La Carrera de los Bomberos
madrileña está organizada por el Club Deportivo Bomberos de Madrid, pero
sobretodo apoyada por el Ayuntamiento y eso le permite tener su salida en plena
Puerta del Sol de Madrid, en el famoso kilómetro 0 de España. Son pocas las
carreras populares a las que se les permite pasar por el centro de Madrid, de
esas solo algunas tienen el privilegio de correr frente a la Real Casa de
Correos, bajo el famoso reloj que nos anuncia cada 31 de diciembre la entrada
del nuevo año, pero creo que únicamente esta carrera tiene el honor de instalar
su arco de salida en plena Puerta del Sol.
Los primeros kilómetros del
recorrido son un lujazo, de la Puerta del Sol por la calle Preciados hasta la
Plaza de Callao para bajar por la Gran Vía hasta la Plaza de Cibeles. El
corredor todavía va fresco y son metros para disfrutar del ambiente y el
entorno. El resto de la carrera transcurre por el Paseo de Recoletos y de la
Castellana, primero se sube dirección norte para volver en bajada. Este tramo
es más habitual en otras carreras populares pero eso no le quita nada de su
encanto, hay que disfrutar del paso por la Plaza de Colon, la Plaza de Emilio
Castelar, los Nuevos Ministerios o el Estadio Santiago Bernabéu.
Como particularidad de la carrera
la participación de los bomberos profesionales en una categoría especial,
ataviados con el equipamiento completo y corriendo por equipos cargando por
relevos con el EPR (Equipo de Protección Respiratorio) y sus 10 kilos más de
peso. Solo nos queda animarles cuando los adelantamos en la carrera, si es que
somos capaces de hacerlo.
Domingo 26 de Febrero del 2012
Era la primera edición y yo
estuve en su estreno. Es cierto que me apunte porque el recorrido inicial que
publicaba la página web subía por la Cuesta de la Vega hacia la Plaza de
Oriente y me hacía gracia enfrentarme a esa mítica cuesta madrileña, pero al
final se optó por un recorrido por calles más anchas, que con pequeñas
variaciones es el que se corre actualmente.
Recuerdo que en esa época yo
acababa de empezar en las carreras populares y me apuntaba a todas las pruebas
que encontraba, eran los años en que corría dos maratones anuales el de otoño y
primavera. Ahora procuro ser un poco más selectivo con mis carreras aunque solo
sea porque el cuerpo ya no me aguanta tantos kilómetros corriendo y protesta.
En aquella ocasión corrí con un compañero
de la oficina que como yo estaba empezando en esto de las carreras, el ya no
sigue corriendo lo ha cambiado por cargar con sus dos hijos. Aunque ha
prometido que volveremos a correr juntos, el problema es que como tarde mucho
el que no va a poder voy a ser yo.
En aquella primera edición la
carrera salió de la Plaza del Carmen y los padrinos eran Martin Fiz y Fermín
Cacho. Cacho fue uno de los héroes de las Olimpiadas de Barcelona ganando la
medalla de oro en la prueba de 1500, pero de aquello había pasado tiempo y su
barriga delataba que no estaba en su mejor forma, de hecho hacía de libre de los
50 minutos. Para nosotros resultaba una marca bastante asequible por eso
decidimos en la salida que nuestro objetivo sería ganar a todo un campeón
olímpico.
Cuando dieron la salida nos
lanzamos como locos en la bajada por la Gran Vía para poder alcanzarle. Antes
de llegar a Cibeles y coger la Castellana ya le habíamos adelantado y nos
sentíamos grandes corredores. Pero entonces descubrimos por primera vez que la
Castellana tiene desnivel, cuando circulas en coche la sensación es que el paseo
es llano, pero cuando lo haces corriendo te das cuenta de que tiene una
inclinación importante, sobre todo a partir de la plaza de San Juan de la Cruz
y mucho más cuando pasas la Plaza de Cuzco.
El caso es que llegados al Bernabéu
y con más de la mitad de la carrera por delante, a mi compi le dio una pájara
impresionante, se quedó sin fuerzas, tuvimos que parar y ponernos a andar. Gracias
a que el avituallamiento estaba cerca pudo recuperar algo de energía. A partir
de ese momento el resto de la subida hasta la Plaza de Castilla fue un suplicio,
yo intentaba animarle pero fue imposible. Fermín Cacho y su grupo nos adelantaron
y no pudimos hacer nada por seguirles.
Solo una vez que giramos y el
recorrido se hizo más favorable recupero los ánimos y pudimos volver a correr,
pero ya a un ritmo lento y sin ninguna posibilidad de recuperar el tiempo
perdido. Cruzamos la meta en un tiempo superior a los 54 minutos y sobretodo no
podremos contar a nuestros nietos que nosotros ganamos a todo un campeón
olímpico.
Domingo 10 de Marzo del 2019
Siete años después de aquella
primera edición me vuelvo a poner en la salida de esta carrera. Desde aquella ocasión
no había vuelto a correrla y la verdad es que no tengo una razón, simplemente
no había cuadrado en mi calendario, porque la verdad es que la carrera merece
la pena.
