Sábado 19 de Octubre del 2019
La Nocturna toledana es una de
esas pocas carreras que puedes recomendar a todos los corredores
independientemente de su nivel o motivación con la seguridad de que van a
disfrutar mientras corren, aunque quizás no sea la mejor para aquellos que
quieran correr rápido o buscar una marca.
La carrera ofrece dos distancias,
una larga de 8 km que resulta algo “extraña” ya que estamos más acostumbrados a
los típicos 10K y una corta de 5 km más asequible para cualquier corredor.
Comparten recorrido y meta pero la salida de la larga es desde el Puente de
Azarquiel al otro lado del rio y la corta se incorpora en el interior de la
Plaza de Toros. Las salidas se desfasan 15 minutos lo que quiere decir que
debes correr rápido los tres primeros kilómetros si quieres evitar las
aglomeraciones que se producen a la salida de la plaza de toros o dejarte
llevar para cruzar la plaza cuando ya se hayan incorporado los corredores de la
carrera corta, ante todo se debe evitar coincidir por que el atasco es tal que
te obligara a pararte.
Mucho cuidado porque el recorrido
es duro, nos tendremos que enfrentar a cuestas empinadas, curvas constantes y
un suelo adoquinado. Además en algunos tramos del centro las calles se estrechan y hay que tener
cuidado de no tropezar con otros corredores.
Pero lo que hace realmente especial
a esta carrera es el recorrido, se sale desde el Tajo para recorrer los
primeros kilómetros por fuera de la ciudad imperial completando prácticamente
una vuelta completa alrededor del casco antiguo, para luego entrar en el y
recorrer sus calles y plazas, rodeando la Catedral y acabando frente al Alcázar
Toledano.
El recorrido exterior bordea
parte de la muralla dejando a su paso la Puerta de Alcántara, la Puerta del Sol
y la Puerta de Bisagra y llevarnos hasta el interior de la Plaza de Toros para correr
por su albero. El rio se cruza en tres ocasiones nada más comenzar por el
moderno Puente de Azarquiel desde donde disfrutaremos de las mejores vistas
posibles de la ciudad, por el Puente de la Cava para volver a los pocos metros
por el maravilloso Puente de San Martin y disfrutar de uno de esos momentos
mágicos de la carrera.
Pero lo mejor del recorrido
comienza cuando atravesamos la Puerta del Cambrón para entrar en la ciudad y
dejarnos envolver por el encanto y la magia de una ciudad como Toledo. Tras
cada esquina nos espera una sorpresa, una experiencia distinta, algo especial y
como corredor solo hay que intentar disfrutarlo si el físico y las piernas te
lo permiten. Y todo ello además envuelto en la magia que da correr por la
noche, con las calles y edificios iluminados y esa sensación de clandestinidad
que da la oscuridad.
La carrera dispone de todos los
servicios que se puedan esperar de una prueba de este tipo, bolsa del corredor,
camiseta conmemorativa, medalla, avituallamiento, ropero y duchas en la meta. A
destacar la posibilidad de recoger el dorsal el mismo día de la carrera lo que
agradecemos los que venimos de fuera de la ciudad y la existencia de aparcamientos
gratuitos cercanos a la salida. Además la carrera te obsequia con la pulsera de
Toledo que permite visitar gratuitamente algunos de los monumentos de la ciudad
durante todo el fin de semana y así pasar el día visitando Toledo.
Hay carreras que recordaras
siempre por su recorrido, porque corres por parajes especiales y bellísimos,
porque pasas por monumentos o edificios emblemáticos que estudiabas en los
libros del colegio o simplemente porque las calles por donde avanzas tienen un
sabor especial.
Otras carreras las tendrás en tu
memoria por el ambiente antes, durante o después de correr. Por toda esa gente
que te anima a lo largo del recorrido y que aunque no te conoce está deseando
que consigas tus objetivos. Porque la animación en cada esquina es brutal o en
la meta te reciben como si hubieras ganado y eso te hace olvidarte de tu
sufrimiento.
