jueves, 31 de marzo de 2016

Corriendo en la Noche de Jaén

Cuando en España se habla de carreras en donde el público se vuelca y el ambiente es especial, la gente siempre habla de la San Silvestre Vallecana o la Behobia – San Sebastián, pero nadie nombra la Carrera de San Antón y puedo afirmar que la prueba de la capital jienense esta al mismo nivel que la anteriores sino las supera.

Yo la conocí hace varios años a través de mis primos, me insistían en que era algo especial pero nunca les hice mucho caso. Hasta que este año he podido correrla y sólo puedo decir que el ambiente y el público son espectaculares.

La carrera se celebra la noche del 16 al 17 de Enero coincidiendo con las Hogueras de San Antón que se celebra en muchos barrios de Jaén, de este modo se aprovecha que la gente se ha echado a la calle para la celebración y acompañan a la carrera. En sus 33 ediciones ha ido tomando protagonismo y ya es difícil saber si la carrera coincide con las hogueras o son las hogueras las que se hacen coincidir con la carrera. El mayor inconveniente es que solo algunos años esta noche cae en fin de semana, lo que complica que podamos acudir los que vivimos fuera de Jaén.

La carrera es nocturna lo que hace todavía que resulte más especial y son “casi” diez kilómetros, la mitad en subida hasta la Catedral y la otra mitad en bajada. Una participación limitada a 8000 dorsales que este año se han quedado muy cortos y un precio simbólico muy diferente del coste de la San Silvestre o la Behobia que se ha disparado en los últimos años. Como no podía ser de otro modo en la capital del olivo, el premio a los vencedores es su peso en aceite.

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Mañana de Sábado y salimos destino a Jaén, estamos citados para comer en casa de la Tía y correr por la noche la Carrera de San Antón. Comida familiar y multitudinaria con todos los primos de Jaén además de los tres primos que acudimos desde Madrid, seis menús diferentes y mesas con comensales por toda la casa, parece un restaurante pero mucho mejor. Al acabar la comida es el momento de repartir los dorsales, camisetas y medallas (las dan ante de terminar la carrera por si algo) que han recogido la Organización del evento. Vaya lujo no tener que encargarme de nada y tenerlo todo organizado, sólo tengo que correr y disfrutar.


De los que inicialmente estábamos apuntados se han dado de baja por lesión mi cuñado y por “obligaciones académicas” mi hijo, pero sus dorsales tienen dueño rápidamente y es que este año el dorsal de la carrera está muy cotizado, ya que cae en sábado y hemos acudido corredores de toda España. Seremos siete de la partida y sólo una chica, pero vale por todos nosotros, hasta ha salido entrevistada en la Voz de Jaén como corredora “mítica” de la prueba.

Para los pequeños hay una carrera de 4 km, personalmente me parece mucho para los enanos de 8 y 9 años aunque ellos están encantados. En esta ocasión cumplimos con la famosa paridad y corren tres chicos y tres chicas, a los jienenses que la corren todos los años en esta ocasión se unen tres de los madrileños, incluido mi sobrino mayor que se había negado a correr la larga con su padre, pero al final el orgullo le pica, pero sólo le da para la carrera infantil.

Ya con todo listo nos vamos al hotel para dejar las maletas y organizarnos antes de la carrera, aunque las pequeñas se quedan en casa de la Tía jugando. Intento descansar un poco pero sólo me da tiempo a echar una cabezadita antes de tener que bajar a la puerta del hotel donde hemos quedado. Los enanos que participan en la carrera se han ido ya hace un rato y el resto nos dividimos en un grupo para ir a la carrera y otro para subir hasta la Catedral a disfrutar de las hogueras y animar cuando pasemos los corredores.

Vamos andando hasta la salida, tardamos un rato pero así vamos calentando. Llegamos justo a tiempo de ver la salida de los enanos, tenemos suerte y entre la multitud les vemos pasar, van a toda velocidad cuesta abajo, me da la impresión de que no aguantaran pero son capaces de mantener el ritmo y llegar a la misma velocidad a la meta como si no hubieran corrido, que envidia de juventud.


Mientras ellos corren subimos a casa de los padres de la mujer de mi primo que utilizaremos como puesto de reunión y para dejar la ropa, una vez más la Organización perfecta. Desde la terraza tienen una vista privilegiada sobre la línea de salida, es impresionante el ambientazo de corredores y público. En la televisión de Jaén están retrasmitiendo la carrera y vemos la entrada en meta de los enanos antes de que bajemos a la calle para colocarnos en nuestro puesto de salida.


