viernes, 26 de septiembre de 2014

Correr 100 km da para mucho

El pasado sábado 20 de septiembre particié en mi primera carrera de larga distancia, un recorrido de poco más de 100 km entre Madrid y Segovia.

De la experiencia he sacado muchas sensaciones y aprendido alguna cosa nueva. Pero ya antes de ponerme a correr descubrí que 100 km dan para mucho, dan para mucho antes, durante y después de la carrera.


Dan para que meses antes ya tengas que esprintar para poder hacerte con uno de los 1200 dorsales que se ponen a la venta y que se acaban en menos de 24 horas. Una auténtica locura, casi como las peleas en la puerta del Corte Ingles el primer día de las rebajas de enero.

Una vez superada esta prueba es cuando te planteas como narices se entrena para correr 100 km seguidos. Te sumerges en el maravilloso mundo de internet buscando un plan que sea compatible con tu trabajo, tu familia, tus otras aficiones, las vacaciones y descubres que es imposible llegar a todo sin dejar de dormir y comer. Entonces es cuando decides que correrás lo que puedas y cuando puedas, lo cual nunca te parecerá suficiente.

Intentas encajar con calzador las tiradas largas que según tu plan ideal deben durar 6, 7 y hasta 8 horas. Madrugas en plenas vacaciones o el fin de semana y aun así cuando vuelves pasado el mediodía te encuentras a la familia esperándote y enfadada. Y quien es el valiente que se atreve a decirles que llegas reventado y que no tienes ganas de hacer nada.

También da para descubrir con horror que en el colmo de tu locura, empiezas a pensar que es normal salir a correr durante 3 horas seguidas.

Dan para que adquieras la infinidad de nuevos accesorios que se consideran “esenciales” para este tipo de carreras. Mochila de hidratación o riñonera con botellines para llevar el líquido. Unos bastones con la idea de convertirte en animal cuadrúpedo cuando tus piernas estén agotadas e intentar utilizar tus brazos para arrastrarte hasta la meta. Multitud de geles, barritas, bebidas isotónicas y todo tipo de inventos modernos que intentan sustituir al clásico bocadillo de chorizo y el botijo con agua.

Da para  varios meses en donde preparar los 100 km se convierte en tu pequeña obsesión en la que intentas involucrar a todo el que conoces sin darte cuenta que ellos solo ven en tu aventura una locura sin ningún sentido.

Y por fin llega el día de la carrera y los 100 km vuelven a dar para mucho, en mi caso para más de 15 horas. En ese tiempo pasas de la euforia al abatimiento, de pensar que no puedes más y lo mejor es abandonar a no tener ninguna duda de que lo vas a conseguir y acelerar en las bajadas.

Dan para correr y para andar, para ir rápido y lento, para pararte y volver a arrancar, para hablar con otros corredores, oír música o hundirte en tus pensamientos. Para adelantar y ser superado por multitud de corredores, que en este caso si entienden porque quieres correr 100 km.

En mi caso también dio para tener pendientes y preocupados a toda mi familia y amigos. Por una vez comprendí la utilidad del WhatsAap, que me permitió tenerles informado de que seguía vivo y animado, de mandarles fotos en donde ponía mi mejor sonrisa para intentar que se preocuparan lo menos posible. Pero sobretodo me sirvió para recibir el apoyo y los ánimos de todos ellos que me llevaron en volandas hasta Segovia.

Como resumen de todos los mensajes recibidos reproduzco algunos que representan tanto sus ánimos como su incredulidad por lo que estaba haciendo.

Gigante que tú puedes

Pero bueno…. hasta que hora vas a estar corriendo?

Descansa un poco hijo que son 100 km

Enhorabuena, no se para que lo haces pero… estoy a favor sea por lo que sea

También dan para que muchos amigos se acerquen al recorrido para darte en persona sus ánimos. Después de meses hablándoles de tu reto casi consigues que lo asuman como propio y se sientan parte de tu aventura, Algunos se acercan para comprobar que es cierto que estas corriendo esta locura, otros solo para darte ánimos o porque pasas cerca de su casa y los más osados se atreven a correr contigo unos kilómetros. Pero a todos se lo agradeces por igual.

Pero para lo que verdaderamente dan 100 km corriendo es para conocer nuevos caminos, paisajes y pueblos y a mucha gente, gente con la que en la mayoría de los casos no volverás a coincidir y con los que compartes algunos kilómetros, intercambias pocas palabras pero muchas sensaciones. Y aunque parece imposible siempre encuentras a alguna persona conocida de la que no sospechabas que estuviera tan loco como tú para apuntarse a este tipo de carreras y que sólo por ese hecho pasa de ser conocido a amigo.

Y por supuesto correr una carrera de ultra distancia da para mucho una vez terminada. Da para hablar de ella durante días, meses y seguro que hasta años, es algo que podrás contar a tus nietos y ellos por una vez te prestaran atención, siempre con la duda de si el abuelo ha  perdido la cabeza. Para convencerlos siempre estará la medalla que demuestra tu logro y tu locura a partes iguales.


También para recibir un montón de felicitaciones y alabanzas de amigos, familiares y todo aquel al que se lo cuentas. Y nadie negara que a todos nos gusta ser héroes por un día, aunque en el fondo nos demos cuenta de que en realidad nos toman por locos.

Da también para muchos dolores y algunos casos para largas lesiones, que solemos exhibir orgullosos como las heridas de una batalla que hemos conseguido ganar. Alguien me comento alguna vez que correr un maratón implicaba una semana menos de vida para la persona que lo corría, haciendo cuentas los 100 km  nos salen a 2 semanas y media menos de nuestra existencia pero personalmente las doy por buenas, creo que me sobran si no hago lo que me gusta.

Pero sobre todo para muchos recuerdos y experiencias que de otro modo no hubiéramos adquirido nunca. Muy lejos de mi intención insinuar que todo el mundo debe vivir una experiencia como esta, pero si estoy seguro que él que lo hace lo recordara toda la vida, son de esas cosas que dejan huella y de las que uno se siente orgulloso.

