ahora estoy en Toledo ahora en Badajoz.


El  Domingo me animé a bajar por la ladera contraria de la colina y tomar un camino de tierra en buenas condiciones, lo que los urbanitas siempre agradecemos, que atraviesa un pinar espectacular, es la zona que se denomina “Los Beatos”. Este camino termina en la carretera que rodea el pantano, aunque siempre podemos volver a subir a la cuerda del risco por alguno de los corta fuegos. Yo opté por volver a subir a la cresta y cerrar todo el recorrido por tierra y no pisar el asfalto.


Os dejo el recorrido a continuación, al final unos 16,5 kilómetros en 1 hora y 36 minutos, como podéis ver con exigentes cuestas, en algunos tramos reconozco que tuve que subir andando, y bajadas muy rápidas.


Durante el recorrido no me llovió en ningún momento, pero siempre estuvo nublado lo que hizo que la temperatura fuera fresca y las nubes cubrieran parte de las espectaculares vistas. La lluvia de los últimos días dejó los caminos con barro, los riachuelos con mucho agua y por todo el monte un continuo sonido de agua fluyendo.

El recorrido podemos definirlo como mixto, no es ni mucho menos un recorrido de alta montaña. Nos encontraremos de todo, algún riachuelo que atravesar, zonas de piedra suelta que nos obliga a ajustar nuestra zancada para no acabar besando la tierra o caminos pisados que nos permitan descansar los pies delicados de un corredor de asfalto, que se resienten de ir clavándonos las piedras en cada apoyo.

Cuando corremos por montaña debemos cambiar la mentalidad.

Los que no estamos acostumbrados a correr por el monte debemos cambiar nuestra forma de afrontar los kilómetros. Olvidarse del tiempo es fundamental, los tiempos por kilómetro, el control de las pulsaciones o mantener un ritmo constante pierden parte de su importancia.

El monte en la mayoría de los casos nos obliga a continuas subidas y bajadas. Las cuestas son empinadas y el terreno suelto y pedregoso lo que nos impedirá en ocasiones correr, en esos casos debemos ser humildes y reconocer que la pendiente nos vence y subir andando o reptando si es necesario. Pero todo lo que sube tiene que bajar y los descensos de montaña son la asignatura pendiente de todo corredor de ciudad, requiere de una técnica específica y sobre todo de una decisión que es difícil de conseguir sino es con mucha práctica.

Entonces por que nos atrae tanto el monte.

Yo sólo puedo decir que a mí me atrae porque es otra forma de correr. El dicho común que afirma que el correr es aburrido, en la montaña no es vedad, en el monte el paisaje va variando según avanzamos y cambia mucho con la estación del año o el tiempo.

Cuando corremos por el monte toda nuestra atención debe estar pendiente del siguiente paso que daremos, adelantarnos al recorrido es fundamental para que los apoyos sean seguros y los cambios de dirección, sobre todo en las bajadas, son obligatorios.

Pero sobretodo la sensación de correr por lugares distintos, descubriendo lo que cada vuelta del camino nos puede deparar y lejos de los ruidos y humos de las grandes ciudades. Todo son sensaciones distintas.

P.D. Para que no penséis que sólo dediqué el fin de semana a correr, aprovechando las últimas lluvias y que esta zona tiene buenos pinares, he salido a buscar setas. Aquí os dejo algunas fotos de mi hijo y sobrinos y su cosecha de níscalos y de mi canija con su cesta llena para su madre.

martes, 6 de noviembre de 2012

Ciencia y correr una buena combinación

La Carrera de la Ciencia es una de las clásicas de la capital, nació como una carrera cross en la Casa de Campo, exclusiva para los trabajadores del ministerio de educación y sus familiares. Transcurridas 32 ediciones, mantiene en su nombre el origen de la carrera y también la participación de su creador Paco Cisneros a sus 70 años, y pensar que yo alardeo por entrar en la categoría de Veterano C, pero hoy en día se trata de una carrera abierta a todo el mundo que transcurre por las calles más glamurosas de Madrid.