Entramos en el corral de salida antes de que ni siquiera abran las vallas que dan acceso al arco de salida, intentando buscar una buena posición y evitar la aglomeración de los primeros kilómetros. Pero es imposible la gente lleva esperando desde hace más de media hora para tomar las primeras posiciones. Estamos todos apelotonados como sardinas en lata, no podemos ni movernos pero aún hay gente que intenta abrirse paso entre la masa de corredores, yo sólo procuro no separarme del grupo. Por fin abren la valla de separación y avanzamos los 50 metros que nos separan de la línea de salida, la masa fluye pero en seguida vuelve a pararse y quedamos otra vez aplastados esperando que den la salida.

Menos mal que solo transcurren un par de minutos hasta que oigo el disparo de salida, estaba empezando a agobiarme, yo siempre prefiero colocarme detrás para evitar los empujones pero en esta ocasión la Organización es la que manda. Empezamos a correr, solo me preocupo de intentar no perder a mis primos aunque es prácticamente imposible, la salida es en bajada y la velocidad rápida. Me van pasando corredores por uno y otro lado mientras yo paso a otros que salieron antes que yo, es un caos maravilloso. Sigo la rueda de uno de mis primos mientras he perdido al resto, sé que a un par de ellos los llevo por delante y que el resto se han quedado detrás.

La gente anima a ambos lados de la calle y así será durante toda la carrera, no recuerdo ni un metro donde no hubiera gente a ambos costados, más o menos animosa pero siempre acompañando a los corredores, esto no lo había vivido en ninguna otra carrera hasta hoy.

La avenida es ancha y aprovechamos los carriles de ambos sentidos, lo que permite al menos durante unos metros correr con cierta holgura, pero hay que pasar por un subterráneo y el efecto embudo hace que nos frenemos y volvamos a achucharnos. Como ocurre siempre en los espacios cerrados el ruido de las pisadas y los gritos de la gente se amplían con el eco y resulta impresionante, en esta ocasión no es menos y la gente se viene arriba animando y gritando.

Comienza la subida que continuara unos cuatro kilómetros hasta la Catedral, ya he perdido al único primo que tenía a la vista, es tal la masa de corredores que no se si le he adelantado o me ha dejado atrás. A partir de ese momento corro solo y toda mi atención está en disfrutar del ambientazo, aunque siempre muy pendiente del resto de los corredores ya que las calles son estrechas y los cambios de ritmo bruscos, además de encontrarte con corredores más lentos a los que hay que esquivar.


Paso por delante de casa de mi Tía y la localizo con mi enana y mi sobrina animando a un lado de la carrera, intento acercarme para saludar pero es imposible, si freno algún corredor me arrollara y cruzarse es seguro de accidente. Solo puedo gritarlas desde lejos, la única que me escucha y se gira para verme es mi enana.

Si hasta ese momento las calles eran estrechas, a partir de ahora se convierten en callejones que primero rodean la plaza de toros y luego suben hacia el centro de la ciudad. Tengo que bajar el ritmo y adaptarlo a los corredores más lentos. Me da por animar al resto de corredores mientras atacamos las rampas más duras, al grito de “Vamos que solo es una cuesta”, disfruto de la subida mientras algunos corredores me miran con cara entre sorprendida y asustada.

La gente sigue animando y algunos nos iluminan con las antorchas, aunque es cierto como me habían avisado mis primos que el humo que desprenden hace que en algún momento te falte el aire. Pero si hasta entonces el ambiente es especial cuando se llega a la altura de la Catedral es un espectáculo, se forma un pasillo humano por donde pasamos los corredores, la gente anima y te sientes especial.

Se supone que en esta zona debe estar mi mujer y mis primas para animarnos pero aunque bajo el ritmo y pongo toda mi atención, es tanto el público que soy incapaz de verlas aunque sé que están en algún punto animando.


Comienza la bajada por el centro de Jaén, por fin el grupo se separa un poco y al menos hay unos metros entre los corredores que me permite dejar de estar pendiente del resto de los corredores y disfrutar del entorno. Voy pasando las pancartas que marcan los kilómetros y que en lugar de indicar a distancia recorrida nos avisan de los que nos quedan para terminar, así paso por la que indica 4 kilómetros para meta.