Como veis 100 km también da para escribir mucho, por lo que tendréis que esperar para que os cuente como fueron mis primeros 100 km corriendo.

miércoles, 11 de junio de 2014

Mejor Marca Personal


Este año me he apuntado a la Carrera del Agua para correr, pero para correr rápido, para intentar volver a bajar de los 45 minutos en un 10 km, para comprobar si mis piernas siguen siendo veloces, para ser otra vez un corredor en lugar de un trotador, para ir al límite durante una carrera, para no poder excusarme una vez más en que iba haciendo de liebre a algún amigo.

Para simplemente correr todo lo rápido que dieran mis piernas

Y con esa intención me plante en la salida de la carrera en la Plaza de Castilla, me coloque tan delante como pude y cuando dieron la salida salí a correr sin reservas. Aprovechando las bajadas para acelerar, las zonas llanas para recuperar y sufriendo en las subidas para que no bajara el ritmo. Sin mirar el reloj, solo corriendo hasta donde me daban las piernas y el corazón, olvidando los tiempos y únicamente concentrado en avanzar todo lo rápido que podía.

Y la cosa salió bien no solo baje de los 45 minutos sino que hice mi Mejor Marca Personal.

Excepto en el primer kilómetro donde la cantidad de corredores hacía imposible correr, en el resto de los diez fui capaz de correr siempre por debajo de los 4:30 y los dos últimos por debajo de los 4:00. No puedo decir que fuera sobrado o que no sufriera pero si puedo decir que en ningún momento de la carrera me sentí desfallecer y nunca paso por mi cabeza abandonar el intento y dejarme llevar. Como dirían los expertos siempre “domine” la carrera.   

Como en los últimos años volví a superar a mi edad y corrí los 10 kilómetros en menos minutos que los años que tengo. Es cierto que cada año que cumplo resulta más fácil, tengo un minuto más para acabar, aunque también soy un año más viejo, pero mola como reto tonto.

Por poner algún pero comentar que la carrera se me hizo muy corta. Comparada con las últimas carreras de más de 2 horas, en esta ocasión estos 45 minutos fueron un visto y no visto. Cuando quise darme cuenta ya había cruzado la meta y como además terminaba al lado de mi casa me dio tiempo a desayunar con la familia. Como dice uno de mis compis de carreras, para rentabilizar el precio de la inscripción no se puede correr demasiado deprisa sino el minuto de carrera sale muy caro, está claro que yo hice una mala inversión.

Ya se que comparada con la de los atletas profesionales mi marca resulta ridícula y que ni  siquiera me encuentro dentro del grupo de los corredores populares más rápidos. Se que si no eres capaz de correr por debajo de los 40 minutos en un 10.000 no eres nadie en este mundillo. Se que no debería darle tanto bombo a mi marca, porque siempre hay alguien que ha corrido más rápido y te saca los colores. Pero yo sólo tenia ganas de demostrarme que todavía puedo correr "rápido".  

lunes, 26 de mayo de 2014

Sufrir subiendo y sufrir bajando

Segunda edición y segunda participación en esta carrera de montaña tan particular, capaz de sacarle todo el partido al modesto Alto del Telégrafo situado cerca de Becerril y ofrecernos un amplio repertorio de bajadas deslizantes o pedregosas, entre pinos o a campo descubierto, subidas técnicas, por sendas o caminos o simplemente intransitables por el desnivel y tramos de llaneo en donde poder “correr” si las fuerzas te acompañan.

Muy buen ambiente, organización exquisita, manteniendo y aumentando la filosofía solidaria de la carrera. Pero incluyendo mejoras como el control de carrera con un chip de muñeca y cuatro controles a lo largo del recorrido y eliminando algunos puntos negros del recorrido que el año pasado produjeron más de un embotellamiento.













Hacia muchas carreras que no sufría tanto corriendo, casi desde hace un año cuando corrí en Vigo. Llevaba una semana de líos tontos tanto en casa como en el trabajo y la universidad y además no me encontraba físicamente fino por lo que desde que me desperté tenía muy pocas ganas de calzarme las zapatillas. Si a esta semana “rara” añadimos que desde el Maratón sevillano mis entrenamientos han ido decayendo en número e intensidad y mi forma está muy lejos de ser la adecuada para excesos montañeros, se produjo una conjunción de malignos astros que solo podía dar como resultado poco disfrute y mucho sufrimiento.

Me sobrepongo al deseo de quedarme en casa y olvidarme de la carrera y paso a recoger a mi compi y juntos nos vamos para Becerril. Sin colas retiramos el dorsal, para lo que tenemos que entregar un kilo de comida solidario que tuve que comprar ayer a última hora en un VIPS porque se me había olvidado. Con el dorsal recogemos el chip pero cuando ya nos vamos me doy cuenta de que no se corresponde con mi número de dorsal y vuelvo para cambiarlo. Ahora terminada la carrera pienso que hice mal, estoy seguro que el corredor que hubiera portado mi chip por error lo habría hecho con mayor honra.

Calentamos poco y de forma cansina mientras disfrutamos del ambiente trail. A mi compi le sale el gen competidor y se pica con un corredor figurín, de los que lleva lo mejor en equipación y conduce el BMW último modelo. Se ha quedado con su cara y su dorsal con la oculta intención de darle el hachazo en los últimos kilómetros si se presenta la ocasión. En la última subida lo tuvo a tiro aunque la falta de fuerzas no le permitieron atacarle, pero se queda con la satisfacción de ver como arrastraba colgada del brazo su mochila último modelo con la que ya no podía cargar a la espalda.


Control de chips y ya estamos dentro del redil, cuenta atrás y arrancamos, como siempre de los últimos. Ya en los primeros metros de asfalto me despido de mi compi, quiero buscar una posición más adelantada para evitar aglomeraciones en la primera subida, recuerdo del año pasado que es la más asequible y en donde pretendo subir corriendo todo lo que pueda.

Con las fuerzas frescas pero sin buenas sensaciones hago la primera subida a buen ritmo, corriendo en el primer tramo de camino, pero como la mayoría andando en el último tramo de senda. Arranco fuerte la bajada pero empiezo a no encontrarme fino, las piernas empiezan a doler demasiado pronto y siento malestar en el estomago. En el avituallamiento decido no parar, solo cojo un poco de agua aunque prácticamente no bebo temiendo que me siente mal.

