martes, 30 de abril de 2019

La carrera Monumental de Madrid


Domingo 24 de Marzo del 2019

La MetLife Madrid Activa es una carrera singular y por lo tanto diferente al resto de las que se realizan en la capital, por eso resulta atrayente para los corredores populares.

Singular por la distancia, sus quince kilómetros es una longitud poco habitual y estupenda para dar el salto a las largas distancias sin enfrentarse directamente al miedo escénico que produce la media maratón. A esto hay que añadir que prácticamente todo el recorrido es cuesta abajo y excepto dos cortas subidas el resto es muy favorable para el corredor.

Singular por su recorrido y no es que discurra por lugares distintos de otras carreras es que discurre por todos ellos y eso la convierte en la carrera madrileña más monumental. Recorre la ciudad de norte a sur por el paseo de la Castellana, Recoletos y del Prado, pasando por sus plazas más emblemáticas, la Plaza de Colon, Cibeles, Neptuno o Atocha. Por supuesto rodea la Puerta de Alcalá emblema indiscutible de la villa y atraviesa la Puerta del Sol, centro de la ciudad pasando frente a la Real Casa de Correos, su reloj, el kilómetro 0 y la estatua del oso y el madroño.

Singular porque corre frente a nuestras instituciones parlamentarias, el Congreso de los Diputados en la Carrera de San Jerónimo y el Senado en la Calle Bailen. Visita los museos más importantes de la capital, el museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y por supuesto el Museo del Bernabéu, el tercero más visitado de la capital. Nos permite disfrutar de las dos estaciones de tren más antiguas de Madrid y también de las más bonitas, la estación de Príncipe Pio y la Estación de Atocha.

Singular por que cruza la Plaza de Oriente donde se agrupan la mayor cantidad de grandes monumentos por metro cuadrado del centro de la capital. Podemos disfrutar en el mismo vistazo de la Catedral de la Almudena, el Palacio Real y el Teatro Real. La visita turística también nos acerca a las zonas verdes más antiguas y con mayor historia de Madrid, el Parque del Retiro, El Campo del Moro, el Parque del Oeste y nos deja a las puertas de la Casa de Campo. Y porque acaba en el Manzanares, que a pesar de su poca entidad como río es muy reconocido por atravesar la capital española.

No se puede pedir más lugares emblemáticos a una carrera madrileña, tendríamos que correr varias carreras de 10 km o el Maratón de Madrid y sus durísimos 42 kilómetros para poderlos visitar todos corriendo. Cualquier lista que hiciéramos con los imprescindibles a visitar en Madrid prácticamente estaría incluida en este recorrido.

En cuanto a la Organización sin errores, lo cual para una carrera multitudinaria en Madrid y con el inconveniente añadido de que la salida y la meta no están cerca es más que suficiente. Los avituallamientos cada 5 km aunque solo líquidos, un guardarropas eficaz aunque mejorable y una bolsa del corredor discreta. A destacar que dispone de autobuses en la meta que acercan al corredor de nuevo a la salida lo cual es una gran idea.













Al que alguna vez me ha preguntado mi opinión siempre le he contestado lo mismo, para correr un 10 km solo hace falta querer para correr una Media Maratón además de querer hay que prepararse. Por eso a mi ahijado una vez que ha terminado la Carrera de los Bomberos con buenas sensaciones le falta superar la barrera de la hora corriendo en su preparación para el Medio Maratón de Madrid. Una tirada de al menos 15 kilómetros es un “mínimo” indispensable para enfrentarse a la media con seguridad y unas ciertas garantías de terminar.

Le propongo que hagamos una Tapia, un clásico de la capital con algo más de 16 kilómetros que consiste en dar la vuelta a la Casa de Campo pegada a la tapia que la rodea. Pero no le veo muy dispuesto y no creo que sea capaz de hacer el solo una tirada tan larga. Hasta ahora todos los que se han estrenado conmigo en la media han pasado por esta prueba en donde hemos comprobado que estaban preparados. Mi sobrino no puede ser una excepción a pesar de que sea joven y deportista, si se lesiona o le da un jamacuco en la carrera tendré que oír a mi hermano mayor toda la vida recordándomelo.

