jueves, 12 de septiembre de 2019

XXIV Medio Maratón Ciudad de Albacete - La Carrera de la Navaja


Domingo 9 de Junio del 2019

Albacete acoge una de las mejores medias maratones nacionales si tenemos en cuenta la clasificación que establece cada temporada la Federación Española de Atletismo. En los últimos años se ha mantenido dentro de las diez mejores medias de asfalto de España y eso es complicado teniendo en cuenta que no puede competir con el potencial de las grandes capitales, Madrid, Barcelona y Valencia, que copan las lista hasta con dos pruebas en algunos casos.

Es cierto que esta clasificación considera aspectos deportivos que nos son muy ajenos a los corredores populares como el nivel de los atletas o las marcas de la prueba. Por eso a veces es algo engañosa para los que corremos solo por diversión, pero Albacete no es el caso, es una gran carrera para todo el que se anime a correrla.

A destacar principalmente la animación que rodea a la carrera, la ciudad se vuelca con la prueba y lo que es más importante cede sus calles a los corredores permitiendo que corramos por las calles más céntricas lo que siempre genera muchas incomodidades a sus habitantes pero es un gran disfrute para el corredor.

La carrera transcurre por un circuito muy plano como es la tendencia actual al que se deben dar dos vueltas, siempre por calles anchas lo que evita aglomeraciones. El trazado nos llevara a los lugares más emblemáticos de la ciudad, a destacar el paso por la calle Marqués de Molins y las plazas del Altozano y de la Ranas y nos permitirá disfrutar de la Catedral, el Museo de la Navaja, la Plaza de Toros o el Ferial. Empezar y terminar en el Parque Abelardo Sánchez también es un gran acierto. Es cierto que hay tramos por largas avenidas de ida y vuelta que se hacen algo pesadas, pero si lo ponemos en una balanza habría un 80% de recorrido “cielo” y solo un 20% de recorrido “infierno”.

Los servicios de la carrera muy completos con servicios de duchas, recogida de dorsales hasta el mismo día de la carrera y servicio de ropero, todos centralizado en el Polideportivo Parque muy cerca de la salida y con buenas instalaciones. Los avituallamientos en la carrera muchos y completos, a destacar el servicio de esponjas y sobretodo la gran cantidad de voluntarios al servicio del corredor. Quizás el avituallamiento final se debería mejorar, está situado en el parque aledaño a la meta en una zona cómoda y amplia y tiene una gran cantidad de servicios, pero por algún motivo que desconozco se forman unas colas interminables para acceder a las mesas de avituallamiento. Una buena bolsa del corredor con detalles curiosos como el juego de cuchillos muy albaceteño y una medalla conmemorativa a la llegada que aunque este año no ha sido muy lucida siempre es un buen recuerdo.

La fecha en el mes de Junio implica que la temperatura será elevada pero es cierto que se agradece que no coincida con otras carreras, evitando los meses de octubre y noviembre o marzo y abril en donde se acumulan las mayorías de las carreras.

www.mediomaratonalbacete.com














Cuando empecé a participar en carreras populares nunca pensé que acabaría corriendo en una ciudad como Albacete. Una ciudad con mala fama, no solo por la popularidad de su rima, sino por encontrarse en tierra de nadie. Situada en la meseta central, en lo que se denomina genéricamente La Mancha, es una zona de paso desde la zona centro hacia la costa. Desde pequeño he pasado cerca de ella en mis traslados veraniegos camino del Levante pero en la vida se me ha ocurrido que pudiera ser una ciudad digna de una visita. No tiene una gran patrimonio cultural, ni una gastronomía especial y su clima frio en invierno y caluroso en verano no anima a hacer una parada. Para mí solo era famosa por el viento que se supone siempre azota la meseta y por las navajas, estas si reconocidas en toda España.

Pero cuando hace unos años me propuse el reto de correr en todas las capitales de provincia y comencé a investigar sobre las posibles carreras, descubrí que Albacete tiene uno de los medios maratones más reconocidos de la península. La popularmente conocida como Carrera de la Navaja, era muy alabada en todos los foros de corredores. La buena prensa y el hecho de que fuera una de las pocas que se celebra en el mes de Junio, ya con los primeros calores del verano, me hizo incluirla en mi objetivo de 10 medias en un año.

Por eso esta mañana de domingo me despierto en Albacete dispuesto a enfrentarme por séptima vez en los últimos meses a los 21 kilómetros y 97 metros.  Me encamino tranquilamente hacia el polideportivo cercano a la salida de la carrera en donde tengo que recoger el dorsal. La mañana ha amanecido algo nublada, se puede decir que fresca para la época del año en que estamos y el clima albaceteño, mucho más suave de lo que esperaba después de los días calurosas que hemos tenido las últimas semanas. Aunque estoy seguro que pasaremos mucho calor a lo largo de la carrera cuando el sol empiece a apretar.

Me pierdo un par de veces y tengo que echar mando de San Google para llegar a las instalaciones y es que aunque somos más de 1800 corredores los que esta mañana vamos a tomar la salida, solo me he cruzado con algunas parejas camino de la salida y además en varias direcciones lo cual me ha despistado un poco. Al final entre el Maps y un simpático policía que me indica la dirección correcta me planto en la puerta del polideportivo.

Aquí ya hay más ambiente de carrera y bastante corredores, me coloco en la cola para recoger el dorsal es bastante numerosa y tardo un rato en llegar a la mesa y recoger mi dorsal. Mientras me desprendo de todo lo que me sobra y me preparo para correr, la cola de recogida de dorsales se ha vaciado pero la del guardarropa antes vacía ha aumentado proporcionalmente. Cuando por fin me coloco en la fila ya tengo una treintena de corredores delante y como siempre ocurre va muy lenta. Me empiezan a entrar los nervios por si no me da tiempo a llegar a la salida, pero al final un par de voluntarios se ponen a recoger las mochilas y repartir las bolsa donde tenemos que meterlas y por fin avanzamos más rápido.

La salida es a las 9:30 y todavía tengo un cuarto de hora largo para llegar, pero no sé lo que se tarda y salgo trotando del polideportivo en la dirección en la que creo esta la salida. En esta ocasión el rio de corredores me marca sin duda el camino y en pocos minutos estoy en la Avenida de España donde está prevista la salida y todavía me ha sobrado tiempo para calentar un poco.


Me sorprende que no haya demasiados corredores en la zona de salida, pero resulta que este año la Organización ha cambiado el sentido de la salida y la mayoría de los corredores veteranos de la carrera se habían colocado en el lado incorrecto. No les han dejado pasar al otro lado del arco para evitar las aglomeraciones con los que están en el lado correcto y les han obligado a dar toda la vuelta al parque para entrar en los cajones de salida. De hecho mientras me hago la foto de rigor para la familia y caliento un poco, el flujo de corredores que toman posiciones es continuo. Yo les dejo pasar me gusta salir atrás en las carreras, sobretodo en las menos multitudinarias donde sé que no se van a producir tapones, no voy a competir y no quiero molestar a otros corredores.