Aprovecho el tramo llano para intentar que las sensaciones mejoren pero no recupero lo suficiente antes de atacar la segunda subida. Mi cabeza empieza a jugarme malas pasadas y mis pensamientos se vuelven negativos.

“No recuerdo este tramo de subida del año pasado”

“Esta zona el año pasado la pase corriendo y hoy no puedo ni trotar”

“Y queda todavía el tramo de subida entre los pinos que el año pasado me reventó”

“A lo mejor este año lo han eliminado del recorrido”

Pero este año también está la subida por el Pinar de los Arrastraderos, aunque yo le cambiaría el nombre por Pinar de los Arrastrados a la vista de la procesión de corredores que vamos trepando por la senda casi sin marcar que atraviesa los pinos. Cada paso que doy me cuesta horrores, en alguna ocasión pienso en echarme a un lado para parar y descansar algo pero aguanto con mi escalada cansina mientras algún corredor más fresco me adelanta.


Salimos por fin del pinar, en este tramo hasta el Telégrafo el año pasado corrí persiguiendo a mis liebres pero en esta ocasión subo andando. Al fondo se oyen el sonido de los cencerros con los que algunos espectadores nos animan, yo bajo la cabeza y como buen manso me junto a la manada y sigo el sonido de los cencerros.

Superado el edificio del Telégrafo, por fin puedo vuelvo a trotar en una zona más llana que termina en el segundo avituallamiento. En esta ocasión si que paro para beber, comer e intentar recupérame. Arranco otra vez para comenzar la segunda bajada del recorrido y enseguida me doy cuenta de que hoy no va a ser mi día. Aunque con cuentagotas me van adelantado corredores durante la bajada, mi ritmo es cansino a pesar del desnivel favorable. Decido que hasta aquí he competido y a partir de ahora mi objetivo es llegar, busco un ritmo más relajado y procuro reservar fuerzas.


Como me ocurrió el año pasado en esta bajada pierdo las balizas que marcan el camino. Aunque en esta ocasión soy yo el que abre senda y me doy cuenta enseguida. Lo comento con el corredor que sigue mi rueda, él ni se había dado cuenta porque se fiaba que yo sabía por donde iba. Juntos tardamos muy poco en encontrar la senda marcada que estaban a unos metros a nuestra derecha en una zona más llevadera de la ladera.

Acabada la bajada y tras el segundo control de chips se nos presenta un primer tramo de subida, yo no lo recordaba del año pasado y se me atraganta. Casi todos subimos andando pero también en esto hay distintos ritmos y me siguen adelantado corredores a los que veo más frescos. Por fin llegamos a la parte de llaneo a mitad de ladera que tanto disfrute el año pasado, pero en esta ocasión sólo intento recuperar fuerzas tomando un gel a ver si me ayuda algo. Comienza la última subida con una rampa brutal, hay se quedan mis pocos ánimos y ya el tramo por el cortafuegos lo subo en postura suplicante deseando que se acabe. Aunque al final saco mi orgullo y el último tramo ya con mucho menos desnivel lo corro y me obligo a llegar hasta el avituallamiento.


Por fin llega la última bajada, la recuerdo del año pasado como peligrosa, pero este año todavía es peor. En las últimas semanas ha hecho calor y el terreno está seco, hay verdaderos toboganes de arena suelta y seca que deslizan. De acuerdo al manual del buen corredor de montaña deberíamos bajar deslizando en modo esquiador, pero para eso hay que tener buenas piernas y de eso no estoy sobrado. Al menos consigo mantenerme de pie y no poner el culo en tierra aunque algún susto me llevo.

Cuando ya los toboganes han finalizado y corremos en suave bajada por un bucólico prado verde, la organización nos sorprende incluyendo en el recorrido la única piedra que queda hasta llegar a Becerrril. A ella tenemos que subir trepando con las manos y bajar saltando como cabras.


Esta claro que la experiencia es un grado y a pesar de sufrir en la mayoría del recorrido he conseguido regular bien y todavía me quedan fuerzas para apretar los dientes en el último tramo de asfalto y mantener un ritmo alegre que me permite por fin adelantar a otros corredores. Cruzo la línea de meta 15 minutos más tarde que el año pasado, es cierto que el kilometraje ha aumentado algo y que hoy hacia mucho más calor que el año pasado, pero está claro que hoy no he tenido un buen día.

Espero a mi compi que llega con las mismas sensaciones que yo, ha sido un continuo sufrimiento y el año que viene no nos vuelven a engañar. Pero como nos ocurre siempre en cuanto las piernas dejan de doler y recuperamos el ritmo de nuestro corazón ya estamos pensando en la siguiente carrera y en que el próximo año volvemos por que la carrera es “preciosa”, esta claro que no estamos bien de la cabeza.

Me da la impresión de que he corrido un maratón, esa misma tarde y el día siguiente tengo un dolor de piernas increíble, está claro que no ha sido un gran día. Me quedo con malas sensaciones para el Cross de los 3 Refugios al que estoy apuntado para dentro de un par de semanas. Una carrera también de montaña que sobre el papel es más dura, subiendo a la Bola del Mundo y la Maliciosa para bajar a la Pedriza y volver a subir a la Bola del Mundo. 28 kilómetros con un desnivel acumulado de 3600 m. Prueba de fuego para mi ánimo y mis piernas.

lunes, 19 de mayo de 2014

De liebre al ritmo del Rock & Roll

La media maratón Rock & Roll es la hermana mediana de esta gran familia en que se ha convertido el clásico MAPOMA. Comparte parte de recorrido y el horario con su hermana mayor la Maratón y sus terribles 42 km, y también con su hermana pequeña, una carrera de 10 que antes se denominaba 10km de Madrid, aunque esta madruga algo más y sale un poco antes. Un modo un poco tramposo de aumentar la participación global de la carrera y amortizar el recorrido y que los últimos años ha generado muchas quejas y  problemas de organización.

