jueves, 12 de abril de 2018

Corriendo en la Hoz del Jucar


Domingo 5 de Noviembre del 2017

Cuando pienso en las calles de Cuenca me viene a la mente su suelo empedrado y una permanente cuesta que va desde la zona baja de la ciudad atravesando todo el casco antiguo para acabar en el Barrio del Castillo en la zona más elevada. No me parece el entorno ideal para correr una media maratón a no ser que seas un aficionado al esfuerzo agónico. Está claro que la Organización de la carrera ha pensado lo mismo que yo, por eso ha diseñado un recorrido mucho más amigable, que transcurre por fuera de la ciudad pero por un entorno espectacular como es la Hoz del Júcar.

La carrera comienza en la parte más elevada del casco antiguo unos metros antes del Arco del Bezudo, uno de los pocos restos que quedan del castillo original y termina en la parte baja de ciudad fuera del casco antiguo junto al Parque de los Moralejos. Pero el resto de la carrera trascurre en su totalidad fuera de la ciudad por la Hoz del Júcar junto al río y entre las dos altas paredes que flanquean este “accidente natural” producido por la erosión de la roca durante  años. El entorno es un verdadero lujo, además la estación otoñal convierte el paisaje en un despliegue de distintas tonalidades de marrones y amarillos que todavía acentúa mucho más la sensación que tiene el corredor de estar corriendo por un paraje especial.

Nada más cruzar la línea de salida la carrera se interna de lleno en la hoz por el Camino de San Isidro. El primer tramo es en claro descenso para buscar el río Júcar que se ve muchos metros más abajo en el centro de la hoz. Una vez que llegamos a la altura del río tendremos que correr por sus dos riberas, iremos primero dirección Cuenca por el Camino del Júcar para cruzar el río antes de llegar a la ciudad por el Puente de los Descalzos y volver sobre nuestros pasos alejándonos de nuevo de Cuenca. Hasta volver a cruzar el río en esta ocasión por el Puente de Valdecabras y volver de nuevo por el mismo camino que habíamos recorrido kilómetros antes. En esta ocasión seguiremos por el Paseo del Júcar para cruzar el Parque de la Trinidad y meternos ya en las calles de la ciudad para llegar a la meta.

El recorrido en su mayoría es de carretera asfaltada pero el tramo del Camino del Júcar que se recorre en dos ocasiones es un camino de tierra, en algunos tramos estrecho y sinuoso como una senda de montaña que le da un encanto especial. Además en esta zona se corre pegado a la pared de roca que enmarca la hoz y resulta verdaderamente espectacular.

La Organización perfecta, gran bolsa del corredor con camiseta de manga larga y porta dorsales. La hora de salida a las 10:00 y el poder recoger el dorsal el mismo día de la salida facilita mucho al corredor perezoso como es mi caso. La llegada en el polideportivo permite una gran zona de recuperación y que no haya que desplazarse para llegar a las duchas lo que se agradece mucho después de la carrera.

mediamaratoncuenca.blogspot.com














Ayer diluviaba en Cuenca, tanto que después de empaparnos intentando “disfrutar” de las vistas desde el mirador del Ventano del Diablo, nos tuvimos que volver sin visitar la Ciudad Encantada y refugiarnos en los museos de la ciudad. Y continuó la lluvia durante toda la tarde, cubiertos bajo el paraguas fuimos de la Fundación Antonio Pérez, a la catedral y a continuación hasta el museo de arte abstracto, las famosas Casas Colgadas sin poder disfrutar del paseo por las calles conquenses.

Pero hoy domingo día de la carrera, increíblemente ha amanecido un día despejado y luminoso, un maravilloso día de otoño ideal para correr y disfrutar del paisaje otoñal de la Hoz del Júcar por donde transcurre esta media maratón. Con el cuerpo revuelto por los nervios previos a la carrera que me acompañan en mis últimas aventuras, me levanto con la duda de quedarme en la cama y olvidarme de correr. Pero puede más mi orgullo y sobretodo mi sentido del ridículo, no me puedo rajar antes de empezar a correr después de arrastrar hasta aquí a mi familia y a mi hermana.

Mi hermana se ofrece a llevarme en coche hasta la salida en el castillo, me viene estupendo para ahorrarme la subida a pie. Mi canija se apunta y nos plantamos los tres en la salida con tiempo de sobra para recoger sin agobios el dorsal y hacernos las fotos pre-carrera. Ya con el cuerpo más recuperado aprovecho para tomarme un café y un plátano de desayuno que me entona algo el cuerpo.


