lunes, 19 de mayo de 2014

De liebre al ritmo del Rock & Roll

La media maratón Rock & Roll es la hermana mediana de esta gran familia en que se ha convertido el clásico MAPOMA. Comparte parte de recorrido y el horario con su hermana mayor la Maratón y sus terribles 42 km, y también con su hermana pequeña, una carrera de 10 que antes se denominaba 10km de Madrid, aunque esta madruga algo más y sale un poco antes. Un modo un poco tramposo de aumentar la participación global de la carrera y amortizar el recorrido y que los últimos años ha generado muchas quejas y  problemas de organización.

La Media aun siendo la hermana mediana en distancia es la más joven de las tres, ya que esta es su segunda edición. El recorrido es completamente nuevo con respecto al del año pasado y en mi opinión muchísimo  mejor, un acierto alargar el recorrido por la Castellana hasta las cuatro torres y recuperar la llegada a meta del MAPOMA, por la subida de Alfonso XII, para pasar por la Puerta de Alcalá y sufrir subiendo por la calle Alcalá hasta entrar en el Retiro.

De las tres hermanas ha sido la que ha tenido más novios este año, completando el cupo de inscritos varias semanas antes del cierre oficial. Está claro que la media maratón se está convirtiendo en la distancia más popular.


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Esta vez me liaron, esta carrera no estaba dentro de mis planes, pero es cierto que solo hizo falta que mi prima me pidiera que le acompañara en su primer medio maratón para que me animara. Como en las últimas ocasiones la idea era hacerle de liebre, acompañarla e intentar ayudarla con mi experiencia.

Reconozco que mi faceta de “Personal Trainer” cada vez me gusta más, aunque deberían ser mis pupilos los que opinen si la realizo de forma adecuada. Es cierto que les grito y les animo a partes iguales y por supuesto no les dejo que se paren aunque me lo supliquen, pero también les marco y controlo los ritmos, les llevo el avituallamiento y les empujo cuando las fuerzas les fallan. Pero ellos y sus piernas son las que corren, por lo tanto no hay posible reclamación si no cumplen sus objetivos, ni me corresponde especial merito en sus logros.

El día de la carrera quedamos en la Plaza de Cibeles enfrente del Ayuntamiento, lugar de quedada general de muchos corredores. Acudo con mi cuñado al que también han liado, aunque su idea es hacer medio recorrido y quedarse cuando pasemos cerca de su casa.

Animación por todo lo alto, cuando llegamos ya ha salido la carrera de 10 Km y están descendiendo los tradicionales paracaidistas del ejército que marcan el comienzo del maratón desde hace años. Muchísimo extranjero que se anima a correr nuestro maratón y gran cantidad de público ya dispuesto a animar en los primeros kilómetros del recorrido.

Por fin aparece mi prima, en principio había quedado en el Retiro con su club para hacerse la foto oficial, pero como le ocurre siempre llega con la hora pillada y viene directamente sin fichar con su equipo. Al final uno de sus amigos se ha dado de baja y sobra un dorsal que se me adjudica como liebre oficial del grupo.


Nos vamos hacia nuestro cajón de salida aunque ya todo el Paseo del Prado hasta la altura del Jardín Botánico es una marea humana dispuesta para la salida. Foto del grupo, en medio nuestra chica de oro bien rodeada por sus guardaespaldas, que no la dejaremos hasta que atraviese la puerta del Retiro. Nos colocamos a la altura del globo de las 2 horas, aunque con la preparación que lleva y sin correr las últimas semanas creo que iremos a un ritmo más bajo.

No oímos ni el pistoletazo de salida pero cuando la marea se empieza a mover nos arrastra y comenzamos la carrera. Los primeros kilómetros transcurren por el Paseo de Recoletos y el Paseo de la Castellana. Me encanta esta parte del recorrido, a pesar de la multitud es cómodo de correr y todavía vamos con las fuerzas intactas, lo que nos permite disfrutar del entorno como si viajáramos en el autobús turístico. Vamos cruzando las plazas que jalonan la Castellana, Colón y su estatua del descubridor, Emilio Castelar y su monumento a la Republica, Gregorio Marañon y su escultura ecuestre, San Juan de la Cruz y la gorda mano de Botero, los Nuevos Ministerios, Lima y el Estadio Bernabéu, Cuzco y la plaza de Castilla con los edificios gemelos que forma la Puerta de Europa y por último las cuatro torres que dibujan el moderno skyline de la capital.

Todos los madrileños que circulamos diariamente por este paseo en coche pensamos que es llano, pero los corredores sabemos por experiencia que tiene una buena inclinación, sobre todo a partir de la altura de los Nuevos Ministerios. Pero a pesar de la subida continuada estamos frescos de piernas y avanzamos a un buen ritmo siempre controlado. Como buena liebre me he estudiado el recorrido y sé que debemos guardar fuerzas para el tramo final que va a ser el más duro.


