miércoles, 2 de diciembre de 2015

En verano el Trofeo San Lorenzo

En contra de la corriente actual, mucho más comercial, esta carrera mantiene el espíritu popular y el estilo de las antiguas carreras de barrio. Sin grandes medios por falta de patrocinadores y poco apoyo público, cada año su organización es una incógnita. De hecho este año con el cambio de alcalde en nuestro ayuntamiento no se abrió la inscripción hasta un par de semanas antes del día de la carrera.

A su favor su monumental recorrido, un número reducido de dorsales que garantiza que se pueda correr desde el primer kilómetro y poderse inscribir sin tener que estar atento a cuando abren el plazo para evitar que se agoten los dorsales, son tres motivos que en mi caso garantizan que disfrutare corriéndola. Quizás las fechas estivales no animen a correr con el calor pero muchos corredores madrileños despiden la temporada con esta carrera antes de irse de vacaciones y colgar por un mes las zapatillas.

http://www.trofeosanlorenzo.es/














Domingo 8:30 de la mañana y ya estoy en la salida de la carrera, después de un mes de julio de los más calurosos de los últimos años, esta última semana se han moderado algo las temperaturas en la capital, pero aun así ya empieza a sentirse el calor.

He quedado con un compañero de la oficina que corre también y al que recogí el dorsal por que viene desde Guadalajara. Solo coincidiremos para hacernos la foto de rigor en la salida y comentar la carrera en la llegada de la carrera. Y es que los más de 20 años de diferencia y mi lamentable estado de forma hacen imposible que pueda seguir su ritmo por debajo de los 45 minutos.


Yo llevo únicamente un mes de carrera en la playa, con entrenamientos lentos, cortos y muy frustrantes, ya que ni  las sensaciones ni los ritmos son los que me gustarían. Pero aun así esta carrera me apetece mucho, normalmente en estas fechas estoy fuera de Madrid y nunca puedo participar, pero este año aprovechando que mi hijo viaja a Irlanda, he adelantado algo el retorno para poder ponerme el dorsal de la carrera.

No hace falta calentar y nos colocamos en la línea de salida. Antes hemos hecho un último intento por localizar a otro compañero que también estaba apuntado, pero supongo que se habrá quedado en la cama. Antes del pistoletazo de salida nos hacen retroceder unos metros, para ajustar la distancia exacta de los 10.000 m, no hay arco de salida ni control del chip en la salida pero es importante que la medición sea exacta, como si a la mayoría nos importaran unos metros arriba o abajo.

Dan la salida y arrancamos, como preveía mi compi sale como una bala, es cuesta abajo y por avenida ancha pero aun así hay que esquivar a la gente, le aguanto unos metros pero está claro que esa no es mi carrera, prefiero coger un ritmo cómodo y disfrutar del recorrido y los monumentos.

Puerta de Toledo


Me dejo llevar aprovechando la cuesta abajo a un buen ritmo camino de la Puerta de Toledo, el recorrido es el mismo que en el maratón pero en sentido contrario. Recuerdo que hace unos meses disfrutaba subiendo por estas mismas calles con más de 30 kilómetros en las piernas, hoy las disfruto igual pero con las piernas mucho más frescas.

Avanzamos por la Ronda de Toledo y a la altura de la calle Cascorro nos cruzamos con los últimos puestos del castizo Rastro de Madrid, hace años que no lo frecuento y me trae recuerdos de mi juventud cuando en alguna ocasión venía a comprar ropa militar en mi época más guerrera. Me hago el propósito de volver a visitarlo y enseñárselo a mis hijos.
Atravesamos la Puerta de Toledo y bajamos en dirección al rio. El sol aprieta y es curioso ver como todos los corredores nos pegamos a las aceras buscamos la sombra de los edificios.

Jardines de Campo del Moro


Ahora corremos por la Ronda de Segovia a coger la calle del mismo nombre y hasta el kilómetro 3 es todo bajada, eso se nota en que los corredores vamos animados de charleta sin aparente esfuerzo. Pero todo lo bueno se acaba y tomamos la ribera del rio y empezamos a llanear.

Tomamos el Paseo de la Virgen del Puerto, aunque todo el mundo sabe que en Madrid no hay ni puerto ni playa. A nuestra derecha los Jardines del Campo del Moro coronados por el Palacio Real y al otro el Manzanares y el Madrid Rio, unos metros para disfrutar y controlar el ritmo pues se acerca la gran cuesta del recorrido.

Dejamos a nuestra izquierda el emblemático Puente del Rey, entrada a la Casa de Campo y lugar por donde se cruza por primera vez el río en el recorrido de la maratón y llegamos hasta la Estación de Príncipe Pío.

Cuesta de San Vicente


Ahora sí que la carrera se empina, es el momento de apretar los dientes e intentar aguantar el ritmo. Está claro que mis piernas no se han olvidado de correr y voy superando a muchos otros corredores que han ido muy alegres en la cuesta abajo.

Esta cuesta se llamaba antiguamente Cuesta del Río o Cuesta del Palacio Nuevo, su nombre ha cambiado pero su inclinación permanece a pesar de los años.

Pasamos por el subterráneo de las calle Bailen y superando el último repecho aparecemos triunfantes en la Plaza de Oriente, se acabó la cuesta y las piernas lo agradecen.