La salida tiene lugar en la calle Serrano a la altura de las instalaciones del CSIC y recorre, en una ligera bajada, toda la milla de oro de la capital. La abandona por la calle Recoletos, antes de llegar a la Puerta de Alcalá, en una bajada estrecha y peligrosa. Enseguida se toma el Paseo de la Castellana y su continua subida hasta la Plaza de Cuzco. Girando a la derecha por la calle Alberto Alcocer para continuar por Príncipe de Vergara y volver a  tomar la calle Serrano, en continuos toboganes, algunos con cierta dureza.

Sin disponer del apoyo mediático de otras carreras promocionadas por empresas o entidades, cada año aumenta su participación y es que los corredores sabemos reconocer una carrera bien organizada y un recorrido exigente pero con mucho “encanto”.
 





















Son las 7:00 de la mañana y suena el despertador, un domingo más me toca madrugar para correr por la capital. En esta ocasión se me hace muy duro, anoche estuve de celebración con mis hermanos, inaugurando la nueva casa de mi hermana mayor. Como ocurre siempre que nos juntamos la cosa se alargo, la culpa la tuvo una cena estupenda, la buena compañía y las discusiones que siempre tenemos entre hermanos y que ponen tan nerviosa a mi madre.

La consecuencia fue que me acosté tarde, demasiado tarde, he dormido poco y me levanto cansado y con cierto “dolor de cabeza”. Como dicen los corredores las sensaciones no son buenas, lo que me pide el cuerpo es pasar de la carrera. Intento convencerme enumerando los motivos que me han llevado a apuntarme a esta carrera:

  • Es uno de los 10.000 que están dentro de mi objetivo de los TOP TEN madrileños. 
  • Corro acompañado, se han apuntado mi cuñado y un compañero de la oficina, si fallo tendré que aguantar sus comentarios durante meses. 
  • La carrera es parte de mi planificación para el maratón de San Sebastián en noviembre. 
  • La  carrera comienza y termina junto a la iglesia donde me case, y de eso hace ya 16 años que se dice pronto. 
  • El recorrido es apetecible sobretodo enfrentarse a la subida de la Castellana. 
  • Pero sobretodo por que: 
¡¡ HOY CUMPLO 45 AÑOS !!

Ya no tengo que buscar más razones, planifique hace meses que aprovechando que este año el día de mi cumpleaños era domingo iba a celebrarlo corriendo. También teniendo en cuenta los dígitos redondos de la edad que cumplo, me marque como objetivo bajar por primera vez de los 45 minutos en una carrera de 10.000.

Es cierto que desde que me estrene en esta distancia siempre he corrido por debajo de los 50 minutos y en los últimos meses he estado muy cerca de bajar de la barrera de los 45 pero oficialmente todavía no la he superado. Aunque francamente con el cuerpo que me he levantado creo que me parece un objetivo complicado.
 
Con mejor espíritu me pongo en marcha, desayuno, ducha, disfrazarse de corredor y a buscar a mi cuñado. La salida esta cerca de casa y podemos ir andando, ya desde que salgo de casa me cruzo por la calle con corredores y según nos acercamos aumenta el ambiente, me hace olvida el cansancio y ya estoy preparado para la carrera.

Lo primero es recoger el dorsal y el chip de cronometraje. La Organización  es perfecta y tardamos pocos minutos en recoger de las mesas los dorsales y entregar la ropa que nos sobra en el ropero. Esto me ratifica en mi idea de que cuando nos obligan a  recoger los dorsales el día antes, aduciendo problemas logísticos, no es más que una excusa para hacernos pasar por el centro comercial de turno.
 
Mi cuñado se estrena oficialmente en una carrera popular y paga todas las novatada, no sabía que hay guardarropa y me venía sólo con la camiseta con la que pensaba correr y la mañana está fresquita, no ha traído los imperdibles para sujetar el dorsal, con eso ya contaba y como siempre traigo de sobra, pero lo mejor es que se mete el chip en el bolsillo del pantalón hasta que se da cuenta de que los demás nos lo colocamos en la zapatilla para garantizar que se active cuando crucemos por encima de las alfombras.