La Media aun siendo la hermana mediana en distancia es la más joven de las tres, ya que esta es su segunda edición. El recorrido es completamente nuevo con respecto al del año pasado y en mi opinión muchísimo  mejor, un acierto alargar el recorrido por la Castellana hasta las cuatro torres y recuperar la llegada a meta del MAPOMA, por la subida de Alfonso XII, para pasar por la Puerta de Alcalá y sufrir subiendo por la calle Alcalá hasta entrar en el Retiro.

De las tres hermanas ha sido la que ha tenido más novios este año, completando el cupo de inscritos varias semanas antes del cierre oficial. Está claro que la media maratón se está convirtiendo en la distancia más popular.


http://es.competitor.com/madrid/













Esta vez me liaron, esta carrera no estaba dentro de mis planes, pero es cierto que solo hizo falta que mi prima me pidiera que le acompañara en su primer medio maratón para que me animara. Como en las últimas ocasiones la idea era hacerle de liebre, acompañarla e intentar ayudarla con mi experiencia.

Reconozco que mi faceta de “Personal Trainer” cada vez me gusta más, aunque deberían ser mis pupilos los que opinen si la realizo de forma adecuada. Es cierto que les grito y les animo a partes iguales y por supuesto no les dejo que se paren aunque me lo supliquen, pero también les marco y controlo los ritmos, les llevo el avituallamiento y les empujo cuando las fuerzas les fallan. Pero ellos y sus piernas son las que corren, por lo tanto no hay posible reclamación si no cumplen sus objetivos, ni me corresponde especial merito en sus logros.

El día de la carrera quedamos en la Plaza de Cibeles enfrente del Ayuntamiento, lugar de quedada general de muchos corredores. Acudo con mi cuñado al que también han liado, aunque su idea es hacer medio recorrido y quedarse cuando pasemos cerca de su casa.

Animación por todo lo alto, cuando llegamos ya ha salido la carrera de 10 Km y están descendiendo los tradicionales paracaidistas del ejército que marcan el comienzo del maratón desde hace años. Muchísimo extranjero que se anima a correr nuestro maratón y gran cantidad de público ya dispuesto a animar en los primeros kilómetros del recorrido.

Por fin aparece mi prima, en principio había quedado en el Retiro con su club para hacerse la foto oficial, pero como le ocurre siempre llega con la hora pillada y viene directamente sin fichar con su equipo. Al final uno de sus amigos se ha dado de baja y sobra un dorsal que se me adjudica como liebre oficial del grupo.


Nos vamos hacia nuestro cajón de salida aunque ya todo el Paseo del Prado hasta la altura del Jardín Botánico es una marea humana dispuesta para la salida. Foto del grupo, en medio nuestra chica de oro bien rodeada por sus guardaespaldas, que no la dejaremos hasta que atraviese la puerta del Retiro. Nos colocamos a la altura del globo de las 2 horas, aunque con la preparación que lleva y sin correr las últimas semanas creo que iremos a un ritmo más bajo.

No oímos ni el pistoletazo de salida pero cuando la marea se empieza a mover nos arrastra y comenzamos la carrera. Los primeros kilómetros transcurren por el Paseo de Recoletos y el Paseo de la Castellana. Me encanta esta parte del recorrido, a pesar de la multitud es cómodo de correr y todavía vamos con las fuerzas intactas, lo que nos permite disfrutar del entorno como si viajáramos en el autobús turístico. Vamos cruzando las plazas que jalonan la Castellana, Colón y su estatua del descubridor, Emilio Castelar y su monumento a la Republica, Gregorio Marañon y su escultura ecuestre, San Juan de la Cruz y la gorda mano de Botero, los Nuevos Ministerios, Lima y el Estadio Bernabéu, Cuzco y la plaza de Castilla con los edificios gemelos que forma la Puerta de Europa y por último las cuatro torres que dibujan el moderno skyline de la capital.

Todos los madrileños que circulamos diariamente por este paseo en coche pensamos que es llano, pero los corredores sabemos por experiencia que tiene una buena inclinación, sobre todo a partir de la altura de los Nuevos Ministerios. Pero a pesar de la subida continuada estamos frescos de piernas y avanzamos a un buen ritmo siempre controlado. Como buena liebre me he estudiado el recorrido y sé que debemos guardar fuerzas para el tramo final que va a ser el más duro.


La carrera gira y da la vuelta sin llegar a la altura de las cuatro torres, una lástima creía que pasaríamos por debajo de ellas a través de la zona ajardinada. Lo que antes era subida se convierte en un ligero descenso de vuelta a Plaza de Castilla para coger Bravo Murillo hasta Cuatro Caminos. Esta zona es la más favorable del recorrido con diferencia, tengo que parar un poco a mi prima que se lanza empujada por la bajada y sube el ritmo, sé que las alegrías se pagan en los últimos kilómetros.

En Cuatro Caminos nos espera mi canija y su pancarta con mi hermana mayor, unas asiduas animadoras de nuestras carreras, me paro a saludarlas, en esta ocasión no tengo prisa y dejo que el grupo se adelante un poco.

Ahora viene la parte del recorrido que me parece más rompe piernas, ya vamos maduritos y empieza una zona de toboganes, subidas y bajadas que van minando las fuerzas. Para terminar tomamos la calle Serrano con su tobogán al cruzar Maria de Molina y girar a la izquierda para atacar la subida por Ortega y Gasset que acaba en Príncipe de Vergara. Esta cuesta siempre se atragantan y mi prima empieza a notar los efectos de los kilómetros, debemos bajar el ritmo y regular.

Poco antes, a la altura del puente de Eduardo Dato, nos hemos separado de los corredores del maratón. Como es tradición les despedimos con aplausos y gritos de ánimo campeones. A ellos todavía les queda muchos kilómetros de esfuerzo.

En este tramo deberíamos haber contado con el apoyo de mis tíos que viven en la zona, pero se han ido de fin de semana fuera de Madrid y no están para animar a su hija. Les dedicamos un recuerdo y les ponemos una gran cruz negra.