Plaza de Oriente – Palacio Real


El paso por la Plaza de Oriente y el Palacio Real es uno de esos momentos para disfrutar en cualquiera de las pocas carreras que tienen permiso para pasar por sus puertas. Aunque hay que tener cuidado con los grupos de turistas japoneses que andan despistados y se cruzan y por supuesto sufrir el empedrado del camino.

Cruzamos por delante de la Catedral de la Almudena, siempre que tengo ocasión de verla me queda la duda de si me gusta o no, según mi hermano arquitecto es un total despropósito, feo y que rompe toda la uniformidad de la vista, pero es una catedral y como tal debe ser grande y recargada o al menos así recuerdo las catedrales clásicas.

A la salida de la plaza como ocurre siempre la calle se estrecha y se produce un embotellamiento, hay que tener cuidado con los bolardos y algún corredor se lleva más de un susto.

Viaducto de Segovia


Alcanzamos el viaducto que aun compartiendo el nombre del famoso acueducto de Segovia no tiene ninguna relación y es más famoso por ser el lugar habitual de suicidios en la capital.

La mitad del viaducto está cortado al tráfico para que podamos pasar los corredores pero el otro sentido se mantiene abierto al tráfico, aunque mejor sería decir que está abierto al atasco de los coches. Un taxista parado a nuestro lado, nos pregunta que hacia donde corremos, que él nos puede llevar a donde nosotros vayamos.

Ando un poco despistado, al ver el recorrido en el mapa pensé que giraríamos a la izquierda dirección al centro, pero seguimos por la calle Bailen, pasando por delante de la monumental iglesia de San Francisco el Grande. Pienso que han cambiado el recorrido como otros años y no pasamos por la Puerta del Sol, pero llegamos de nuevo a la Puerta de Toledo y giramos para volver sobre nuestros pasos por la calle Toledo.

Volvemos a la cuesta arriba y en esta ocasión por una calle con tramos empedrados, ya empiezan a notarse el calor y sobre todo los 6 kilómetros de carrera. Pero llega el avituallamiento y aunque caliente el agua se agradece.

Puerta del Sol


Tomamos la calle Mayor, ahora lo complicado es evitar al gran número de peatones, principalmente turistas, que transitan por estas calles y que nos cruzan por delante sin  avisar. Casi choco con uno de ellos que arrastra una gran maleta de ruedas, pero en el último momento evito la colisión. Es parte de la diversión de correr por el centro, aunque el ambiente es mucho mejor.

Desembocamos en la Puerta del Sol y cruzamos por delante de la Casa de Correos y su famoso reloj de fin de año, el kilómetro cero y la estatua del oso y el madroño, una visita turística de 200 m en menos de 15 segundos. Mucha gente pero pocos animando, muy distinto a cuando la cruce en el maratón y la gente forma un pasillo para que pasemos los corredores, pero aun así es un lujo que la carrera pase por un lugar tan emblemático.

Congreso de los Diputados


Salimos de la Puerta del Sol tomando la Carrera de San Jerónimo, al principio en una leve cuesta arriba pero enseguida cambia y bajamos animadamente en dirección al Congreso de los Diputados. Saludo a sus leones al pasar por delante y me lanzo en dirección a la Plaza de Neptuno.

Es el kilómetro 8 y voy muy bien de piernas, de aquí al final el recorrido es favorable por lo que decido que es el momento de abandonar la visita turística y acelerar un poco a pesar del calor que ya aprieta.

Plaza de Neptuno


Saludo al dios rojiblanco y me lanzo por el Paseo del Prado buscando el final de la carrera. El tráfico no es esta cortado y solo nos han marcado un estrecho pasillo con conos que nos protege de los vehículos. Está claro que la carrera no tiene suficiente importancia para que corten una de las vías principales de Madrid.

No me importa demasiado,  a estas alturas la carrera se ha estirado y corro prácticamente solo.  

Plaza de Atocha


Lanzado cruzo Atocha y dejando a un lado el espectacular Museo Reina Sofía, tomo la Ronda de Atocha en dirección a la salida.

Pero hay sorpresa final y nos desvían a la derecha por una última cuesta de 400 m con la que no contaba y que se hace eterna, miro el reloj y compruebo que puedo bajar de los 50 minutos, no es momento de relajarse.

En esta zona recibo los ánimos de otros corredores que ya han terminado y que me hace que no baje el ritmo. Cruzo la meta con un tiempo de 48 minutos, algo impensable cuando arranque en la salida y que me deja muy satisfecho. Es una inyección de ánimos para continuar con los entrenamientos.


Me encuentro con mi compañero en la meta, ha bajado de los 44 minutos pero lastrado por el calor y una mala digestión y es que no se puede ir a cenar a un mejicano la noche anterior a una carrera. Nos dirigimos hacia los coches cuando nos cruzamos con el compañero perdido que está terminando los últimos metros de la carrera. Me extraña verle tan retrasado pero más tarde me contara que llego tarde a la salida y salió por detrás de la ambulancia perseguido por los municipales que cerraban el recorrido y desde entonces ha tenido que recuperar terreno.