Y algunas no las puedes olvidar
por el día en que las corriste, porque coincidió con el aniversario de un día
especial en tu vida como tu cumpleaños, la fecha de tu boda o el día de tu
Patrón o te recuerda a alguien especial que te abandono en esa fecha hace pocos
o muchos años pero que siempre está presente.
También están aquellas que no
puedes olvidar por las circunstancias a las que te tuviste que enfrentar y que
hicieron de esos kilómetros algo épico. Esa carrera con un viento huracanado
que no te permitía avanzar, aquella lluvia torrencial a mitad de recorrido que
te dejo helado y empapado hasta los hueso o aquella tórrida mañana en donde corriste
buscando siempre la sombra y algo de agua como un perdido en el desierto.
Tengo la suerte de que en la
mayoría de las carreras en que he participado al menos se ha dado algunas de
las circunstancias anteriores que hacen que las recuerde con cariño. Pero en la Nocturna de Toledo por primera vez se
juntaron todas en una sola carrera para hacer de esos kilómetros algo
inolvidable.
Un recorrido espectacular desde
la salida hasta la meta, con rincones y callejas que te dejan huella y
acrecentado por el horario nocturno. Un público entregado que animaba al paso
de los corredores en cada esquina y plaza a pesar de la incomodidad de las
circunstancias. Su cercanía con la fecha de mi 52 cumpleaños y a mi edad siempre
hay que celebrarlo. Pero sobre todo por la lluvia torrencial que descargo sobre
los corredores en cuanto se dio la salida a la carrera y que produjo auténticos
ríos en las calles toledanas en los que chapoteábamos mientras corríamos.
Casi siempre que corro fuera de
Madrid procuro ir con la familia, en esta ocasión aprovechando la proximidad de
Toledo y que la carrera es nocturna la idea era ir a pasar el día para
disfrutar de la ciudad imperial, comer tranquilamente y luego me esperarían en
las calles del casco antiguo para verme pasar. Pero la previsión de lluvias
durante todo el día cambio los planes y decidí ir directamente a correr y dejar
para el año que viene la excursión toledana.
Por lo que tras comer con la
familia y después de descansar algo, me voy solo a Toledo aunque mi enana insista
en acompañarme. Al llegar a la ciudad me dirijo directamente a retirar el
dorsal, por la previsión de lluvia han trasladado la feria al Centro de
Recepción de Turistas Toletum, una más de esas obras millonarias que podemos
encontrarnos por toda España y que han quedado en desuso por las disputas
políticas.
Como yo muchos otros corredores están
recogiendo el dorsal, hay mucha animación en el parking exterior pero dentro de
la feria muy poco ambiente. Resulta algo triste y solo anima a coger nuestro
dorsal y salir corriendo, aunque la ventaja es que no hay que esperar.
Siguiente parada el parking de
Azarquiel al otro lado del Tajo pegado a la salida de la carrera para abandonar
el coche. Pero aunque todavía faltan un par de horas para comenzar la carrera el
acceso al puente ya está cortado por la policía y es que por el puente transcurren
los primeros metros de la carrera. Nos desvían al parking del Safont situado antes de cruzar el
rio, hay un buen follón en la entrada pero con un poco de paciencia consigo
aparcar el coche.
Ahora sí que estoy preparado, pero
todavía es pronto para ir a la salida por lo que dudo entre quedarme en el coche
pues hace fresco o aprovechar el tiempo para dar un paseo y disfrutar de
Toledo. La tarde anima a pasear y abandono el refugio del coche, pero me quedo
con el chubasquero puesto por si llueve. Hasta ahora el cielo nos ha respetado
y no está lloviendo, todos los corredores estamos rogando para que aguante un
par de horas más hasta que termine la carrera.
Cruzo tranquilamente el Puente de
Azarquiel disfrutando de las vistas impresionantes del Alcázar y el casco
antiguo de Toledo. El puente esta tomado ya por los corredores y sus
acompañantes y en el arco de salida hay mucho ambiente. Me alejo caminando por
la ribera del rio hasta el Puente de Alcántara que junto al Puente de San
Martin eran antiguamente los dos únicos pasos sobre el Tajo. Este puente
conecta el Castillo de San Servando con la ciudad a través de la Puerta de Alcántara.
