Domingo 24 de Marzo del 2019
La MetLife Madrid Activa es una
carrera singular y por lo tanto diferente al resto de las que se realizan en la
capital, por eso resulta atrayente para los corredores populares.
Singular por la distancia, sus
quince kilómetros es una longitud poco habitual y estupenda para dar el salto a
las largas distancias sin enfrentarse directamente al miedo escénico que
produce la media maratón. A esto hay que añadir que prácticamente todo el recorrido
es cuesta abajo y excepto dos cortas subidas el resto es muy favorable para el
corredor.
Singular por su recorrido y no es
que discurra por lugares distintos de otras carreras es que discurre por todos
ellos y eso la convierte en la carrera madrileña más monumental. Recorre la
ciudad de norte a sur por el paseo de la Castellana, Recoletos y del Prado,
pasando por sus plazas más emblemáticas, la Plaza de Colon, Cibeles, Neptuno o
Atocha. Por supuesto rodea la Puerta de Alcalá emblema indiscutible de la villa
y atraviesa la Puerta del Sol, centro de la ciudad pasando frente a la Real
Casa de Correos, su reloj, el kilómetro 0 y la estatua del oso y el madroño.
Singular porque corre frente a
nuestras instituciones parlamentarias, el Congreso de los Diputados en la
Carrera de San Jerónimo y el Senado en la Calle Bailen. Visita los museos más
importantes de la capital, el museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza
y por supuesto el Museo del Bernabéu, el tercero más visitado de la capital.
Nos permite disfrutar de las dos estaciones de tren más antiguas de Madrid y
también de las más bonitas, la estación de Príncipe Pio y la Estación de
Atocha.
Singular por que cruza la Plaza
de Oriente donde se agrupan la mayor cantidad de grandes monumentos por metro
cuadrado del centro de la capital. Podemos disfrutar en el mismo vistazo de la
Catedral de la Almudena, el Palacio Real y el Teatro Real. La visita turística también
nos acerca a las zonas verdes más antiguas y con mayor historia de Madrid, el
Parque del Retiro, El Campo del Moro, el Parque del Oeste y nos deja a las
puertas de la Casa de Campo. Y porque acaba en el Manzanares, que a pesar de su
poca entidad como río es muy reconocido por atravesar la capital española.
No se puede pedir más lugares
emblemáticos a una carrera madrileña, tendríamos que correr varias carreras de
10 km o el Maratón de Madrid y sus durísimos 42 kilómetros para poderlos
visitar todos corriendo. Cualquier lista que hiciéramos con los imprescindibles
a visitar en Madrid prácticamente estaría incluida en este recorrido.
En cuanto a la Organización sin
errores, lo cual para una carrera multitudinaria en Madrid y con el inconveniente
añadido de que la salida y la meta no están cerca es más que suficiente. Los
avituallamientos cada 5 km aunque solo líquidos, un guardarropas eficaz aunque
mejorable y una bolsa del corredor discreta. A destacar que dispone de
autobuses en la meta que acercan al corredor de nuevo a la salida lo cual es
una gran idea.
Al que alguna vez me ha
preguntado mi opinión siempre le he contestado lo mismo, para correr un 10 km
solo hace falta querer para correr una Media Maratón además de querer hay que
prepararse. Por eso a mi ahijado una vez que ha terminado la Carrera de los
Bomberos con buenas sensaciones le falta superar la barrera de la hora
corriendo en su preparación para el Medio Maratón de Madrid. Una tirada de al
menos 15 kilómetros es un “mínimo” indispensable para enfrentarse a la media
con seguridad y unas ciertas garantías de terminar.
Le propongo que hagamos una
Tapia, un clásico de la capital con algo más de 16 kilómetros que consiste en
dar la vuelta a la Casa de Campo pegada a la tapia que la rodea. Pero no le veo
muy dispuesto y no creo que sea capaz de hacer el solo una tirada tan larga.
Hasta ahora todos los que se han estrenado conmigo en la media han pasado por
esta prueba en donde hemos comprobado que estaban preparados. Mi sobrino no
puede ser una excepción a pesar de que sea joven y deportista, si se lesiona o
le da un jamacuco en la carrera tendré que oír a mi hermano mayor toda la vida
recordándomelo.
