jueves, 4 de abril de 2019

Corriendo con los Bomberos

La Carrera de los Bomberos madrileña está organizada por el Club Deportivo Bomberos de Madrid, pero sobretodo apoyada por el Ayuntamiento y eso le permite tener su salida en plena Puerta del Sol de Madrid, en el famoso kilómetro 0 de España. Son pocas las carreras populares a las que se les permite pasar por el centro de Madrid, de esas solo algunas tienen el privilegio de correr frente a la Real Casa de Correos, bajo el famoso reloj que nos anuncia cada 31 de diciembre la entrada del nuevo año, pero creo que únicamente esta carrera tiene el honor de instalar su arco de salida en plena Puerta del Sol.

Los primeros kilómetros del recorrido son un lujazo, de la Puerta del Sol por la calle Preciados hasta la Plaza de Callao para bajar por la Gran Vía hasta la Plaza de Cibeles. El corredor todavía va fresco y son metros para disfrutar del ambiente y el entorno. El resto de la carrera transcurre por el Paseo de Recoletos y de la Castellana, primero se sube dirección norte para volver en bajada. Este tramo es más habitual en otras carreras populares pero eso no le quita nada de su encanto, hay que disfrutar del paso por la Plaza de Colon, la Plaza de Emilio Castelar, los Nuevos Ministerios o el Estadio Santiago Bernabéu.

Como particularidad de la carrera la participación de los bomberos profesionales en una categoría especial, ataviados con el equipamiento completo y corriendo por equipos cargando por relevos con el EPR (Equipo de Protección Respiratorio) y sus 10 kilos más de peso. Solo nos queda animarles cuando los adelantamos en la carrera, si es que somos capaces de hacerlo.
















Domingo 26 de Febrero del 2012

Era la primera edición y yo estuve en su estreno. Es cierto que me apunte porque el recorrido inicial que publicaba la página web subía por la Cuesta de la Vega hacia la Plaza de Oriente y me hacía gracia enfrentarme a esa mítica cuesta madrileña, pero al final se optó por un recorrido por calles más anchas, que con pequeñas variaciones es el que se corre actualmente.

Recuerdo que en esa época yo acababa de empezar en las carreras populares y me apuntaba a todas las pruebas que encontraba, eran los años en que corría dos maratones anuales el de otoño y primavera. Ahora procuro ser un poco más selectivo con mis carreras aunque solo sea porque el cuerpo ya no me aguanta tantos kilómetros corriendo y protesta.
En aquella ocasión corrí con un compañero de la oficina que como yo estaba empezando en esto de las carreras, el ya no sigue corriendo lo ha cambiado por cargar con sus dos hijos. Aunque ha prometido que volveremos a correr juntos, el problema es que como tarde mucho el que no va a poder voy a ser yo.

En aquella primera edición la carrera salió de la Plaza del Carmen y los padrinos eran Martin Fiz y Fermín Cacho. Cacho fue uno de los héroes de las Olimpiadas de Barcelona ganando la medalla de oro en la prueba de 1500, pero de aquello había pasado tiempo y su barriga delataba que no estaba en su mejor forma, de hecho hacía de libre de los 50 minutos. Para nosotros resultaba una marca bastante asequible por eso decidimos en la salida que nuestro objetivo sería ganar a todo un campeón olímpico.

Cuando dieron la salida nos lanzamos como locos en la bajada por la Gran Vía para poder alcanzarle. Antes de llegar a Cibeles y coger la Castellana ya le habíamos adelantado y nos sentíamos grandes corredores. Pero entonces descubrimos por primera vez que la Castellana tiene desnivel, cuando circulas en coche la sensación es que el paseo es llano, pero cuando lo haces corriendo te das cuenta de que tiene una inclinación importante, sobre todo a partir de la plaza de San Juan de la Cruz y mucho más cuando pasas la Plaza de Cuzco.

El caso es que llegados al Bernabéu y con más de la mitad de la carrera por delante, a mi compi le dio una pájara impresionante, se quedó sin fuerzas, tuvimos que parar y ponernos a andar. Gracias a que el avituallamiento estaba cerca pudo recuperar algo de energía. A partir de ese momento el resto de la subida hasta la Plaza de Castilla fue un suplicio, yo intentaba animarle pero fue imposible. Fermín Cacho y su grupo nos adelantaron y no pudimos hacer nada por seguirles.

Solo una vez que giramos y el recorrido se hizo más favorable recupero los ánimos y pudimos volver a correr, pero ya a un ritmo lento y sin ninguna posibilidad de recuperar el tiempo perdido. Cruzamos la meta en un tiempo superior a los 54 minutos y sobretodo no podremos contar a nuestros nietos que nosotros ganamos a todo un campeón olímpico.














Domingo 10 de Marzo del 2019

Siete años después de aquella primera edición me vuelvo a poner en la salida de esta carrera. Desde aquella ocasión no había vuelto a correrla y la verdad es que no tengo una razón, simplemente no había cuadrado en mi calendario, porque la verdad es que la carrera merece la pena.