Con todo en orden, recogemos a mi compi de curro en la puerta del Polideportivo Magariños, lugar emblemático para todo aficionado al  baloncesto en Madrid y a calentar. La calle Serrano esta ya cortada y comenzamos un trote ligero hasta la plaza de los delfines para volver, un par de estiramientos y damos por terminado el calentamiento, no es que sea muy profesional pero tampoco se nos puede pedir más a los populares.



Ya nos quedamos situados a unos diez metros del arco de salida, de charleta. La gente se va agolpando a nuestro alrededor y cuando en el luminoso marcan que faltan cinco minutos para la salida ya estamos como sardinas en lata.

El marcador comienza la cuenta atrás y se da la salida, como siempre tardamos todavía unos minutos en arrancar, pero en cuanto cruzo la línea de salida dejo atrás a mis acompañantes y a correr. Ya lo habíamos hablado antes, tenemos objetivos muy distintos por lo tanto cada uno a su ritmo y nos vemos en la meta.

Por primera vez en una carrera me lanzo desde el primer metro a buen ritmo, sólo frenado por la cantidad de corredores que debo ir esquivando, pero los primeros metros son en bajada, todos vamos muy animados y la calle es ancha, puedo mantener un buen ritmo aunque la calle Serrano es engañosa y tiene algún repecho.

Llegamos a la calle Recoletos y dejamos Serrano, es el punto más conflictivo de la carrera, es una calle estrecha con bolardos y todavía la carrera no se ha estirado por lo que se forma el temido efecto embudo. Pero sorprendentemente no tengo ningún problema, prácticamente no tengo que reducir el ritmo y tomo la Castellana sin ningún susto.

Comienza la larga subida de la Castellana, en la mayoría de las carreras corremos por los carriles centrales pero en esta ocasión nos meten por el carril lateral, eso complica un poco el recorrido, es más estrecho y  hay que ir atento a la separación del carril bus. Supero la marca del tercer kilómetro, es el primero y el último que voy a ver en todo el recorrido, o los ponen muy escondidos o la edad me está haciendo perder vista.



Miro mi reloj 13:02, hago un cálculo mental rápido y concluyo que voy 30 segundos por encima de la media de 4:30 el kilómetro que debería mantener para bajar de los 45 minutos al final de la carrera. No es que sean buenas noticias, estos tres primeros kilómetros son en bajada y todavía estoy fresco, pero ahora no voy a parar y decido seguir al mismo ritmo y ver como pasan los kilómetros.

Ahora que estoy escribiendo esta crónica me doy cuenta de que la edad también me ha afectado a mi capacidad de cálculo pues realmente llevaba casi 30 segundos de adelanto y mi ritmo era claramente por debajo de lo previsto.

La subida por la Castellana se me hace más llevadera de lo que esperaba, de hecho en algún momento me tengo que recordar que debo dosificar pues todavía queda mucha carrera y la verdadera subida comienza a la altura de Nuevos Ministerios. Lo peor que puede ocurrirte en una carrera es que te de una pájara, los expertos recomiendan siempre correr de menos a más, yo simplemente recomiendo correr como se pueda.
 

Llegamos al avituallamiento, en esta ocasión totalmente caótico, porque en lugar de la clásica botella de agua, nos ofrecen vasos de bebida isotónica. No derramar el vaso mientras se intenta mantener el ritmo de carrera es complicado. En cuanto lo cojo la mitad del líquido se me derrama encima, recuerdo las técnicas que he leído en las revistas especializadas y doblo el vaso por la mitad de modo que se cierre su boca y bebo por una de las esquinas.