Entonces me acuerdo de la carrera MetLife, son 15 kilómetros justo un par de semanas antes de la media. La tenía en mi agenda como pendiente especialmente por su espectacular recorrido por la capital, puede ser la oportunidad perfecta para tacharla de mis pendientes y comprobar si mi ahijado está preparado para los 21 kilómetros. No me resulta demasiado difícil convencerle, sobre todo porque le aseguro que es todo bajada y la inscripción corre de mi cuenta.

Así me planto en la Plaza de Castilla en una mañana de domingo con un tiempo prácticamente veraniego, esperando a mi ahijado para ponerme una vez más en la línea de salida de una carrera popular. Hago recuento y van a ser cuatro carreras en menos de seis semanas, creo que voy a superar mi record de carreras encadenadas, y no puedo evitar una cierta satisfacción personal.

Llega mi ahijado en esta ocasión mucho más tranquilo que hace dos semanas, ya sabe lo que es ponerse un dorsal y se le ve confiado. Nos dirigimos a las furgonetas del guardarropa para dejar las mochilas y nos encontramos con una buena cola y eso que todavía no somos muchos corredores. Es sorprendente pero la gente coloca la etiqueta de identificación en el último momento justo antes de entregarla a los voluntarios por lo que la operación se eterniza. Por fin llega un voluntario más espabilado y nos va recogiendo las bolsas a los que ya la tenemos marcada sin que tengamos que esperar la cola que cada vez se hace más larga.

Aunque no nos habíamos puesto de acuerdo los dos hemos coincidido en ponernos camiseta amarilla y pantalón negro, por lo que parecemos un auténtico equipo de corredores.


En esta ocasión nos da tiempo a calentar un poco y damos unas carreras por la Castellana hasta el túnel que pasa por debajo de la Plaza de Castilla y que está cortado al tráfico. Poco a poco nos vamos juntando mas corredores y ya hay ambiente de carrera. A mi sobrino en esta ocasión son los mocos los que le salen en el último momento y no tenemos pañuelo y es que siempre hay algún imprevisto.

En cualquier caso se le pasan todos los males cuando es la hora de comenzar y nos colocamos tras la salida. Dan la salida y comienza la carrera, hasta el kilómetro 5 transcurre por el carril central del Paseo de la Castellana y cuesta abajo. Es el mismo recorrido con el que terminamos hace dos semanas y nos lo conocemos, pero procuramos controlar el ritmo porque en esta ocasión nos queda toda la carrera por delante.

Vamos disfrutando del recorrido que desde el primer metro es un lujo, el Estadio Santiago Bernabéu, Nuevos Ministerios, la Plaza de Emilio Castelar y la Plaza de Colon cada una con sus características estatuas. Para acabar cogiendo el Paseo de Recoletos hasta la Plaza de Cibeles y su diosa tirada por los dos leones. Sin darnos prácticamente cuenta ya hemos recorrido una tercera parte de la carrera y seguimos bastante frescos.

Es el momento de la primera de las dos únicas cuestas de todo el recorrido, giramos a la izquierda para tomar la Calle Alcalá en dirección a la Puerta de Alcalá. Es una de las subidas clásicas, con la puerta como referencia al fondo, de hecho es la salida de la Media Maratón de Madrid por lo que nos sirve para que mi ahijado la conozca. Rodeamos la Puerta disfrutando de pasar corriendo tan cerca y nos metemos en el túnel subterráneo, como en otras ocasiones es el momento de hacer ruido para que las paredes nos devuelvan el eco y generen ese estruendo tan característico de cientos de corredores pasando por un espacio confinado.

Ahora nos toca rodear el Parque del Retiro, los primeros metros por la calle O´Donell siguen siendo subida pero en cuanto giramos y tomamos la Avenida de Menendez Pelayo volvemos a bajar. Han sido casi un kilómetro y medio de subida, mi acompañante ha aguantado a muy buen ritmo por lo que hemos adelantado a muchos otros corredores mas conservadores que nosotros y ahora podemos correr sin tanta aglomeración.

Corremos por lo que será el final del medio maratón, por lo que hemos enganchado el principio y el final de la carrera en este tramo. Comento con mi ahijado que cuando corramos por aqui dentro de dos semanas ya estaremos seguros de acabar la media maratón y será el momento de disfrutar o de sufrir dependiendo de cómo estemos de fuerzas. La cuesta abajo termina en la Estación de Atocha en donde tomamos el Paseo del Prado para correr por delante del Jardín Botánico y el Museo del Prado. Este tramo es una subida muy suave pero las piernas se han acostumbrado a la bajada durante los últimos tres kilómetros y se resienten un poco del cambio, pero en seguida cogemos de nuevo nuestro ritmo.