En esta ocasión tengo la compañía de mi ahijado. Nos apuntamos como preparación para la Media Maratón de Madrid que el correrá por primera vez. La historia comienza en Navidades cuando se le ocurre comentarme que le gustaría hacer una media maratón. Yo agarro la presa y ya no la pienso soltar, últimamente me cuesta encontrar acompañantes en mis carreras y esta es una buena oportunidad. Eso si tiene que comprarse zapatillas y ponerse a entrenar, aunque es un gran deportista y con su físico y su edad no le va a costar nada prepararse.

Transcurridas las semanas me va contando sus avances, pero como a todos los que se inician le cuesta alargar las tiradas y se aburre. Por eso le apunto a esta carrera para que se estrene en una carrera con dorsal y se pruebe antes de afrontar los 21 kilómetros. Sera la primera vez que corra diez kilómetros seguidos y se le nota responsabilizado o mejor dicho asustado.

Quedamos en mi casa y vamos en metro hasta la Puerta del Sol, llegamos con tiempo suficiente para dejar la ropa en el guardarropa, ponernos los dorsales y posar para la foto de recuerdo de la primera carrera de mi ahijado. A mi compi le pueden los nervios y tiene que ir al baño, pero como siempre la cola, en los pocos baños químicos que hay preparados, es larga. Por lo que los últimos minutos los pasamos esperando en la cola en lugar de calentar. Apurado pero al final le da tiempo y ya con todo en orden nos ponemos tras la salida al final del grupo.


Delante salen los bomberos ataviados con todo su equipo, no recuerdo que en la primera edición corrieran disfrazados. Por fin nos llega el turno de salir a nosotros, los primeros metros por la calle Preciados hasta la Plaza de Callao, son complicados porque somos muchos corredores y además hay que tener cuidado con los obstáculos de la calle y los peatones que se cruzan.

Pero cuando llegamos a la Gran Vía correr es un placer, el día es magnífico y los dos vamos a un ritmo alegre en medio de un grupo bullicioso que disfruta del momento. Llegamos a la Plaza de Cibeles y tomamos el carril central de la Castellana, el novato aguanta estupendamente aunque procuro que el ritmo sea suave y siempre pendiente de no asfixiarle.

Un voz detrás nuestro grita “ASIAIN !!”, nos volvemos y es la hija de mi primo que también participa en la carrera. Nos saludamos, va sola porque su hermano que la acompañaba corre a otra velocidad y va por delante. Le animamos a que se junte a nosotros, pero ella va a su ritmo y hace muy bien. Nos despedimos y continuamos.

Llegamos a la altura de los Nuevos Ministerios y el circuito empieza a empinarse, bajo un poco el ritmo, pues aunque por ahora le veo muy fresco no conviene forzar las piernas. Llegamos al avituallamiento y cojo una botella para los dos, es preferible que no cambie el ritmo. Ya solo quedan los metros finales de subida y en seguida estamos en el kilómetro 6 donde giramos para tomar la Castellana en dirección contraria. A partir de ahora es todo bajada.

Al fondo distingo el globo de los 55 minutos, es una buena referencia y sin comentarlo con mi compi subo un poco el ritmo para alcanzarlo. Cada vez lo tenemos más cerca y mi ahijado se da cuenta, para él es un subidón y ahora es él el que aumenta el ritmo sin darse cuenta. Le dejo hacer y adelantamos al globo antes de pasar por el kilómetro 8.

Los dos últimos kilómetros son de disfrute total, a mi ahijado se le han quitado todos los miedos y esta encendido. Intento que mantengamos un ritmo constante, porque es importante que entre con buenas sensaciones y no fundido, pero va tan sobrado que a 200 metros de la meta acelera para esprintar, intento seguirle pero desisto, es su momento y le dejo que lo disfrute solo.

Ya en la meta lo celebramos juntos, está encantado y yo más de verle feliz. Ha conseguido una espléndida marca de 51:30 y aunque él no se lo crea podía haber bajado sin problemas de los 50 minutos. Repite una y otra vez que nunca había corrido tanto ni tan rápido, pero todavía ve lejos el objetivo de la Media Maratón de Madrid.


Especial mención hay que hacer al grupo “Egoísmo Positivo”, que como otros años en esta edición corrieron con más de 10 personas en silla de rueda empujadas por un alegre y concurrido grupo de acompañantes. Nosotros nos cruzamos con ellos cuando subían por la Castellana y todos los corredores les aplaudimos y les dimos las gracias por honrarnos con su participación.

En otras ocasiones me he cruzado en carreras populares con corredores en sillas de ruedas, empujadas por compañeros y amigos y siempre la sonrisa del que va sentado en su silla y el orgullo del que la va empujando es una lección de vida, una demostración de cómo uno puede enfrentarse y vencer a las dificultades. Y yo solo puedo aplaudirles, animarles y agradecérselo.

Personalmente sé que cuándo algo grave nos cambia de repente la vida, puedes pensar que tu vida se ha roto y que tus proyectos se acabaron o puedes pensar que se te han abierto nuevos retos y una vida de ilusiones distintas, solo uno es él que decide cómo afrontar el cambio.

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