miércoles, 29 de mayo de 2019

XIX Medio Maratón de Madrid - Villa y Corte


Domingo 7 de Abril del 2019

Después de no poder participar en la Media de Madrid el año pasado por coincidirme con el Maratón de Roma he vuelto a mi carrera preferida y me he reencontrado con el disfrute de correr por mi ciudad. Pero eso no me impide reconocer que la carrera no ha evolucionado correctamente en las últimas ediciones es más hasta en algunas cosas ha empeorado.

Se han realizado varios cambios en el recorrido clásico principalmente debido a la prohibición que ha impuesto el Ayuntamiento de que las carreras populares acaben dentro del Parque del Retiro con el objetivo de protegerlo y es que los corredores debemos ser tóxicos pero los lectores beneficiosos para la flora.

Discusiones a parte la carrera ha incluido dos tramos nuevos. El pasó por la Plaza de Bilbao y la calle Luchana en lugar de tomar desde el principio la calle Santa Engracia, no hay gran diferencia quizás la pendiente antes era más continua y ahora al principio es más tendida para tener unos metros finales algo más exigentes. Y la desviación desde Plaza de Castilla hacia la zona de las Cuatro Torres para volver de nuevo a la Plaza de Castilla, desde mi punto de vista un acierto, es una zona llana y amplia que permite correr cómodo y las vistas de las torres es un lujo.

Y en cuanto al nuevo final en la Plaza de Neptuno, hace que los últimos kilómetros de la carrera se hayan suavizado mucho, sé que es la tendencia actual en las carreras populares y que la mayoría de los corredores lo agradecen pero personalmente prefería el final agónico por la cuesta de Alfonso XII y Alcalá. A cambio se corre por el Paseo del Prado, delante del Jardín Botánico y el Museo del Prado que tiene un gran encanto.

En cuanto a los cambios en la organización lo único positivo es la salida por oleadas que resulta muy acertado además de necesario por el número de participantes. Aunque no soluciona totalmente el problema del embotellamiento en los primeros kilómetros, al menos es una intención de ponerle remedio. Si además los corredores colaboramos y nos ponemos cada uno en nuestro cajón seguro que todos lo disfrutaríamos más.

Pero se han producido demasiados fallos, el principal el guardarropas que resulto catastrófico. No puedo entender que se formen colas para entregar la mochila, pero el tiempo medio que tardamos en recogerlas es todavía peor. Es verdad que el espacio en la meta es menor que en el Retiro pero mi impresión es que se intentaron ahorrar en carpas y número de voluntarios asignando un puesto de recogida para todo los dorsales que coincidan en el último número y no un puesto por cada tramo de dorsales como en años anteriores, lo que genero demasiados corredores por carpa y un colapso total.

Mucha gente también se quejó de que no había medallas para los últimos corredores, eso ya ocurrió en otras ediciones, aunque en esta ocasión al menos te la mandaban a casa si reclamabas. En descarga de la Organización tengo que reconocer que yo vi a personas que no habían corrido recoger medallas de los voluntarios y algunos corredores con más de una.

Y por último la bolsa del corredor cada año más escasa, en esta edición desapareció el buff y los manguitos a juego con la camiseta que se entregaron en ediciones anteriores. En mi caso no es una prioridad pero teniendo en cuenta el coste de la inscripción se puede esperar algo más que una camiseta, una barrita energética y un caldo de navidad, sobretodo viendo los obsequios de otras carreras fuera de Madrid.

Mi impresión es que deben mejorar si no quieren que los corredores dejen de venir a correr por Madrid. Y es que la oferta de carreras en España ha aumentado y los circuitos y servicios mejorado, como para que el único aliciente para correr esta carrera sea participar en la media maratón más multitudinaria de nuestro país.















Después de unas semanas prácticamente veraniegas en Madrid, con altas temperaturas que nos han permitido correr las últimas carreras en manga corta. Esta semana ha vuelto a cambiar el tiempo y han vuelto las lluvias y las temperaturas más frescas típicas de esta época. He tenido que recuperar la camiseta interior y volver a la manga larga y casi el chubasquero para correr en la Media Maratón de Madrid.

En esta ocasión somos tres valientes, por supuesto mi ahijado que lleva desde navidades preparándose y que me ha acompañado en las últimas carreras de preparación y mi cuñado que llega con poco entrenamiento este año. Pero que como le hemos recogido el dorsal y le he pasado a buscar por su casa creo que se ha visto obligado a correr, si fuera por el seguramente se la hubiera saltado este año.