La carrera gira y da la vuelta sin llegar a la altura de las cuatro torres, una lástima creía que pasaríamos por debajo de ellas a través de la zona ajardinada. Lo que antes era subida se convierte en un ligero descenso de vuelta a Plaza de Castilla para coger Bravo Murillo hasta Cuatro Caminos. Esta zona es la más favorable del recorrido con diferencia, tengo que parar un poco a mi prima que se lanza empujada por la bajada y sube el ritmo, sé que las alegrías se pagan en los últimos kilómetros.

En Cuatro Caminos nos espera mi canija y su pancarta con mi hermana mayor, unas asiduas animadoras de nuestras carreras, me paro a saludarlas, en esta ocasión no tengo prisa y dejo que el grupo se adelante un poco.

Ahora viene la parte del recorrido que me parece más rompe piernas, ya vamos maduritos y empieza una zona de toboganes, subidas y bajadas que van minando las fuerzas. Para terminar tomamos la calle Serrano con su tobogán al cruzar Maria de Molina y girar a la izquierda para atacar la subida por Ortega y Gasset que acaba en Príncipe de Vergara. Esta cuesta siempre se atragantan y mi prima empieza a notar los efectos de los kilómetros, debemos bajar el ritmo y regular.

Poco antes, a la altura del puente de Eduardo Dato, nos hemos separado de los corredores del maratón. Como es tradición les despedimos con aplausos y gritos de ánimo campeones. A ellos todavía les queda muchos kilómetros de esfuerzo.

En este tramo deberíamos haber contado con el apoyo de mis tíos que viven en la zona, pero se han ido de fin de semana fuera de Madrid y no están para animar a su hija. Les dedicamos un recuerdo y les ponemos una gran cruz negra.

Llegamos al Retiro, ahora sólo queda rodearlo para entrar en la línea de llegada, se dice pronto pero son 5 largos kilómetros, la primera mitad de bajada pero la última parte es una dura subida. Personalmente es un tramo que me encanta pero en esta ocasión mis obligaciones como liebre me hacen estar más pendientes de dar ánimos a mi prima que de correr. Después del último avituallamiento donde ha tomado un gel y un plátano, se la ve ya cansada pero no piensa reconocerlo y aprieta los dientes. Se viene arriba un poco cuando se cruza con un par de compañeras que están animando.


Pero cuando llegamos a la cuesta de Alfonso XII, llega el silencio, la cabeza gacha y el dolor de piernas. Todo el grupo adecuamos el ritmo a la cuesta y procuro hablarla y darle ánimos para que por su cabeza no pase la opción de pararse. Pero es dura de pelar y a pesar de reflejarse en su cara lo que está sufriendo, en ningún momento de su boca sale una palabra de desánimo ni hace intención de pararse y aguanta el ritmo que le marcamos. Que merito tiene, todo un lujo poder acompañarla.

A pesar de su esfuerzo, le es imposible mantener el ritmo y los tiempos se disparan, sobre todo cuando pasamos por la Puerta de Alcalá y atacamos la última rampa de la calle Alcalá. Sube escoltada por sus guardaespaldas, mientras no paramos de repetirle que ya es el final que sólo queda el último esfuerzo.

Y como todo lo malo en la vida la cuesta también se acaba y atravesamos la entrada del Retiro. Su cara cambia y su zancada se alarga, ya no sufre solo se prepara para disfrutar. Mi labor ha terminado y me retraso unos metros con mi cuñado, mientras mi prima se junta con su grupo de guardaespaldas para entrar gloriosa en la meta.


La marca es lo de menos, el logro es cruzar la meta. Abrazos, felicitaciones y foto de los campeones. Últimamente mi labor como liebre me ha dado muchas alegrías, pero en el caso de mi prima, además de muy bruta es muy disfrutona y su euforia es contagiosa, parece que hayamos logrado un hito histórico.

Les dejo disfrutando de su logro, mientras voy a buscar al ilegal de mi cuñado que sin dorsal no ha podido entrar en el recinto. Las medidas de seguridad, que cada vez son mayores desde el atentado de Boston del 2013, me impiden volver a entrar por lo que nos despedimos desde la valla y me voy a casa contento por una gran mañana corriendo.


Pasados un par de días recibo un correo de mi prima, todavía con la resaca pos carrera citándome para el año que viene, pero en esta ocasión para acabar el maratón completo. Palabras mayores, yo estoy dispuesto pero ella tendrá que presentar un mejor plan de entrenamiento o su cabezonería no será suficiente para vencer el muro y acabar una vez más en el Retiro.

P.D. Comentar que tras las múltiples críticas a la Organización de la prueba el año pasado, en esta edición personalmente no puedo más que felicitarlos, con detalles de gran carrera como el avituallamiento sólido poco habitual en una media maratón y el “medallón” que se entrega a los que terminan. 

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