En esta ocasión tengo la compañía
de mi ahijado. Nos apuntamos como preparación para la Media Maratón de Madrid
que el correrá por primera vez. La historia comienza en Navidades cuando se le
ocurre comentarme que le gustaría hacer una media maratón. Yo agarro la presa y
ya no la pienso soltar, últimamente me cuesta encontrar acompañantes en mis
carreras y esta es una buena oportunidad. Eso si tiene que comprarse zapatillas
y ponerse a entrenar, aunque es un gran deportista y con su físico y su edad no
le va a costar nada prepararse.
Transcurridas las semanas me va
contando sus avances, pero como a todos los que se inician le cuesta alargar
las tiradas y se aburre. Por eso le apunto a esta carrera para que se estrene
en una carrera con dorsal y se pruebe antes de afrontar los 21 kilómetros. Sera
la primera vez que corra diez kilómetros seguidos y se le nota responsabilizado
o mejor dicho asustado.
Quedamos en mi casa y vamos en
metro hasta la Puerta del Sol, llegamos con tiempo suficiente para dejar la
ropa en el guardarropa, ponernos los dorsales y posar para la foto de recuerdo
de la primera carrera de mi ahijado. A mi compi le pueden los nervios y tiene
que ir al baño, pero como siempre la cola, en los pocos baños químicos que hay
preparados, es larga. Por lo que los últimos minutos los pasamos esperando en
la cola en lugar de calentar. Apurado pero al final le da tiempo y ya con todo
en orden nos ponemos tras la salida al final del grupo.
Delante salen los bomberos
ataviados con todo su equipo, no recuerdo que en la primera edición corrieran
disfrazados. Por fin nos llega el turno de salir a nosotros, los primeros
metros por la calle Preciados hasta la Plaza de Callao, son complicados porque
somos muchos corredores y además hay que tener cuidado con los obstáculos de la
calle y los peatones que se cruzan.
Pero cuando llegamos a la Gran Vía
correr es un placer, el día es magnífico y los dos vamos a un ritmo alegre en
medio de un grupo bullicioso que disfruta del momento. Llegamos a la Plaza de
Cibeles y tomamos el carril central de la Castellana, el novato aguanta
estupendamente aunque procuro que el ritmo sea suave y siempre pendiente de no
asfixiarle.
Un voz detrás nuestro grita
“ASIAIN !!”, nos volvemos y es la hija de mi primo que también participa en la
carrera. Nos saludamos, va sola porque su hermano que la acompañaba corre a
otra velocidad y va por delante. Le animamos a que se junte a nosotros, pero
ella va a su ritmo y hace muy bien. Nos despedimos y continuamos.
Llegamos a la altura de los
Nuevos Ministerios y el circuito empieza a empinarse, bajo un poco el ritmo,
pues aunque por ahora le veo muy fresco no conviene forzar las piernas.
Llegamos al avituallamiento y cojo una botella para los dos, es preferible que
no cambie el ritmo. Ya solo quedan los metros finales de subida y en seguida estamos
en el kilómetro 6 donde giramos para tomar la Castellana en dirección
contraria. A partir de ahora es todo bajada.
Al fondo distingo el globo de los
55 minutos, es una buena referencia y sin comentarlo con mi compi subo un poco
el ritmo para alcanzarlo. Cada vez lo tenemos más cerca y mi ahijado se da
cuenta, para él es un subidón y ahora es él el que aumenta el ritmo sin darse
cuenta. Le dejo hacer y adelantamos al globo antes de pasar por el kilómetro 8.
Los dos últimos kilómetros son de
disfrute total, a mi ahijado se le han quitado todos los miedos y esta
encendido. Intento que mantengamos un ritmo constante, porque es importante que
entre con buenas sensaciones y no fundido, pero va tan sobrado que a 200 metros
de la meta acelera para esprintar, intento seguirle pero desisto, es su momento
y le dejo que lo disfrute solo.
Ya en la meta lo celebramos
juntos, está encantado y yo más de verle feliz. Ha conseguido una espléndida
marca de 51:30 y aunque él no se lo crea podía haber bajado sin problemas de
los 50 minutos. Repite una y otra vez que nunca había corrido tanto ni tan
rápido, pero todavía ve lejos el objetivo de la Media Maratón de Madrid.
Especial mención hay que hacer al
grupo “Egoísmo Positivo”, que como otros años en esta edición corrieron con más
de 10 personas en silla de rueda empujadas por un alegre y concurrido grupo de
acompañantes. Nosotros nos cruzamos con ellos cuando subían por la Castellana y
todos los corredores les aplaudimos y les dimos las gracias por honrarnos con
su participación.
En otras ocasiones me he cruzado
en carreras populares con corredores en sillas de ruedas, empujadas por compañeros
y amigos y siempre la sonrisa del que va sentado en su silla y el orgullo del
que la va empujando es una lección de vida, una demostración de cómo uno puede enfrentarse
y vencer a las dificultades. Y yo solo puedo aplaudirles, animarles y
agradecérselo.
Personalmente sé que cuándo algo
grave nos cambia de repente la vida, puedes pensar que tu vida se ha roto y que
tus proyectos se acabaron o puedes pensar que se te han abierto nuevos retos y una
vida de ilusiones distintas, solo uno es él que decide cómo afrontar el cambio.
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