viernes, 31 de agosto de 2012

La Matutina de Cullera corriendo por la playa

Con la llegada del verano, llega también el calor y se nos hace más duro salir a correr. Debemos aprovechar las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, intentando que  las temperaturas sean más moderadas, pero aun así nos cuesta mucho ponernos las zapatillas.

Pero el verano también tiene sus ventajas, la principal las “vacaciones”. Tenemos más tiempo para nuestra afición y la mayoría abandonamos nuestro lugar de residencia habitual para descubrir nuevos entornos donde correr. Yo en este periodo vacacional me traslado a la costa y aprovecho para correr junto al mar.

Esta carrera en Cullera es una de las tantas que en verano tienen lugar por la orilla de la playa junto al mar. Transcurre por la Bahía de los Naranjos, desde el río Jucar hasta el Hotel Sicania, recorriendo las tres playas que la forman: la playa de la Escollera, la de San Antonio y la del Raco.

Las tres playas no están separadas físicamente, sólo los carteles señalizadores nos indican que pasamos de una a otra. El recorrido transcurre por la orilla, buscando la arena más compacta donde se corre con menos esfuerzo. La salida está aproximadamente en la mitad de la bahía, de hay iremos en dirección al Hotel Sicania, daremos la vuelta y recorremos la bahía hasta el extremo opuesto en el río, volveremos a dar la vuelta y terminaremos donde comenzamos, en total unos 7 Km.

El recorrido totalmente plano y recto, la única dificultad la arena. Aunque todos tenemos la idea idílica de correr por la playa al ritmo de la música de Vangelis, como en la película “Carros de Fuego”, la realidad es que correr por la arena es complicado y duro, la pisada es irregular, te resbalas al impulsarte, la orilla tiene una inclinación incomoda y la arena se pega a las zapatillas y cada vez nos pesan más las piernas.

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La carrera comienza a las 8:30 y a las 7:00 suena el despertador, es la primera vez que lo pongo en todas las vacaciones. Despierto a mi hijo que en esta ocasión se ha animado a acompañarme. Desayunamos en la terraza para no despertar al resto de la familia y ya uniformados, pero todavía adormilados, nos vamos hacia la salida.

Todavía está amaneciendo pero el día parece que va a estar cubierto. A pesar de la hora tan temprana en la playa y el paseo marítimo hay veraneantes madrugadores paseando, bañándose o corriendo, que se juntan con los trasnochadores que se recogen después de la fiesta, es sorprendente la animación.
Vamos trotando por el paseo marítimo hasta la salida que está situada en la zona del Oasis. Según nos acercamos ya se nota el ambientillo de la carrera, nos vamos cruzando con otros corredores algunos con los dorsales ya puestos. Aunque vayamos trotando para calentar, yo ya estoy sudando y es que empieza a hacer calor y la humedad es brutal.


Llegamos a recoger nuestros dorsales, somos el 22 y 23, pero hay hasta 600 inscritos lo cual me parece una barbaridad para una carrera de este tipo. El tráfico va a ser complicado, sobretodo pensando que la orilla no tiene más que un par de metros de ancho y en ciertos tramos nos cruzaremos corredores corriendo en ambos sentidos.

La recogida de dorsales y chips sin problemas, me hacen firmar una autorización para mi enano por ser menor de edad, supongo que para eximir a la organización de cualquier responsabilidad. A destacar la buena Organización, con algunos detalles de carrera grande, como los dorsales personalizados con nuestro nombre o los chips de tobillo que se ajustan con un velcro y son comodísimos.

El arco de salida ya esta preparada en la orilla, aunque el acceso permanece cerrado hasta las 8:15. Cuando avisan por megafonía nos colocamos todos en el cajón de salida, el speaker nos anima, avisa que tengamos cuidado con los bañista y paseantes con los que debemos compartir la orilla y nos recuerda la dureza de correr por la arena.