A mi foto pre carrera una de mis sobrinas me anima a que les gane a todos, le contesto con una foto de la multitud que tengo por delante entre mi posición y el arco de salida reconociendo mi incapacidad total para adelantarlos a todos antes de la línea de meta. Pero le prometo adelantar a todos los que pueda.


Esta es mi última media maratón antes del parón de verano y la verdad es que me he dejado ir un poco en la preparación, es cierto que mantengo parte de la forma de los últimos meses pero los ánimos para esforzarme ya no son los mismo, mi único objetivo acabar dignamente y disfrutar del recorrido. Como en otras ocasiones estoy tan lejos del arco de salida que no oigo ni la cuenta atrás ni el pistoletazo de salida y hasta que la masa no empieza a moverse no me entero de que la carrera ha comenzado.

Los primeros kilómetros me los tomo con mucha tranquilidad mientras nos vamos colocando cada corredor en su sitio. Las calles son lo suficientemente anchas como para que rápidamente se pueda correr sin agobios y empezar a disfrutar. Nos alejamos del centro hasta la calle Hellin que marca los límites de la ciudad pero en seguida volvemos para rodear el Parque Abelardo Sanchez por el lado opuesto a donde tomamos la salida y completar la primera de las tres vueltas que daremos al pulmón verde de Albacete.

Cruzamos la ciudad de lado a lado por una de las calles más bonitas y emblemáticas, la calle Marqués de Molins más conocida como la “Calle Ancha”, que luego pasa a llamarse Paseo de la Libertad cuando se desdobla con un bulevar central. Es lo que se denomina la milla de oro albaceteña y la verdad es que a ambos lados de la calle voy disfrutando de palacetes y edificios casi todos de principios del siglo XX que se edificaron durante el boom posterior a la primera guerra mundial. Estos 600 metros de carrera son un lujazo para disfrutarlos de verdad y sin darme cuenta ya me planto en la Plaza del Altozano lugar donde me he citado con la familia aunque en esta primera vuelta todavía no les ha dado tiempo a llegar y me tengo que contentar con la animación musical de la clase de fitness que se ha montado coincidiendo con la carrera.

Rodeamos la famosa Fuente de las Ranas que es uno de los símbolos de la ciudad y recorremos las largas avenidas a ambos lados del Parque Lineal, desviándonos hasta la estación del AVE para volver de nuevo a la almendra central de la ciudad por el mismo sitio que hemos salido bordeando la fuente y llegando a la Plaza del Altozano. Como ocurre en todas la pequeñas ciudades prácticamente cruzamos de lado a lado toda la ciudad para completar los 21 kilómetros y con tramos de lo que yo denomino “recorrido basura”, al menos en este caso no nos sacan de la ciudad. La ida y vuelta por la misma avenida me permite ver a los corredores más rápidos y a los más lentos y darme cuenta una vez más de que soy clase media dentro de  los corredores populares.


Ahora corro por otro de los tramos más bonitos del recorrido, pasamos por delante del Auditorio, el Ayuntamiento, la Catedral de construcción moderna sobre una edificación mudéjar que se demolió y el Museo de la Navaja y su “particular” fachada de color verde, lo que podemos llamar el casco antiguo de Albacete. Pero nosotros seguimos corriendo en dirección a la Plaza de Toros con su edificación de influencia mudéjar y el Ferial de Albacete donde en septiembre se celebra una de las ferias más antiguas de España. Es una zona muy bonita y los kilómetros pasan rápidos.

Nos toca volver al parque ya por calles más “vulgares” y en este tramo cuesta avanzar, además cuando ya terminamos de bordear el parque y vemos el arco de salida/meta a nuestra derecha, nos desvían hacia la izquierda para completar unos 200 m de subida, girar y recorrerlos en sentido contrario, al menos ahora de bajada para completar la primera de las dos vueltas de la carrera.

Me ha llamado poderosamente la atención la animación y la cantidad de gente que ha salido a la calle para disfrutar de la carrera. No solo en las zonas más céntricas de la ciudad lo cual es habitual sino sorprendentemente en las avenidas más alejadas, me atrevo a decir que casi en cada esquina o cruce hay un grupo de personas que te animan al pasar. Y me sorprende porque no es normal que las ciudades se vuelquen tanto con las carreras y los corredores populares lo agradecemos mucho.

Comienzo la segunda vuelta mientras muchos corredores terminan su carrera por hoy, disfruto de la Calle Ancha de nuevo y en esta ocasión al llegar a la Plaza Altozano ya están mi hija y mi hermana para animarme, les saludo desde el otro lado de la calle y les digo que me esperen que ahora en algo más de media hora vuelvo.

Toca hacer el mismo recorrido de la vuelta anterior aunque ahora vamos un poco más lejos para completar el kilómetro de mas que tiene esta vuelta. Y sobre el kilómetro 15 se me acaban las ganas de correr y llegan las malas sensaciones, la piernas me pesan horrores y el cuerpo empieza a dar claros síntomas de cansancio y lo peor es que todavía me quedan muchos kilómetros que recorrer. En estas ocasiones es cuando se nota la experiencia adquirida en las más de 80 carreras que he corrido, de haber pasado prácticamente por todas las sensaciones posibles, bueno excepto lesionarme en carrera y cruzo los dedos para que no ocurra nunca.

Bajo un poco el ritmo y empiezo a tomarme el gel con el que siempre cargo en las carreras y que en la mayoría de los casos vuelve sin abrir a casa. En esta ocasión es mi salvavidas, en lugar de tomarlo de una vez, tomo dosis pequeñas cada kilómetro que me permite ir recuperando sensaciones, también aprovecho el agua y las esponjas de los avituallamientos para refrescarme. Al final no ha sido tan grave y ya alcanzo el kilómetro 18, el límite de no retorno que me marco en estas pruebas, a partir de ahora ya solo consiste en acabar.


Al girar en la Plaza Altozano me encuentro con toda la familia que me espera para animarme y sacar la foto de la carrera, me paro a saludarles es lo mínimo que se merecen por acompañarme. Les comento que voy mal y mi mujer pone su cara de “Para que puñetas tienes que correr, a ver si te va a dar algo”, a la que prefiero no hacer caso y sin contestarle pero dándolo un enorme beso me alejo corriendo antes de que pueda decir nada más.

