martes, 18 de octubre de 2016

Con Zapatillas por Bolonia

Durante los últimos años las zapatillas de correr siempre forman parte de mi equipaje cuando me desplazo fuera de Madrid. Si son varios días o hasta semanas, ya sea a la playa durante las vacaciones veraniegas o a la montaña cuando vamos a esquiar en invierno, las llevo para mantener el ritmo de entrenamientos. Pero cuando viajo por turismo sólo un par de días las meto en la maleta para poder visitar corriendo la ciudad a la que me desplazo.

El correr por las ciudades me permite llegar a lugares que andando me obligarían a dedicar varias horas, de las que en general no dispongo o a desplazarme en transporte por lo que pierdo la experiencia del camino. Además mis zapatillas me llevan a lugares en ocasiones menos turísticos, como los parques y zonas verdes o los entornos fuera del casco antiguo de las ciudades. 

Es cierto que son visitas solitarias y madrugadoras, ya que en general mi familia no me acompaña y se quedan descansando, pero me permiten descubrir otra ciudad distinta de la que se contempla cuando se hace turismo clásico.  

En esta ocasión mis zapatillas viajaron conmigo hasta Bolonia. Después de varios intentos en donde fuimos incapaces de ponernos de acuerdo era la ocasión para celebrar el 80 cumpleaños de mi madre. Estábamos sólo invitados los siete hermanos y parejas, abandonando a los nietos en Madrid. 

Mi única referencia de la ciudad era el denostado “Plan Bolonia” que ha cambiado las titulaciones universitarias españolas en los últimos años y que como profesor de la ETSIN he sufrido en mis propias carnes. Pero días antes del viaje recibo de mi hermana mayor la guía de viaje con los lugares a visitar y descubro una ciudad sin grandes monumentos pero ideal para pasear y famosa por sus soportales y la torre Asinelli.

Dentro de la guía mi hermana ha incluido como posible y última opción de nuestro recorrido por Bolonia la siguiente visita: 

ALGO QUE TIENES QUE HACER EN BOLONIA:
SUBIR HASTA EL SANTUARIO DE SAN LUCA A PIE

Si 498 escalones de la torre degli Asinelli no son suficientes, ¿qué tal os parece pasear cuesta arriba bajo 666 arcos? Sí, éste es el número diabólico de arcos que podréis contar si subís a pie al santuario de Nuestra Señora de San Luca, en el colle della Guardia –una de las colinas que rodean Bolonia–. No hace falta ser peregrinos: hay desde deportista que van a correr o a entrenarse hasta turistas. La subida no es muy fuerte y las vistas son preciosas.

Inmediatamente se me enciende todas las luces de aviso, en el mismo párrafo “deportista”, “correr”, “cuesta”, está claro que mi hermana lo ha puesto pensando en mí. Si me quedaba alguna dudad en el wastshap familiar ya aparecen mensajes incitándome a la aventura que no animándose a acompañarme, eso sería mucho pedir a mis hermanos. Está claro que estoy obligado a subir hasta San Luca.

Giardini Margheritha


La tarde del sábado y aprovechando que mi mujer y yo nos hemos vuelto antes al hotel para descansar mientras que el resto del grupo siguen de visita por el centro de Bolonia, me calzo las zapatillas y me acerco corriendo hasta el cercano Parque Margarita.

Desde el hotel tomo la avenida que circunvala todo el centro de la ciudad y que dispone de un carril bici en su acera central. Mi idea es correr por él para intentar evitar a los viandantes, pero esta es una ciudad tomada por las bicicletas y al contrario que en Madrid el carril bici tiene mucho uso, por lo que tengo que compartirlo con una gran afluencia de bicicletas.

Por fin llego al parque, tiene un tamaño medio y me recuerda mucho a nuestro Retiro madrileño con un estanque central, un palacete y un quiosco acristalado para tomar el aperitivo, calles asfaltadas para el paso de bicicletas y mucho árbol y césped, todo rodeado por una valla. 

Nada más entrar en el parque ya veo a otros corredores que trotan, no es la afluencia masiva del Retiro, pero indica que no me he equivocado al venir aquí a correr. Decido seguir a un corredor que lleva buen ritmo y me lleva por un camino que va pegado a la valla exterior, tras él doy la vuelta completa al parque, total 1 kilómetro y medio por asfalto y tierra.

Terminada la primera vuelta abandono a mi guía y decido atravesar el parque para conocer la parte central donde está el lago. Me encuentro con una gran explanada de césped sin arboleda que hace la delicia de la gente que puede jugar al futbol, hacer picnic o simplemente dejar que los más pequeños correteen sin control.

El tiempo acompaña y el parque está muy animado, sobre todo porque al día siguiente hay prevista una carrera la “Race for the Cure” y todo el fin de semana hay actividades. Cuando paso por los puestos de la feria en el escenario están haciendo una clase de step y hay un buen grupo de seguidores. Si no fuera porque mañana tengo un objetivo claro, hubiera sido una buena ocasión para estrenarme con un dorsal extranjero.

Regreso al hotel por el mismo camino, ducha y ya estoy preparado para la cena de pasta que nos espera esta noche. 

Santuario della Madonna di San Luca


El domingo toca madrugar para que nos dé tiempo a completar el recorrido antes de que se organice todo el grupo. He calculado que si atravesamos la ciudad, el recorrido ida y vuelta son unos 12 kilómetros, lo cual quiere decir que nos llevara al menos 1 hora y media. Por lo tanto quedo con mi cuñado a las 8:00 en el hall del hotel para estar de vuelta antes de las 10:00 y poder aprovechar el desayuno.