Me despido de mis acompañantes y me voy a calentar un poco. La salida es unos metros más arriba de donde hemos aparcado y me pongo a trotar pasada la meta esperando que sean las 10:00 y den la salida. Hay mucho ambiente de “corredores de clubes” como suele ocurrir en las carreras fuera de la capital, solo algunos versos sueltos como yo nos animamos a venir a estas carreras por nuestra cuenta y riesgo.


Se acerca la hora y me pongo tras el arco de salida casi de los últimos, no voy a forzar ni salir rápido y tampoco quiero molestar a nadie. Dan la salida y nos lanzamos cuesta abajo, los primeros 5 kilómetros son de descenso y hay que aprovecharlos. Me cruzo con mi hermana y mi enana que se han quedado par verme salir, mi canija aprovecha para hacerme una gran foto.


Giramos a la derecha y tomamos el Camino de San Isidro que transcurre por la parte alta de la hoz. Tenemos una vista espectacular sobre el lado contrario de la hoz con el Júcar a nuestros pies. La carretera transcurre por un pinar precioso y como es cuesta abajo cojo un ritmo relajado, disfrutando mucho de estos primeros kilómetros mientras bajamos lentamente hacia el río. El descenso termina y giramos para tomar el Camino del Júcar que transcurre pegado al río.

En los primeros metros es un camino ancho medio asfaltado, pero  en seguida se convierte en un camino de tierra estrecho. Los corredores nos tenemos que poner en fila de uno y es difícil adelantar, pero es un camino precioso, va encajonado entre el río a la derecha y los cortados de la hoz a la izquierda. En algunos tramos hasta vamos cubierto por las cornisas de roca que sobresalen de las paredes por encima del camino.

Voy disfrutando con la carrera aunque es un poco rompe piernas, unos metros de subida para bajar inmediatamente con giros bruscos a derecha e izquierda y un piso suelto que obliga a prestar mucha atención en donde se pisa. Voy tomando el ritmo a la carrera y cuando el camino lo permite voy adelantando a otros corredores. Me voy fijando en el recorrido para cuando volvamos a pasar por el dentro de un rato del kilómetro 16 al 18.


Se acaba el camino de tierra y entramos en una zona más civilizada, de hecho el Camino del Júcar por el que veníamos pasa a ser el Paseo del Júcar, y da paso de nuevo al asfalto. Ahora corremos bajo la ciudad, que nos vigila desde las alturas de la pared vertical de la hoz. Llega el momento de separarse de la carrera de los 10 km, los que vamos a hacer la media tenemos que cruzar el Júcar y volver a meternos en la hoz pero ahora por la ribera contraria. Me dan ganas de unirme a los de la distancia corta, pero en el último momento cuando dudo si acortar el recorrido un voluntario  de la Organización me grita que me vaya a la derecha, los de la media por aquí indicándome por donde debo seguir. Me veo obligado a cruzar el rio por el Puente de los Descalzos y volver sobre mis pasos.

Por esta ribera transcurre la carretera de salida de Cuenca en dirección a la Ciudad Encantada, no está cortada para la carrera y realmente corremos por el carril bici que ocupa su cuneta y que va pegado al río pero elevado de modo que disfrutamos de unas vistas perfectas sobre las aguas del río y de la orilla contraria por donde hace un rato estábamos corriendo.

El recorrido se empina un poco, no demasiado pero lo suficiente para que empiece a sentir las piernas cargadas y mis ánimos decaigan. Son cinco kilómetros de suave ascenso, en donde intento regular mi ritmo que hasta ahora había sido bastante alegre, empujado por el descenso y lo espectacular del camino. Sé que voy a sufrir en la última parte del recorrido e intento guardar fuerzas.


Es hora de dar la vuelta, nos desviamos de la carretera para pasar por debajo del puente, cruzar la carretera donde la policía corta el tráfico para darnos paso y tomar la desviación para pasar por encima de la carretera que traíamos y cruzar el río por el Puente de Valdecabras. Ya estamos de nuevo al otro lado del rio, el primer tramo es un kilómetro de carretera asfaltada pero enseguida volvemos a tomar el Camino del Júcar.

El camino que en el primer paso había sido una diversión se convierte en un pequeño calvario, los sube y baja que antes disfrutaba ahora se me enganchan a las piernas. Empiezo a encontrarme mal y tiro de un gel para recuperar fuerzas, lo llevo en la mano tomando pequeños tragos cada varios metros. Hacía mucho tiempo que una media maratón no me daba una pájara tan grande, realmente creo que desde la primera que corrí en Madrid y en la que pagué la novatada.