Me da la sensación que en esta segunda vuelta hay menos gente animando debe ser que ya es la hora del aperitivo, además ya somos menos corredores los que seguimos en carrera y eso se nota en que hay tramos donde corro prácticamente solo y pierdo la referencia de los que van delante. Pero en esta ocasión los últimos kilometres me los tomo con calma para terminar sin forzar la máquina, paso por el 18, por el 19 y el llego al 20 ya de vuelta al parque. Esto se está acabando y he conseguido seguir corriendo aunque mi marca va a estar muy lejos de esa ansiada hora y cuarenta minutos que es mi barrera este año.

Último tramo de subida y ya solo queda los metros de bajada hasta la meta. Pienso en acelerar para alcanzar cuanto antes la meta pero no tiene mucho sentido y me dejo llevar tranquilamente hasta el arco de meta. Me van adelantando corredores por ambos lados pero la verdad es que no le doy demasiada importancia. Cruzo la meta en una “honrosa marca” de 1:46. Como resumen una gran primera vuelta en donde he disfrutado mucho y una segunda vuelta para olvidar en la que he sufrido más de lo necesario.

Me encamino al avituallamiento de meta y empiezo a notar el esfuerzo realizado, me encuentro muy vacío y cansado. Me entregan una botella de agua de un litro con la que casi no puedo y una bebida isotónica de la que doy buena cuenta. Pero cuando me acerco a las mesas de comida me encuentro con unas colas tremendas, no tengo paciencia ni fuerzas para quedarme de pie esperando y me voy a un banco cercano a sentarme para recuperar mis doloridas piernas.

Me cuesta algo más de lo habitual pero en pocos minutos vuelvo a ser persona y puedo moverme. Me cuelo en alguna mesa que está menos abarrotada para hacerme con algo de comida que me ayude a recuperar fuerzas, pero es complicado y decido que es el momento de dar por terminada la mañana de carrera. Me voy al polideportivo para ducharme y con alguna aglomeración pero con buena agua caliente me adecento y me pongo de paisano.

Vuelvo tranquilamente una vez más por la Calle Ancha pero en esta ocasión andando hasta la plaza Altozano donde he quedado con la familia. Es el momento de disfrutar de Albacete, una ciudad que contra los prejuicios que tenía me resulta muy agradable y amigable, con lugares sorprendentes como el Pasaje de Lodares, el Museo de la Cuchillería o la Biblioteca del Depósito del Sol. Pero ante todo con un ambientazo en sus calles, la Plaza del Altozano, el Ferial o la Plaza de la Constitución siempre está llena de gente y buenos restaurantes.


Adema en sus alrededores hemos disfrutado de la visita a Alcalá del Júcar y Chinchilla de Monte – Aragón, dos pueblos verdaderamente bonitos, protegidos desde lo alto por sus castillos. El discurrir por las Hoces de Júcar y sus espectaculares cortados es otro de los grandes alicientes de la zona.


Por lo que tengo que rectificar y decir que Albacete bien merece una visita y una buena carrera por sus calles.

Séptima media maratón completada y ahora toca el descanso veraniego, dos meses donde no correré ninguna media hasta septiembre. Pero eso no quiere decir que no corra otras carreras, ya he visto un par de ellas en mi barrio y en Cullera a las que creo que me voy a apuntar. Y es que una vez que empiezo ya no puedo parar.

viernes, 30 de agosto de 2019

VIII Medio Maratón Santander - La joya del Cantábrico


Domingo 5 de Mayo del 2019

Da la impresión que esta Media Maratón de Santander es una carrera que sigue buscando su identidad a pesar de ser su octava edición. En los últimos años ha cambiado de fechas prácticamente cada edición empezó en Marzo, para retrasarse a Abril a la edición siguiente, dar un salto al mes de Septiembre el año pasado y programarla en el mes de Mayo en esta última edición. Por lo que no sabemos muy bien en que época se correrá el año que viene.

En cuanto a las distancias también ha variado siempre aumentando el número de opciones posibles. Las primeras ediciones solo existía la distancia media maratón, pero en los últimos años ya se incluyó la distancia 10 km para atraer a más corredores y en esta edición ya se han superado y se puede correr también una distancia más corta de 5 km. Evidentemente el aumentar la oferta anima a un mayor número de corredores que a lo mejor comienza en esto de las carreras populares o simplemente quieren correr la carrera de su ciudad. El peligro siempre es que juntar corredores con distintos ritmos y objetivos puede generar roces, aunque siendo la participación reducida y el circuito lo suficientemente ancho en esta edición no ha habido conflicto alguno.

Al menos en todas las ediciones ha repetido la parte más significativa de su recorrido, evitando las cuestas de la ciudad y transcurriendo cerca del mar que es uno de los grandes atractivos de Santander, una ciudad siempre volcada hacia el mar. El Paseo de Pereda flanqueada por sus emblemáticos edificios  y su paseo marítimo, es uno de los grandes alicientes de la carrera, se prolonga por un lado hasta el Ayuntamiento y la Catedral y por el opuesto hasta el Puerto Deportivo y la Playa de los Peligros, formando una larga recta completamente plana.

La subida por la Avenida de la Reina Victoria y su fuerte pendiente es otro de los pasos que se repiten todos los años. Nos lleva hasta a la zona más noble de la ciudad y la entrada a la Península de la Magdalena, lástima que no se corra por su interior lo cual sería un verdadero espectáculo para los corredores. Y por último el tramo de la Playa del Sardinero es otro de los clásicos, se recorre toda la playa hasta el estadio de futbol en una zona de muchos toboganes y bastante exigente.

La carrera consta de varias vueltas y en cada edición además de estos tres tramos fijos se amplía el recorrido para completar los kilómetros de la media maratón. Este año se ha optado por recorrer el tramo del Paseo de Pereda en sentido ida y vuelta en tres ocasiones, con una distancia de cinco kilómetros de modo que en cada vuelta se cubre una de las distancias ofertadas por la Organización e iban finalizando corredores. La última vuelta es la que se prolonga por la subida a la Magdalena hasta la playa, esta zona es muy espectacular pero en esta edición solo reservada para los valientes que se apuntaron a la distancia reina.

En cuanto a la Organización sin fallos pero siempre se espera algo más de las carreras que tienen lugar en grandes ciudades como es este caso. Muy poca animación en las calles y una bolsa de corredor “básica”, ni siquiera una medalla conmemorativa, completan la lista de cosas mejorables de la carrera.

Si encuentra su identidad y mejora en los aspectos que rodean la carrera, manteniendo el recorrido siempre por calles muy emblemáticas podría convertirse en una de esas carreras que cualquier corredor quiere y debe correr.
