Llegamos hasta la Plaza de Neptuno y al dios tirado por sus dos caballos, es el momento de girar a la izquierda y atacar la segunda cuesta del día por la Carrera de San Jerónimo hasta la Puerta del Sol. Los primeros metros por delante del Congreso de los Diputados son exigentes y hay que bajar el ritmo. Además la calle se estrecha y los corredores nos volvemos a juntar formando un pequeño tapón, tenemos que ir más atentos y me separo un poco de mi acompañante aunque no me pierde la estela en ningún momento.

Entramos en la Puerta del Sol, con mucha público animando lo que siempre es un aliciente. Ya estamos en el kilómetro 10 y mi acompañante supera su record de distancia corriendo, siguiente objetivo sobrepasar la hora de carrera sin parar. Pero ahora es el momento de disfrutar del momento de cruzar por debajo del reloj y el kilómetro cero, unos metros emblemáticos para cualquier madrileño.


Salimos de la plaza por la Calle Mayor y llegamos hasta la Plaza de la Villa, que recibe su nombre porque está el antiguo edificio del ayuntamiento. Cuando se lo comento a mi ahijado me sorprende que no tenía ni idea y es que a veces me olvido de que nos separan treinta años y el ya nació asumiendo como normales algunos de los cambios que yo viví en primera persona.

Llegamos al tramo más bonito de todo el recorrido, el paso por la Catedral de la Almudena, la Plaza de Oriente y el Palacio Real. Para mí unos de los entornos más monumentales y emblemáticos del centro de la ciudad. Mires donde mires encuentras edificios singulares llenos de historias que contar. Y como no puede ser de otro modo una de las zonas con mayor aglomeración de turistas de Madrid, las manadas de turistas sobre todo japoneses se desplazan en grandes grupos por la plaza siguiendo a su guía, es el precio que la ciudad tiene que pagar.

La carrera atraviesa de lado a lado la plaza por lo que interrumpimos el paso de los turistas, lo que provoca siempre cruces peligrosos. Algún frenazo y choque, en la mayoría de los casos sin importancia, y una mezcla de sonrisas e improperios por parte de los corredores según su estado físico a estas alturas de la carrera. Nosotros vamos con fuerzas y sonreímos sobre todo  cuando un grupo de japoneses se ponen a aplaudir justo a nuestro paso aleccionados por su guía que está claro tiene mucha guasa.

Desde aquí hasta la meta ya todo es cuesta abajo y muy favorable, por lo que nos olvidamos de reservar fuerzas y es hora de subir un poco el ritmo. Corremos ahora por la calle Bailen a la izquierda los jardines de Sabatini y abajo el rio Manzanares y a la derecha el Senado y la Plaza de España. Mi compañero aguanta bien el ritmo aunque desde hace unos kilómetros ya no habla y eso es síntoma de que tampoco va muy sobrado de fuerzas. Pero hemos superado la barrera psicológica de la hora corriendo y es un hito más en su breve carrera de corredor popular, de aquí al final solo tiene que aguantar.

A pesar de estar ya en el kilómetro 12 seguimos corriendo muy en grupo y es que en Madrid las carreras siempre son muy multitudinarias, en este caso 3500 corredores, y es difícil sentirse solo en todo el recorrido. Llegamos hasta el Parque del Oeste, el Templo de Debod queda a nuestro lado aunque no lo veamos, el parque es uno de mis lugares habituales de entrenamiento y con unas vistas espectaculares sobre la Casa de Campo. Lo rodeamos por la calle de Pintor Rosales y giramos a la izquierda para atravesar el parque y pasar por delante de la Rosaleda uno de los muchos secretos ocultos de la capital, un lugar encantador todo el año pero sobretodo en el mes de mayo cuando es el concurso de rosas y lo puedes disfrutar en todo su esplendor.

Aprovechando la cuesta abajo me he lanzado como loco, mi ahijado pierde unos metros pero me sigue mientras adelantamos a mucha gente. Llegamos a la Cuesta de San Vicente, tiene una buena pendiente y la he sufrido en subida en otras carreras pero en esta ocasión es favorable y ya estoy lanzado. A nuestra derecha la Estación de Príncipe Pio, la antigua estación del norte que es como aparece en el Monopoly, y llegamos a la Plaza de San Vicente para tomar el paseo peatonal que nos lleva al Madrid Rio y la Puerta del Rey que es donde acaba la carrera. Hay que tener cuidado porque vamos todos muy rápidos buscando la meta y el paso es estrecho y con algún banco de piedra peligroso. Voy esquivando corredores sin prestar atención a si mi acompañante me sigue.