Deshacerme del vaso es otra odisea, hay pocos contenedores y cuando me quiero dar cuenta ya no encuentro ninguno donde lanzar mi vaso, puedo tirarlo al suelo pero es un peligro y poco higiénico. Opto por salirme de la carrera subirme a la acera y buscar una papelera donde tirarlo, prueba superada y de vuelta a la carrera.

Pasamos a la altura del Estadio Bernabeu, donde me descubro ante el templo sagrado del futbol mundial. Un montón de autobuses turísticos están aparcados y grandes grupos de personas intentan cruzar la carrera para llegar al museo del Real Madrid, el segundo más visitado de toda la capital y es que el balón es el nuevo opio del pueblo.

Ya estoy terminando la subida y voy “suficientemente fresco”, todo se pone de cara, la temperatura es fresca pero la amenaza de lluvia aguanta, mis piernas van ligeras y sigo adelantando gente, esto siempre anima a continuar. No quiero mirar el cronómetro para que el tiempo no tire abajo las sensaciones, no debemos olvidar nunca que corremos para divertirnos.


La primera rampa de Alberto Alcocer es dura pero corta, aun así los kilómetros se notan y algunos corredores tienen que bajar su ritmo aunque ninguno se para. Comienza el tramo de toboganes, es un poco rompe piernas, pero para mí ya se ha convertido en una zona clásica, la he corrido en el maratón, dos veces en el medio maratón de Madrid y también en la carrera Norte-Sur un par de veces.

Me la conozco y aprieto los dientes en Príncipe de Vergara y en la primera cuesta de la calle Serrano. Llego al cruce con Concha Espina, es uno de los puntos que he marcado en el recorrido, a partir de ese momento la carrera se suaviza y comienza el descenso hasta la línea de meta. Miro el cronómetro, sorpresa me marca un par de minutos por debajo de los 40 minutos.

¡¡ MAGNÍFICO, PUEDO BAJAR DE LOS 45 !!

Según mis cálculos me debe quedar como mucho un kilómetro. Todavía tengo fuerzas para cambiar el ritmo y lanzarme un “poquito” más rápido. Pero no contaba con el falso llano antes de la plaza de los delfines, que a mis piernas le parece una cuesta, pero giro la plaza y ya veo el arco de salida.

Los últimos metros los hago mirando constantemente el reloj para asegurarme que no me equivoco y cuando cruzo la meta, paro el crono y compruebo que he bajado de los 45 minutos, objetivo cumplido, y a pesar de haber saltado de categoría dentro de los Veteranos.

Con el ego por las nubes, entrego el chip y recojo la bolsa del corredor. Sólo tiene un botella de bebida isotónica y un par de paquetes de galletas, pero compensa una buena camiseta de manga larga en rojo, únicamente con el nombre de la carrera y sin publicidad, como a mí me gusta.

Mis compis de carrera también han superado con creces sus objetivos, mi cuñado que buscaba estar en el entorno de los 55 minutos, se marca un carrerón y se queda a pocos segundos de bajar de los 50, creo que le hemos ganado para la tribu de los corredores.

Mi compañero de trabajo corría con la idea de estar por encima de la hora, ya que está en el comienzo de su preparación para su gran objetivo del año que viene, la Media de Villalba, pero es un competidor nato y no puede evitar bajar varios minutos de la hora.

Cuando nos vamos andando hacia casa empezamos a notar una bajada de temperatura y comienzan a caer las primeras gotas que nos acompañaran el resto del día. Parece como si el dios Zeus nos haya respetado, reconociendo así nuestro esfuerzo humano en correr la carrera.

Carrera recomendable, pensada por y para los corredores, la publicidad y todo lo accesorio queda en segundo plano y lo más importante es correr. Con un número adecuado de participantes para el recorrido y volcada en que podamos correr a gusto, sin embotellamientos o barreras y de forma segura.

A continuación os dejo unas fotos de la entrada en meta de los tres fantásticos, para que os entretengáis en buscarnos, al estilo “¿Dónde esta Wally?”, y es que con la multitud de corredores si no posas para la cámara no se te ve en la foto.