Amanece un domingo nublado y con una temperatura fresca, según mi mujer con frío aunque ella tiene el termostato roto desde hace unos años, pero con un invitado sorpresa que me acompañara toda la carrera el viento. Para los corredores el viento es quizás el peor enemigo, yo creo que mas por un tema mental, porque igual que pasa con las cuestas, el viento en unos tramos te dará de frente y sufrirás pero en otros vendrá de espalda y te empujara. Pero si es cierto que la sensación de no avanzar cuando el viento te da de cara y el mayor esfuerzo que realmente necesitas para cada zancada es muy desagradable y hace que te vengas un poco abajo.


No tenemos que madrugar demasiado por que la carrera empieza a las 10 y ya recogí ayer por la tarde el dorsal en la carpa cercana al Centro Botín, por lo que desayunamos todos juntos tranquilamente en la cafetería del hotel y ya con todo preparado nos vamos andando hacia la salida. En esta ocasión solo me acompañan mis dos mujeres, mi hijo mayor se ha quedado en Madrid porque tenía exámenes. Mis mujeres se acomodan en la Plaza Asunción a la altura de la catedral por donde pasare corriendo en cuatro ocasiones, así me podrán ver y animar. Pero la carrera es larga y se aseguran de que haya un bar cercano para tomar algo durante la espera y de hecho una vez que me ven pasar la última vez darán buena cuenta de un segundo desayuno.


Las calles ya están cortadas para la carrera y aprovecho para calentar un poco con otros corredores por la calle Calvo Sotelo. En esta ocasión tengo un objetivo claro, bajar de la hora y cuarenta y cinco minutos. En todas las medias anteriores salía sin una marca en la cabeza pero en esta ocasión quiero exigirme un poco más, aunque evidentemente es una marca asequible en la forma en que estoy.

Se acerca la hora de la salida y me despido de mis acompañantes para dirigirme al arco de salida. Al ser tres distancias somos un buen grupo de corredores pero muchos menos de los que esperaba para una ciudad de la importancia de Santander, dan la salida y todos a correr. El circuito al que tenemos que dar las dos primeras vueltas transcurre por avenidas muy anchas, excepto la zona del puerto en donde se estrecha un poco sobre todo porque comparte espacio con el paseo marítimo y el carril bici. Por eso me sorprende que en los primeros metros se formen atascos y sea difícil correr, tengo que esquivar a varios grupos de corredores antes de poder coger un ritmo cómodo.


Poca gente animando y un ambiente un poco tristón ya que el día nublado y gris tampoco acompaña, por lo que prefiero concentrarme solo en la carrera y olvidarme del entorno para intentar avanzar a un ritmo alegre. Cuando llegamos a la zona más abierta que transcurre próxima al mar empezamos a notar la presencia del viento, muy fuerte y de cara hace que tengamos que apretar los dientes. Yo intento coger el rebufo de otros corredores para que me quiten el viento y así ir protegido y gastar menos fuerzas.

Terminamos los dos primeros kilómetros y giramos para volver sobre nuestros pasos, ahora el viento nos da de espaldas y parece que haya desaparecido. El ruido que antes nos atormentaba ahora se convierte en silencio y a pesar del fresco tenemos una sensación de calor extraña, la verdad es que el cambio es radical.

No quiero mirar el reloj e intento guiarme por los globos de las liebres como en otra ocasiones, pero es un poco lioso ya que hay globos de la carrera de 10KM y de la Media y no sé muy bien de cual fiarme. En cualquier caso las sensaciones son buenas y sé que llevo un buen ritmo. Ahora aprovecho para disfrutar del entorno y la fila de edificios santanderinos que miran al mar quizás no sea los más bonitos de la ciudad y de hecho las plazas que se esconde tras ellos son más emblemáticas y concurridas, pero son una buena compañía. Los jardines de Pereda y la cercanía del mar completan un entorno muy bueno para correr.

Ya estamos llegando al arco de salida/meta y lo cruzamos para seguir por la calle Calvo Sotelo hasta el Ayuntamiento. Al pasar a la altura de mis animadoras les grito desde el otro lado de la calle y consigo que me vean, les aviso que se preparen que ahora vuelvo y paso por su lado y es que mi hija se ha comprometido a hacerme una buena foto cada vez que pase. La carrera se ha estirado mucho y ya corremos holgadamente, mientras yo avanzo hacia el centro de la ciudad ya hay muchos corredores que vuelven en sentido contrario. Doy la vuelta a la altura de la Plaza de Ayuntamiento y recorro la calle ahora en sentido contrario. Al llegar a la altura de mis acompañantes poso para la foto y me paro un poco a saludarlas. Mi mujer dice que tiene frio pero aguanta como una valiente solo por animarme y yo se lo agradezco.


Ya terminamos la primera vuelta y algunos corredores finalizan su participación después de recorrer 5 kilómetros. Unos metros delante está el primer avituallamiento, dejo pasar las primeras mesas que están mas colapsadas, pero me doy cuenta tarde que son las primeras y últimas. Acostumbrado en Madrid a largas filas de mesas a ambos lados para atender a tantísimos corredores, aquí me he pasado el avituallamiento y no he cogido botella. Pero como yo un montón de corredores mas se han visto sorprendidos, por suerte en esta ocasión funciona la solidaridad y los corredores que han cogido botella comparten con el resto y hay agua suficiente para todos.

Ataco la segunda vuelta conociendo el recorrido y sabiendo que me tengo que enfrentar al viento de cara, la perspectiva me desanima y se me hace algo más largo pero paso bien el tramo duro y la vuelta se me hace mucho mas llevadera. Me da la impresión de que hay algo más de público animando, a lo mejor es que en Santander son menos madrugadores que en otras ciudades.

Paso por tercera ocasión por la línea de meta y a la altura de mis chicas que aguantan todavía sentaditas esperando a que pase. Ya de vuelta me preparo para la foto de mi enana pero resulta que se ha quedado sin pilas la máquina de fotos, vaya fiasco. Es la última vez que voy a pasar, se despiden y van directas al bar cercano, la verdad es que han cumplido con creces.

Cruzo por cuarta vez el arco de meta, la próxima vez que lo haga será para acabar la carrera y eso me anima, en esta ocasión sí que se quedan gran parte de los corredores y el grupo de los valientes que continuaremos hasta la media maratón es pequeño. Desde hace unos kilómetros corro con uno de esos locos que se calzan con chanclas para correr en estilo minimalista, hasta algunos de ellos lo hacen descalzos, siempre me llama la atención quizás en alguna ocasión debería probarlo. Además lleva muy buen ritmo y nos vamos relevando en la carrera.