Salimos del hotel todavía amaneciendo y con una temperatura perfecta para correr. En pocos minutos estamos ya atravesando la ciudad por las calles casi vacías de gente, aunque nos sorprende que ya hay muchos comercios y bares abiertos, a pesar de que es domingo y bastante temprano.

Recorremos solos las calles y avenidas que ayer paseamos abarrotados de turistas y es un gustazo. Podemos aprovechar para correr por el centro de la calle y disfrutar de los monumentos y edificios todavía adormecidos. Solo por este momento ya ha merecido la pena cargar con las zapatillas hasta Bolonia.


Pero todavía nos quedan varios kilómetros para disfrutar, abandonamos el casco antiguo de la ciudad por la Porta Saragozza y tomamos el soportal y sus famosos arcos, que comienzan en la vía del mismo nombre y que no nos abandonaran hasta el Santuario de Nuestra Señora de San Luca. 

La guía dice que la subida son 3,8 km y 666 arcos. No tenemos ni que contarlos porque cada uno de ellos están numerados, además resulta una buena referencia para saber lo que nos queda. El primer tramo transcurre por una calle como cualquier otra de la ciudad, aunque en esta ocasión podemos disfrutar de varios palacetes espectaculares con grandes puertas de entrada y jardines, en la guía descubriré a posteriori que varios de ellos son museos visitables.

Pero cuando llegamos a la altura del Arco del Meloncello, la calle continua recta y nosotros la cruzamos por encima a través del arco, para desviarnos y tomar la carretera que suben hasta el santuario. Ya no hay casas a los lados del camino y el famoso soportal está construido con la única función de proteger a los peregrinos que suben hasta el santuario.

A partir de este momento el recorrido se empina un poco más y sobretodo aparecen algunos tramos de escalera para salvar el desnivel. Si se sube andando es perfecto pero corriendo rompe un poco el ritmo. Aunque al final sólo es acostumbrarse a subir 7 escalones, dar dos zancadas y atacar los siguientes 7 escalones. Entre cada tramo de escaleras se puede volver a correr con comodidad, si no has perdido el resuello.


El camino está bastante animado con gente que sube y baja, la mayoría andando aunque nos cruzamos con algún corredor como nosotros. El último tramo para llegar al santuario, es más una escalera que un camino y sufrimos para alcanzar el final de nuestra excursión.

El santuario no tiene ningún encanto es un merenguito en la cima de la colina pero aun así entramos en el interior para completar nuestra  particular peregrinación. Y la esperada vista de la ciudad en realidad no es tal, la cubre las copas de los árboles que rodean el santuario. Es mejor la vista hacia las montañas que rodean Bolonia, pero aun así el recorrido ha merecido la pena. 


Toca bajar y por supuesto ahora es más relajado, aunque tengamos que tener cuidado en los tramos de escaleras. Ahora podemos ir de charla y aprovechar para hacernos alguna foto, mientras que los que están subiendo van sufriendo. A esta horas el camino está ya bastante transitado, la mayoría son devotos que suben en peregrinación y van rezando en cada una de las capillas que jalonan el recorrido, turistas se ven pocos y son más los lugareños.


En poco tiempo estamos ya de vuelta en la Porta Zaragoza y decidimos que para cambiar algo el recorrido volveremos por la avenida de circunvalación en lugar de cruzar la ciudad que ya estará tomada por los turistas. El recorrido se hace más pesado, la acera es estrecha y no podemos correr en paralelo, además hay mucho tráfico para ser domingo por la mañana y tenemos que sufrir el humo y el ruido de los coches.

Pero al menos vemos otra parte de la ciudad y nos cruzamos con la salida de la carrera desde el Parque Margheritha, que es el motivo de que hubiera tantos coches. Hay un montón de gente preparada para correr, mucha familia y gente joven. Todavía nos quedan unos 10 minutos para llegar al hotel, pero vamos ya más ligeros y terminamos en la hora prevista, con tiempo suficiente para ducharnos y desayunar en el buffet antes de que lo cierren. Allí ya coincidimos con el resto de la expedición que no se atrevieron a acompañarnos.

Comentar que el paseo es altamente recomendable, si además cruzas la ciudad como nosotros es un lujo poder correr por el casco antiguo prácticamente solos. El camino es duro en el último tramo de subida pero merece la pena y además cumplimos con la peregrinación al santuario. Quizás un poco de decepción por las vistas de la ciudad pero el encanto especial del recorrido compensa con creces el esfuerzo.

En cuanto a Bolonia es una ciudad para visitar en un fin de semana, no tiene grandes monumentos que conocer pero el encanto de los soportales de sus calles, su tamaño ideal para recorrerla a pie y el ambiente universitario hace de la ciudad un destino ideal. A los corredores comentarles que es una ciudad para ciclista, el centro está tomado por las bicicletas como medio masivo de transporte al menos las calles del casco antiguo. Les queda el exterior de la ciudad y todo su entorno montañoso, que debe ser el paraíso del corredor.

P.D. Para ser justo debo reseñar que aunque no me acompañaran corriendo, todos mis hermanos y cuñados subieron los famosos 849 escalones de la torre Asinelli, a buen ritmo y sin descanso para demostrar que el clan de los “López” está en forma, bravo por mis hermanitos. Las cuñadas se rajaron justificándose con las excusas más peregrinas y a mi madre le prohibimos hacer excesos que todavía tiene que organizarnos muchos más viajes familiares.