Conseguimos aparcar el coche relativamente cerca de la Plaza de Cibeles, lo cual es mucho pedir, somos casi 15000 corredores de la media maratón más los 1600 de la prueba de 5 km. Tanto corredor y sus acompañantes abarrotamos el Paseo del Prado desde Cibeles a Neptuno y todos los alrededores, es un verdadero espectáculo.

Llegamos hasta la Plaza de Neptuno, donde está instalado el guardarropas y desde donde saldremos la última oleada de corredores. Hasta el año pasado el guardarropas estaba dentro del Retiro y más de un año hemos tenido que echarnos una carrera para llegar a la salida. Se supone que ahora es más cómodo, pero las colas para dejar las mochilas son interminables, me da la impresión que hay muchos menos puestos que otros años. No sé si es la falta de espacio o la mala previsión pero no es de recibo.

Nos colocamos en nuestra cola mientras esperamos que llegue mi sobrino que ha decidido venir por su cuenta para poder apurar más en la cama. Se va acercando la hora y no da señales de vida, decido llamarle. Me contesta a la segunda apuradísimo, me dice que viene corriendo desde prácticamente Nuevos Ministerios porque no ha encontrado ninguna moto eléctrica disponible y por supuesto no se ha podido acercar más con el coche. Además ha sido el encargado esta vez de recoger todos los dorsales en la feria del corredor, por lo que si no llega tendremos que correr de ilegales y con la mochila a cuestas.

Pero todavía hay tiempo de sobra y aunque acelerado llega de sobra para dejar las mochilas y ponernos los dorsales. Pero él ya se ha metido el sofocón y un par de kilómetros mas en las piernas, esperemos que no le pasen factura al final de la media. Ya estamos dispuestos para correr y toca hacerse la foto oficial y calentar un poco.


Nos colocamos al final de la zona de salida, que teóricamente comienza en la plaza de Cibeles y termina en la Plaza de Neptuno, son 500 metros de marea humana, pero sorprendentemente detrás nuestro todavía se agolpan un montón de corredores populares y es que cada año esta media es más grande y aunque solo sea por eso merece la pena correrla, pero esa masificación es también su gran inconveniente, son las paradojas de la vida.

Salimos en la cuarta y última oleada, lo que significa que saldremos casi media hora más tarde que los corredores de la élite y casi un cuarto de hora después que la primera oleada de corredores populares. Pero aun así los primeros kilómetros subiendo por la calle Alcalá son caóticos, corredores con ritmos muy dispares, grupos de corredores que van juntos y forman verdaderas barreras humanas y por supuesto el máximo postureo que obliga a grabar todo lo que hacemos para que nuestros “followers” estén informados.

Intento marcar un ritmo cómodo para mi ahijado pero es muy complicado, tenemos que correr en fila y a tirones para poder ir esquivando a otros corredores que no tienen tanta prisa como nosotros. Al final cada uno hacemos la guerra por nuestra cuenta y buscamos los huecos donde podemos, parece que al llegar a la calle Velazquez debería haber algo mas de espacio pero la marea de corredores es tan grande que somos capaces de colapsar todo el ancho de la calle.

Intento estar pendiente de mis acompañantes, pero la mayoría de las veces les pierdo entre tanta gente, de hecho cuando giramos por Diego de León y empezamos a bajar hacia la calle Serrano paro a un lado para reagruparnos y ya solo me sigue mi sobrino, mi cuñado ha perdido comba y ya no volveremos a coincidir hasta la meta, este año se ha descolgado mucho antes que en otras ediciones.

Ya llevamos 3 kilómetros y parece que hemos encontrado nuestro sitio en la carrera, aunque seguiremos adelantando a mucha gente durante todo el recorrido la mayoría de los corredores que nos rodean tienen un ritmo similar al nuestro y podemos por fin correr los dos juntos y a un ritmo constante. Se puede decir que empieza de verdad la carrera, hasta ahora ha sido una prueba de obstáculos.

Es el momento de pasar por encima del puente de Rubén Darío sobre la Castellana, son unos metros emblemáticos del recorrido, pero me da la impresión que han debido de reforzar la estructura del puente porque vibra menos que otros años con el paso de la masa de corredores.


A partir de la salida del puente empieza una subida ligera pero continua de prácticamente siete kilómetros, a mi ahijado es la que mas le preocupa pero por experiencia se que es bastante llevadera porque todavía tenemos las fuerzas intactas, aun así decidimos tomárnoslo con calma y nos ponemos a un ritmo tranquilo. Esta es una de las zonas nuevas del recorrido y subimos desde la Plaza de Bilbao a la de Chamberí por la calle Luchana el desnivel es el mismo que subiendo por Santa Engracia pero el último repecho se agarra algo mas.