Cruzo la puerta para entrar en la ciudad que me recibe con una calle empinada y
empedrada característica común a todo el casco toledano. Para el corredor es
una mala combinación pero tiene un encanto especial como descubriré durante la
carrera.
Va anocheciendo y la ciudad se
ilumina, regreso al otro lado del rio para comprobar que ya luce esplendido el Alcázar,
que es el punto de meta de la carrera. Viéndolo tan arriba desde el rio podemos
hacernos una idea clara del esfuerzo que va a significar terminar la carrera.
Vuelvo al puente de Azarquiel y
caliento un poco antes de la carrera, la noche no es fría pero en cuanto se ha
ido el sol la temperatura ha bajado un par de grados. Se acerca la hora y me
quito el chubasquero que me protegía para atármelo a la cintura, en cuanto
empiece a correr estoy seguro que me va a sobrar todo. Nos vamos colocando tras
el arco de salida situada solo en uno de los lados de los dos sentidos del
puente, aunque en cuanto lo crucemos podemos ocupar ambas direcciones para
cruzar el rio.
No tengo ninguna previsión de
marca, es una distancia poco habitual y lo que quiero es disfrutar del
recorrido por lo que me coloco bastante atrás. Tras darse la salida aun tardo
un rato en cruzar el arco, no es que seamos demasiados corredores pero creo que
todos hemos optado por tomárnoslo con calma y guardar fuerzas para los últimos
kilómetros que son muy exigentes.
Ha sido darse la salida y empezar
a llover parecía que el cielo estaba esperando también el pistoletazo de salida
para descargar. Todavía llueve flojo y se soporta bien, pero no da la impresión
de que vaya a parar, al contrario parece que va a más.
Cruzamos el rio con muchísima
gente animando a ambos lados y al llegar a la rotonda giramos a la izquierda para
tomar la ronda paralela al río que nos lleva hasta el Puente de Alcántara. Pero
unos metros antes de llegar a su altura nos desviamos a la derecha para
comenzar la primera cuesta importante que nos lleva hacia Toledo. Corremos en
paralelo a la muralla subiendo hasta la Puerta del Sol que dejamos mientras
continuamos subiendo y subiendo.
El primer paso marcado en el
recorrido es la Plaza de Toros, se atraviesa corriendo por el interior del coso,
lo que tiene cierta gracia. Además es el punto de partida de la carrera corta
de 5K y cuando llego acaban de dar la salida unos minutos antes, por lo que se
ha formado un gran embotellamiento para salir por la puerta de chiqueros. Tengo
que parar de correr y andando salimos como los toros camino del matadero, se me
corta el buen ritmo que traía y además con la lluvia que empieza a caer de
forma importante me quedo algo frio.
Por fin conseguimos salir de la Plaza
de Toros de vuelta hacia la ciudad, intento adelantar a los corredores más
lentos pero es muy difícil porque las calles son estrechas, en más de una
ocasión se produce algún encontronazo. Sé que no debería pero cierro a algún
corredor cortándole la trayectoria para adelantarle, pero es que se corre en
grandes grupos que ocupan toda la calle y bloquean el paso, es un poco caótico.
Por fin salimos a la Calle Duque
de Lerma y se vuelve a correr con cierta tranquilidad, llegamos a la altura de
la Puerta de la Bisagra una de las más emblemáticas de la ciudad. En este punto
hay muchísimo publico animando, ya es de noche cerrada y la iluminación hace de
este paso algo realmente emocionante del que procuro disfrutar todo lo que
puedo.
Ahora bajamos por la Avenida de
la Cava de vuelta al Tajo, perdiendo toda la altura que habíamos ganado. Son
unos kilómetros muy cómodos para recuperar fuerzas pero con cuidado de no
resbalar pues la lluvia empieza a mojarlo todo, incluido a los corredores que
ya vamos empapados y chorreando agua. A la carrera se han incorporado un montón
de chavales jóvenes que corren con sus padres o con sus clubs de atletismo, es
algo que no es normal en las carreras populares y es muy de agradecer.
