martes, 26 de marzo de 2013

A toda costa por las Rías Baixas

Correr en Galicia siempre es un placer, el paisaje, su gente pero sobre todo el poder disfrutar de su estupenda gastronomía antes y después de la carrera. Además en esta media maratón en línea que transcurre desde Vigo hasta Bayona, seguro que disfrutaremos durante la carrera.

Su recorrido es espectacular, la mayoría de los kilómetros transcurren pegados al mar y disfrutando de las Islas Cíes como fondo de pantalla de nuestra carrera. El comienzo en la Playa de Samil ya nos prepara para disfrutar del entorno y su final en el paseo marítimo de Bayona y su magnífico Parador es el broche perfecto.

Desde que nació ha ido aumentado en participación y ahora en su 13 edición se ha convertido en una carrera muy popular en toda España y también en Portugal. Está acompañada de mucha animación durante toda el recorrido pero sobre todo en la salida y en los últimos kilómetros de llegada, desde Playa América hasta la meta.   

Cuidado con la altimetría, todos esperamos una carrera bastante llana por ir pegada al mar pero la realidad es que hasta el kilómetro 6 es una subida dura y continua y luego nos encontraremos con varios repechos, que sin duda nos romperán el ritmo.

www.vig-bay.com















Después de un sábado en donde había caído toda el agua del mundo en Vigo, amanece el domingo de la carrera con un día sin una nube y un sol esplendido. Parece que todas las meigas gallegas se han puesto de acuerdo para ofrecernos el día perfecto para correr. Incluso el poco viento que hace es norte y por tanto nos empujara hacia la meta en Bayona.

Las condiciones son las óptimas, pero no mis sensaciones. La carrera era la excusa para ver a unos amigos que viven en Vigo y por supuesto lo hemos celebrado y me he excedido en la comida y también en la cena, cosa por otra parte disculpable en Galicia. Pero además la barriga llena me ha hecho dormir mal, a tirones y no he descansado nada.

En cualquier caso me levanto animado por el tiempo y bajo al buffet del hotel donde aun sin ganas me obligo a tomar algo para poder aguantar la carrera. Abandono a mi familia ya organizada para atacar el buffet, sobre todo a mi hijo que parece que no le hayamos dado de comer nunca y se devora como si fuera su último desayuno. Han prometido que me irán a animar a mitad de recorrido como en otras ocasiones.

Voy andando hasta la parada de taxi próxima, donde he quedado con un compañero vigués que va a hacerme de cicerone en esta carrera. Tomamos un taxi y nos dirigimos a la playa de Samil donde comienza la carrera. La mitad de las calles de Vigo están cortadas y tenemos que rectificar el camino un par de veces.


Nos bajamos al principio de la avenida que ya está cortada por la carrera. Vamos andando disfrutando del ambientazo hasta la “Casa de las Palabras”, precioso nombre para el museo de la comunicación, donde está el guardarropa. Es el momento de decidir la indumentaria y no tengo ninguna duda, lo mínimo indispensable, parece que se haya acabado el invierno y sobra la térmica, los guantes, el buff, de hecho tengo que quedarme con la camiseta de manga larga porque no he traído otra pero creo que me va a sobrar.

Reclutamos a un tercer corredor gallego, que se ha animado a última hora al ver la mañana que ha amanecido aunque está algo renqueante de una lesión. En esta ocasión no vamos a formar grupete, cada uno irá a su ritmo. Yo lo tengo claro mi intención es bajar de la 1:35, eso me obliga a correr a un ritmo por debajo de los 4:30 min/km. Comparado con los ritmos que comenta el speaker que han realizado los ganadores de las últimas ediciones resulta ridículo, pero os puedo garantizar que en mi caso es un ritmo exigente.