Nos acercamos a nuestro primer punto de animación, mi ahijado ha convocado a todo el que ha podido para que salgan a la calle a animarle en su gran aventura. Como era de esperar su chica no ha podido negarse y le espera en la plaza de Iglesia para animarle. Está preocupado por si no la ve, pero metros antes de llegar al punto acordado la localiza a un lado de la carrera. La saluda pero ni siquiera para un momento, está demasiado concentrado en no perder el ritmo de la carrera, yo también la saludo y le doy las gracias por el ánimo mientras acelero para alcanzar a mi compañero que va lanzado.

Toca pasar por los bomberos de Santa Engracia, otro de los clásicos de la carrera, este año nos animan como siempre con las sirenas pero se ahorran la ducha con las mangueras porque la mañana esta fresquita.

Segundo punto de animación, ahora les toca a mi familia y mi hermana mayor a la altura de mi casa como todos los años. Pero por mucho que miro y remiro en la esquina acordada no hay nadie, ni en la anterior ni en la posterior, vaya bajón. Luego me dijeron que bajaron algo más tarde y ya habíamos pasado, bueno mi mujer este año ni salió de la cama para bajar a animarme y es que en el fondo está un poco cansada de acompañarme a mis medias maratones por toda España.

Pasamos por  Cuatro Caminos que siempre está muy animada de público y atacamos la calle Bravo Murillo. Ya corremos mucho más tranquilos y mi acompañante va disfrutándolo. Prácticamente sin danos cuenta nos plantamos en el último tramo de subida hacia la Plaza de Castilla, es un tramo duro pero vamos muy ligeros todavía. En otras ediciones cruzábamos directamente la plaza, pero el nuevo recorrido nos lleva por el lateral de la Castellana hasta las Cuatro Torres que caracterizan el skyline de la ciudad, la torre Cepsa con sus 250 metros de altura es la más alta de toda España. La verdad es que el cambio de recorrido en esta ocasión merece la pena para que el corredor disfrute del espectáculo de los rascacielos madrileños.


Mi acompañante como en carreras anteriores lleva todo el recorrido con problemas de mocos, pero en esta ocasión estoy preparado y he cargado con varios klinex y problema solucionado. Pero al llegar a esta altura me dice que lleva un rato con ganas de hacer pis y tenemos que parar. Esta juventud no está preparada, en mi época nos inculcaron muy claro que de casa se salía con todo hecho.

Volvemos sobre nuestros pasos por el otro lado de la Castellana hacia la Plaza de Castilla, eso nos permite ver la cantidad de corredores que van detrás nuestro igual que antes hemos visto los que iban por delante, creo que la masa compacta de corredores ocupara unos cuantos kilómetros, sin contar los más rápidos que van destacados en cabeza y los lentos que cierran la carrera.

Los siguientes kilómetros son en claro descenso y aprovechamos para dejarnos caer y recuperas fuerzas, pasamos a la altura de nuestro colegio, el de mi ahijado y el mío, aunque al estar separados por unas cuentas generaciones hemos conocido colegios muy distintos. Hemos superado ya la mitad de la carrera y vamos a buen ritmo, pero como todo lo bueno la bajada también termina y la calle Pio XII nos recibe con un buen rampón, aunque vamos sobre aviso del calentón en las piernas no nos libra nadie.

Nos vamos acercando a nuestro tercer y último punto de animación, pero antes tenemos dos encuentros imprevistos. Mi ahijado ve a un amigo corredor del que ha recibido buenos consejos durante su preparación y que no corre por que la semana que viene se enfrenta al Maratón de París, aunque le grita no consigue que le oiga. Y yo me encuentro con un compañero de la oficina y su hijo, en otras ocasiones habían estado para animarme porque la carrera pasa por debajo de su casa, pero en esta ocasión no contaba con ellos y me hace mucha ilusión.

Nuestro tercer grupo de animación son las dos hermanas de mi ahijado y sus sobrinos pequeños que han bajado a animar a su tío. Ya nos habían avisado que estarían, pero están cada una a un lado de la calle, por lo que de una pasamos cerca pero a la otra solo podemos saludarla de lejos. En cualquier caso ambas animan fuerte a su hermano que se viene arriba. El ni siquiera para, yo en cambio me paro a saludar a los enanos y a darles las gracias por los ánimos.

Mi acompañante se ha adelantado unos metros y se ha encontrado con unos amigos que también corren, le oigo explicarles que corre con su tío pero que ahora lo ha perdido, en ese momento llego a su altura. Saludamos y seguimos a nuestro ritmo avanzando hacia la meta. Este tramo vuelve a ser muy favorable, pasamos por el Parque de Berlín y el Auditorio Nacional para alcanzar el kilómetro 15, es el límite que ha corrido mi sobrino a partir de este momento se enfrenta a un nuevo reto.


