Todos los años el primer fin de
semana del mes de Abril aparece dibujada sobre el negro de las calles de Madrid
una línea de color azul. En la mayoría de su recorriendo transita todo los años
por las mismas calles y gira en las mismas esquinas, pero en ocasiones se
vuelve caprichosa y continua recta en calles por las que antes giraba, comienza
unos metros antes que el año pasado o se dibuja en nuevas calles.
La mayoría de los transeúntes ni
se dan cuenta de su existencia, los conductores y sus coches la cruzan sin
reparo y sólo algunos que la descubren se preocupan temiendo lo que pueda
indicar su aparición. Pero los corredores populares sabemos de su secreto,
conocemos su misterio, entendemos porque solo aparece una vez al año y porque
no respeta carriles, direcciones prohibidas, ni semáforos.
Transcurrido ese fin de semana la
gente se olvida de la línea azul y el resto del año se va borrando hasta casi
desaparecer, aunque si eres experto y te fijas puedes descubrirla durante todo
el año en algunas calles. Pero una noche vuelve a tomar vida y recuperar su
color vivo indicando que la fecha ha llegado, que un año más el Medio Maratón
ha vuelto a la ciudad.
Y así cada año el primer domingo
del mes de Abril la ciudad es tomada por miles de corredores que vuelven a
seguir esa línea azul que les llevara hasta el Retiro después de recorrer 21
kilómetros por las calles de Madrid. Correrán sobre ella en la mayoría de los
casos sin darse cuenta de que la pisan y sin verla, tapada por la masa de
corredores que la patean sin misericordia. Únicamente algunos privilegiados que
corren en las primeras posiciones o aquellos que se tomen la carrera con calma
y troten tras el gran pelotón la verán con claridad y les servirá de guía.
Cuando acabe la carrera y pasen
los días, la línea ira desapareciendo al mismo ritmo que el dolor de nuestras
piernas y el sufrimiento en los últimos kilómetros alrededor del Retiro y sólo
nos quedara el recuerdo de la satisfacción al cruzar la línea de meta. Y así
transcurrido un tiempo volverá el deseo oculto de correr por las calles de
Madrid y otra vez volverán los nervios cuando una mañana nos despertemos y
descubramos que la línea azul ha vuelto un año más.
Y yo una vez más este año he vuelto
a seguir a la línea azul.
Pero esta primavera mi objetivo
son los 101 km de Ronda, lo que implica que en los últimos meses me he dedicado
a hacer muchos kilómetros a ritmos lentos y lejos del asfalto. Como
consecuencia me ha convertido en un auténtico “corredor diesel”, ni siquiera
cuesta abajo consigo que mis piernas aceleren y continúan a su ritmo cansino
que me lleva de un lado a otro gastando la menor energía posible.
Por lo tanto intentar correr
rápido está muy lejos de mi alcance y me tomo la carrera simplemente por
placer, sin mirar el crono y sin objetivo alguno, solo intentar disfrutar de
correr por las calles de Madrid. Y debo reconocer que lo he conseguido sobre
todo comparado con el año pasado donde acabe jurando que nunca volvería a
intentar correr rápido en esta multitudinaria carrera.
Con la compañía de mi cuñado y
junto al globo que indica las 2 horas, que en está ocasión si está en el cajón
que le corresponde, salimos desde la Plaza de Neptuno. Como no tengo prisa
adapto mi ritmo a la corriente de corredores y puedo correr cómodamente sin
tener que ir esquivando gente y sin los frenazos típicos de esta Media.
Este año la línea azul ha
retrasado unos metros su comienzo pero los primeros 12 kilómetros del recorrido
son los mismos que otros años y mis piernas van solas siguiendo a la línea sin que
yo me dé cuenta. Solo presto atención para disfrutar de los puntos más
significativos del recorrido.
Km 3 - El cruce por encima de la
Castellana por el Puente de Eduardo Dato y el chirrido de sus amortiguadores al
pasar los corredores, estoy convencido que un año de estos seremos capaces de
tirarlo abajo
Km 5 - Las sirenas de los
bomberos en Santa Engracia, aunque este año no es necesario que nos duchen con
las mangueras como en otras ediciones más calurosas.
Km 6 - Los ánimos de mi familia,
cada año menos entusiastas pero fieles a la cita un año más.
Km 9 – El cruce por la Plaza de
Castilla que indica el final de la subida y el comienzo del tramo más relajado
del recorrido, escoltados en esta ocasión por la brigada paracaidista.
Pero este año la línea azul se
desvía de su recorrido habitual a partir del km 13, deja a un lado Serrano y la
Fuente de los Delfines y es que ella también cumple años y se hace mayor para
subir la cuesta de Diego de León, por eso prefiere continuar recta por Príncipe
de Vergara y llanear hasta llegar al Retiro.
Pero es una línea de costumbres y
para seguirla tendré que volver a dar la vuelta completa al Retiro. Volver a
bajar a tope por Menéndez Pelayo, sufrir en la cuesta de Alfonso XII, saludar a
la Puerta de Alcalá y exprimirme para subir la calle Alcalá y entra por fin en
el Retiro para cruzar un año más la meta. Al menos empujado por los ánimos del
público que se agolpa a ambos lados del recorrido durante toda la vuelta al
parque.
Con mi ritmo cansino y siguiendo
a los globos de las 2 horas he recorrido la línea azul junto a mi cuñado, pero
no puedo negar que en los últimos kilómetros me lo he tomado algo más en serio
y he subido el ritmo para bajar de las 2 horas y superar esa barrera que permite
decir tu marca entre los amigos sin riesgo de que se cachondeen en exceso.
Cada año la Organización intenta
mejorar y en muchas ocasiones acierta, como ha ocurrido este año con la
posición en la salida de los globos de tiempos en sus cajones correspondientes,
de lo que nos hemos quejado tanto los corredores los últimos años, o los
cambios en el recorrido, pero no puedo entender el cambio de nombre de la
prueba.
En esta edición ha pasado a
denominarse “Half Marathon Madrid”, dice la Organización en un afán por
internacionalizar la prueba. Pero a mí personalmente me parece una estupidez,
estoy cansado de que se llamen “runners” a los corredores, “finishers” a los
que terminan las carreras, “training” a los entrenamientos o “coach” a los
entrenadores, “track” al recorrido de la carrera o correr por la montaña ahora
sea hacer un “trail”. Aunque debo reconocer que en alguna ocasión he utilizado estos
palabros para aparentar ser más corredor de lo que realmente soy.
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