Cruzamos el Manzanares por el Puente de Rey y mi ahijado se pone a mi altura pero en esta ocasión no le pienso dejar ganar como me ocurrió en la Carrera de los Bomberos, por lo que no bajo el ritmo hasta cruzar la meta por delante suyo. Una marca de oficial de 1:18:26, a un ritmo de 5:13 el kilómetro, una muy buena carrera y una prueba perfecta de cara a la Media Maratón.


Nos vamos a la orilla del Manzanares a estirar e hidratarnos, en la meta también nos han dado una medalla para conmemorar sus cinco primeros años de existencia, que siempre hace mucha ilusión. Mi sobrino está encantado, ha aguantado muy bien y ya ha superado un paso más en su preparación, aunque sigue con dudas de cara a la media maratón y hace bien porque los seis últimos kilómetros de la media son los más duros. Pero eso queda para dentro de dos semanas, ahora es el momento de hacernos una foto con el Palacio Real al fondo, yo la mando a la familia vía Watshap mi sobrino publica su logro en Instagram, claramente el salto generacional también se nota en estos detalles.

Ya con nuestras mochilas y recuperados del esfuerzo nos acercamos hasta la estación para que yo tome el metro hasta mi casa, mientras mi ahijado se monta en una moto eléctrica de alquiler compartido de las muchas que han invadido la capital. En la forma de movernos por la misma ciudad se nota también los casi 30 años que separan nuestras generaciones.

Mientras escribo esta crónica y narro el recorrido a mi memoria viene una y otra vez el clásico juego del Monopoly, ambientado en las calles madrileñas y al que tantas horas he dedicado de niño y luego de adulto jugando con mis hijos. Mi relación con este juego siempre ha sido de amor y odio, me ha entretenido en interminables partidas pero siempre he sido incapaz de finalizarlas. Conseguir que el resto de mis contrincantes se arruinen me resulta una labor imposible y cuando parece que lo voy a conseguir siempre caigo en una de esas calles carísimas y vuelven a equilibrarse las finanzas.

Y esta carrera transcurre por cuatro de aquellas malditas cinco calles más caras del juego, dos de las tres de color verde, Gran Vía, Alcalá y Puerta del Sol y las dos de color azul oscuro y de mayor precio del tablero, Paseo de la Castellana y la más valorada el Paseo del Prado.

Aunque reconozco que mi debilidad era conseguir las cuatro estaciones ferroviarias, Goya, Delicias, Mediodía y Norte. Y dos de ellas también se incluyen en el recorrido de esta carrera, aunque ahora son más conocidas por su nueva denominación, la estación de Atocha antigua estación del Mediodía y la Estación de Príncipe Pío antigua Estación del Norte.

    

jueves, 4 de abril de 2019

Corriendo con los Bomberos

La Carrera de los Bomberos madrileña está organizada por el Club Deportivo Bomberos de Madrid, pero sobretodo apoyada por el Ayuntamiento y eso le permite tener su salida en plena Puerta del Sol de Madrid, en el famoso kilómetro 0 de España. Son pocas las carreras populares a las que se les permite pasar por el centro de Madrid, de esas solo algunas tienen el privilegio de correr frente a la Real Casa de Correos, bajo el famoso reloj que nos anuncia cada 31 de diciembre la entrada del nuevo año, pero creo que únicamente esta carrera tiene el honor de instalar su arco de salida en plena Puerta del Sol.

Los primeros kilómetros del recorrido son un lujazo, de la Puerta del Sol por la calle Preciados hasta la Plaza de Callao para bajar por la Gran Vía hasta la Plaza de Cibeles. El corredor todavía va fresco y son metros para disfrutar del ambiente y el entorno. El resto de la carrera transcurre por el Paseo de Recoletos y de la Castellana, primero se sube dirección norte para volver en bajada. Este tramo es más habitual en otras carreras populares pero eso no le quita nada de su encanto, hay que disfrutar del paso por la Plaza de Colon, la Plaza de Emilio Castelar, los Nuevos Ministerios o el Estadio Santiago Bernabéu.