Llegamos al avituallamiento y tengo el primer y único error de la carrera, me quedo en el lado izquierdo para coger geles y plátano, pero me doy cuenta tarde que no hay mesas de agua, por lo que nos quedamos sin líquido que era realmente lo que necesitábamos. Pienso en volver sobre mis pasos pero mi acompañante me dice que no necesita nada que va muy bien, espero que al final no nos arrepintamos.

Avanzamos por la calle Príncipe de Vergara todavía en un grupo compacto de corredores y recorremos los tres kilómetros que nos separan del Parque del Retiro. Ya solo nos queda rodearlo para llegar a la meta, es el mismo recorrido que hicimos hace un par de semanas en la carrera MetLife y ya lo conocemos. Pero en los últimos kilómetros he notado a mi ahijado demasiado callado y concentrado y eso no es buena señal, intento distraerle con mi conversación pero creo que está empezando a pasarlo mal.

Nos queda un primer tramo rodeando el parque hasta el kilómetro 18 y a partir de ahí es todo bajada. Pero mi ahijado empieza a dar claras muestras de cansancio y tenemos que bajar el ritmo. Le animo diciendo que ya no queda nada, pero su contestación es “Me duelen mucho la piernas, no puedo más, esto es muy duro”, me viene a la cabeza mis sensaciones la primera vez que corrí esta media maratón y fueron las mismas a esta altura de la carrera. Es el momento de apretar los dientes y no dejarle pensar demasiado, procuro darle ánimos constantemente para que no piense nada más que en correr y poco a poco vamos avanzando hacia la meta.

Terminamos la bajada y llegamos a la altura de la Estación de Atocha, sé que es el momento más crítico, pero aguanta como un campeón. Vuelve a comentar que va sufriendo mucho y mi respuesta es muy sencilla, a falta de menos de un kilómetro es el mejor momento de la carrera para sufrir. Otros corredores que oyen la conversación, le animan para que no pare que ya no queda nada.

Y en esta ocasión sí que es cierto, acabamos de superar la marca del kilómetro 20 y ya estamos en los metros finales de la carrera. Giramos en la Plaza de Atocha para coger el Paseo del Prado, ya vemos el arco de meta al fondo y es el momento de disfrutar del logro. Le ha cambiado la cara y una enorme sonrisa se dibuja en su cara, son los 400 metros de mayor disfrute de toda la carrera, son esos metros que no volverán a repetirse, estoy seguro que terminara otra media maratón pero nunca más volverá a ser la primera. Y yo tengo la suerte de disfrutarlos con él y recordar también mi primera vez en esta misma carrera y esa sensación de agotamiento y satisfacción que no se puede explicar.


Cruzamos la meta y nos abrazamos para celebrarlo. Parar de correr es otra de las grandes satisfacciones de cruzar la meta, parece que todo el cansancio desaparece y el dolor de piernas por un momento se olvida. Recogemos nuestra medalla y ya andando tranquilamente avanzamos hasta la Plaza de Neptuno a recoger la mochila.

La cola para el guardarropa es infinita, rodea toda la fuente y además da la sensación de que no avanza. Son más de 45 minutos esperando para recoger la ropa, a mi cuñado le da tiempo a llegar y eso que se lo ha tomado con mucha calma y entra unos cuantos minutos detrás de nosotros. Además la mañana está fresca y empezamos a quedarnos fríos, sobretodo mi ahijado que es el más agotado y además va en camiseta de manga corta, hasta empieza a tiritar.

Por fin recogemos la bolsas y podemos abrigarnos, la verdad es que nos lo hemos tomado todos los corredores con humor, pero es impresentable para una carrera de esta categoría la falta de previsión, además no recuerdo que en otras ediciones hubiera este problema. Al menos han tenido suerte y no ha descargado la lluvia que amenazaba porque si no el caos hubiera sido de escándalo.


Esta edición de la carrera quedara para siempre como la del estreno de mi ahijado en la distancia de medio maratón. Creo que ha cumplido con su objetivo sin sufrir en exceso y disfrutando en la mayoría del recorrido, sobre todo teniendo en cuenta el tiempo que ha dedicado a la preparación de la prueba. El tendrá que decirlo pero creo que volverá a repetir.

En mi caso ha sido un gustazo poderle hacerle de liebre y he disfrutado durante las carreras de preparación y cada metro de la media maratón. Además me ha hecho ilusión que alguien de las generaciones jóvenes de mi familia se animara a correr conmigo.

Sus reacciones después de la carrera me han recordado mucho a las mías en las primeras ocasiones que me puse un dorsal. Para que podáis entender lo que digo os reproduzco nuestras conversaciones de Watshap después de la carrera.