Volvemos en dirección a la salida y  otra vez corremos por calles especialmente estrechas, aunque a estas alturas de la carrera el pelotón de corredores se ha estirado y se puede correr con cierta comodidad. En esta zona por fin veo alguna de las famosas hogueras que se encienden esta noche en honor a San Antón.

A falta de un par de kilómetros veo a mi prima que va por delante, aprieto un poco el ritmo para alcanzarla. La grito antes de llegar a su altura y se vuelve para reconocerme, ya estamos juntos, ha llevado un gran ritmo pero ahora parece que las cuestas le están pasando factura. La animo a que se enganche a mi ritmo y durante unos metros acorto la zancada para adaptarla a su paso, pero en esta carrera es difícil correr en grupo, ni siquiera en pareja y en seguida me doy cuenta de que es difícil que corramos juntos. Además la cercanía del final y la sensación de euforia que me ha acompañado desde los primeros kilómetros hacen que sin querer aumente el ritmo y siga hacia delante.

Ya estamos de vuelta a la Avenida de Andalucía donde es la salida y meta, ahora toca subirla y las piernas notan el cansancio después de los kilómetros. Pero llego bastante bien de fuerzas, teniendo en cuenta que vengo de un parón de entrenamientos de casi dos meses y solo he corrido unos cuantos kilómetros esta semana para sentir de nuevo las piernas, por eso decido que es el momento de apretar.

Pero es imposible, los espectadores han bajado de las aceras y tomado la calle intentando ver a sus conocidos, una avenida de más de tres carriles queda reducido a un pasillo de 4 o 5 metros por donde pasamos los corredores. Hay que tener cuidado de no llevarse por delante a los espectadores que asoman la cabeza y decido relajarme y disfrutar del espectáculo de la gente animando.

Cruzo la meta en un discreto tiempo de 50 minutos y con un cierto dolor en el pie derecho, pero con la sensación de haber corrido una carrera especial disfrutando de principio a fin. A pocos metros de mi entra mi prima, a ella y a sus hermanos debo agradecérselo, por su insistencia en que viniera a correr a Jaén y organizando un fin de semana perfecto para todos, mayores y niños.

Esperamos al resto del equipo pero transcurre el tiempo y no aparece nadie más, está claro que ya han tenido que llegar y no les hemos visto. Me despido de mi prima, que como no ha tenido bastante se vuelve corriendo a su casa, y me dirijo al punto de reunión establecido. Me despisto un par de veces antes de dar con el portal de la casa y me doy cuenta de que no me acuerdo del piso y tampoco tengo batería en el móvil para llamar. Pero solo tengo que esperar unos minutos hasta que bajan mis primos y puedo subir a cambiarme y que me acerquen al hotel a ducharme.

Una vez recuperado a disfrutar de una gran cena familiar de nuevo todos juntos. Una mesa corrida para todos, en donde no hacen más que aparecer platos de comida sin que tenga que encargarme más que de disfrutarlos, un lujo de Organización. Los jóvenes se han ido por su cuenta a cenar y disfrutar de la noche jienense y acuden al final de la cena. Bajamos dando un paseo hacia el hotel disfrutando de la noche y bajando la comida.


El día siguiente aprovecho para dar un paseo y conocer la ciudad, he venido ya varias veces siempre por celebraciones familiares y nunca me ha dado tiempo a hacer la visita turística. Junta a mi mujer, mi hija y mi sobrina que se queda con nosotros cuando sus padres se van a Madrid, oímos misa en la Catedral y visitamos los Baños Árabes y su Museo de los Oficios.

Una buena caminata por el casco antiguo nos obliga a reponer fuerzas con una comida de menú en uno de los pocos restaurantes que encontramos abierto en la zona, pero que resulta buenísima. Y después de despedirnos de la Tía y llenar el coche con el indispensable y excepcional aceite de oliva, volvemos tranquilamente a Madrid. 


Así cerramos un fin de semana perfecto, en donde tengo que agradecer a mi Tía y a los primos la perfecta Organización. Así se disfruta más de las carreras, de verdad que muchísimas gracias.


Quedamos citados con los primos para correr la próxima vez en Madrid, seguramente en la prueba Rock & Roll, los menos aficionados los 10 km y los más valientes en la Media Maratón. Aunque creo que les decepcionara algo el ambiente si lo comparan con la carrera de su ciudad.