Entonces me acuerdo de la carrera
MetLife, son 15 kilómetros justo un par de semanas antes de la media. La tenía
en mi agenda como pendiente especialmente por su espectacular recorrido por la
capital, puede ser la oportunidad perfecta para tacharla de mis pendientes y
comprobar si mi ahijado está preparado para los 21 kilómetros. No me resulta
demasiado difícil convencerle, sobre todo porque le aseguro que es todo bajada
y la inscripción corre de mi cuenta.
Así me planto en la Plaza de
Castilla en una mañana de domingo con un tiempo prácticamente veraniego,
esperando a mi ahijado para ponerme una vez más en la línea de salida de una
carrera popular. Hago recuento y van a ser cuatro carreras en menos de seis
semanas, creo que voy a superar mi record de carreras encadenadas, y no puedo
evitar una cierta satisfacción personal.
Llega mi ahijado en esta ocasión
mucho más tranquilo que hace dos semanas, ya sabe lo que es ponerse un dorsal y
se le ve confiado. Nos dirigimos a las furgonetas del guardarropa para dejar
las mochilas y nos encontramos con una buena cola y eso que todavía no somos
muchos corredores. Es sorprendente pero la gente coloca la etiqueta de
identificación en el último momento justo antes de entregarla a los voluntarios
por lo que la operación se eterniza. Por fin llega un voluntario más espabilado
y nos va recogiendo las bolsas a los que ya la tenemos marcada sin que tengamos
que esperar la cola que cada vez se hace más larga.
Aunque no nos habíamos puesto de
acuerdo los dos hemos coincidido en ponernos camiseta amarilla y pantalón
negro, por lo que parecemos un auténtico equipo de corredores.
En esta ocasión nos da tiempo a
calentar un poco y damos unas carreras por la Castellana hasta el túnel que
pasa por debajo de la Plaza de Castilla y que está cortado al tráfico. Poco a
poco nos vamos juntando mas corredores y ya hay ambiente de carrera. A mi
sobrino en esta ocasión son los mocos los que le salen en el último momento y
no tenemos pañuelo y es que siempre hay algún imprevisto.
En cualquier caso se le pasan
todos los males cuando es la hora de comenzar y nos colocamos tras la salida. Dan
la salida y comienza la carrera, hasta el kilómetro 5 transcurre por el carril
central del Paseo de la Castellana y cuesta abajo. Es el mismo recorrido con el
que terminamos hace dos semanas y nos lo conocemos, pero procuramos controlar
el ritmo porque en esta ocasión nos queda toda la carrera por delante.
Vamos disfrutando del recorrido
que desde el primer metro es un lujo, el Estadio Santiago Bernabéu, Nuevos
Ministerios, la Plaza de Emilio Castelar y la Plaza de Colon cada una con sus
características estatuas. Para acabar cogiendo el Paseo de Recoletos hasta la
Plaza de Cibeles y su diosa tirada por los dos leones. Sin darnos prácticamente
cuenta ya hemos recorrido una tercera parte de la carrera y seguimos bastante
frescos.
Es el momento de la primera de
las dos únicas cuestas de todo el recorrido, giramos a la izquierda para tomar
la Calle Alcalá en dirección a la Puerta de Alcalá. Es una de las subidas
clásicas, con la puerta como referencia al fondo, de hecho es la salida de la
Media Maratón de Madrid por lo que nos sirve para que mi ahijado la conozca.
Rodeamos la Puerta disfrutando de pasar corriendo tan cerca y nos metemos en el
túnel subterráneo, como en otras ocasiones es el momento de hacer ruido para
que las paredes nos devuelvan el eco y generen ese estruendo tan característico
de cientos de corredores pasando por un espacio confinado.
Ahora nos toca rodear el Parque
del Retiro, los primeros metros por la calle O´Donell siguen siendo subida pero
en cuanto giramos y tomamos la Avenida de Menendez Pelayo volvemos a bajar. Han
sido casi un kilómetro y medio de subida, mi acompañante ha aguantado a muy
buen ritmo por lo que hemos adelantado a muchos otros corredores mas
conservadores que nosotros y ahora podemos correr sin tanta aglomeración.
