jueves, 26 de marzo de 2015

La Tragamillas

La Media de Collado Villalba la conoce todo el mundo por La Tragamillas, apodo que recibe en honor a su corredor más ilustre, Antonio Ledesma, personaje de barba canosa y pelo largo que recoge con una cinta rojiblanca en la frente y que se hizo famoso internacionalmente por ser imagen del Maratón de Nueva York.

El circuito es una mezcla de asfalto y tierra, con una zona dura por su desnivel entre el kilómetro 13 y 17, por lo que conviene reservar fuerzas. El resto del recorrido no tiene especial dificultad pero tampoco tiene mayor encanto, transcurre por polígonos y zonas de urbanizaciones, solo la zona del encinar del Soto, la Dehesa y atravesar el pueblo tiene algo de encanto.


Muy buena organización y grupos de animación a lo largo del recorrido pero muy poquito público que de ambiente a la carrera, espectacular avituallamiento en la llegada para recuperar fuerzas.

www.latragamillas.com













Primer carrera de este año y me voy a estrenar con una media maratón de las que todo el mundo cataloga de “duras” y es que ya que me pongo a correr que al menos al terminar me duelan las piernas.

Según nos acercamos a Collado Villalba desde Madrid el cielo se va cubriendo con unas nubes negras agarradas a la sierra que amenazan con descargar agua durante la carrera. Pero lo peor es el viento frío que baja desde la montaña, para los corredores es el peor enemigo y es que puede convertir las bajadas en subidas y las subidas en auténticas escaladas.

Reunidos de nuevo el trío de incondicionales recogemos los dorsales sin problemas, una lista en la pared donde mirar el nuestro número y una mesa donde un voluntario te da tu dorsal fiándose de que no le engañes ya que no te piden la documentación. De nuevo al coche pues hace fresco y todavía queda tiempo para la salida, a falta de 10 minutos para que comience la carrera nos decidimos a salir por fin del coche, es el momento de quitarse la ropa de abrigo y trotar un poco para combatir el frío.


Mientras calentamos el viento arrecia y parece que nos hará compañía durante la carrera, aunque al final solo molestara en los tramos abiertos, al principio y final de la carrera cuando corremos alrededor de la Dehesa Boyal, el resto de la carrera que transcurre por dentro del pueblo estaremos protegidos y no lo notaremos.

Nos colocamos dentro del grupo de corredores que se agolpan en la salida para protegernos del viento y el frío hasta que dan la salida y por fin arrancamos.

Del 1 al 5 – Persiguiendo a las liebres.

En los primeros metros una vez cruzado el arco de salida se hace muy incómodo correr, demasiados corredores y la salida en cuesta arriba hace que la gente vaya parada.

Mi objetivo es correr por debajo de la hora y 50 minutos y este no es mi ritmo por lo que abandono a mis dos acompañantes que se quedan protegidos dentro del rebaño de corredores y realizando un eslalon entre los grupos voy avanzando. Empiezo a coger un buen ritmo hasta llegar al primer embudo de la carrera un estrecho puente que no sé muy bien que cruza y que hace que tengamos que pasar de dos en dos y prácticamente andando.

Otra vez a ritmo de carrera veo al fondo la liebre con el banderín de las 2:00, tomo como primer objetivo alcanzarlo y aumento un poco el ritmo. No he llegado al kilómetro 4 y ya estoy a su altura y ya puedo ver 500 m por delante el banderín de la 1:50. Ese será mi segundo objetivo, no bajo el ritmo y me lanzo en su persecución, tardo menos de un kilómetro en recuperar la distancia y ponerme a su altura.


Han sido 5 primeros kilómetros a un ritmo por debajo de los 5 min el kilómetro. Llega el momento de ser conservador, sé que los kilómetros más empinados de la carrera son del 13 al 17 y conviene reservar fuerzas.

Del 5 al 14 – Corriendo en el grupeto.

Me pongo al ritmo de la liebre, aunque al principio me cuesta adaptarme a correr en el grupo que se forma a su alrededor enseguida me siento cómodo corriendo a un ritmo de 5:15 el kilómetro y disfrutando de las conversaciones entre los corredores.

Abandonamos la Dehesa y cruzamos la carretera de La Coruña por un paso elevado, ahora corremos por una zona comercial y de urbanizaciones de casa bajas y chalets muy poco atractiva en donde la única animación es nuestra liebre que debe ser del pueblo y va saludando por su nombre a los pocos espectadores con los que nos cruzamos.

La carrera se anima algo cuando tomamos un camino de tierra que atraviesa el parque que trascurre paralelo al río Guadarrama. Este tramo es de ida y vuelta por lo que nos vamos cruzando primeros con los corredores que van por delante y de vuelta con los que hemos adelantado. Intento localizar a mis compañeros entre el grupo de perseguidores pero no consigo verlos.

Al grupeto se une un corredor con la camiseta del Atlético al que todos animan cuando pasa y es que es el equipo de moda en la capital, en la próxima carrera tendré que correr con la camiseta de Ronaldo a ver si consigo que alguien me anime.