Llegamos al Retiro, ahora sólo queda rodearlo para entrar en la línea de llegada, se dice pronto pero son 5 largos kilómetros, la primera mitad de bajada pero la última parte es una dura subida. Personalmente es un tramo que me encanta pero en esta ocasión mis obligaciones como liebre me hacen estar más pendientes de dar ánimos a mi prima que de correr. Después del último avituallamiento donde ha tomado un gel y un plátano, se la ve ya cansada pero no piensa reconocerlo y aprieta los dientes. Se viene arriba un poco cuando se cruza con un par de compañeras que están animando.


Pero cuando llegamos a la cuesta de Alfonso XII, llega el silencio, la cabeza gacha y el dolor de piernas. Todo el grupo adecuamos el ritmo a la cuesta y procuro hablarla y darle ánimos para que por su cabeza no pase la opción de pararse. Pero es dura de pelar y a pesar de reflejarse en su cara lo que está sufriendo, en ningún momento de su boca sale una palabra de desánimo ni hace intención de pararse y aguanta el ritmo que le marcamos. Que merito tiene, todo un lujo poder acompañarla.

A pesar de su esfuerzo, le es imposible mantener el ritmo y los tiempos se disparan, sobre todo cuando pasamos por la Puerta de Alcalá y atacamos la última rampa de la calle Alcalá. Sube escoltada por sus guardaespaldas, mientras no paramos de repetirle que ya es el final que sólo queda el último esfuerzo.

Y como todo lo malo en la vida la cuesta también se acaba y atravesamos la entrada del Retiro. Su cara cambia y su zancada se alarga, ya no sufre solo se prepara para disfrutar. Mi labor ha terminado y me retraso unos metros con mi cuñado, mientras mi prima se junta con su grupo de guardaespaldas para entrar gloriosa en la meta.


La marca es lo de menos, el logro es cruzar la meta. Abrazos, felicitaciones y foto de los campeones. Últimamente mi labor como liebre me ha dado muchas alegrías, pero en el caso de mi prima, además de muy bruta es muy disfrutona y su euforia es contagiosa, parece que hayamos logrado un hito histórico.

Les dejo disfrutando de su logro, mientras voy a buscar al ilegal de mi cuñado que sin dorsal no ha podido entrar en el recinto. Las medidas de seguridad, que cada vez son mayores desde el atentado de Boston del 2013, me impiden volver a entrar por lo que nos despedimos desde la valla y me voy a casa contento por una gran mañana corriendo.


Pasados un par de días recibo un correo de mi prima, todavía con la resaca pos carrera citándome para el año que viene, pero en esta ocasión para acabar el maratón completo. Palabras mayores, yo estoy dispuesto pero ella tendrá que presentar un mejor plan de entrenamiento o su cabezonería no será suficiente para vencer el muro y acabar una vez más en el Retiro.

P.D. Comentar que tras las múltiples críticas a la Organización de la prueba el año pasado, en esta edición personalmente no puedo más que felicitarlos, con detalles de gran carrera como el avituallamiento sólido poco habitual en una media maratón y el “medallón” que se entrega a los que terminan. 

sábado, 26 de abril de 2014

Cabalgando por Madrid

Es la cuarta edición seguida en que participo en esta media maratón madrileña y en los pocos años que llevo como corredor popular es la única carrera que he repetido cada temporada. Ya la he  convertido en una cita obligada en mi calendario de carreras y es una tradición terminar el año apuntándome a la edición del año siguiente, entre otras cosas para ahorrar algo de dinero.

Desde la primera edición en que participe la carrera ha mantenido sus señas de identidad y cada año ha aumentado la participación de los corredores populares y la calidad de los corredores de élite, consolidándose como la mejor media maratón del país. Lo que para mí como corredor madrileño es un orgullo.

Pero lo mejor es que se ha convertido en un acontecimiento dentro de la capital, con una afluencia cada año mayor de personas de toda España y de fuera del país. Raro es el día que sales a correr por las calles madrileñas y no te cruzas con algún corredor que no lleva puesta la camiseta de alguna de las últimas ediciones de esta carrera o eres tú el que la luces con orgullo.


http://www.mediomaratonmadrid.es/














Este año nos hemos juntado un buen grupo para disputar la carrera y aquí estamos posando antes de que den la salida los “Ocho Magníficos”, aunque en realidad en la película original solo sean siete y corran montados sobre caballos.



Tres repetimos de la edición de año pasado, y otros cuatro se estrenan no sólo en la carrera sino también en la distancia. El que completa el grupo es mi primo que aunque es la primera vez que coincidimos en una carrera es un corredor más que veterano y ya ha disputado esta carrera en otras ocasiones.

La idea inicial era correr todo el grupo juntos e intentar bajar de las dos horas, pero el hombre propone y la carrera dispone. Ya en la salida nos dividimos en dos grupos y excepto mi cuñado y yo que cruzamos la meta juntos, el resto de los Magníficos la terminó en solitario y cada uno con una historia muy distinta que contar. Esa es la belleza de estas carreras de larga distancia cada corredor te la contará de una forma distinta y en nuestro grupo se juntaron una muestra muy representativa de las sensaciones que tuvieron los casi 17.000 corredores que cruzaron la meta.

Voy a intentar resumir la historia de cada uno de ellos, según me la contaron y si no están de acuerdo tiene la sección de comentarios para corregirme. Empezaré de izquierda a derecha.







Al isleño ya le conocéis de otras carreras y por cualidades y preparación venía a estrenarse en la distancia con la idea, más que razonable, de bajar claramente de las 2 horas. Se presentó en la salida con ciertas dolencias en la rodilla como consecuencia de su alocada incursión en la moda minimalista siguiendo los pasos de su ídolo Kuprica. Pero eso no fue lo que más le preocupaba si no una indisposición estomacal que sufría desde la noche anterior. Fue muy valiente al juntarse al grupo delantero y aguanto hasta mitad de recorrido, pero los vómitos truncaron su carrera. Y tras el segundo “Messi” que tuvo que hacer en el recorrido, las fuerzas le abandonaron.