Corremos por lo que será el final
del medio maratón, por lo que hemos enganchado el principio y el final de la
carrera en este tramo. Comento con mi ahijado que cuando corramos por aqui
dentro de dos semanas ya estaremos seguros de acabar la media maratón y será el
momento de disfrutar o de sufrir dependiendo de cómo estemos de fuerzas. La
cuesta abajo termina en la Estación de Atocha en donde tomamos el Paseo del
Prado para correr por delante del Jardín Botánico y el Museo del Prado. Este
tramo es una subida muy suave pero las piernas se han acostumbrado a la bajada
durante los últimos tres kilómetros y se resienten un poco del cambio, pero en
seguida cogemos de nuevo nuestro ritmo.
Llegamos hasta la Plaza de
Neptuno y al dios tirado por sus dos caballos, es el momento de girar a la
izquierda y atacar la segunda cuesta del día por la Carrera de San Jerónimo
hasta la Puerta del Sol. Los primeros metros por delante del Congreso de los
Diputados son exigentes y hay que bajar el ritmo. Además la calle se estrecha y
los corredores nos volvemos a juntar formando un pequeño tapón, tenemos que ir
más atentos y me separo un poco de mi acompañante aunque no me pierde la estela
en ningún momento.
Entramos en la Puerta del Sol,
con mucha público animando lo que siempre es un aliciente. Ya estamos en el
kilómetro 10 y mi acompañante supera su record de distancia corriendo,
siguiente objetivo sobrepasar la hora de carrera sin parar. Pero ahora es el
momento de disfrutar del momento de cruzar por debajo del reloj y el kilómetro
cero, unos metros emblemáticos para cualquier madrileño.
Salimos de la plaza por la Calle
Mayor y llegamos hasta la Plaza de la Villa, que recibe su nombre porque está
el antiguo edificio del ayuntamiento. Cuando se lo comento a mi ahijado me
sorprende que no tenía ni idea y es que a veces me olvido de que nos separan
treinta años y el ya nació asumiendo como normales algunos de los cambios que
yo viví en primera persona.
Llegamos al tramo más bonito de
todo el recorrido, el paso por la Catedral de la Almudena, la Plaza de Oriente
y el Palacio Real. Para mí unos de los entornos más monumentales y emblemáticos
del centro de la ciudad. Mires donde mires encuentras edificios singulares
llenos de historias que contar. Y como no puede ser de otro modo una de las
zonas con mayor aglomeración de turistas de Madrid, las manadas de turistas
sobre todo japoneses se desplazan en grandes grupos por la plaza siguiendo a su
guía, es el precio que la ciudad tiene que pagar.
La carrera atraviesa de lado a
lado la plaza por lo que interrumpimos el paso de los turistas, lo que provoca siempre
cruces peligrosos. Algún frenazo y choque, en la mayoría de los casos sin
importancia, y una mezcla de sonrisas e improperios por parte de los corredores
según su estado físico a estas alturas de la carrera. Nosotros vamos con
fuerzas y sonreímos sobre todo cuando un
grupo de japoneses se ponen a aplaudir justo a nuestro paso aleccionados por su
guía que está claro tiene mucha guasa.
Desde aquí hasta la meta ya todo
es cuesta abajo y muy favorable, por lo que nos olvidamos de reservar fuerzas y
es hora de subir un poco el ritmo. Corremos ahora por la calle Bailen a la
izquierda los jardines de Sabatini y abajo el rio Manzanares y a la derecha el
Senado y la Plaza de España. Mi compañero aguanta bien el ritmo aunque desde
hace unos kilómetros ya no habla y eso es síntoma de que tampoco va muy sobrado
de fuerzas. Pero hemos superado la barrera psicológica de la hora corriendo y
es un hito más en su breve carrera de corredor popular, de aquí al final solo
tiene que aguantar.