Carrera altamente recomendable por recorrido especialmente bonito, son diez kilómetros monumentales por una de las zonas más emblemáticas del centro de la capital. Quizás la Organización no sea perfecta pero mantiene el encanto de las carreras de barrio y sorprende gratamente la variedad de bebidas que dan en la meta y que están  especialmente frías así como la gran cantidad de voluntarios y es que aunque sea una carrera de barrio se nota que se vuelcan con el corredor.

A los últimos llegados a este mundo nos sorprende recoger el dorsal en un local social próximo a la Plaza de Lavapies, muy distinto de las inútiles ferias del corredor o la obligación de pasar por el Centro Comercial de turno que sufrimos en la mayoría de las carreras de nuestra capital.

Estoy convencido de que siempre que esté en Madrid procurare correrla.

Por cierto muy guapo el cartel y la camiseta de este año con una viñeta de Forges que simboliza perfectamente el espíritu del corredor popular.




lunes, 24 de agosto de 2015

De Maratón por la Puerta del Sol

El Maratón de Madrid es el más veterano de nuestro país, este año hace su 38 edición. Hasta hace unos cuantos años era conocido como MAPOMA, ahora se ha rebautizado como ROCK & ROLL y pertenece al circuito de maratones internacionales.

En los últimos años las carreras tradicionales organizadas por clubs de atletismo han pasado a ser gestionadas por empresas. Lo que ha garantizado su continuidad pero en muchos casos sin mantener el nivel de la organización, ni la atención al corredor y por supuesto perdiendo la cercanía a la ciudad. Estas son las grandes quejas que se le hacen al maratón madrileño desde hace unos años, esto le ha hecho perder posiciones con respecto a otros maratones nacionales en la preferencia de los corredores.

Pero aun con todos los inconvenientes y quejas que seguramente son ciertas, es un maratón con mayúsculas. El recorrido transcurre por las principales vías de la ciudad, incluyendo el centro de Madrid, el paso por la Gran Vía, la Puerta del Sol o el Palacio Real son momentos mágicos. En los últimos años se han reducido los kilómetros por la Casa de Campo tan denostados por los corredores por la falta de animación pero que a mí personalmente me encantan.

Pero sobretodo es un circuito exigente, lejos de los recorridos de moda muy planos, por lo que si el objetivo es hacer marca mejor elegir otra ciudad para intentarlo. Los primeros kilómetros por la Castellana son duros pero sobre todo el final en continua subida desde el kilómetro 33 hasta prácticamente el final acabara con nuestras fuerzas si nos equivocamos en el ritmo. El último año se ha eliminado el final rompepiernas por la Calle de Alfonso XII y Alcalá con el fin de suavizar el recorrido, en mi opinión es un error, el que viene a Madrid va buscando la épica de los recorridos exigentes y ese final era el lazo a un maratón duro pero precioso.

La meta en el Parque del Retiro quizás no tenga la espectacularidad ni la comodidad para público y corredores de otros finales, pero la gran carrera madrileña no puede tener otro final. El Retiro es el lugar emblemático de los corredores madrileños, lugar de entrenamiento y final y comienzo de muchas de las carreras que se realizan en la capital.

No puedo negar que es el maratón de mi ciudad y le tengo un cariño especial. Reconozco que no es el mejor organizado ni con los mejores servicios, admito que  aunque con mucho público y animación tampoco destaca por ello y por supuesto no es el circuito más rápido, pero cualquier corredor debe venir a correrlo para comprender porque a algunos una vez que lo hemos probado sólo podemos repetir.

http://www.runrocknroll.com/madrid/















Me paso el sábado mirando el cielo y viendo cómo se va nublando poco a poco, amenazando con descargar mucha agua. Mañana es el día del maratón y han dado previsión de lluvia durante la mañana, si ya es difícil terminar un maratón, hacerlo bajo la lluvia puede ser aún más complicado. Por supuesto eso no va a impedir que me ponga en la línea de salida, pero a nadie le apetece pasarse 4 horas corriendo bajo la lluvia. Los más radicales seguro que piensan que hará de la carrera algo épico para contar y recordar, pero a los simples mortales sólo nos parece un obstáculo más en los 42 km que tenemos que recorrer.

Amanece y aunque muy nublado parece que no llueve por ahora. Me voy hasta la salida y aparco el coche lejos del Retiro para poder salir después de que termine el maratón. Surgen las primeras dudas, que indumentaria me pongo, la previsión de lluvia ha cambiado mis planes. Descarto correr con chubasquero, en algún entrenamiento lo he hecho pero sudo demasiado y acabo más mojado por dentro que por fuera. Mi opinión con la lluvia es que cuanto menos ropa mejor, total te vas a mojar igual, por lo que tengo claro la camiseta de manga corta y el pantalón suelto y corto y por supuesto mi gorra talismán. Pero en previsión de que la humedad me pueda dejar frío, me pongo una camiseta interior de tirantes y unos manguitos que pueda quitarme a mitad de carrera.

Con las primeras dudas resueltas, me encamino a la salida y toca resolver las segundas dudas de la carrera, en que cajón debo ponerme. Está claro que mis entrenamientos no dan para intentar bajar de las 3 horas y media y que mi intención es ir tranquilo y no intentar marca. Pero después de tanto esfuerzo no quiero dejarme llevar y acabar por encima de las 4 horas. Pues como siempre ni para ti ni para mí, me pongo en el cajón de las 3 horas y 45 minutos.