Comenzamos a calentar, trotando por la ancha avenida de Samil disfrutando de las vistas de la playa y el mar. Pero las sensaciones de mis piernas no acompañan, las noto muy cargadas y hasta me duelen y todavía no he empezado a correr. Se avisa que nos vayamos colocando tras la línea de salida. A destacar la perfecta organización de los cajones de salida, marcados perfectamente y con distintos colores en los dorsales, además sorprendentemente son respetados por los corredores, ni siquiera se forma tumulto y eso que somos un respetable número de 4800 corredores.

Salida y a correr, me despido de mis compis con los que me cito en la meta. No estoy dispuesto a que las malas sensaciones me impidan intentar mi objetivo y salgo rápido. La anchura de la avenida permite correr bastante fluido a pesar de que como siempre hay corredores que han equivocado su posición.


La carrera se hace rápida bordeando la playa de Samil, pero al abandonarla para dirigirnos hacia Canido, nos encontramos con el primer repecho, lo vemos venir desde lejos pero eso no reduce su dureza. El pelotón se ralentiza, yo intento mantener mi ritmo mientras mucha gente busca un ritmo más cómodo.

Vamos pegados al mar, algo elevados sobre la playa y con las Islas Cíes al fondo, no se puede pedir mejor entorno. A la derecha dejamos la Isla de Toralla comunicada por un puente con la costa, es famosa por el controvertido edificio de pisos que se construyo en ella y que muchos vigueses consideran un atentado al buen gusto. A mi me hace particular ilusión porque en uno de sus pisos se produce el asesinato de la novela policiaca “Ojos de agua” de Domingo Villar. Escritor que os recomiendo a todos, sobretodo su segunda novela “La playa de los ahogados” que le dio fama.

Cuando parece que la cuesta se relaja, giramos a la izquierda y comienza de verdad la subida. Son seis kilómetros duros que empiezan a notarse en las piernas. Controlo el tiempo de paso por kilómetro y compruebo que llevo minuto y medio de retraso. Sigo avanzando y a pesar de que no bajo el ritmo no consigo que en los siguientes kilómetros se reduzca el retraso. Además mis sensaciones no son buenas, asumo que hoy no va a ser el día y me concentro en no desfondarme y mantener la dignidad.

Avituallamiento y esponjas en el km 6 y por fin termina la subida, se supone que de aquí a la meta es bajada. Eso me anima algo pero estoy pasando mucho calor, el cuerpo estaba acostumbrado a los últimos fríos de Madrid y reacciona mal a la humedad y la subida de temperatura. Utilizo las esponjas para intentar refrescarme y casi agradezco cuando entra alguna ráfaga de viento.

Ahora la carrera transcurre alejada del mar, entre casas y chalets. Cada vez que vuelvo a Galicia me sigue sorprendiendo como las casas ocupan todo lo que abarca la vista, nunca se donde acaba un pueblo y comienza otro, además tanta casa convierte las calles en “corredoiras” estrechas y entre muros, que diferente a Castilla.


En el km 10 aprovecho el agua para tomar el gel que llevo y recupero alguna de mis sensaciones, puedo mantener el ritmo alegre pero sufriendo. Ya me he juntado con un grupo de “conocidos” y nos vamos cambiando las posiciones, sobretodo una chiquilla a la que adelanto en las subidas y me pasa en las bajadas, lleva muy buen ritmo y es una buena rueda a seguir.

Enfilamos la bajada hacia Playa América, por esta zona se supone que debe estar mi equipo de animación. Con ese sexto sentido que te da el correr, veo un restaurante a la derecha y me imagino que hay me estarán esperando. Acierto de lleno y como siempre los veo antes de que ellos se den cuenta, les pego un grito para que me vean, sobretodo dedicado a mi canija que primero se asusta y luego me anima. En esta ocasión no me siento con ánimo de pararme, no se si luego podría volver a arrancar y continúo corriendo.