El grupo trasero le adelantamos en la subida de Alfonso XII y aunque intente animarle a que me siguiera, con buen criterio prefirió mantenerse a su ritmo y acabar con dignidad la carrera y sin mayores sustos. Eso sí con un cabreo monumental, aunque le sirva de poco consuelo estoy convencido que habrá otra oportunidad.






Mi cuñado es otro de los habituales que me acompañan en mis carreras. El año pasado ya termino por debajo de la barrera de las dos horas en esta carrera, pero su estado de forma en esta ocasión estaba muy lejos de aquellas maravillosas sensaciones de hace un año. Es el ejemplo de muchos corredores populares a los que las lesiones y sobretodo la falta de tiempo no le permite estar también como les gustaría.


Corredor con experiencia prefirió quedarse en el grupo trasero y realizar una carrera ultra- conservadora. Corrimos juntos hasta mitad de recorrido y me quede a esperarle cuando empezó a bajar el ritmo. Pero estaba claro que no era su día y se acabó quedando solo, para terminar la carrera lejos de su tiempo de la edición anterior. Mi opinión es que fue demasiado conservador y prefirió asegurar antes que arriesgar, estoy convencido que podíamos haber acabado juntos. En su caso sé que habrá otras ediciones en que mejorar sus tiempos.







Mi compi, el que me acompaña desde hace más tiempo y sin duda el triunfador en esta edición. Actuó como un auténtico “tapado”, según lo que nos contaba llevaba todo el invierno sin correr y en los últimos entrenamientos que hicimos juntos no se le veía fino. Pero está claro que nos ocultó su preparación, ya se destapo en los primeros kilómetros de la carrera Intercampus donde puso un ritmo infernal. Pero ha sido en esta media en donde nos ha sorprendido a todos.

Tras su sufrimiento en la edición del año pasado en esta ocasión bajo en varios minutos de su objetivo de dos horas, en una carrera donde tiro del grupo delantero y mantuvo un ritmo constante. Los últimos kilómetros los tuvo que hacer solo cuando descolgó a sus otros dos acompañantes y aunque ha confesado que sufrió en el último tramo de la carrera no estaba dispuesto a no cumplir el objetivo después de lo rápido que había corrido. Sólo siento no haberle acompañado en esta ocasión.







El año pasado no pudo participar aunque estaba apuntado pero este año al final apareció. Confesó en la salida que no había preparado apenas la carrera y que hacía tiempo que no se calzaba las zapatillas. Pero ánimo y osadía no le faltaron y desde que dieron la salida se juntó con el grupo de cabeza y casi aguanta hasta la meta.

Pero el medio maratón también tiene su muro y en el kilómetro 18 le alcanzo el hombre del mazo. En estos últimos kilómetros le cayó una minutada y su tiempo se fue lejos del previsto. Sufrió las últimas cuestas junto con su hermano que se le junto para acompañarle en los últimos kilómetros. Como él muchos se chocaron contra el muro, como nos ha pasado a los demás en otras carreras.







Mi otro cuñado, un habitual del golf y la piscina, en los últimos meses ha empezado a correr, se le ocurrió un día decirme que pensaba apuntarse a la media y ya no pudo desdecirse. Debo admitir que ha realizado una preparación de manual, revisión médica y prueba de esfuerzo para evitar sustos y un par de carreras de 10 km en donde estuvo cerca de bajar de los 50 minutos.

Pero le fallo la actitud. Ya en los entrenamientos en que nos juntamos en la Casa de Campo, mantenía buen ritmo los primeros 10 kilómetros para empezar a dejarse llevar y pararse antes de completar los 15 km previstos. Me confesó que la última semana rezaba cada noche por que lloviera el día de la carrera y tener una excusa para no presentarse. Y todo esto se reflejó en la carrera, en donde corrimos de más a menos. Fuimos juntos casi toda la carrera y en los últimos kilómetros no le deje que se parara aunque no pude evitar que bajara el ritmo y superáramos las dos horas por un minuto y medio.


Terminada la carrera juro y perjuro que colgaba las zapatillas, que la experiencia de una carrera tan multitudinaria no le compensaba el dolor en sus piernas. Pasadas varias semanas ya empieza a pensar en la edición del año que viene y estoy convencido de que si le pico un poco se apunta a alguna de mis locuras.







Mi primo forma parte de ese grupo de corredores que comenzaron de jóvenes, que han sido capaces de bajar de los 40 minutos en la San Silvestre Vallecana y que han participado en el Maratón de Nueva York. Siempre que coincidimos me cuenta que cada vez corre menos que ya casi no participa en carreras que se contenta con acabar, yo siempre le creo a medias, siempre tiene previsto participar en alguna carrera y por las marcas que me comenta no las hace de paseo.


Coincidió con el grupo en la foto de salida y de llegada, el resto de la carrera corrió con el grupo de los buenos. Fuera de forma y sin querer forzar fue capaz de estar cerca de la 1:40, no sé qué habría hecho si se hubiera preparado y salido a competir. Espero que podamos coincidir en otra carrera y probarme a ver si puedo seguir su ritmo.







Amigo de mi cuñado, un corredor a la antigua, de esos que demuestran que lo que corren son las piernas y el resto es accesorio. Se presentó en la salida con zapatillas de tenis, se había comprado unas zapas de correr con amortiguación, sujeción lateral y todos los extras, pero no se adaptó a ellas y prefiere seguir corriendo con sus viejas zapatas. Habitual corredor de 10 kilómetros nunca antes había superado esa barrera, pero demostró que a veces tanta preparación nos hace olvidar que lo más importante es tener buenas piernas y buena cabeza que las controle.

Salió a su ritmo, se colocó sus cascos y se aisló del mundanal ruido. La siguiente vez que le vimos fue en la llegada, con una marca debajo del brazo muy inferior a las 2 horas. Me confiesa que ha disfrutado de la carrera pero que no cree que repita, está claro que es un tipo distinto y no se deja abducir por la moda del running.