Como particularidad de la carrera la participación de los bomberos profesionales en una categoría especial, ataviados con el equipamiento completo y corriendo por equipos cargando por relevos con el EPR (Equipo de Protección Respiratorio) y sus 10 kilos más de peso. Solo nos queda animarles cuando los adelantamos en la carrera, si es que somos capaces de hacerlo.
















Domingo 26 de Febrero del 2012

Era la primera edición y yo estuve en su estreno. Es cierto que me apunte porque el recorrido inicial que publicaba la página web subía por la Cuesta de la Vega hacia la Plaza de Oriente y me hacía gracia enfrentarme a esa mítica cuesta madrileña, pero al final se optó por un recorrido por calles más anchas, que con pequeñas variaciones es el que se corre actualmente.

Recuerdo que en esa época yo acababa de empezar en las carreras populares y me apuntaba a todas las pruebas que encontraba, eran los años en que corría dos maratones anuales el de otoño y primavera. Ahora procuro ser un poco más selectivo con mis carreras aunque solo sea porque el cuerpo ya no me aguanta tantos kilómetros corriendo y protesta.
En aquella ocasión corrí con un compañero de la oficina que como yo estaba empezando en esto de las carreras, el ya no sigue corriendo lo ha cambiado por cargar con sus dos hijos. Aunque ha prometido que volveremos a correr juntos, el problema es que como tarde mucho el que no va a poder voy a ser yo.

En aquella primera edición la carrera salió de la Plaza del Carmen y los padrinos eran Martin Fiz y Fermín Cacho. Cacho fue uno de los héroes de las Olimpiadas de Barcelona ganando la medalla de oro en la prueba de 1500, pero de aquello había pasado tiempo y su barriga delataba que no estaba en su mejor forma, de hecho hacía de libre de los 50 minutos. Para nosotros resultaba una marca bastante asequible por eso decidimos en la salida que nuestro objetivo sería ganar a todo un campeón olímpico.

Cuando dieron la salida nos lanzamos como locos en la bajada por la Gran Vía para poder alcanzarle. Antes de llegar a Cibeles y coger la Castellana ya le habíamos adelantado y nos sentíamos grandes corredores. Pero entonces descubrimos por primera vez que la Castellana tiene desnivel, cuando circulas en coche la sensación es que el paseo es llano, pero cuando lo haces corriendo te das cuenta de que tiene una inclinación importante, sobre todo a partir de la plaza de San Juan de la Cruz y mucho más cuando pasas la Plaza de Cuzco.

El caso es que llegados al Bernabéu y con más de la mitad de la carrera por delante, a mi compi le dio una pájara impresionante, se quedó sin fuerzas, tuvimos que parar y ponernos a andar. Gracias a que el avituallamiento estaba cerca pudo recuperar algo de energía. A partir de ese momento el resto de la subida hasta la Plaza de Castilla fue un suplicio, yo intentaba animarle pero fue imposible. Fermín Cacho y su grupo nos adelantaron y no pudimos hacer nada por seguirles.

Solo una vez que giramos y el recorrido se hizo más favorable recupero los ánimos y pudimos volver a correr, pero ya a un ritmo lento y sin ninguna posibilidad de recuperar el tiempo perdido. Cruzamos la meta en un tiempo superior a los 54 minutos y sobretodo no podremos contar a nuestros nietos que nosotros ganamos a todo un campeón olímpico.














Domingo 10 de Marzo del 2019

Siete años después de aquella primera edición me vuelvo a poner en la salida de esta carrera. Desde aquella ocasión no había vuelto a correrla y la verdad es que no tengo una razón, simplemente no había cuadrado en mi calendario, porque la verdad es que la carrera merece la pena.

En esta ocasión tengo la compañía de mi ahijado. Nos apuntamos como preparación para la Media Maratón de Madrid que el correrá por primera vez. La historia comienza en Navidades cuando se le ocurre comentarme que le gustaría hacer una media maratón. Yo agarro la presa y ya no la pienso soltar, últimamente me cuesta encontrar acompañantes en mis carreras y esta es una buena oportunidad. Eso si tiene que comprarse zapatillas y ponerse a entrenar, aunque es un gran deportista y con su físico y su edad no le va a costar nada prepararse.

Transcurridas las semanas me va contando sus avances, pero como a todos los que se inician le cuesta alargar las tiradas y se aburre. Por eso le apunto a esta carrera para que se estrene en una carrera con dorsal y se pruebe antes de afrontar los 21 kilómetros. Sera la primera vez que corra diez kilómetros seguidos y se le nota responsabilizado o mejor dicho asustado.