Tengo ganas de pararme e intentar recuperar fuerzas andando, pero sé que si lo hago luego me va a costar mucho arrancar. Aguanto y poco a poco el gel va haciendo efecto y recupero los ánimos, decidido que es el momento de sufrir y tirar hacia delante.

Por fin termina el camino del Jucar y comienza el paseo, y llego a la altura del puente donde antes cruzamos el río ya decidido a acabar corriendo como sea. Ahora a nuestra izquierda nos flanquea los característicos Rascacielos de Cuenca. Desde donde corremos los vemos en todo su esplendor, pues a su altura se añade la altura de la pared de la hoz donde están construidos, verdaderamente llama la atención correr bajo ellos.

Pasamos por un tramo de entarimado de madera colgado de la pared de roca literalmente sobre el río para termina el paseo y cruzar el Parque de la Trinidad donde se junta el río Huécar con el Júcar. Ya solo me quedan 2 kilómetros, y me doy ánimos auto convenciéndome de que esto está hecho. Pero a la salida del parque hay una escalera, intento subir los peldaños sin pararme pero voy justo de fuerzas y al quinto escalón pierdo el ritmo y acabo subiendo andando. Pero al terminar la escalera vuelvo a correr y es que no pienso parar hasta la meta.

Intento mantener el ritmo ya por las calles de Cuenca y voy corriendo mientras en las aceras la gente toma el aperitivo en las terrazas, la verdad es que muy poca gente anima y eso se nota. Ya queda menos, sufriendo pero corriendo voy avanzando, ya he pasado la marca del kilómetro 20. Miro el reloj no voy a poder bajar de la 1:50 pero me voy a quedar cerca y eso me anima a seguir. Giro a la derecha y ya veo la animación de los corredores que han llegado antes que yo, solo queda unos metros para tomar la calle de la meta.

Voy fijándome para ver a mi familia que tiene que estar esperándome, giro y los veo en frente. Ellos también me ven y empiezan a animarme, paro a saludarles, mi hijo me dice que voy muy bien, y mi enana me sonríe, cuando le digo si quiere entrar conmigo corriendo en la meta, me dice que no con cara de susto. No insisto y arranco para hacer los últimos metros. Cruzo la meta marcando un tiempo de 1:52 según mi reloj, estupenda marca para haber corrido los últimos 5 kilómetros reventado.

Tomo mi medalla y me meto en el polideportivo para tomar el agua que tanto necesito y la bolsa del corredor con una camiseta de manga larga muy maja. Salgo del polideportivo por el lado contrario y tengo que dar toda la vuelta para llegar a donde estaba mi familia, pero allí ya no están. He dejado el teléfono en el coche y no puedo llamarles, tiro hacia la meta pero no les veo, vuelvo sobre mis pasos y doy un par de vueltas pero no les encuentro. Esta vez tampoco nos vamos a encontrar en la meta, decido irme para el hotel pensando que me esperaran en la habitación como en Vitoria.

Pero cuando llego tampoco están, les llamo y me dicen que están todavía en la meta esperándome, que hasta han entrado en el polideportivo a buscarme y no me han encontrado y que estaban empezando a preocuparse. Les pido perdón y me prometo mentalmente que a partir de ahora correré con el teléfono para evitar estos líos.

Me ducho mientras les espero y cuando llegan dejamos el hotel para irnos a pasear por la Hoz del Júcar. Después de no poder haber ido ayer a la Ciudad Encantada mi enana estaba muy enfadada y se lo compensamos paseando por el río como si se tratara de una gran aventura. Y aunque yo ya lo he recorrido en tres ocasiones esta mañana, es la primera vez en que disfruto tranquilo del paseo.


Para despedirnos de Cuenca nos damos un homenaje en un restaurante en el Barrio del Castillo donde esta mañana fue la salida de la carrera. Y antes de tomar camino de regreso a Madrid no dejamos de pasar por el famoso Puente de San Pablo, hacernos las fotos de rigor sobre el río Huécar y bajo las Casas Colgadas para cumplir con todos los tópicos de una visita a Cuenca.


Carrera muy amigable tanto por el entorno de la hoz del Júcar, por su recorrido poco exigente y una limitada participación que facilita el correr cómodamente desde el primero al último kilómetro. Pero sobre todo destaca por el entorno único, las espectaculares vistas de las paredes de roca y el río y los tramos de recorrido por los caminos de tierra del Júcar que te hacen sentir como en una carrera de montaña.

Por ponerle algún pero, la falta de público y animación durante todo el recorrido excepto en la salida y la llegada desmerece la carrera y algunos tramos de escaleras en el recorrido que deberían intentarse eliminar.

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