Ya dentro del cajón empiezan los nervios previos a la salida, es ya mi sexto maratón y además por primera vez repito recorrido, es el de mi ciudad y muchos de los kilómetros los he recorrido en infinidad de carreras. Pero nada de esto impide que me ataquen las terceras y más importantes dudas. Seré capaz de terminar, sufriré mucho, chocare con el muro, pero estas dudas no puedo resolverlas hasta que cruce la línea de meta.

Arranca la carrera y poco a poco vamos avanzando hasta que por fin comenzamos a trotar y cruzar el arco de salida a la altura de la Plaza de Cibeles, ya no hay dudas ni nada que pensar sólo concentrarse en poner un pie detrás de otro e intentar no equivocarse en el ritmo para disfrutar de la carrera.

En los primeros metros además de evitar la marea de corredores, tenemos que tener cuidado con no tropezar con los restos que los corredores que nos han precedido han arrojado al suelo. A los habituales plásticos y bolsas de basura se unen hoy chubasqueros, camisetas y hasta un par de chanclas que un corredor que corre descalzo ha abandonado antes de cruzar la salida.


Los primeros kilómetros transcurren por la Castellana y son ya clásicos, pero nunca hay que olvidar que son en suave subida y se hacen duros. Me valen para ir entrando en carrera y comenzar a disfrutar de la cantidad de gente que anima, del ambientazo de corredores y sobretodo de mis fuerzas y ánimos aun intactos. A la altura del Estadio Bernabeu empieza a caer algo de lluvia y casi lo agradezco, son unas gotas que no me calan pero me mantiene fresco.

Nos vamos alejando de la ciudad con el objetivo de llegar a Las Cuatro Torres que siempre tenemos como referencia al fondo, antes de llegar a su altura damos la vuelta para volver hacia el centro de la ciudad. La subida se convierte en bajada por Bravo Murillo, mantengo un ritmo controlado aunque todo anima a correr rápido. Me acuerdo de la carrera del agua que transcurre por el mismo trazado y en donde bajaba desaforado en busca de mi mejor marca.

Ya llegamos a los primeros 10 kilómetros y han pasado sin enterarme. En el avituallamiento cojo una bebida isotónica, de la que bebo un poco pero guardo el resto para dársela a mi enana que tiene que estar en Cuatro Caminos esperándome para animarme. En el paso por la plaza se forma un pasillo de gente que anima pero no veo a mi familia, por fin los localizo en segunda fila. Tengo que abrirme paso entre el público para saludarlos, como siempre mi hijo mayor peleándose con su madre, en esta ocasión ni siquiera sabe porque. Al menos mi enana me da ánimos y un beso, a cambio le doy la botella de isotónico como premio y se queda encantada. Arranco de nuevo hacia la Castellana, en esta bajada debería estar mi madre pero no la veo en ninguno de los dos lados de la calle. Ella me asegura que bajo a animarme, supongo que lo haría una vez que yo ya había pasado, no quiero dudar de su palabra.

Intento retomar el ritmo de carrera que he perdido, pero todavía me cuesta unos kilómetros volver a concentrarme en la carrera. Y llegamos al km 14 donde nos separamos de los corredores de la Media. El año pasado yo animaba a los que seguían mientras me dirigía al Retiro, en esta ocasión soy yo el que recibe los ánimos. Resulta emocionante estar en el grupo de los maratonianos.

Los siguientes kilómetros son por el mismo recorrido que la Media de Madrid, los conozco bien y sé que son duros por eso me lo tomo con calma hasta girar por la calle Abascal para tomar Bravo Murillo y bajar lo que hemos subido. Varios kilómetros de bajada hacen el camino más llevadero ya directo al centro de Madrid y la zona más emblemática de todo el recorrido.

No puedo negar que me emociono con la cantidad de gente que nos anima en la entrada a la calle Preciados y sobre todo al cruzar por la Puerta del Sol, forman un pasillo por donde pasamos los corredores. Recorrer la calle Mayor y cruzar por delante del Palacio Real es otro lujo del que disfruto mientras corro.

Pero lo bueno se acaba y volvemos a la soledad del corredor popular, nada nos distrae y muy poca gente nos sigue animando. Solo algunos familiares y amigos de otros corredores a los que robamos los ánimos para hacerlos propios. En algunos tramos casi parece que molestamos y la gente cruza la calle sin ningún cuidado quejándose de que le hayan cortado la calle un domingo por la mañana.

Paso el medio maratón unos cuantos minutos por debajo de las 2 horas, bien de tiempo y fuerzas. Tomamos la bajada por el parque del Oeste, zona habitual de muchos de mis entrenamientos, cuando empieza a llover más fuerte y la poca animación que teníamos desaparece, sólo una banda de música ameniza un poco nuestra carrera. Este tramo hasta Príncipe Pio se me hace eterno, no es buena señal pues me quedan muchos kilómetros.

En la entrada a la Casa de Campo empieza a diluviar, y no da la impresión de que vaya a parar en el resto de la carrera. Este tramo es muy odiado por la mayoría de los corredores pero a mí personalmente me encanta y recupero parte de los ánimos que había perdido. Hasta disfruto de la cuesta final que nos saca fuera de la Casa de Campo donde la gente se queda clavado y yo subo animado por la cantidad de gente que se reúne en este punto de la carrera.

