El pasado domingo corrí por tercer año consecutivo la
carrera “Madrid corre por Madrid”, pero en esta ocasión algo era distinto, por
primera vez corría sin dorsal, estaba en él cada vez más concurrido grupo de
los “ilegales”.
En mi descargo diré que no fue algo premeditado sino
más bien producto del azar. Los que me aguantáis, recordareis que el año pasado
critique la organización de esta carrera y en esta edición preferí no correrla
para no volver a disgustarme. Pero la noche anterior coincide con mi cuñado y
él si iba a correrla recordando su estreno como corredor popular en esta misma
carrera hace un año.
No pude resistir la tentación de correr otra vez por
la Gran Vía y con la excusa de acompañarle y que no corriera solo quede para
que me recogiera a la mañana siguiente. Así fue como el destino quiso que me
encontrara un año más en la salida de esta carrera, en plan “malote”, hasta me
vestí con camiseta sin mangas y gafas de sol de espejo para completar el
disfraz. Eso si, escondiéndome de la Organización para que no me echaran.
En cuanto llegue a la salida me di cuenta de que ni
mucho menos era el único que iba de ilegal. La mayoría de ellos sin ninguno
tipo de reparo, aunque algunos intentaban camuflarse con las camisetas de años
anteriores o dorsales de otras carreras. En cualquier caso creo que la Organización
ya cuenta con que un gran grupo correremos sin dorsal y lo asume como un mal
menor, de hecho creo que ni se molestan en controlarlo.
El problema es, porque han crecido tanto el número de
“ilegales”, no hablo de los que se enganchan a última hora como yo, sino que hay
muchos que se niegan por sistema a pagar el dorsal de las carreras.
Además de la subida de los precios, las
justificaciones habituales son la sensación de que nos hemos convertido en lo
menos importante dentro del negocio en que se han transformado estas carreras y el
número exagerado de carreras que se han “inventado” en los últimos años. A las
clásicas que ya tienen varias ediciones, hay que sumar que muchas empresas han
creado su propia carrera y bajo el paraguas de carrera solidarias han surgido
un montón de pruebas. La última moda son las carreras nocturnas o las reivindicativas.
Esto no estaría mal si se siguiera cuidando la
calidad, pero no es así. Cada vez se masifican mas, los recorridos se cuidan
menos y se pretende justificar el precio con una camiseta, cada vez de peor
calidad, que además lleva la publicidad de los patrocinadores.
Es cierto que nadie nos obliga a participar y que
siempre puedes, y más en Madrid, encontrar carreras de verdad populares,
organizadas por las asociaciones de vecinos o club de atletismo que mantienen
el espíritu del deporte. Pero las zonas más atractivas de la ciudad se reservan
sólo para algunas carreras, por lo que si queremos correr por las calles más emblemáticas
deberemos pasar por el aro.
También los corredores deberíamos hacer un acto de
reflexión sobre que es una carrera popular. Es cierto que la idea es que pueda
participar cualquiera pero deberíamos ser mas respetuosos con los que corren a
nuestro lado, si somos más lentos retrasémonos en la salida y dejemos paso a
los que van más rápido. Es bueno correr con los amigos y hasta recomendable
pero procuremos no formar una barrera que impida el paso. El concepto “globero”
se extiende cada vez más en las carreras y eso no es bueno para nadie.
En cuanto a la carrera poco que añadir con respecto a
la edición del año pasado. Recorrido precioso por todo el centro de Madrid, como
tiene el apoyo incondicional de la Comunidad de Madrid se le permite correr por
calles prohibidas a otras carreras, y la Organización con demasiados fallos
para ser su cuarta edición.
Para mi la gran cantidad de corredores es al mismo
tiempo lo peor y lo mejor de está carrera. Resulta espectacular bajar la calle
Alcalá o subir Gran Vía cubierta de corredores, el ruido de miles de zapatillas
golpeando a la vez el suelo de forma rítmica sorprende al que no está
acostumbrado. Pero al mismo tiempo cualquier estrechamiento o giro brusco de la
carrera implica un frenazo en el ritmo de carrera y en lugar de poder disfrutar
del entorno debemos ir más pendientes de los corredores que nos rodean, es
habitual él que se detiene a hacer una foto o él que se cruza para saludar a
algún conocido.
En nuestro caso nos lo tomamos con mucha tranquilidad,
para mi cuñado es el comienzo de la temporada y en mi caso uno de los últimos entrenamientos para mi objetivo del maratón zaragozano este domingo. Ritmo lento y tranquilo,
solo me exprimo algo más cuando llega la cuesta arriba y compruebo que mis
piernas responden correctamente.
Aunque la intención inicial era correr juntos, solo lo
logramos al principio, luego la cantidad de gente lo complica y decidimos que
cada uno a su ritmo y sálvese quien pueda. Al final una carrera “ilegal” sin
sobresaltos, buenas sensaciones y a casa a descansar.
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