Comienza la última vuelta del recorrido y estoy atento en el avituallamiento para coger mi botella.  Esta vez llegaremos hasta la Playa del Sardinero, la verdad es que apetece cambiar un poco el recorrido que resulta algo monótono aunque eso implique subir y bajar por las empinadas calles santanderinas. Pero antes de eso tengo que recorrer la avenida y el tramo final con el viento en contra. Según ha pasado la mañana la fuerza del viento ha subido y ya somos tan pocos corredores que es imposible aprovecharse de los rebufos, por lo que me toca enfrentarme en solitario a la fuerza del viento.

Procuro ir reservando fuerzas, me quedan bastantes kilómetros y un par de repechos importantes, al menos se que no me van a doblar los primeros de la carrera que aunque difícil era una posibilidad real y humillante. Miro por primera vez el reloj y compruebo que se me está dando muy bien la carrera, mi propósito de bajar de los 45 minutos se me queda corto y ya pienso en bajar de los 40 que sería un subidón pero para eso esperare a ver como llego a los últimos kilómetros.

Nos desviamos por la Avenida de la Reina Victoria y el terreno se empina, es el momento de bajar un poco el ritmo y sufrir en la subida, al menos los edificios nos protegen del viento. Voy superando la cuesta sin gran esfuerzo y dejo unos metros atrás a mi compañero de las chanclas lo que es buena señal. A la izquierda quedan los chalets de lujo de los grandes ricos santanderinos sobre todo el del señor Botin y su fundación y a la derecha la zona ajardinada y las vistas sobre el mar y las playas, un recorrido espectacular.


Llegamos al final de la cuesta a la altura del acceso a la Península de la Magdalena que dejamos a un lado, como ya he comentado es una pena que la carrera no transcurra por dentro del recinto pero supongo que problemas logísticos lo impiden. Continuamos hacia las playas del Sardinero, es una zona de sube y baja y requiere un esfuerzo adicional, sobretodo ahora que las fuerzas empiezan a faltar. Pero el entorno en esta zona es precioso y distrae un poco la cabeza del esfuerzo, me encuentro con fuerzas y mantengo un buen ritmo sobre todo en los tramos mas favorables de bajada desde la Magdalena.

Nos desviamos al comienzo de la segunda playa del sardinero para acercarnos hacia el estadio del mismo nombre donde juega el Racing de Santander, en casi todas las medias maratones el estadio del equipo de futbol local es paso obligado y en esta ocasión no iba a ser menos. Este medio kilómetro de ida para girar y volver por la misma calle se hace bastante aburrido además de que personalmente no contaba con ello por lo que se me atraganta. Pero en este momento de la carrera ya corro por inercia y el muro del kilómetro 18 que para mí es el punto de no retorno está cerca. Por experiencia sé que si supero esta distancia sin sufrir en exceso terminare la media con una buena marca, por eso aguanto y de vuelta a la Avenida Castañeda que va bordeando la playa procuro aguantar el ritmo.

Ahora solo me queda un par de toboganes y la última subida de vuelta por la Avenida de la Reina Victoria para volver a la Península de la Magdalena. A partir de ese punto es todo cuesta abajo o llano hasta la meta y es donde pienso dejarlo todo. En medio esta un avituallamiento que me viene muy bien pues aprovecho para tomar un gel e hidratarme, aunque no hace calor. El viento nos sigue golpeando pero la protección de los edificios y los giros de las calles hace que no sea tan fuerte como el que hemos sufrido en el tramo del Puerto.

Pasamos frente al Gran Hotel Sardinero uno de los más emblemáticos, antiguos y sobre todo caros de Santander. Un lujo que al menos en esta ocasión no ha estado a mi alcance aunque a mi mujer le hubiera encantado y es que lo de ser rico debe molar mucho. Esto lo pienso mas tarde porque en el momento de la carrera solo observo su monumental fachada mientras me concentro en no perder el ritmo y sufrir lo menos posible.

Ya somos muy pocos los que continuamos en carrera y voy desde hace unos kilómetros con los mismo compañeros de carrera. La cuesta se me hace mas corta de lo que esperaba y sin demasiado esfuerzo ya estoy en lo más elevado, es cierto que algún corredor me ha adelantado en la subida pero a otros les he pasado yo. Es el momento de mirar el reloj, alcanzo el kilómetro 19 ya en la bajada, mi reloj marca 1:30, eso significa que existe la posibilidad de bajar de la barrera de los 40 minutos.

Decido que hay que intentarlo y me lanzo en la bajada, a mi lado unos de mis compañeros se anima a acompañarme. Nos animamos comentamos que de aquí al final es todo cuesta abajo aunque los dos sabemos que no es verdad, el autoengaño siempre funciona.

Acaba la bajada y volvemos a coger la Calle Castelar, las piernas se resienten ya es una zona plana y cuesta mantener el alto ritmo que traíamos, pero no queda mas remedio que intentarlo. Rodeamos por última vez la plaza de Matías Montero y su bandera de España, ya solo queda menos de un kilómetro hasta la meta, miro el reloj y va a estar muy ajustado. Intento acelerar pero las piernas ya no me responden, mi compi se adelanta unos metros y el chaval de las chanclas que ha ido los últimos kilómetros tras nosotros también me pasa, pero ahora eso ya no me importa solo intento aumentar el ritmo sin mucho éxito.

La recta se me hace eterna, veo el arco de meta al fondo pero no se acerca tan rápido como me gustaría, vuelvo a mirar el reloj, solo tengo un margen de 30 segundos, 20, 15, 10 creo que no lo voy a conseguir pero sigo apretando, 5 segundos y ya sé que no bajare de los 40 minutos. Una lástima cruzo la meta 15 segundos por encima de la 1:40, pero en el fondo si lo pienso mejor es una magnifica marca, sobre todo teniendo en cuenta mis objetivos cuando comencé hace ya seis meses mi aventura de las medias maratones.


Me sorprende que en la meta hay muy poco ambiente, casi hay más gente de la Organización que espectadores. Me pierdo un poco porque no se hacia dónde me toca ir ahora y no hay nadie indicándolo, al final sigo a otros corredores que van hacia la carpa donde ayer recogí el dorsal que es donde está el avituallamiento de meta. Somos pocos en la carpa y no hay prácticamente colas lo cual es de agradecer aunque también un poco triste para una carrera que debería tener mucho más participación.

Recojo a mis mujeres en la cafetería donde se han refugiado y vamos de nuevo andando hasta el hotel para ducharme. Recuperado ya del esfuerzo nos vamos en coche hasta la Playa del Sardinero, donde tenemos previsto dar un paseo y comer antes de volver a Madrid. Pero el vendaval no nos deja pasear a gusto por la playa y decidimos refugiarnos en una marisquería cercana donde damos cuenta de un poco de marisco y un buen lenguado para celebrar el final de nuestro viaje.