Nos dirigimos en dirección a la estación, cruzamos por encima de las vías del tren y en este punto nos cruzamos con los primeros de la carrera que ya vuelven, comprobando una vez más que no todos corremos igual.


Alcanzamos la zona de El Coto, un encinar donde corremos por sendas irregulares, para mí la zona más bonita y divertida de todo el recorrido, me adelanto algo al grupeto para poder correr cómodo y disfrutarla. Pero son escasamente un par de kilómetros y retornamos al asfalto y las casas.

Del 14 al 17 – Atacando cuesta arriba.

Cruzamos de nuevo por el puente sobre las vías y animados por una charanga a golpe de tambor y trompeta tomamos la Calle Real en dirección al centro del pueblo. Por fin parece que tenemos algo de público en esta zona y resulta más animado, pero también coincide con el comienzo de las rampas.

Los primeros kilómetros de subida hacen daño y el grupeto se estira, la liebre baja el ritmo para no perder a los corredores. He reservado fuerzas y voy cómodo de modo que casi sin pretenderlo me voy adelantado unos metros mientras subimos, no voy a pararme y me despido mentalmente de mis acompañantes.

Es mi momento y mantengo el ritmo mientras voy adelantando corredores que se van quedando atrás cuando llega la cuesta arriba. Cruzo de nuevo la carretera de La Coruña pero esta vez por un túnel subterráneo y ataco el último medio kilómetro de subida.


Excepto el kilómetro intermedio que es el más duro en donde el tiempo se me dispara a 5:30, el resto de la subida la hago al mismo ritmo que en los anteriores kilómetros llaneando.

Del 17 al 21 – Acabando más rápido.

Se acabó la subida y a partir de ahora es cuesta abajo hasta cruzar la meta. Con mi objetivo de bajar de 1:50 en la mano es el momento de correr sin reservar y subo el ritmo de mi zancada.

La Organización da un premio al mejor grupo de animación y en esta zona nos cruzamos con varios de ellos que hacen más agradable el recorrido, una banda de música rock, un grupo de animadoras con pompones, unos disfrazados de Tiramillas con su barba y su cinta en la cabeza, las chicas Mahou que serán las ganadoras y la orquesta del pueblo a la altura del Ayuntamiento.

Abandonamos el pueblo para volver a la primera cuesta donde empezamos la carrera, pero aún nos falta dar la vuelta al parque de la Dehesa. La carrera ya va muy estirada y al cruzar el puente no hay atasco. En esta zona el trazado no está muy marcado y mientras algunos corremos por fuera siguiendo el camino de tierra, algunos corredores recortan pegándose a la zona interior por una senda, aunque la diferencia no creo que sea muy grande el recortar se ha puesto de moda.


En estos últimos kilómetros he ido recuperando posiciones y adelanto a corredores que me habían dejado atrás, así paso al corredor atlético y a una pareja que corren empujando a su crío en un carrito sin ningún esfuerzo aparente. A lo largo de la carrera siempre vas “marcando” a corredores que te adelantan con la esperanza de poder pasarlos más adelante, cuando lo consigues siempre es una inyección de ánimos. Esto sumado al viento que ahora nos empuja  hace que estos kilómetros pasen muy rápidos.

La carrera acaba en la pista de atletismo en donde un grupo de animación disfrazados de zombis persiguen a los corredores. A mi esta última vuelta se me hace larga y los muertos vivientes no me hacen ni puñetera gracia, mi único objetivo es cruzar la meta y acelero en los metros finales para acabar cuanto antes.

21 + 97 m – Objetivo superado.

Los últimos kilómetros he vuelto a correr por debajo de los 5 min/km para acabar en una hora y 45 minutos, bajando en 5 minutos mi objetivo, aunque debo reconocer que mi reloj marca algo menos de 21 kilómetros.

Recupero fuerzas y estiro mientras veo entrar en la pista a la liebre que me acompaño durante tantos kilómetros y que llega sola, el grupeto se ha disuelto. Estoy atento a la llegada de mis compis, pero cuando ya pasa la liebre de las 2 horas y ellos no aparecen empiezo a preocuparme. Por fin aparece la parejita, vienen con cara de pocos amigos y a un ritmo cansino, está claro que lo han pasado mal y terminan por encima de las 2 horas muy lejos de sus mejores marcas.

Recuperamos fuerzas en los puestos de avituallamiento, con zumo, fruta y cervecita (sin alcohol por supuesto) y nos despedimos citándonos para la Media de Madrid.


Con esta media completo mi objetivo de las Tres Grandes Medias que comencé en julio de 2012 con la Media de El Escorial, carrera que estreno este blog y que continuó por partida doble en la Media de Fuencarral en 2012 y 2013.

Volver a repetir en El Escorial por su dureza y su encanto especial puede ser un buen objetivo para este año, siempre que pueda hacer un hueco entre tantas carreras en las que me gustaría participar. Está claro que la oferta supera con mucho mis fuerzas y por eso cada vez tengo que ser más selectivo con lo que corro.