Arranca la carrera y salimos en el grupo de atrás, me coloco pegado al mar buscando la arena dura, con el enano corriendo tras de mí. Para poder adelantar debo casi meterme en el agua y voy sincronizando la carrera al sube y baja de las olas. En pocos metros ya he adelantado a muchos corredores que van a un ritmo menor, el grupo de corredores se ha estirado y se hace mucho más fácil correr, aunque en algunos tramos debemos meternos por la arena menos compacta y el paso se hace cansino.

Creía que llevaba a mi hijo pegado, pero cuando miro hacia atrás le veo unos cuantos metros por detrás. Decido no bajar el ritmo y que cada uno haga su carrera. Me siento muy cómodo después de la semana que he estado parado por culpa de la lesión en el gemelo derecho y aprovecho para hacer alguna foto de la fila de corredores para poder enseñároslas.

Me voy acercando al final de la playa y comienzo a cruzarme con los primeros que ya vuelven, ellos van por el interior mientras que nosotros mantenemos la franja de arena compacta. Tenemos que pasar por la alfombra, otros años era obligatorio recoger una pulsera, ahora es mas moderno, aunque estoy seguro que la alfombra está sin conectar.


Cuando giro puedo ver la bahía completa y las tres playas que debo recorrer, la verdad es que la escollera del río se ve muy lejos. Te desanima ver a la vez toda la distancia a la que te debes enfrentar, pero al menos sabemos que no encontraremos un repecho sorpresa tras una curva.

Me cruzo con el enano, que aunque ha ido perdiendo metros ha cogido su ritmo. Le animo pero se me queja del calor, y es que entre la alta temperatura y la humedad estamos todos empapados en sudor y hasta respirar cuesta.

Durante la larga recta tengo tiempo para fijarme en los corredores que me acompañan, y como en la mayoría de las carreras hay de todo, algunos más profesionales con sus camisetas de los clubes de atletismo y otros primerizos con equipación de andar por casa. Muchos hombres, pocas mujeres, algunos con aspecto de maratonianos y otros que todavía deberán bajar algo de peso  y de todas las edades, pero me sorprende la cantidad de chavales jóvenes que acompañan a sus padres, adelanto a uno que no tendrá más de 10 años.

Cuando volvemos a cruzar a la altura de la salida, con algo más de la mitad de la carrera superada, la organización tiene preparado el avituallamiento. El agua se agradece, aunque bebo poco y el resto me lo echo por encima de la cabeza para intentar refrescarme. A partir de ese momento empiezo a notar las piernas algo más cargadas pero mantengo un ritmo alegre.

En la playa ya hay una gran presencia de veraneantes, que nos hacen un pasillo mientras pasamos, no es que animen mucho yo creo que sólo esperan a que terminemos para plantar su sombrilla lo más cerca posible de la orilla.


Empiezo a cruzarme con los primeros que ya van directos a la meta, en esta ocasión les dejamos el lado más cercano al mar y nos toca sufrir un poco con la arena fina. El público no anima mucho y somos los propios corredores los que les animamos cuando pasan a nuestra altura.

Giro a la altura del río y ataco el último km y medio, voy mucho mejor en sensaciones y tiempos que en los entrenamientos que he hecho los últimos días. Supongo que la adrenalina de la competición y el oscuro placer de adelantar al corredor que llevo delante me hace mejorar mi rendimiento. Me animo a mantener la velocidad hasta el final y olvidarme de la lesión.

Me emparejo con un chaval que lleva un ritmo como el mío y juntos vamos adelantando a corredores en los últimos metros, pero al final él cambia el ritmo y me deja atrás. Hasta la meta sigo pasando a corredores y consigo bajar de los 5 min/km, que para mis condiciones y el momento de forma en que estoy, es una buena media.

Una vez pasada la meta desando parte del camino para ver la llegada de mi hijo, todavía tarda unos cuantos minutos, pero llega esprintando, aunque demasiado fatigado. De todos modos bendita juventud, él sin entrenar es capaz de terminar y en un tiempo cercano al mío.

Juntos nos vamos a recuperar fuerzas al avituallamiento que han montado en el paseo marítimo. Una vez más la Organización de carrera grande, camiseta técnica morada y un buffet completísimo, coca cola, pizza, chocolatinas, botella de agua y los mejor,

¡¡ Mucha sandía fresquita !!
Me vuelvo a transformar en el monstruo de la sandía.