Quedamos en mi casa y vamos en metro hasta la Puerta del Sol, llegamos con tiempo suficiente para dejar la ropa en el guardarropa, ponernos los dorsales y posar para la foto de recuerdo de la primera carrera de mi ahijado. A mi compi le pueden los nervios y tiene que ir al baño, pero como siempre la cola, en los pocos baños químicos que hay preparados, es larga. Por lo que los últimos minutos los pasamos esperando en la cola en lugar de calentar. Apurado pero al final le da tiempo y ya con todo en orden nos ponemos tras la salida al final del grupo.


Delante salen los bomberos ataviados con todo su equipo, no recuerdo que en la primera edición corrieran disfrazados. Por fin nos llega el turno de salir a nosotros, los primeros metros por la calle Preciados hasta la Plaza de Callao, son complicados porque somos muchos corredores y además hay que tener cuidado con los obstáculos de la calle y los peatones que se cruzan.

Pero cuando llegamos a la Gran Vía correr es un placer, el día es magnífico y los dos vamos a un ritmo alegre en medio de un grupo bullicioso que disfruta del momento. Llegamos a la Plaza de Cibeles y tomamos el carril central de la Castellana, el novato aguanta estupendamente aunque procuro que el ritmo sea suave y siempre pendiente de no asfixiarle.

Un voz detrás nuestro grita “ASIAIN !!”, nos volvemos y es la hija de mi primo que también participa en la carrera. Nos saludamos, va sola porque su hermano que la acompañaba corre a otra velocidad y va por delante. Le animamos a que se junte a nosotros, pero ella va a su ritmo y hace muy bien. Nos despedimos y continuamos.

Llegamos a la altura de los Nuevos Ministerios y el circuito empieza a empinarse, bajo un poco el ritmo, pues aunque por ahora le veo muy fresco no conviene forzar las piernas. Llegamos al avituallamiento y cojo una botella para los dos, es preferible que no cambie el ritmo. Ya solo quedan los metros finales de subida y en seguida estamos en el kilómetro 6 donde giramos para tomar la Castellana en dirección contraria. A partir de ahora es todo bajada.

Al fondo distingo el globo de los 55 minutos, es una buena referencia y sin comentarlo con mi compi subo un poco el ritmo para alcanzarlo. Cada vez lo tenemos más cerca y mi ahijado se da cuenta, para él es un subidón y ahora es él el que aumenta el ritmo sin darse cuenta. Le dejo hacer y adelantamos al globo antes de pasar por el kilómetro 8.

Los dos últimos kilómetros son de disfrute total, a mi ahijado se le han quitado todos los miedos y esta encendido. Intento que mantengamos un ritmo constante, porque es importante que entre con buenas sensaciones y no fundido, pero va tan sobrado que a 200 metros de la meta acelera para esprintar, intento seguirle pero desisto, es su momento y le dejo que lo disfrute solo.

Ya en la meta lo celebramos juntos, está encantado y yo más de verle feliz. Ha conseguido una espléndida marca de 51:30 y aunque él no se lo crea podía haber bajado sin problemas de los 50 minutos. Repite una y otra vez que nunca había corrido tanto ni tan rápido, pero todavía ve lejos el objetivo de la Media Maratón de Madrid.


Especial mención hay que hacer al grupo “Egoísmo Positivo”, que como otros años en esta edición corrieron con más de 10 personas en silla de rueda empujadas por un alegre y concurrido grupo de acompañantes. Nosotros nos cruzamos con ellos cuando subían por la Castellana y todos los corredores les aplaudimos y les dimos las gracias por honrarnos con su participación.

En otras ocasiones me he cruzado en carreras populares con corredores en sillas de ruedas, empujadas por compañeros y amigos y siempre la sonrisa del que va sentado en su silla y el orgullo del que la va empujando es una lección de vida, una demostración de cómo uno puede enfrentarse y vencer a las dificultades. Y yo solo puedo aplaudirles, animarles y agradecérselo.

Personalmente sé que cuándo algo grave nos cambia de repente la vida, puedes pensar que tu vida se ha roto y que tus proyectos se acabaron o puedes pensar que se te han abierto nuevos retos y una vida de ilusiones distintas, solo uno es él que decide cómo afrontar el cambio.