De mi carrera poco que contar, últimamente me he vuelto algo cómodo y me justifico en acompañar a mis amigos para no tener que forzar la máquina. En algún tramo me exprimí algo, sobre todo para alcanzar a mi cuñado que se había ido por delante e hice varios kilómetros por debajo de 4:30 aprovechando la bajada, pero en el resto acople mi ritmo al de mis compañeros y hasta me pare en una ocasión para esperar a un rezagado.

Pero disfrute mucho del ambiente y la animación. En especial de los ánimos de mi enana cuando pasamos cerca de casa. Al final venció su vergüenza y me esperaba con la pancarta que habíamos preparado juntos la tarde anterior, en esta ocasión el “Vamos Papa” era para mí y no tuve que robar los ánimos de otros niños que esperaban a sus padres.


La salida espectacular y multitudinaria como siempre, este año supere mi récord y tarde en cruzar la línea de salida 14 minutos desde que dieron el pistoletazo de salida. Como salimos tan atrás en el grupo todo el recorrido corrimos con la calle cubierta de corredores aunque con espacio libre suficiente para poder correr sin problemas. Sufrí los  avituallamientos de un modo distinto a otras carreras, nos encontrábamos las primeras mesas vacías de agua y la gente se lanzaba peligrosamente sobre las últimas para hacerse con la preciada botella.

Los últimos kilómetros me los pase gritando ánimos a mi cuñado para que no se parara mientras él me pedía un tiempo muerto que no le concedí. Al final disfrutamos de la llegada en donde tuve tiempo de pararme a saludar a la chica de mi compi que se sorprendía de que su chico hubiera pasado por delante de mí. Al menos mi ritmo cansino le permitió sacarme esta foto, muchas gracias.
  

A favor de la Organización decir que los pocos cambios que se han introducido en la carrera, en mi opinión siempre han sido para mejor.

El recorrido ha mejorado eliminando en el final la Cuesta del Ángel y los kilómetros por dentro del Retiro y sustituyéndolo por la subida por Alfonso XII y la Calle Alcalá. Los más puristas defienden que se ha perdido algo de dureza en el final, aunque a la mayoría de los mortales a esas alturas de la carrera el recorrido actual aunque más tendido se nos hace eterno. Además el nuevo circuito permite una mayor afluencia de público y a mí me encanta pasar bajo la Puerta de Alcalá.

Este final se convierte también en un guiño al desaparecido MAPOMA, ya que coincide con su clásico final, ahora que el maratón madrileño renombrado como ROCK & ROLL ha cambiado el recorrido final para suavizar los últimos kilómetros.

En las últimas ediciones la Organización hace entrega a los que finalizan de una medalla conmemorativa. Sé que resulta muy infantil pero a mí me encanta lucirla colgada al cuello cuando finalizo y mostrársela a mi familia y amigos como si se tratara de una medalla olímpica.

Como crítica a los corredores comentaré que este año me he cruzado con demasiados participantes que estaban siendo atendidos por lo servicios médicos de la carrera en un estado más que lamentable, el primero ya en el kilómetro 10 con claros síntomas de desfallecimientos y en la cuesta de Alfonso XII casi uno cada 200 metros. Creo que debemos recordar y sobretodo no olvidar que en esta misma carrera murió un corredor no hace tanto tiempo. Es nuestra responsabilidad prepararnos adecuadamente, pero ante todo no forzar nuestros límites de forma irresponsable.

El año que viene sin duda repetiré, aunque seguramente tendré que vencer mi vagancia y tomármelo en serio para comprobar si los años no han pasado en balde o sigo cerca de mis marcas de las primeras ediciones.

Con la camiseta de este año completo un particular juego de parchís, ya tengo las cuatro fichas, amarilla, roja, azul y verde solo me falta el dado.




viernes, 28 de marzo de 2014

De Leganés a Getafe y a correr por que me toca

La Carrera Intercampus es una de las carreras más antiguas y de mayor tradición del sur de Madrid que transcurre entre los campus universitarios de dos de las ciudades más importantes del primer anillo sur de la capital, Getafe y Leganés.

Cada año se corre en un sentido, por lo que una edición es en bajada y la siguiente en subida. Aunque el recorrido no tiene un desnivel importante y podemos en ambos casos clasificarla como una carrera rápida.

Es una carrera para “correr”, ya que no destaca por un recorrido vistoso ni monumental y el público y la animación es escasa. Pero una organización ejemplar, tanto en la salida como en la llegada, un número de corredores adecuado y su trazado por avenidas anchas nos permitirá correr de forma muy cómoda y sólo podremos echar la culpa de no hacer una buena marca a nuestras piernas.


www.uc3m.es/intercampus













Hoy voy a correr con tres compañeros de trabajo, dos ya son veteranos en esto de las carreras pero llevamos un novato que se estrena. Hemos quedado en el campus de Getafe donde es la llegada para dejar hay los coches y tomar el autobús de la organización que nos llevara a la salida. Llego al punto de reunión no sin antes perderme como siempre y aparecer en el ayuntamiento donde me confirman que me he despistado.

Localizo a dos de mis compis pero el tercero no aparece, hemos hablado por teléfono con él y está en la calle Madrid, la misma donde nosotros estamos esperando en la cola de salida de los autobuses. Nos cuesta un par de llamadas pero al final se aclara el misterio cuando pregunta a un voluntario por los autobuses que llevan a la salida y le contesta que ya está en la salida. Él también está en la calle Madrid, pero en la de Leganés, también es casualidad que haya una calle con el mismo nombre cerca de la llegada.

Después de un recorrido en autobús que nos parece más largo de lo que esperábamos, nos juntamos el grupo, recogemos los dorsales, foto de rigor y dejamos la ropa en el guarda ropas. Todo sin colas, ni problemas, algo cada vez menos habitual en las carreras populares. Calentamos un poco, porque aunque ya es primavera, hace una mañana fresca, de hecho he tenido que volver a sacar la camiseta térmica que había guardado las últimas semanas.


Nos colocamos en la salida justo de detrás de la marca de SUB-50, aunque nuestro objetivo es bajar de los 55 min. Me sigue sorprendiendo que algunos corredores se obsesione tanto por colocarse delante en las salidas, muchos por encima de sus ritmos lo que genera luego tapones y que les estén adelantando todo la carrera. Y es que las barriguitas y el aspecto “atlético” de alguno de los corredores que están en los cajones delanteros delatan claramente que sus ritmos son algo menores.