Esta carrera santanderina ha sustituido en mi calendario a la Media Maratón de Pamplona, pero es que ha sido el final del periplo que hemos realizado por la costa de Asturias y Cantabria aprovechando los cinco días festivos que este año nos ha regalado el Puente de Mayo.

Comenzamos en Gijón y avanzamos pegados al mar para ir visitando los pueblos de Tazones, Lastre, Ribadesella y Llanes para acabar en Santander. Es cierto que nos saltamos muchos pueblos que bien merecían una parada sobretodo en Cantabria pero es que hubiéramos necesitamos un mes para verlo todo.


Evidentemente no nos olvidamos de alguna visita cultural a lo largo del camino como el Acuario gijonés, la Universidad Laboral y el Jardín Botánico del Atlántico cerca de Gijón, el Museo Jurásico de Asturias o la Cueva de Tito Bustillo y la Ermita de la Virgen de Guía en Ribadesella, la Península de la Magdalena en Santander y por supuesto las paradas para disfrutar de la naturaleza salvaje del norte en la Playa del Guadamía, los Bufones de Prai o la Playa de Oyambre.


Pero sobretodo de lo que más disfrutamos fue de los manjares de estas regiones. No perdonamos una buena comida o cena allí donde nos llevó el viaje y de todas las mesas nos levantamos satisfechos y saciados. Dimos cuenta de una buena fabada y un rico cachopo, pero el pescado y el marisco fueron los reyes en nuestra mesa, desde el pixin, al cabracho o el lenguado, pasando por las gambas, las navajas o las anchoas. Y todo acompañado de buenos vinos y estupenda sidra. Todo un placer para los que nos gusta comer además de correr y hagamos lo primero mucho mejor que lo segundo.

miércoles, 29 de mayo de 2019

XIX Medio Maratón de Madrid - Villa y Corte


Domingo 7 de Abril del 2019

Después de no poder participar en la Media de Madrid el año pasado por coincidirme con el Maratón de Roma he vuelto a mi carrera preferida y me he reencontrado con el disfrute de correr por mi ciudad. Pero eso no me impide reconocer que la carrera no ha evolucionado correctamente en las últimas ediciones es más hasta en algunas cosas ha empeorado.

Se han realizado varios cambios en el recorrido clásico principalmente debido a la prohibición que ha impuesto el Ayuntamiento de que las carreras populares acaben dentro del Parque del Retiro con el objetivo de protegerlo y es que los corredores debemos ser tóxicos pero los lectores beneficiosos para la flora.

Discusiones a parte la carrera ha incluido dos tramos nuevos. El pasó por la Plaza de Bilbao y la calle Luchana en lugar de tomar desde el principio la calle Santa Engracia, no hay gran diferencia quizás la pendiente antes era más continua y ahora al principio es más tendida para tener unos metros finales algo más exigentes. Y la desviación desde Plaza de Castilla hacia la zona de las Cuatro Torres para volver de nuevo a la Plaza de Castilla, desde mi punto de vista un acierto, es una zona llana y amplia que permite correr cómodo y las vistas de las torres es un lujo.

Y en cuanto al nuevo final en la Plaza de Neptuno, hace que los últimos kilómetros de la carrera se hayan suavizado mucho, sé que es la tendencia actual en las carreras populares y que la mayoría de los corredores lo agradecen pero personalmente prefería el final agónico por la cuesta de Alfonso XII y Alcalá. A cambio se corre por el Paseo del Prado, delante del Jardín Botánico y el Museo del Prado que tiene un gran encanto.

En cuanto a los cambios en la organización lo único positivo es la salida por oleadas que resulta muy acertado además de necesario por el número de participantes. Aunque no soluciona totalmente el problema del embotellamiento en los primeros kilómetros, al menos es una intención de ponerle remedio. Si además los corredores colaboramos y nos ponemos cada uno en nuestro cajón seguro que todos lo disfrutaríamos más.

Pero se han producido demasiados fallos, el principal el guardarropas que resulto catastrófico. No puedo entender que se formen colas para entregar la mochila, pero el tiempo medio que tardamos en recogerlas es todavía peor. Es verdad que el espacio en la meta es menor que en el Retiro pero mi impresión es que se intentaron ahorrar en carpas y número de voluntarios asignando un puesto de recogida para todo los dorsales que coincidan en el último número y no un puesto por cada tramo de dorsales como en años anteriores, lo que genero demasiados corredores por carpa y un colapso total.

Mucha gente también se quejó de que no había medallas para los últimos corredores, eso ya ocurrió en otras ediciones, aunque en esta ocasión al menos te la mandaban a casa si reclamabas. En descarga de la Organización tengo que reconocer que yo vi a personas que no habían corrido recoger medallas de los voluntarios y algunos corredores con más de una.

Y por último la bolsa del corredor cada año más escasa, en esta edición desapareció el buff y los manguitos a juego con la camiseta que se entregaron en ediciones anteriores. En mi caso no es una prioridad pero teniendo en cuenta el coste de la inscripción se puede esperar algo más que una camiseta, una barrita energética y un caldo de navidad, sobretodo viendo los obsequios de otras carreras fuera de Madrid.

Mi impresión es que deben mejorar si no quieren que los corredores dejen de venir a correr por Madrid. Y es que la oferta de carreras en España ha aumentado y los circuitos y servicios mejorado, como para que el único aliciente para correr esta carrera sea participar en la media maratón más multitudinaria de nuestro país.















Después de unas semanas prácticamente veraniegas en Madrid, con altas temperaturas que nos han permitido correr las últimas carreras en manga corta. Esta semana ha vuelto a cambiar el tiempo y han vuelto las lluvias y las temperaturas más frescas típicas de esta época. He tenido que recuperar la camiseta interior y volver a la manga larga y casi el chubasquero para correr en la Media Maratón de Madrid.

En esta ocasión somos tres valientes, por supuesto mi ahijado que lleva desde navidades preparándose y que me ha acompañado en las últimas carreras de preparación y mi cuñado que llega con poco entrenamiento este año. Pero que como le hemos recogido el dorsal y le he pasado a buscar por su casa creo que se ha visto obligado a correr, si fuera por el seguramente se la hubiera saltado este año.

Conseguimos aparcar el coche relativamente cerca de la Plaza de Cibeles, lo cual es mucho pedir, somos casi 15000 corredores de la media maratón más los 1600 de la prueba de 5 km. Tanto corredor y sus acompañantes abarrotamos el Paseo del Prado desde Cibeles a Neptuno y todos los alrededores, es un verdadero espectáculo.

Llegamos hasta la Plaza de Neptuno, donde está instalado el guardarropas y desde donde saldremos la última oleada de corredores. Hasta el año pasado el guardarropas estaba dentro del Retiro y más de un año hemos tenido que echarnos una carrera para llegar a la salida. Se supone que ahora es más cómodo, pero las colas para dejar las mochilas son interminables, me da la impresión que hay muchos menos puestos que otros años. No sé si es la falta de espacio o la mala previsión pero no es de recibo.