Bajamos hacia el río Manzanares y hacemos un par de kilómetros por una de sus riveras para cruzarlo por el Puente de San Isidro y volver en sentido contrario por la rivera opuesta. En la calle ya se han formado grandes charcos, en ocasiones es inútil intentar rodearlos y los cruzo chapoteando. Tampoco importa mucho a estas alturas ya estoy empapado de pies a cabeza, debo llevar un par de kilos más de peso, el pantalón empapado se me cae y tengo que apretarme el cordón de la cintura.

Llegamos a la altura del Parque del Moro, es el kilómetro 34 que marca el peligro de chocar con el muro, además de aquí al final es una subida suave pero continúa. Me encuentro muy fuerte, en los últimos kilómetros he ido subiendo el ritmo de carrera y mis ánimos están intactos que no mis fuerzas. Los siguientes cuatro kilómetros hasta la Plaza de Atocha los corro en un especie de trance que los expertos llaman flow (1). Empapado completamente mis piernas marcan sin problemas un ritmo alegre, mientras que mi cuerpo no sufre y mi cabeza disfruta de las buenas sensaciones. Todo reforzado al ir adelantando a muchos corredores a los que les fallan las fuerzas, está claro que en ocasiones no existe el muro.

(1)   El flow es un estado psicológico definido como: "Un estado de conciencia en el que uno llega a estar totalmente absorbido por lo que está haciendo, hasta alcanzar la exclusión de todo pensamiento o emoción. Es una experiencia armoniosa donde mente y cuerpo trabajan juntos sin esfuerzo, dejándole a la persona la sensación de que algo especial ha ocurrido”. Cuando el corredor experimenta este estado se encuentra completamente absorbida por una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción. Pero el flow no es una sensación exclusiva de los corredores de maratón. Otros muchos atletas, al igual que los artistas y los científicos, también la viven.

En este estado de euforia llego de nuevo a la Plaza de Cibeles, 38 kilómetros y 3 horas y 25 minutos después de haber salido, tanto correr para volver al mismo sitio. Esta parte final del recorrido la han cambiado con respecto a la edición que corrí hace dos años. Mi euforia baja un poco y empiezo a sentir las piernas muy cargadas, es el momento en que tiro de cabeza. Bajo un poco el ritmo sobre todo cuando giramos para tomar la calle Goya y empieza la última subida de dos kilómetros. Aprieto los dientes y no aflojo, queda muy poco para acabar este épico maratón bajo la lluvia y quiero acabarlo agotado y corriendo como un loco.

Por fin dejo de subir y comienzo la bajada que me llevara hasta la puerta del Retiro, ya no tiene sentido guardar fuerzas, es el momento de correr con el corazón y dar todo lo que me queda. Sorpresa el último kilómetro es el único de todo el maratón del que bajo de los 5 minutos, una vez más se demuestra que la cabeza manda sobre el cuerpo.


En los últimos metros dentro del Retiro bajo el ritmo, no quiero que acabe la carrera ahora que sé que una vez más lo he logrado, es el broche a mucho entrenamiento y a una carrera en la que he disfrutado muchísimo. Bajo una lluvia torrencial y completamente empapado cruzo el arco de llegada sintiendo una vez más que he conseguido algo especial.

Es el momento de parar de correr y notar todo el cansancio acumulado, tengo que parar unos segundos antes de poder empezar a andar hasta donde me entregan el medallón y mucho líquido, no me he dado cuenta pero he bebido muy poco en los últimos kilómetros y ahora noto que estoy seco. Me envuelvo en un plástico que me da un voluntario en un vano intento de protegerme de la lluvia que ahora cae de forma torrencial.


Entre la masa de gente y los charcos me dirijo hacia el coche, cuando me encuentro con mi hermana. Estaba en la meta pero no me ha visto cruzarla y yo tampoco la he visto a ella, es una lástima tendrá que esperar a que vuelva a correr otro maratón. Nos dirigimos a su coche que está más cerca, pero nos perdemos un par de veces antes de encontrar la salida del parque. Yo ya estoy congelado y empiezo a temblar, ahora me doy cuenta de que tengo toda la ropa como si me hubiera bañado con ella puesta, incluidos los manguitos que al final no me he quitado en toda la carrera.

Por fin llegamos al coche y me puedo quitar al menos la camiseta, me pongo una sudadera de mi hermana que aunque me esta pequeña esta seca y eso es suficiente. Cuando me siento en el coche me da algún calambre pero me da igual estoy de subidón y creo que me durara varias horas y hasta varios días.

Después de tener que dar un par de vueltas de más, porque las calles están cortadas consigo que me deje en mi coche, por fin puedo quitarme el resto de la ropa empapada y ponerme seco. Aunque en previsión había dejado el coche lejos del recorrido, salir de la calle donde he aparcado me cuesta una bronca con un municipal que dirige el tráfico y que deja pasar a un coche en dirección prohibida por la calle por la que pretendo salir. Al final me disculpo con él, tenía razón y yo he perdido un poco los papeles debe ser el cansancio.

Por fin en casa, mi familia me felicita y se preocupan por mí pero me da la impresión que un poco menos en cada nuevo maratón que termino. Creo que se están acostumbrando a mis locuras y lo toman como algo habitual. Pero a mi cada año me cuesta un poco más, sobre todo los entrenamientos, por eso yo valoro siempre el último maratón como el mejor que he corrido.

