La Media de Collado Villalba
la conoce todo el mundo por La Tragamillas, apodo que recibe en honor a su
corredor más ilustre, Antonio Ledesma, personaje de barba canosa y pelo largo que
recoge con una cinta rojiblanca en la frente y que se hizo famoso internacionalmente
por ser imagen del Maratón de Nueva York.
El circuito es una mezcla de asfalto y tierra, con una zona dura por su desnivel entre el kilómetro 13 y 17, por lo que conviene reservar fuerzas. El resto del recorrido no tiene especial dificultad pero tampoco tiene mayor encanto, transcurre por polígonos y zonas de urbanizaciones, solo la zona del encinar del Soto, la Dehesa y atravesar el pueblo tiene algo de encanto.
Muy buena organización y
grupos de animación a lo largo del recorrido pero muy poquito público que de
ambiente a la carrera, espectacular avituallamiento en la llegada para
recuperar fuerzas.
www.latragamillas.com
Primer carrera de este año y me voy a estrenar con una media maratón de las que todo el mundo cataloga de “duras” y es que ya que me pongo a correr que al menos al terminar me duelan las piernas.
Según nos acercamos a Collado
Villalba desde Madrid el cielo se va cubriendo con unas nubes negras agarradas
a la sierra que amenazan con descargar agua durante la carrera. Pero lo peor es
el viento frío que baja desde la montaña, para los corredores es el peor
enemigo y es que puede convertir las bajadas en subidas y las subidas en
auténticas escaladas.
Reunidos de nuevo el trío de
incondicionales recogemos los dorsales sin problemas, una lista en la pared donde
mirar el nuestro número y una mesa donde un voluntario te da tu dorsal fiándose
de que no le engañes ya que no te piden la documentación. De nuevo al coche
pues hace fresco y todavía queda tiempo para la salida, a falta de 10 minutos
para que comience la carrera nos decidimos a salir por fin del coche, es el
momento de quitarse la ropa de abrigo y trotar un poco para combatir el frío.
Mientras calentamos el viento
arrecia y parece que nos hará compañía durante la carrera, aunque al final solo
molestara en los tramos abiertos, al principio y final de la carrera cuando
corremos alrededor de la Dehesa Boyal, el resto de la carrera que transcurre
por dentro del pueblo estaremos protegidos y no lo notaremos.
Nos colocamos dentro del grupo
de corredores que se agolpan en la salida para protegernos del viento y el frío
hasta que dan la salida y por fin arrancamos.
Del
1 al 5 – Persiguiendo a las liebres.
En los primeros metros una vez
cruzado el arco de salida se hace muy incómodo correr, demasiados corredores y
la salida en cuesta arriba hace que la gente vaya parada.
Mi objetivo es correr por
debajo de la hora y 50 minutos y este no es mi ritmo por lo que abandono a mis
dos acompañantes que se quedan protegidos dentro del rebaño de corredores y
realizando un eslalon entre los grupos voy avanzando. Empiezo a coger un buen
ritmo hasta llegar al primer embudo de la carrera un estrecho puente que no sé
muy bien que cruza y que hace que tengamos que pasar de dos en dos y
prácticamente andando.
Otra vez a ritmo de carrera
veo al fondo la liebre con el banderín de las 2:00, tomo como primer objetivo
alcanzarlo y aumento un poco el ritmo. No he llegado al kilómetro 4 y ya estoy a
su altura y ya puedo ver 500 m por delante el banderín de la 1:50. Ese será mi
segundo objetivo, no bajo el ritmo y me lanzo en su persecución, tardo menos de
un kilómetro en recuperar la distancia y ponerme a su altura.
Han sido 5 primeros kilómetros
a un ritmo por debajo de los 5 min el kilómetro. Llega el momento de ser
conservador, sé que los kilómetros más empinados de la carrera son del 13 al 17
y conviene reservar fuerzas.
Del
5 al 14 – Corriendo en el grupeto.
Me pongo al ritmo de la
liebre, aunque al principio me cuesta adaptarme a correr en el grupo que se
forma a su alrededor enseguida me siento cómodo corriendo a un ritmo de 5:15 el
kilómetro y disfrutando de las conversaciones entre los corredores.
Abandonamos la Dehesa y
cruzamos la carretera de La Coruña por un paso elevado, ahora corremos por una
zona comercial y de urbanizaciones de casa bajas y chalets muy poco atractiva
en donde la única animación es nuestra liebre que debe ser del pueblo y va
saludando por su nombre a los pocos espectadores con los que nos cruzamos.
La carrera se anima algo
cuando tomamos un camino de tierra que atraviesa el parque que trascurre paralelo
al río Guadarrama. Este tramo es de ida y vuelta por lo que nos vamos cruzando
primeros con los corredores que van por delante y de vuelta con los que hemos
adelantado. Intento localizar a mis compañeros entre el grupo de perseguidores
pero no consigo verlos.
Al grupeto se une un corredor
con la camiseta del Atlético al que todos animan cuando pasa y es que es el
equipo de moda en la capital, en la próxima carrera tendré que correr con la
camiseta de Ronaldo a ver si consigo que alguien me anime.
