miércoles, 2 de diciembre de 2015

En verano el Trofeo San Lorenzo

En contra de la corriente actual, mucho más comercial, esta carrera mantiene el espíritu popular y el estilo de las antiguas carreras de barrio. Sin grandes medios por falta de patrocinadores y poco apoyo público, cada año su organización es una incógnita. De hecho este año con el cambio de alcalde en nuestro ayuntamiento no se abrió la inscripción hasta un par de semanas antes del día de la carrera.

A su favor su monumental recorrido, un número reducido de dorsales que garantiza que se pueda correr desde el primer kilómetro y poderse inscribir sin tener que estar atento a cuando abren el plazo para evitar que se agoten los dorsales, son tres motivos que en mi caso garantizan que disfrutare corriéndola. Quizás las fechas estivales no animen a correr con el calor pero muchos corredores madrileños despiden la temporada con esta carrera antes de irse de vacaciones y colgar por un mes las zapatillas.

http://www.trofeosanlorenzo.es/














Domingo 8:30 de la mañana y ya estoy en la salida de la carrera, después de un mes de julio de los más calurosos de los últimos años, esta última semana se han moderado algo las temperaturas en la capital, pero aun así ya empieza a sentirse el calor.

He quedado con un compañero de la oficina que corre también y al que recogí el dorsal por que viene desde Guadalajara. Solo coincidiremos para hacernos la foto de rigor en la salida y comentar la carrera en la llegada de la carrera. Y es que los más de 20 años de diferencia y mi lamentable estado de forma hacen imposible que pueda seguir su ritmo por debajo de los 45 minutos.


Yo llevo únicamente un mes de carrera en la playa, con entrenamientos lentos, cortos y muy frustrantes, ya que ni  las sensaciones ni los ritmos son los que me gustarían. Pero aun así esta carrera me apetece mucho, normalmente en estas fechas estoy fuera de Madrid y nunca puedo participar, pero este año aprovechando que mi hijo viaja a Irlanda, he adelantado algo el retorno para poder ponerme el dorsal de la carrera.

No hace falta calentar y nos colocamos en la línea de salida. Antes hemos hecho un último intento por localizar a otro compañero que también estaba apuntado, pero supongo que se habrá quedado en la cama. Antes del pistoletazo de salida nos hacen retroceder unos metros, para ajustar la distancia exacta de los 10.000 m, no hay arco de salida ni control del chip en la salida pero es importante que la medición sea exacta, como si a la mayoría nos importaran unos metros arriba o abajo.

Dan la salida y arrancamos, como preveía mi compi sale como una bala, es cuesta abajo y por avenida ancha pero aun así hay que esquivar a la gente, le aguanto unos metros pero está claro que esa no es mi carrera, prefiero coger un ritmo cómodo y disfrutar del recorrido y los monumentos.

Puerta de Toledo


Me dejo llevar aprovechando la cuesta abajo a un buen ritmo camino de la Puerta de Toledo, el recorrido es el mismo que en el maratón pero en sentido contrario. Recuerdo que hace unos meses disfrutaba subiendo por estas mismas calles con más de 30 kilómetros en las piernas, hoy las disfruto igual pero con las piernas mucho más frescas.

Avanzamos por la Ronda de Toledo y a la altura de la calle Cascorro nos cruzamos con los últimos puestos del castizo Rastro de Madrid, hace años que no lo frecuento y me trae recuerdos de mi juventud cuando en alguna ocasión venía a comprar ropa militar en mi época más guerrera. Me hago el propósito de volver a visitarlo y enseñárselo a mis hijos.
Atravesamos la Puerta de Toledo y bajamos en dirección al rio. El sol aprieta y es curioso ver como todos los corredores nos pegamos a las aceras buscamos la sombra de los edificios.

Jardines de Campo del Moro


Ahora corremos por la Ronda de Segovia a coger la calle del mismo nombre y hasta el kilómetro 3 es todo bajada, eso se nota en que los corredores vamos animados de charleta sin aparente esfuerzo. Pero todo lo bueno se acaba y tomamos la ribera del rio y empezamos a llanear.

Tomamos el Paseo de la Virgen del Puerto, aunque todo el mundo sabe que en Madrid no hay ni puerto ni playa. A nuestra derecha los Jardines del Campo del Moro coronados por el Palacio Real y al otro el Manzanares y el Madrid Rio, unos metros para disfrutar y controlar el ritmo pues se acerca la gran cuesta del recorrido.

Dejamos a nuestra izquierda el emblemático Puente del Rey, entrada a la Casa de Campo y lugar por donde se cruza por primera vez el río en el recorrido de la maratón y llegamos hasta la Estación de Príncipe Pío.

Cuesta de San Vicente


Ahora sí que la carrera se empina, es el momento de apretar los dientes e intentar aguantar el ritmo. Está claro que mis piernas no se han olvidado de correr y voy superando a muchos otros corredores que han ido muy alegres en la cuesta abajo.

Esta cuesta se llamaba antiguamente Cuesta del Río o Cuesta del Palacio Nuevo, su nombre ha cambiado pero su inclinación permanece a pesar de los años.

Pasamos por el subterráneo de las calle Bailen y superando el último repecho aparecemos triunfantes en la Plaza de Oriente, se acabó la cuesta y las piernas lo agradecen.

Plaza de Oriente – Palacio Real


El paso por la Plaza de Oriente y el Palacio Real es uno de esos momentos para disfrutar en cualquiera de las pocas carreras que tienen permiso para pasar por sus puertas. Aunque hay que tener cuidado con los grupos de turistas japoneses que andan despistados y se cruzan y por supuesto sufrir el empedrado del camino.