Aunque parezca una osadía, solo puedo comentar que he disfrutado de los 42 kilómetros bajo la lluvia. Creo que mi cambio de actitud al ponerme en la salida buscando sólo disfrutar del recorrido y finalizar sin sufrir en exceso, olvidándome de marcas y tiempos es una buena decisión cuando está claro que no estoy dispuesto a sacrificarme en los entrenamientos.



Para el recuerdo queda un maratón épico bajo la lluvia, cuando sea viejo contare aquella edición del 2015 en donde además de correr, chapoteamos en el agua que se acumulaba en las calles. Donde los más valientes nos enfrentamos a las condiciones adversa y llegamos a cruzar la línea de meta. En plan héroe espartano al grito de “AU, AU, AU”, y es que como mola esto del maratón.

viernes, 29 de mayo de 2015

Mis Dos Clásicas

No soy un corredor que este obsesionado con las marcas y no porque no me gustaría bajar de las 3 horas en un maratón o acabar una carrera de montaña entre los 20 primeros de mi categoría, sino por la sencilla razón de que soy lento y no tengo ni la dedicación ni el tiempo para mejorar mis ritmos.

Esto lo descubrí ya en mis primeras carreras populares por lo que decide cambiar velocidad por variedad. Por eso cada año me propongo nuevas carreras y retos, a veces carreras de mayor distancia o con desniveles superiores o en ciudades que no conozco, procurando no repetir carreras en las que ya he participado en años anteriores.

Pero todos los años al menos en dos ocasiones incumplo esta norma, he incluyo en mi calendario la Media de Madrid y el Trebol Trail de Becerril. Una de asfalto y otra de montaña, con distancias similares pero completamente diferentes en preparación y recorrido. La primera es la carrera de mi ciudad, la primera que corrí y la que veía pasar por debajo de mi casa cuando aún no era un corredor. La segunda la corro desde su primera edición y se ha convertido en mi pequeño reto ser uno de los corredores que la haya corrido en todas sus ediciones.

Este año 2015 no iba a ser menos y con una diferencia de dos semanas pase del asfalto al monte para correr mis dos clásicas de cada temporada.

Media Maratón de Madrid 2015
















Por quinta vez consecutiva me coloco en la salida de la Media de Madrid, de los siete magníficos que tomamos la salida el año pasado sólo repetimos tres y uno de ellos se ha renganchado ayer por la tarde y correrá con el dorsal de otro de los magníficos que se ha dado de baja por “lesión”.

Pero para esta edición tenemos dos nuevos corredores, jóvenes y deportistas de la especie conocida popularmente como “runner picados”. De hecho en la oficina se han hecho apuestas sobre las posiciones en que cruzaremos la meta los cuatro compañeros que participamos en la carrera. Conociendo a los nuevos sé que saldrán a muerte y no puedo relajarme, si no quiero una nueva humillación el lunes cuando vuelva al trabajo.

Después de varios años corriendo esta media a ritmos tranquilos, con la excusa de acompañar  a algún compañero, este año salgo dispuesto a correr, Mi objetivo bajar de la 1 y 45 minutos en mi preparación hacia el Maratón de Madrid.

Aunque hemos quedado todos para salir juntos los nuevos no aparecen, luego me enterare que llegaron mucho antes para poder situarse en los cajones delanteros de salida y ganar unos metros. Los tres magníficos nos colocamos en nuestro cajón de salida aunque luego descubriré que otros muchos corredores no lo han hecho, lo que hace que los primeros kilómetros sean caóticos y que durante todo el recorrido tenga que ir adelantando gente con un ritmo muy inferior al mío.

En cuanto dan la salida mi compi se queda atrás, después de Villalba no esta dispuesto a sufrir de nuevo, mientras que yo junto con mi primo, al que el año pasado no pude seguir, arrancamos cuesta arriba por la Calle de Alcala. La salida desde la Plaza de Cibeles es la novedad en el recorrido de este año y toda una declaración de intenciones, comenzando la carrera cuesta arriba queda clara la dureza de esta media.

Mi primo se pone a mi rueda pero en varios ocasiones le pierdo entre tanta gente. En lugar de correr avanzamos haciendo slalom entre los corredores, con continuos cambios de ritmo y dirección, imposible mantener un ritmo constante, pero es lo que tiene las carreras multitudinarias.

Ya estamos en Santa Engracia pasando por delante de los bomberos con mucha animación y llego a la altura de mi casa, en esta ocasión no ha bajado la familia me da un poco de bajón pero sigo adelante en mi objetivo. Mi primo se me rengancha después de que unos metros antes se hubiera descolgado, pero ya en Bravo Murillo nos separamos definitivamente, este año esta en peor forma que en la edición anterior, una lástima me hubiera gustado acabar la carrera juntos.

Llego a Plaza de Castilla y me lanzo en el tramo de bajada, a pesar de lo incomodo que me esta resultando la carrera voy en tiempos y las piernas van frescas. A la altura de la oficina me encuentro con un par de compañeros que han venido a animarnos, me paro a saludar y comentar si han pasado mis contrincantes, parece que soy el primero pero entre tanta gente han podido pasar escondidos para atacar al final.