Nos colocamos en nuestra cola mientras esperamos que llegue mi sobrino que ha decidido venir por su cuenta para poder apurar más en la cama. Se va acercando la hora y no da señales de vida, decido llamarle. Me contesta a la segunda apuradísimo, me dice que viene corriendo desde prácticamente Nuevos Ministerios porque no ha encontrado ninguna moto eléctrica disponible y por supuesto no se ha podido acercar más con el coche. Además ha sido el encargado esta vez de recoger todos los dorsales en la feria del corredor, por lo que si no llega tendremos que correr de ilegales y con la mochila a cuestas.

Pero todavía hay tiempo de sobra y aunque acelerado llega de sobra para dejar las mochilas y ponernos los dorsales. Pero él ya se ha metido el sofocón y un par de kilómetros mas en las piernas, esperemos que no le pasen factura al final de la media. Ya estamos dispuestos para correr y toca hacerse la foto oficial y calentar un poco.


Nos colocamos al final de la zona de salida, que teóricamente comienza en la plaza de Cibeles y termina en la Plaza de Neptuno, son 500 metros de marea humana, pero sorprendentemente detrás nuestro todavía se agolpan un montón de corredores populares y es que cada año esta media es más grande y aunque solo sea por eso merece la pena correrla, pero esa masificación es también su gran inconveniente, son las paradojas de la vida.

Salimos en la cuarta y última oleada, lo que significa que saldremos casi media hora más tarde que los corredores de la élite y casi un cuarto de hora después que la primera oleada de corredores populares. Pero aun así los primeros kilómetros subiendo por la calle Alcalá son caóticos, corredores con ritmos muy dispares, grupos de corredores que van juntos y forman verdaderas barreras humanas y por supuesto el máximo postureo que obliga a grabar todo lo que hacemos para que nuestros “followers” estén informados.

Intento marcar un ritmo cómodo para mi ahijado pero es muy complicado, tenemos que correr en fila y a tirones para poder ir esquivando a otros corredores que no tienen tanta prisa como nosotros. Al final cada uno hacemos la guerra por nuestra cuenta y buscamos los huecos donde podemos, parece que al llegar a la calle Velazquez debería haber algo mas de espacio pero la marea de corredores es tan grande que somos capaces de colapsar todo el ancho de la calle.

Intento estar pendiente de mis acompañantes, pero la mayoría de las veces les pierdo entre tanta gente, de hecho cuando giramos por Diego de León y empezamos a bajar hacia la calle Serrano paro a un lado para reagruparnos y ya solo me sigue mi sobrino, mi cuñado ha perdido comba y ya no volveremos a coincidir hasta la meta, este año se ha descolgado mucho antes que en otras ediciones.

Ya llevamos 3 kilómetros y parece que hemos encontrado nuestro sitio en la carrera, aunque seguiremos adelantando a mucha gente durante todo el recorrido la mayoría de los corredores que nos rodean tienen un ritmo similar al nuestro y podemos por fin correr los dos juntos y a un ritmo constante. Se puede decir que empieza de verdad la carrera, hasta ahora ha sido una prueba de obstáculos.

Es el momento de pasar por encima del puente de Rubén Darío sobre la Castellana, son unos metros emblemáticos del recorrido, pero me da la impresión que han debido de reforzar la estructura del puente porque vibra menos que otros años con el paso de la masa de corredores.


A partir de la salida del puente empieza una subida ligera pero continua de prácticamente siete kilómetros, a mi ahijado es la que mas le preocupa pero por experiencia se que es bastante llevadera porque todavía tenemos las fuerzas intactas, aun así decidimos tomárnoslo con calma y nos ponemos a un ritmo tranquilo. Esta es una de las zonas nuevas del recorrido y subimos desde la Plaza de Bilbao a la de Chamberí por la calle Luchana el desnivel es el mismo que subiendo por Santa Engracia pero el último repecho se agarra algo mas.

Nos acercamos a nuestro primer punto de animación, mi ahijado ha convocado a todo el que ha podido para que salgan a la calle a animarle en su gran aventura. Como era de esperar su chica no ha podido negarse y le espera en la plaza de Iglesia para animarle. Está preocupado por si no la ve, pero metros antes de llegar al punto acordado la localiza a un lado de la carrera. La saluda pero ni siquiera para un momento, está demasiado concentrado en no perder el ritmo de la carrera, yo también la saludo y le doy las gracias por el ánimo mientras acelero para alcanzar a mi compañero que va lanzado.

Toca pasar por los bomberos de Santa Engracia, otro de los clásicos de la carrera, este año nos animan como siempre con las sirenas pero se ahorran la ducha con las mangueras porque la mañana esta fresquita.

Segundo punto de animación, ahora les toca a mi familia y mi hermana mayor a la altura de mi casa como todos los años. Pero por mucho que miro y remiro en la esquina acordada no hay nadie, ni en la anterior ni en la posterior, vaya bajón. Luego me dijeron que bajaron algo más tarde y ya habíamos pasado, bueno mi mujer este año ni salió de la cama para bajar a animarme y es que en el fondo está un poco cansada de acompañarme a mis medias maratones por toda España.

Pasamos por  Cuatro Caminos que siempre está muy animada de público y atacamos la calle Bravo Murillo. Ya corremos mucho más tranquilos y mi acompañante va disfrutándolo. Prácticamente sin danos cuenta nos plantamos en el último tramo de subida hacia la Plaza de Castilla, es un tramo duro pero vamos muy ligeros todavía. En otras ediciones cruzábamos directamente la plaza, pero el nuevo recorrido nos lleva por el lateral de la Castellana hasta las Cuatro Torres que caracterizan el skyline de la ciudad, la torre Cepsa con sus 250 metros de altura es la más alta de toda España. La verdad es que el cambio de recorrido en esta ocasión merece la pena para que el corredor disfrute del espectáculo de los rascacielos madrileños.


Mi acompañante como en carreras anteriores lleva todo el recorrido con problemas de mocos, pero en esta ocasión estoy preparado y he cargado con varios klinex y problema solucionado. Pero al llegar a esta altura me dice que lleva un rato con ganas de hacer pis y tenemos que parar. Esta juventud no está preparada, en mi época nos inculcaron muy claro que de casa se salía con todo hecho.

Volvemos sobre nuestros pasos por el otro lado de la Castellana hacia la Plaza de Castilla, eso nos permite ver la cantidad de corredores que van detrás nuestro igual que antes hemos visto los que iban por delante, creo que la masa compacta de corredores ocupara unos cuantos kilómetros, sin contar los más rápidos que van destacados en cabeza y los lentos que cierran la carrera.