Cruzamos por delante de la Catedral de la Almudena, siempre que tengo ocasión de verla me queda la duda de si me gusta o no, según mi hermano arquitecto es un total despropósito, feo y que rompe toda la uniformidad de la vista, pero es una catedral y como tal debe ser grande y recargada o al menos así recuerdo las catedrales clásicas.

A la salida de la plaza como ocurre siempre la calle se estrecha y se produce un embotellamiento, hay que tener cuidado con los bolardos y algún corredor se lleva más de un susto.

Viaducto de Segovia


Alcanzamos el viaducto que aun compartiendo el nombre del famoso acueducto de Segovia no tiene ninguna relación y es más famoso por ser el lugar habitual de suicidios en la capital.

La mitad del viaducto está cortado al tráfico para que podamos pasar los corredores pero el otro sentido se mantiene abierto al tráfico, aunque mejor sería decir que está abierto al atasco de los coches. Un taxista parado a nuestro lado, nos pregunta que hacia donde corremos, que él nos puede llevar a donde nosotros vayamos.

Ando un poco despistado, al ver el recorrido en el mapa pensé que giraríamos a la izquierda dirección al centro, pero seguimos por la calle Bailen, pasando por delante de la monumental iglesia de San Francisco el Grande. Pienso que han cambiado el recorrido como otros años y no pasamos por la Puerta del Sol, pero llegamos de nuevo a la Puerta de Toledo y giramos para volver sobre nuestros pasos por la calle Toledo.

Volvemos a la cuesta arriba y en esta ocasión por una calle con tramos empedrados, ya empiezan a notarse el calor y sobre todo los 6 kilómetros de carrera. Pero llega el avituallamiento y aunque caliente el agua se agradece.

Puerta del Sol


Tomamos la calle Mayor, ahora lo complicado es evitar al gran número de peatones, principalmente turistas, que transitan por estas calles y que nos cruzan por delante sin  avisar. Casi choco con uno de ellos que arrastra una gran maleta de ruedas, pero en el último momento evito la colisión. Es parte de la diversión de correr por el centro, aunque el ambiente es mucho mejor.

Desembocamos en la Puerta del Sol y cruzamos por delante de la Casa de Correos y su famoso reloj de fin de año, el kilómetro cero y la estatua del oso y el madroño, una visita turística de 200 m en menos de 15 segundos. Mucha gente pero pocos animando, muy distinto a cuando la cruce en el maratón y la gente forma un pasillo para que pasemos los corredores, pero aun así es un lujo que la carrera pase por un lugar tan emblemático.

Congreso de los Diputados


Salimos de la Puerta del Sol tomando la Carrera de San Jerónimo, al principio en una leve cuesta arriba pero enseguida cambia y bajamos animadamente en dirección al Congreso de los Diputados. Saludo a sus leones al pasar por delante y me lanzo en dirección a la Plaza de Neptuno.

Es el kilómetro 8 y voy muy bien de piernas, de aquí al final el recorrido es favorable por lo que decido que es el momento de abandonar la visita turística y acelerar un poco a pesar del calor que ya aprieta.

Plaza de Neptuno


Saludo al dios rojiblanco y me lanzo por el Paseo del Prado buscando el final de la carrera. El tráfico no es esta cortado y solo nos han marcado un estrecho pasillo con conos que nos protege de los vehículos. Está claro que la carrera no tiene suficiente importancia para que corten una de las vías principales de Madrid.

No me importa demasiado,  a estas alturas la carrera se ha estirado y corro prácticamente solo.  

Plaza de Atocha


Lanzado cruzo Atocha y dejando a un lado el espectacular Museo Reina Sofía, tomo la Ronda de Atocha en dirección a la salida.

Pero hay sorpresa final y nos desvían a la derecha por una última cuesta de 400 m con la que no contaba y que se hace eterna, miro el reloj y compruebo que puedo bajar de los 50 minutos, no es momento de relajarse.

En esta zona recibo los ánimos de otros corredores que ya han terminado y que me hace que no baje el ritmo. Cruzo la meta con un tiempo de 48 minutos, algo impensable cuando arranque en la salida y que me deja muy satisfecho. Es una inyección de ánimos para continuar con los entrenamientos.


Me encuentro con mi compañero en la meta, ha bajado de los 44 minutos pero lastrado por el calor y una mala digestión y es que no se puede ir a cenar a un mejicano la noche anterior a una carrera. Nos dirigimos hacia los coches cuando nos cruzamos con el compañero perdido que está terminando los últimos metros de la carrera. Me extraña verle tan retrasado pero más tarde me contara que llego tarde a la salida y salió por detrás de la ambulancia perseguido por los municipales que cerraban el recorrido y desde entonces ha tenido que recuperar terreno.

Carrera altamente recomendable por recorrido especialmente bonito, son diez kilómetros monumentales por una de las zonas más emblemáticas del centro de la capital. Quizás la Organización no sea perfecta pero mantiene el encanto de las carreras de barrio y sorprende gratamente la variedad de bebidas que dan en la meta y que están  especialmente frías así como la gran cantidad de voluntarios y es que aunque sea una carrera de barrio se nota que se vuelcan con el corredor.

A los últimos llegados a este mundo nos sorprende recoger el dorsal en un local social próximo a la Plaza de Lavapies, muy distinto de las inútiles ferias del corredor o la obligación de pasar por el Centro Comercial de turno que sufrimos en la mayoría de las carreras de nuestra capital.

Estoy convencido de que siempre que esté en Madrid procurare correrla.

Por cierto muy guapo el cartel y la camiseta de este año con una viñeta de Forges que simboliza perfectamente el espíritu del corredor popular.