Dan la salida y mis compañeros salen disparados, parece que hoy quieran disputar la victoria a los africanos. Es cierto que los primeros kilómetros son en una pronunciada bajada y anima a lanzarse, pero el ritmo que marcan es alto para lo que habíamos hablado y creo que más de uno puede pagarlo  a mitad de recorrido.

Comenzamos callejeando por Leganés para tomar una ancha avenida que nos sacara del pueblo. Yo disfruto del ritmo vivo con que han empezado la carrera, me pongo detrás de ellos y dejo que me lleven, hasta el novato parece ir alegre. Pasamos los primeros kilómetros en unas marcas rápidas, Km.1 en 5:05 para luego acelerar aún más y pasar el Km.2 en 4:58 y el Km.3 en 4:55.

A partir de ese kilómetro el recorrido se endereza y empezamos a llanear, el ritmo de mi grupo baja y el novato se coloca en modo soplador y opta por bajar la velocidad. Decido quedarme con él, después de picarle en la oficina durante semanas y engañarle para que corra me parece mal abandonarle a su suerte. Los otros dos “monstruos”, después de reventar al novato en los primeros kilómetros, van a hacer su carrera y poco a poco se nos alejan.

A pesar del calentón inicial aguantamos a buen ritmo y llegamos a la parte central de la carrera que transcurre por anchas y largas avenidas. Vamos superando una sucesión de pequeños repechos y rotondas, cada vez que atacamos una subida el ritmo se resiente, para luego se acelera en la bajada.

El recorrido no distrae demasiado, pasamos por polígonos, centros comerciales y zonas ajardinadas bastante anodinas. Tampoco hay mucho público, bueno realmente no hay nadie, como mucho algún vecino asomado a la ventana de su casa, la mayoría en pijama todavía, y algún familiar que ha bajado a animar a su corredor.  Nuestra mente no se distrae y está concentrada en el esfuerzo de la carrera, de hecho todos los corredores nos contagiamos de este ambiente y prácticamente no se oyen conversaciones.


Yo procuro que mi compi se distraiga y le voy marcando los tiempos y los kilómetros que pasamos, en todo momento le animo diciendo que vamos a muy buen ritmo y sobretodo van pasando los kilómetros y aguantamos a un ritmo entre 5:20 y 5:30.

Personalmente tengo sensaciones estupendas, es cierto que el ritmo no es muy exigente pero todas las dolencias de mi rodilla han desaparecido. Después del maratón de Sevilla, visite al traumatólogo y me confirmo que era una sobrecarga seguramente como consecuencia del cambio de zapatillas. Tratamiento simple, baja un poco el ritmo y si te duele más vuelve a revisión, todo una eminencia, al menos no me prohibió correr.

Yo soy muy obediente y le hice caso. Los dolores han desaparecido al mismo ritmo que mi buena forma, ahora me he convertido en un corredor diésel de cortas distancias y ritmos lentos, pero al menos no me duele la rodilla.


A la altura del centro comercial del Corte Ingles pasamos la frontera entre Leganés y Getafe, no es que sea realmente importante, la carrera sigue igual, la misma avenida, el mismo ritmo, la misma animación, nada ha cambiado.

Llegamos al cruce con la carretera de Toledo en el kilómetro 8 del recorrido, se trata de un repecho corto pero duro para subir el puente que cruza la autovía. Al menos nos despierta del trance hipnótico en que hemos caído. Antes de atacar el repecho tenemos que dar la vuelta a una rotonda, nos da tiempo a ver a nuestros compis en lo alto del puente y pensar en lo que van a dolernos las piernas, ya calientes de la carrera. Aunque quiera hacerlo muy épico no es más que una subida de 60 m, que a ritmo cansino superamos sin problemas.

Pasamos por encima de los coches que circulan por la carretera y nos lanzamos empujados por la bajada hacia los últimos kilómetros de callejeo por Getafe. Pasamos la marca del kilómetro 9 y el novato se anima, es el momento del hachazo definitivo para dejar descolgados al resto de los corredores. Pero el ataque es demasiado prematuro y después de unos metros las fuerzas fallan y volvemos a nuestro ritmo.


Entramos en el campus de la universidad y ya se puede oler la meta aunque no la vemos, al fondo los corredores giran a la derecha y suponemos que tras la esquina estará la meta por lo que decidimos hacer un último acelerón. Pero al girar no aparece la meta sino otra calle, tras el primer fiasco volvemos a acelerar seguro que está tras la siguiente esquina pero tampoco.
Esprintando y frenando recorremos los últimos giros del recorrido hasta que al final aparece el arco de meta. El novato hace el último sprint para cruzar la línea, yo me dejo llevar y entro unos metros por detrás de él. Marcamos un más que aceptable tiempo por debajo de los 54 min, sobre todo para ser su primer 10.000.

Felicito al novato que se saluda con todo el que encuentra en su camino, tiene las endorfinas disparadas y está eufórico, aunque esta tarde seguro que paga el esfuerzo. Nos juntamos con los otros dos compis, han terminado 2 y 1 minuto por delante de nosotros, tampoco nos han sacado tanto tiempo en los últimos 5 km.

Recogemos la bolsa del corredor, muy abundante con tres bebidas y fruta, y la camiseta a elegir entre tres colores distintos, por casualidad todos optamos por el naranja más chillón. Comentamos la carrera nos hacemos alguna foto para la posteridad y volvemos a casa para disfrutar de la tarde del domingo. El lunes en la oficina será el tema de conversación en el café.


Estupendo último entrenamiento para la Media de Madrid. Este año nos vamos a juntar un buen grupete para esta carrera, apuntados que no confirmados estamos seis, la mitad se estrenan en la distancia. Crucemos los dedos para que nos acompañe el tiempo y las buenas sensaciones. Nuestro único objetivo mejorar las marcas del año pasado entrar en el Retiro por debajo de las 2 horas y a ver si este año nos podemos tomar unas cervezas cuando terminemos.