Los siguientes kilómetros son en claro descenso y aprovechamos para dejarnos caer y recuperas fuerzas, pasamos a la altura de nuestro colegio, el de mi ahijado y el mío, aunque al estar separados por unas cuentas generaciones hemos conocido colegios muy distintos. Hemos superado ya la mitad de la carrera y vamos a buen ritmo, pero como todo lo bueno la bajada también termina y la calle Pio XII nos recibe con un buen rampón, aunque vamos sobre aviso del calentón en las piernas no nos libra nadie.

Nos vamos acercando a nuestro tercer y último punto de animación, pero antes tenemos dos encuentros imprevistos. Mi ahijado ve a un amigo corredor del que ha recibido buenos consejos durante su preparación y que no corre por que la semana que viene se enfrenta al Maratón de París, aunque le grita no consigue que le oiga. Y yo me encuentro con un compañero de la oficina y su hijo, en otras ocasiones habían estado para animarme porque la carrera pasa por debajo de su casa, pero en esta ocasión no contaba con ellos y me hace mucha ilusión.

Nuestro tercer grupo de animación son las dos hermanas de mi ahijado y sus sobrinos pequeños que han bajado a animar a su tío. Ya nos habían avisado que estarían, pero están cada una a un lado de la calle, por lo que de una pasamos cerca pero a la otra solo podemos saludarla de lejos. En cualquier caso ambas animan fuerte a su hermano que se viene arriba. El ni siquiera para, yo en cambio me paro a saludar a los enanos y a darles las gracias por los ánimos.

Mi acompañante se ha adelantado unos metros y se ha encontrado con unos amigos que también corren, le oigo explicarles que corre con su tío pero que ahora lo ha perdido, en ese momento llego a su altura. Saludamos y seguimos a nuestro ritmo avanzando hacia la meta. Este tramo vuelve a ser muy favorable, pasamos por el Parque de Berlín y el Auditorio Nacional para alcanzar el kilómetro 15, es el límite que ha corrido mi sobrino a partir de este momento se enfrenta a un nuevo reto.


Llegamos al avituallamiento y tengo el primer y único error de la carrera, me quedo en el lado izquierdo para coger geles y plátano, pero me doy cuenta tarde que no hay mesas de agua, por lo que nos quedamos sin líquido que era realmente lo que necesitábamos. Pienso en volver sobre mis pasos pero mi acompañante me dice que no necesita nada que va muy bien, espero que al final no nos arrepintamos.

Avanzamos por la calle Príncipe de Vergara todavía en un grupo compacto de corredores y recorremos los tres kilómetros que nos separan del Parque del Retiro. Ya solo nos queda rodearlo para llegar a la meta, es el mismo recorrido que hicimos hace un par de semanas en la carrera MetLife y ya lo conocemos. Pero en los últimos kilómetros he notado a mi ahijado demasiado callado y concentrado y eso no es buena señal, intento distraerle con mi conversación pero creo que está empezando a pasarlo mal.

Nos queda un primer tramo rodeando el parque hasta el kilómetro 18 y a partir de ahí es todo bajada. Pero mi ahijado empieza a dar claras muestras de cansancio y tenemos que bajar el ritmo. Le animo diciendo que ya no queda nada, pero su contestación es “Me duelen mucho la piernas, no puedo más, esto es muy duro”, me viene a la cabeza mis sensaciones la primera vez que corrí esta media maratón y fueron las mismas a esta altura de la carrera. Es el momento de apretar los dientes y no dejarle pensar demasiado, procuro darle ánimos constantemente para que no piense nada más que en correr y poco a poco vamos avanzando hacia la meta.

Terminamos la bajada y llegamos a la altura de la Estación de Atocha, sé que es el momento más crítico, pero aguanta como un campeón. Vuelve a comentar que va sufriendo mucho y mi respuesta es muy sencilla, a falta de menos de un kilómetro es el mejor momento de la carrera para sufrir. Otros corredores que oyen la conversación, le animan para que no pare que ya no queda nada.

Y en esta ocasión sí que es cierto, acabamos de superar la marca del kilómetro 20 y ya estamos en los metros finales de la carrera. Giramos en la Plaza de Atocha para coger el Paseo del Prado, ya vemos el arco de meta al fondo y es el momento de disfrutar del logro. Le ha cambiado la cara y una enorme sonrisa se dibuja en su cara, son los 400 metros de mayor disfrute de toda la carrera, son esos metros que no volverán a repetirse, estoy seguro que terminara otra media maratón pero nunca más volverá a ser la primera. Y yo tengo la suerte de disfrutarlos con él y recordar también mi primera vez en esta misma carrera y esa sensación de agotamiento y satisfacción que no se puede explicar.


Cruzamos la meta y nos abrazamos para celebrarlo. Parar de correr es otra de las grandes satisfacciones de cruzar la meta, parece que todo el cansancio desaparece y el dolor de piernas por un momento se olvida. Recogemos nuestra medalla y ya andando tranquilamente avanzamos hasta la Plaza de Neptuno a recoger la mochila.

La cola para el guardarropa es infinita, rodea toda la fuente y además da la sensación de que no avanza. Son más de 45 minutos esperando para recoger la ropa, a mi cuñado le da tiempo a llegar y eso que se lo ha tomado con mucha calma y entra unos cuantos minutos detrás de nosotros. Además la mañana está fresca y empezamos a quedarnos fríos, sobretodo mi ahijado que es el más agotado y además va en camiseta de manga corta, hasta empieza a tiritar.

Por fin recogemos la bolsas y podemos abrigarnos, la verdad es que nos lo hemos tomado todos los corredores con humor, pero es impresentable para una carrera de esta categoría la falta de previsión, además no recuerdo que en otras ediciones hubiera este problema. Al menos han tenido suerte y no ha descargado la lluvia que amenazaba porque si no el caos hubiera sido de escándalo.


Esta edición de la carrera quedara para siempre como la del estreno de mi ahijado en la distancia de medio maratón. Creo que ha cumplido con su objetivo sin sufrir en exceso y disfrutando en la mayoría del recorrido, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo que ha dedicado a la preparación de la prueba. El tendrá que decirlo pero creo que volverá a repetir.

En mi caso ha sido un gustazo poderle hacerle de liebre y he disfrutado durante las carreras de preparación y cada metro de la media maratón. Además me ha hecho ilusión que alguien de las generaciones jóvenes de mi familia se animara a correr conmigo.

Sus reacciones después de la carrera me han recordado mucho a las mías en las primeras ocasiones que me puse un dorsal. Para que podáis entender lo que digo os reproduzco nuestras conversaciones de Watshap después de la carrera.