A pesar de estar ya en el ecuador de la carrera, siguen formándose tapones cada vez que se estrecha el circuito o comienza una subida. Tanto cambio de ritmo empieza a afectarme en el ánimo y cada vez corro más incómodo. Me tomo un gel para intentar recuperarme pero me atraganto y no tengo agua hasta el próximo avituallamiento que esta a un par de kilómetros. Esta claro que no esta siendo mi mejor carrera.

Aunque voy a ritmo por debajo de los 1:45 solo he conseguido adelantar hasta ahora al globo de las 2:45 y de las 2:30. Me parece un error de la Organización que los globos de los tiempos de referencia salgan delante en lugar de en los cajones del tiempo que marcan. Desde mi cajón de 1:46 ni siquiera veía los globos, debieron salir como mínimo 15 minutos antes de que yo pudiera cruzar la salida.

Comienzo la vuelta al Retiro de mal humor, no estoy corriendo bien, pero intento olvidarme de los malos pensamientos y centrarme en acabar lo mejor posible. Antes de atacar la subida por Alfonso XII supero al globo de las 2:00, tampoco me sirve de mucha referencia.

A mitad de la subida me alcanza unos de los compis que se estrena en la distancia, viene fresco y con ganas de conversación, salió por delante mío pero le he debido adelantar en algún momento de la carrera sin verle. Me alegro de que este tan entero pero la verdad es que no tengo muchas ganas de hablar y tiramos hacia delante a buen ritmo. Todavía sigue habiendo mucha gente alrededor y no podemos correr juntos, se me adelanta unos metros, le recupero y le paso, me vuelvo a quedar bloqueado por otros corredores y me vuelve a adelantar.

Por fin entramos en el Retiro, ya sólo queda pasar los interminables arcos publicitarios para cruzar la meta. Mi compi la cruza un par de metros por delante mío pero más de 40 posiciones por delante, lo que da una idea del río de corredores que entramos a la vez. Le felicito por su carrerón, sabía que estaba bien preparado pero nunca pensé que controlara tanto la distancia, empezó lento y acabo pletórico. Yo empecé rápido y a tirones y acabe enfadado y a tirones, pero al menos un par de minutos por debajo de mi objetivo, aunque peor de lo que esperaba y con sensaciones raras.

Mi primo entra unos cuantos minutos por detrás mio y mi compi casi vuelve a bajar de las dos horas. En cuanto al cuarto en las apuestas, entro casi 5 minutos por delante de nosotros pero en tiempo real por detrás mio y es que se coló en el cajón de la elite y tuvo la calle despejada. En cualquier caso el lunes podre ir tranquilo a la oficina pues he conseguido que no me ganaran, pero creo que será el último año que pueda hacerlo, a no ser que los tiempos se corrijan por edad. Y es que los mas de 10 años que les llevo se notan mucho en las cuesta arriba.

La clasificación final de la apuesta quedo como sigue. Sorprende la diferencia entre las posiciones finales y reales y como los que salimos detrás adelantamos muchas posiciones mientras el compi que se coló en la salida fue perdiendo posiciones durante toda la carrera:

Pto
Pto Real
Categoria
Tiempo Oficial
Tiempo Real
3899
4712
Senior
1:46:13
1:44:16
6724
5294
Senior
1:56:07
1:45:39
6765
4149
Veterano B
1:56:14
1:42:41
12675
11482
Veterano A
2:14:30
2:00:56

Trebol Trail de Becerril 2015














Camino de Becerril vuelvo a preguntarme porque un año más corro esta carrera, no es el más bonito de los circuitos montañeros de la zona, ni siquiera es una carrera suave para ir relajado y subir la autoestima, ni tampoco un recorrido muy técnico que te obliguen a lucirte en las bajadas. Pero es una carrera con “encanto”, sobretodo en su organización,  además la corro desde la primera edición y como padrino de su nacimiento me veo algo obligado a acompañarla mientras crece.
 
Este año la intercalo en mi preparación para el MAPOMA, por lo que solo he pisado la tierra la última semana para domar mis nuevas zapas. Pero al contrario que en años anteriores llego casi en un pico de preparación y estoy convencido de que se me dará mejor que en las anteriores ediciones en las que sufrí mucho.


Me he citado con dos acompañantes, uno de ellos ya es un fijo tanto en el asfalto como en esta carrera de la que como yo ha corrido las dos ediciones anteriores, pero el otro se estrena en la carrera y en las pruebas de montaña y tampoco se puede decir que tenga una gran experiencia en asfalto, de hecho no ha pasado de correr un par de 10.000. Yo estaba convencido de que no se presentaría pero al final aparece dispuesto a darlo todo, le advierto una y otra vez que se lo tome con calma.

Ha amanecido una mañana rara, ni de primavera ni de invierno, fresca cuando sopla el viento pero calurosa cuando pega el sol. No me aclaro sobre que ropa ponerme y de hecho mientras hacemos tiempo esperando a que den la salidas me cambio tres veces de camiseta.

Por fin dan la salida y nos ponemos a correr. Desde los primeros metros cada una coge su ritmo, me despido y rápidamente me adelanto unos metros. El primer tramo de asfalto sirve para calentar pero enseguida entramos en el monte y en la primera subida. Todos los años se producen atascos en este tramo pero eso me viene bien para no acelerarme.