A pesar de estar ya en el kilómetro
12 seguimos corriendo muy en grupo y es que en Madrid las carreras siempre son
muy multitudinarias, en este caso 3500 corredores, y es difícil sentirse solo
en todo el recorrido. Llegamos hasta el Parque del Oeste, el Templo de Debod
queda a nuestro lado aunque no lo veamos, el parque es uno de mis lugares
habituales de entrenamiento y con unas vistas espectaculares sobre la Casa de
Campo. Lo rodeamos por la calle de Pintor Rosales y giramos a la izquierda para
atravesar el parque y pasar por delante de la Rosaleda uno de los muchos
secretos ocultos de la capital, un lugar encantador todo el año pero sobretodo
en el mes de mayo cuando es el concurso de rosas y lo puedes disfrutar en todo
su esplendor.
Aprovechando la cuesta abajo me
he lanzado como loco, mi ahijado pierde unos metros pero me sigue mientras
adelantamos a mucha gente. Llegamos a la Cuesta de San Vicente, tiene una buena
pendiente y la he sufrido en subida en otras carreras pero en esta ocasión es
favorable y ya estoy lanzado. A nuestra derecha la Estación de Príncipe Pio, la
antigua estación del norte que es como aparece en el Monopoly, y llegamos a la
Plaza de San Vicente para tomar el paseo peatonal que nos lleva al Madrid Rio y
la Puerta del Rey que es donde acaba la carrera. Hay que tener cuidado porque vamos
todos muy rápidos buscando la meta y el paso es estrecho y con algún banco de
piedra peligroso. Voy esquivando corredores sin prestar atención a si mi
acompañante me sigue.
Cruzamos el Manzanares por el
Puente de Rey y mi ahijado se pone a mi altura pero en esta ocasión no le
pienso dejar ganar como me ocurrió en la Carrera de los Bomberos, por lo que no
bajo el ritmo hasta cruzar la meta por delante suyo. Una marca de oficial de
1:18:26, a un ritmo de 5:13 el kilómetro, una muy buena carrera y una prueba
perfecta de cara a la Media Maratón.
Nos vamos a la orilla del
Manzanares a estirar e hidratarnos, en la meta también nos han dado una medalla
para conmemorar sus cinco primeros años de existencia, que siempre hace mucha ilusión.
Mi sobrino está encantado, ha aguantado muy bien y ya ha superado un paso más
en su preparación, aunque sigue con dudas de cara a la media maratón y hace
bien porque los seis últimos kilómetros de la media son los más duros. Pero eso
queda para dentro de dos semanas, ahora es el momento de hacernos una foto con
el Palacio Real al fondo, yo la mando a la familia vía Watshap mi sobrino publica
su logro en Instagram, claramente el salto generacional también se nota en
estos detalles.
Ya con nuestras mochilas y recuperados
del esfuerzo nos acercamos hasta la estación para que yo tome el metro hasta mi
casa, mientras mi ahijado se monta en una moto eléctrica de alquiler compartido
de las muchas que han invadido la capital. En la forma de movernos por la misma
ciudad se nota también los casi 30 años que separan nuestras generaciones.
Mientras escribo esta crónica y
narro el recorrido a mi memoria viene una y otra vez el clásico juego del
Monopoly, ambientado en las calles madrileñas y al que tantas horas he dedicado
de niño y luego de adulto jugando con mis hijos. Mi relación con este juego
siempre ha sido de amor y odio, me ha entretenido en interminables partidas
pero siempre he sido incapaz de finalizarlas. Conseguir que el resto de mis
contrincantes se arruinen me resulta una labor imposible y cuando parece que lo
voy a conseguir siempre caigo en una de esas calles carísimas y vuelven a
equilibrarse las finanzas.
Y esta carrera transcurre por
cuatro de aquellas malditas cinco calles más caras del juego, dos de las tres
de color verde, Gran Vía, Alcalá y Puerta del Sol y las dos de color azul
oscuro y de mayor precio del tablero, Paseo de la Castellana y la más valorada
el Paseo del Prado.
Aunque reconozco que mi debilidad
era conseguir las cuatro estaciones ferroviarias, Goya, Delicias, Mediodía y
Norte. Y dos de ellas también se incluyen en el recorrido de esta carrera,
aunque ahora son más conocidas por su nueva denominación, la estación de Atocha
antigua estación del Mediodía y la Estación de Príncipe Pío antigua Estación
del Norte.