miércoles, 8 de mayo de 2013

Diversión por los montes de Hoyo de Manzanares

En los últimos años se ha producido un gran crecimiento de las carreras de montaña tanto en número de pruebas como en la participación. Este aumento tiene su origen en el impacto mediático de las grandes ultra trails de más de 100 km, pero sobretodo en la aparición de nuestro gran campeón Kilian Jornet que ha popularizado esta disciplina en nuestro país.

Muchos corredores populares de asfalto han querido probar en la montaña buscando nuevas sensaciones. Pero se han encontrado con que las carreras clásicas de montaña no son adecuadas para principiantes, por sus largas distancias y la dureza de sus desniveles. Como consecuencia han aparecido un nuevo tipo de pruebas en montaña, de menor kilometraje y técnicamente más asequibles.

La carrera de Hoyo de Manzanares podemos englobarla en este grupo. Pertenece al circuito RACES TRAIL RUNNING, de carreras de iniciación a la montaña que organizan Adidas y El Corte Ingles. Lo componen carreras cortas y de poca dificultad en distintos lugares de España. Es el segundo año que se realiza y se repiten las carreras madrileñas de Hoyo y el Escorial, la segoviana de la Pinilla y la alavesa de Vitoria-Gateiz con respecto a la edición anterior. Esto demuestra el gran éxito que han tenido estos recorridos.

En Hoyo de Manzanares se corre por un circuito poco exigente en desnivel, pero con un continuo sube y baja. Existen tramos trialeros de nivel medio y caminos de tierra realmente sencillos, esta mezcla la aproxima a un recorrido asfaltero en ritmos y permite al corredor recuperarse de los esfuerzos.

www.racestrailrunning.es














Esta es mi primera experiencia en una carrera de montaña, hasta ahora sólo me he acercado corriendo al monte en solitario y en entrenamientos más bien cortos y suaves. Por eso para estrenarme he elegido este recorrido bastante relajado, sin grandes desniveles y con muchos tramos de camino.

El día amanece esplendido, parece que por fin ha llegado la primavera después de un invierno con muchas nieves. Podemos desempolvar la camiseta de manga corta y las gafas de sol. Llego a Hoyo con tiempo para evitar prisas, aunque el primer aparcamiento previsto por la Organización ya está completo, pero no tengo problemas para aparcar en una calle cercana. El arco de salida está montado en la plaza del ayuntamiento y aunque cuando llego falta una hora para que comience ya hay un ambientazo.


Mientras caliento me doy cuenta de que los corredores que nos hemos dado cita en la carrera nos agrupamos en dos tribus muy distintas. Unos no podemos disimular que somos corredores de asfalto, la equipación nos delata, camiseta de tirantes, calcetín corto y algunos hasta calzan zapatillas sin taqueado. A los más montañeros se les identifica perfectamente, la mayoría visten medias de compresión, zapatillas modelo bota de montaña y el buff en la cabeza es indispensable. Los más genuinos con camisetas de camuflaje.

Pero no sólo la ropa nos diferencia, la gente se equipa con nuevos accesorios poco habituales en las carreras de asfalto. Cargan con riñoneras porta bidones y hasta los más exagerados con mochilas de hidratación. Algunos radicales se arman de bastones.

Me pongo de los últimos en la salida, no tengo prisa y quiero ir tranquilo sobretodo al principio. Me llama la atención que el speaker nos recuerde que permitamos el paso a los más rápidos en las zonas estrechas, me vienen a la mente los grupetos que se forman en el asfalto y que nos obligan a variar nuestro ritmo.


Salida y a correr, somos unos 1000 corredores y para estas carreras por monte resultan demasiados. Los primeros kilómetros de asfalto y camino de tierra son anchos y permiten correr cómodo, pero la cosa se complica cuando empezamos a correr por las trialeras. Los tapones son continuos y casi hay que pedir turno para bajar. Hasta la mitad de carrera el recorrido no se despejara de gente y tendremos que correr en fila india en los tramos más estrechos.

A partir de que abandonamos los caminos y nos vamos metiendo en el campo, el recorrido se convierte en algo más montañero, aunque es posible correr en prácticamente todos los tramos. Me lo paso como un enano, sobretodo bajando por las trialeras más estrechas, con continuos cambio de dirección y pequeños saltos y en las subidas aguanto muy bien el ritmo y sólo tengo que andar al final de un tramo, más porque la gente se para delante mío que por que la pendiente pueda conmigo.

Aunque últimamente no ha llovido, los riachuelos bajan con agua y en el primer tramo de la carrera tenemos que cruzar un par de ellos. Aparece el barro y las zapatillas con tacos se agradecen. Podemos decir que es la parte más “autentica” de la carrera, empezamos a parecer corredores de montaña con las zapatillas y la ropa embarradas.  

Avituallamiento a mitad de recorrido y siguiendo las recomendaciones de los expertos en Internet, me lo tomo con calma y me paro para poder beber con tranquilidad el isotónico que nos dan en vasos y no acabar bañado en líquido.


A partir de ese momento queda la última “gran subida”, un primer tramo ancho sin problemas donde adelanto a mucha gente que sube andando y el último tramo entre rocas y estrecho, aunque también lo subo corriendo, bueno más bien saltando. Pero como todo lo que sube tiene que bajar, nos lanzamos en un descenso rápido entre grandes rocas. No me libro de algún tropezón y el susto correspondiente, pero consigo no dar con mis huesos en el suelo.

Fin de la bajad y dejamos la zona de monte rocoso para correr ahora por un prado. La velocidad aumenta, aunque debemos tener cuidado por que el suelo esta húmedo y con barro y produce algún resbalón, sobretodo si pisamos las cacas de vaca que son habituales en esta zona.

Dejamos el prado para tomar un sendero entre arbustos que nos conduce de vuelta al pueblo. Los que van delante avisan de las ramas y hay que utilizar las manos para pararlas sino queremos llevarnos un buen latigazo. Y para fin de fiesta tenemos que saltar una valla de piedra para tomar las calles del pueblo, una policía municipal nos avisa que tengamos cuidado, que las rocas están húmedas y resbalan. De uno en uno saltamos sin apuros y a bajar por las calles del pueblo hasta la plaza.

Cruzo la meta con la sensación de que la carrera se me ha quedado corta, quiero más camino y rocas, pero será otro día.


Atasco para recoger el avituallamiento y la bolsa del corredor, formamos un tapón que casi impide que la gente cruce la meta. Fallo de previsión de la Organización que nos achucha para que nos demos prisa en avanzar, como si el problema de que no haya suficientes voluntarios sea nuestra.

Carrera perfecta para los asfalteros que queremos iniciarnos en el monte. Pocos kilómetros con tramos muy trialeros y divertidos pero sin grandes exigencias técnicas, ni pendientes insalvables. Muy buen ambiente y bastante gente animando en el recorrido para ser una carrera por el monte.

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