Un ratito corriendo y mucho andando, en fila india y sin poder adelantar prácticamente posiciones hemos terminado la primera subida y nos lanzamos a lo loco en la bajada. No es que sea un gran experto pero cada vez me desenvuelvo mejor en las bajadas y voy adelantando a los corredores que van con más precauciones.


Tras la bajada llega el único tramo “llano” de la carrera donde se puede correr alegre manteniendo un ritmo constante y es el momento de disfrutarlo. Pero reservo fuerzas para la subida de los Arrastraderos en donde todos los años he sufrido mucho. Las primeras rampas ya empiezan a calentar las piernas pero sé que lo peor está por llegar y aunque reservando procuro mantenerme corriendo y este año lo consigo.

Pero llega el pinar y los desniveles infernales, es el momento de andar y sufrir. Está claro que llego en mejor forma que en ediciones anteriores porque no me cuesta en exceso mantener un ritmo alegre de subida, hasta me permito el lujo de adelantar a algún corredor aunque tenga que salirme de la senda y hacer algunos metros de más. Antes de darme cuenta ya ha terminado y salgo del pinar con fuerzas suficientes para trotar un poco para llegar al edificio del telégrafo donde este año han puesto el avituallamiento.


Comienza la bajada y a mi rueda se junta una chica a la que cedo el paso, aunque ella prefiere seguir mi estela durante la bajada comentando que va muy cómoda con mi ritmo. Me hace ilusión hacerle de liebre y disfruto mucho de estos kilómetros de descenso mientras voy abriendo pista. Bajo rápido y constante, no sin algún susto con el terreno pero al menos es la primera edición donde no me pierdo en esta bajada.

Terminada la bajada ataco un primer repecho y tengo que andar, es donde aprovecho para conversar con mi acompañante, me comenta que ha corrido en el Genaro aunque en el recorrido corto y que es la primera vez que hace tantos kilómetros por montaña, le animo comentando que ya ha pasado lo peor sólo le queda una última subida. El Genaro es una de las carreras que tengo ganas de hacer pero este año ha coincidido con la Media de Madrid aunque está apuntada para el 2016.



La cuesta se empina y ella se va quedando atrás, me despido deseándole suerte y avanzo a mi ritmo. Este año han cambiado el recorrido por el anidado de no sé qué ave protegida y aumentado en un par de kilómetros, total más de 20 km de carrera. Este tramo es nuevo y nos lleva todavía más abajo, eso significa que la última subida será más larga por lo que aunque me encuentro muy bien de fuerzas decido reservar algo.

Llego al último avituallamiento donde aprovecho para parar un poco y tomar algo de fruta, me vuelvo a juntar con los corredores que he ido adelantado en los últimos kilómetros y a la hora de arrancar de nuevo se produce un poco de atasco en la primera senda estrecha, pero en seguida la carrera se estira y vuelvo a correr cómodo. Más bien a andar porque el camino es duro, no pasa por el corta fuegos de otros años pero a cambio han incluido algunos tramos en donde hay que agarrarse a los pinos para poder subir.

Una primera subida de un kilómetro, seguida de un falso llano que permite correr un poco y un par de kilómetros de subida imposible, nos lleva de nuevo a lo más alto del monte. Se me hace más llevadero que otros años pero no creo que sea por el cambio de recorrido sino porque yo estoy más fuerte.


Enganchamos con la última bajada que es la misma que otros años y aunque noto una enorme ampolla en la planta del pie que me está molestando, me lanzo rápido, tengo fuerzas y ganas de acabar. Adelanto y me adelantan, voy muy parejo con otros corredores y en cuanto ellos o yo dudamos en una pisada nos intercambiamos las posiciones. Ahora sí que estoy disfrutando de la carrera, este tramo es precioso y ya no me guardo nada.

Hasta la “piedra” que la Organización incluye cuando ya estamos en el tramo más suave de la bajada y que otros años se me atraganta, la subo a grandes saltos mientras otros corredores tienen que subir agarrándose. Lástima que ya casi a punto de superarla me topo con un  corredor parado y tengo que detenerme perdiendo el equilibrio y volviendo sobre mis pasos. Consigo rehacerme sin caerme y con un par de saltos bajo la piedra y cojo el último tramo de senda.

Como en las dos ediciones anteriores el último par de kilómetros de asfalto se me hacen larguísimos, además la ampolla se me ha abierto y me duele cuando apoyo. A pesar de todo mantengo un ritmo suficiente para que nadie me adelante y cruzar la meta con mi mejor tiempo de las tres ediciones.

Disfruto del estupendo avituallamiento de llegada mientras espero a mis compis. Tardan todavía un buen rato en llegar y el primero es el novel, con calambres y agotado pero exultante con su pequeña hazaña. Todavía pasaran unos minutos más hasta que llegue el otro y como me temía reventado y de un humor de perros como todos los años, bueno este año un poco más, me asegura que se retira de las carreras, por lo menos hasta después de verano, que no cuente con él para ninguna otra tontería de carrera.


Nos despedimos y me vuelvo a casa contento con mi carrera y seguro de que el año que viene volveré. Ahora toca pensar en recuperarme de la ampolla de mi pie lo antes posible para acabar los entrenamientos para el siguiente objetivo, mi segundo Maratón de Madrid.