Carrera altamente recomendable, se nota que es su 17 edición y la organización impecable. El recorrido distinto y atrayente y muy buen ambiente entre los participantes. Lo único el calor sofocante, pero hasta eso es parte del encanto veraniego del Levante.

Sin duda el año que viene repetiré, aunque debo prepararla mejor, por que mi hijo me ha amenazado con que en la próxima piensa ganarme.

domingo, 26 de agosto de 2012

En Málaga al espeto

Para los que somos amantes del mar, las viejas barcas de pescadores varadas en la playa nos resulta una visión triste. Sus formas que fueron diseñadas para navegar por el mar resultan voluminosas y grotescas en tierra y generalmente descansan apoyadas sobre uno de sus costados como si fueran incapaces de soportar su propio peso.

En Málaga, en cambio han sido capaces de darles una segunda oportunidad a todas estas barquitas, que con el paso del tiempo han perdido la utilidad para la que fueron construidas.

Repintadas en vivos colores y rellenas de arena, son utilizadas para preparar el pescado al espeto, en cualquiera de los cientos de chiringuitos de la costa malagueña. En su interior se encienden los fuegos de leña que servirán para preparar todo tipos de pescados de forma tan particular.


La técnica consiste en asar el pescado al calor de las brasas ensartado en un palo clavado en la arena. Sencilla y tradicional entre los pescadores de la zona, pero los resultados son espectaculares.

Podemos atrevernos a intentarlo pero es preferible ponernos en manos del maestro espetero. Cada chiringuito dispone del suyo, distinto del cocinero que prepara el resto de la comida, actúa como capitán de la barca para prepararnos el pescado al espeto.

Comienzan preparando un buen fuego, ya desde primera hora de la mañana. Utilizan grandes troncos, para que se forme buena brasa. Luego ya sólo hay que salar el pescado y ensartarlo en la caña. Luego lo clavan en la arena, es importante la distancia e inclinación al fuego, de modo que el pescado se vaya asando con el calor pero no se queme con las llamas.

Para ensartar el pescado se usa una caña partida por la mitad y afilada en sus extremos, que se debe cubrir con el pescado por completo para que esta no arda. El extremo de punta más gruesa es él que se clava en la arena, mientras el otro debe ser más fino para atravesar el pescado


Con esta técnica nos preparan todo tipo de pescados. A mí los pequeños son los que más me gustan, la estrella por supuesto es la sardina, aunque no demasiado pequeña sino se queda muy seca. En este caso el maestro espetero las atraviesa por el lomo y cubre la caña con varias en perfecta formación militar.

Pero también están buenísimos los pescados de mayor tamaño como la dorada o la rosada, más típica de las costas malagueñas. En este caso la caña se ensarta a través de la boca del pescado y no lo atraviesa.

Según cuentan es importante vigilar la dirección del viento y colocar el pescado entre el viento y las brasas para que no se queme, lo que obliga a mover el pescado si el viento es cambiante. Algunos espeteros más modernos utilizan botes sobre un soporte giratorio, lo que les permite orientarlo al viento.

Si está bien preparado el pescado tiene un sabor distinto, la piel dorada y crujiente pero el interior blando y sabroso.

Para mí es el plato estrella cuando estoy de vacaciones y suelo escaparme entre el baño en el mar y el castillo de arena con la enana, para tomarme mis sardinas de aperitivo con un tinto de verano. También a la hora de comer en el chiringuito con toda la familia, nunca faltan en la mesa, acompañadas de las almejitas, las puntillitas, el calamar a la plancha y el tomate preparado.

Por supuesto está prohibido parar en cualquier pueblo costero de la provincia de Málaga y no disfrutar de este manjar.

P.D. Si alguna vez pasáis por la Cala de Mijas os aconsejo que os acerquéis al Chiringuito el Bombo, Matías el espetero os preparará unas sardinas para chuparse los dedos.