Llegamos al paseo de Playa América y giramos a la derecha, mientras vemos que los que van por delante ya corren en dirección a Bayona. Por fin giramos para tomar el paseo en la dirección correcta. Volvemos a correr pegados al mar y ya no lo abandonaremos hasta la meta, solo por este lujo merece la pena el esfuerzo  

Este año han modificado el recorrido rodeando el Monte del Lourido, este tramo sustituye a la vuelta que se daba en ediciones anteriores en la Playa de Samil y que se ha eliminado por el aumento de participantes. Pero el recorrido siendo precioso es en subida y acaba con mis pocas fuerzas. Además coincido con un motorista de la guardia civil y me voy tragando todo su humo, y es que hoy todo sale al revés, acelero y le supero.

Al salir de este tramo me entra flato, hacia mucho tiempo, casi desde que empecé a correr, que me había librado de este desagradable efecto secundario. Me asusto y decido tomármelo con calma, además desde hace muchos kilómetros he decidido no mirar el reloj para no deprimirme y sólo correr siguiendo las sensaciones.

Cruzamos el río Miñor por el puente de Ramallosa y tomamos la carretera que borde la playa del mismo nombre y nos lleva hasta Bayona. La animación en los arcenes ha aumentado y cada vez será mayor según nos acercamos a la meta.

A partir del km 17 la carrera se me convierte en un pequeño calvario. Para aumentar las malas sensaciones la cabeza me juega una mala pasada y cuando espero encontrarme con el km 19, me doy de cara con el cartel de km 18, todo un mazazo.


El grupo de “conocidos” con los que he corrido desde mitad de carrera me van pasando, hasta mi compañera me adelanta y esta vez no puedo seguirla, sólo veo como se aleja sacándome cada vez más metros. Me resigno aunque procuro no dejarme llevar y mantener el ritmo, aunque me siguen adelantando mucha gente.

Por fin llega el km 20 y me decido a mirar el reloj. Al menos el crono me da una alegría y sigo el mismo minuto y medio por detrás del objetivo que al principio de carrera. Buenas noticias porque a pesar de las sensaciones, he conseguido mantener el ritmo superando el calor, el dolor de piernas y el flato.

Intento acelerar en el último kilómetro pero no puedo, veo el Parador al fondo pero no el arco de meta y eso me desanima. Por fin veo el arco y puedo relajarme. Paso la meta y sólo me alegro de terminar para poder dejar de correr. A pesar de todo he mejorado mi mejor marca de media maratón, aunque para ser sincero sólo haya sido en dos segundos.

Una vez recuperado empiezo a recoger todo lo que me ofrecen, cantidad de puestos con bebida isotónica, fruta, yogures, frutos secos, todo un lujo. Pero demasiadas colas sobre todo para recoger la medalla y salir del recinto. Una vez fuera el guardarropas un poco descontrol pero al final recupero mi ropa. Me reúno con mis dos cicerones que parecen más contentos que yo con su carrera. Nos recogen en coche y nos vamos a casa de uno de ellos en Playa América para ducharnos. Y luego a disfrutar de lo mejor del fin de semana una comilona con amigos, en donde doy buena cuenta de la empanada, fabes, calamares y casi media vaca en forma de entrecot.


Mi carrera empezó mal y termino peor. Debo reconocer que he pecado de gula y de soberbia, las últimas semanas he relajado los entrenamientos pensando que iba sobrado de fuerzas para correr por debajo de los 4:30 min/km. La carrera me ha devuelto a la dura realidad, sin tomármelo en serio no puedo mejorar. La gran ventaja es que sólo ha quedado herido mi orgullo, aunque la revancha debe esperar hasta después de verano. Ahora los objetivos son la Media de Madrid de acompañante e iniciarme en las carreras de montaña.

La Carrera totalmente recomendable por recorrido, animación y organización. Viajar con la familia y disfrutar de los grandes placeres gallegos es otro aliciente adicional. Seguro que repetiré y saldaré mi cuenta pendiente con este recorrido, que en esta ocasión me ha derrotado.
  
A lo hora de planificar la carrera debemos tener en cuenta que se trata de una prueba en línea y por tanto, a no ser que queramos completar el maratón volviendo corriendo a Vigo, debemos prever el regreso, aunque la Organización dispone de autobuses.

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