Nos dirigimos en dirección a
la estación, cruzamos por encima de las vías del tren y en este punto nos
cruzamos con los primeros de la carrera que ya vuelven, comprobando una vez más
que no todos corremos igual.
Alcanzamos la zona de El Coto,
un encinar donde corremos por sendas irregulares, para mí la zona más bonita y
divertida de todo el recorrido, me adelanto algo al grupeto para poder correr
cómodo y disfrutarla. Pero son escasamente un par de kilómetros y retornamos al
asfalto y las casas.
Del
14 al 17 – Atacando cuesta arriba.
Cruzamos de nuevo por el
puente sobre las vías y animados por una charanga a golpe de tambor y trompeta
tomamos la Calle Real en dirección al centro del pueblo. Por fin parece que
tenemos algo de público en esta zona y resulta más animado, pero también coincide
con el comienzo de las rampas.
Los primeros kilómetros de
subida hacen daño y el grupeto se estira, la liebre baja el ritmo para no
perder a los corredores. He reservado fuerzas y voy cómodo de modo que casi sin
pretenderlo me voy adelantado unos metros mientras subimos, no voy a pararme y
me despido mentalmente de mis acompañantes.
Es mi momento y mantengo el
ritmo mientras voy adelantando corredores que se van quedando atrás cuando
llega la cuesta arriba. Cruzo de nuevo la carretera de La Coruña pero esta vez
por un túnel subterráneo y ataco el último medio kilómetro de subida.
Excepto el kilómetro intermedio
que es el más duro en donde el tiempo se me dispara a 5:30, el resto de la
subida la hago al mismo ritmo que en los anteriores kilómetros llaneando.
Del
17 al 21 – Acabando más rápido.
Se acabó la subida y a partir
de ahora es cuesta abajo hasta cruzar la meta. Con mi objetivo de bajar de 1:50
en la mano es el momento de correr sin reservar y subo el ritmo de mi zancada.
La Organización da un premio
al mejor grupo de animación y en esta zona nos cruzamos con varios de ellos que
hacen más agradable el recorrido, una banda de música rock, un grupo de
animadoras con pompones, unos disfrazados de Tiramillas con su barba y su cinta
en la cabeza, las chicas Mahou que serán las ganadoras y la orquesta del pueblo
a la altura del Ayuntamiento.
Abandonamos el pueblo para
volver a la primera cuesta donde empezamos la carrera, pero aún nos falta dar
la vuelta al parque de la Dehesa. La carrera ya va muy estirada y al cruzar el
puente no hay atasco. En esta zona el trazado no está muy marcado y mientras
algunos corremos por fuera siguiendo el camino de tierra, algunos corredores recortan
pegándose a la zona interior por una senda, aunque la diferencia no creo que
sea muy grande el recortar se ha puesto de moda.
En estos últimos kilómetros he
ido recuperando posiciones y adelanto a corredores que me habían dejado atrás,
así paso al corredor atlético y a una pareja que corren empujando a su crío en
un carrito sin ningún esfuerzo aparente. A lo largo de la carrera siempre vas “marcando”
a corredores que te adelantan con la esperanza de poder pasarlos más adelante,
cuando lo consigues siempre es una inyección de ánimos. Esto sumado al viento que
ahora nos empuja hace que estos
kilómetros pasen muy rápidos.
La carrera acaba en la pista
de atletismo en donde un grupo de animación disfrazados de zombis persiguen a
los corredores. A mi esta última vuelta se me hace larga y los muertos
vivientes no me hacen ni puñetera gracia, mi único objetivo es cruzar la meta y
acelero en los metros finales para acabar cuanto antes.
21
+ 97 m – Objetivo superado.
Los últimos kilómetros he
vuelto a correr por debajo de los 5 min/km para acabar en una hora y 45
minutos, bajando en 5 minutos mi objetivo, aunque debo reconocer que mi reloj
marca algo menos de 21 kilómetros.
Recupero fuerzas y estiro
mientras veo entrar en la pista a la liebre que me acompaño durante tantos
kilómetros y que llega sola, el grupeto se ha disuelto. Estoy atento a la
llegada de mis compis, pero cuando ya pasa la liebre de las 2 horas y ellos no
aparecen empiezo a preocuparme. Por fin aparece la parejita, vienen con cara de
pocos amigos y a un ritmo cansino, está claro que lo han pasado mal y terminan
por encima de las 2 horas muy lejos de sus mejores marcas.
Recuperamos fuerzas en los puestos de avituallamiento, con zumo, fruta y cervecita (sin alcohol por supuesto) y nos despedimos citándonos para la Media de Madrid.
Con esta media completo mi
objetivo de las Tres Grandes Medias que comencé en julio de 2012 con la Media
de El Escorial, carrera que estreno este blog y que continuó por partida doble
en la Media de Fuencarral en 2012 y 2013.
Volver a repetir en El
Escorial por su dureza y su encanto especial puede ser un buen objetivo para
este año, siempre que pueda hacer un hueco entre tantas carreras en las que me gustaría
participar. Está claro que la oferta supera con mucho mis fuerzas y por eso
cada vez tengo que ser más selectivo con lo que corro.