Cruzamos el rio por el moderno
puente de la Cava y bordeamos por la ribera para volver a entrar a la ciudad a
través del Puente de San Martin, es otro de los pasos marcados en el recorrido
y de los más bonitos de toda la carrera aunque el camino se estrecha y hay que
reducir el ritmo para evitar problemas. Toca subir de nuevo, paradójicamente en
esta ocasión por la Bajada de San Martin, y entrar en el casco de la ciudad por
la Puerta del Cambrón quizás la más la antigua de todas.
Ya está diluviando y las calles
parecen ríos, además como subimos vamos contra corriente, no hay forma de
evitar el chapoteo y decido que me da igual, corro por medio de la corriente
mojándome zapatillas y calcetines. Empezamos a correr por callejuelas
estrechas, en algunas no hay ni aceras y se corre encerrado entre las paredes
de las casas que la flanquean. El recorrido se hace mucho más revirado, es una
continuación de curvas y repechos bastante exigentes, pero muy divertido.
Y es cuando la adrenalina se me
dispara y empiezo a subir el ritmo adelantando a corredores mientras les animo
gritando “vamos campeones”, “ya queda poco”, “venga que el final de la cuesta
esta hay cerca”. Ya me había ocurrido en otras carreras pero esta vez no me
corto, total nadie me conoce. Las reacciones de mis compañeros de carrera
varían desde la cara que me ponen algunos de este tio es un cretino a las
sonrisa de complicidad y las gracias de otros que agradecen los ánimos. No
faltan los que se animan a subir su ritmo y venirse conmigo y hasta algún
picado acelera para dejarme atrás y marcar territorio.
Y así de animado y disfrutando
totalmente de la carrera, empapado y chapoteando en las calles encharcadas
recorro el centro histórico de Toledo. Atravesamos plazas y callejuelas
disfrutando del encanto especial de Toledo, se abre una plaza para enseguida
desviarnos por una calle estrecha que nos vuelve a encerrar entre altas paredes.
Llegamos hasta la Plaza del
Ayuntamiento para disfrutar de la fachada principal de la Catedral y la del
Ayuntamiento, en esta zona la gente aguanta animando a nuestro paso protegidos
de la lluvia como pueden bajo los alerones de los edificios o las terrazas de
los bares. Son los últimos kilómetros de la carrera, bordeamos la fachada sur
de la Catedral para llegar a la Plaza Mayor, volver a desviarnos para llegar
hasta la Plaza de las Cuatro Calles y tomar la Calle del Comercio que es la
última del recorrido.
Ya me han bajado algo las
endorfinas y he dejado de animar aunque estoy crecido y a pesar de que las
piernas se empiezan a quejar no bajo el ritmo, que en cualquier caso no es
asfixiante y me permite disfrutar del momento. Entro en la Plaza de Zocodover y
al fondo el arco de llegada, lo cruzo con una sensación de haber terminado una
carrera realmente especial y es que por momentos como este sigo corriendo.
Por seguridad se ha adelantado la
meta unos metros y nos hemos ahorrado la última subida por la Cuesta de Carlos
V que hacemos ya andando y recuperando fuerzas. Las lluvia es intensa y todos
los corredores buscamos donde protegernos después de coger nuestra medalla y
nuestro avituallamiento. Me cobijo bajo el paso cubierto de una calle para
ponerme el chubasquero, tengo la ropa empapada pero algo me protegerá.
Ahora me toca llegar hasta el
coche, bajo la lluvia y de noche no resulta sencillo y me desvió por donde no
debía. Pero llego al Tajo y por fin me oriento, ya solo tengo que seguir la
ribera del río para volver al Puente de Alcántara y de Azarquiel donde he dejado
el coche. Todavía tardo un rato y me voy quedando frio, cuando llego al coche
estoy congelado, este fin de fiesta no me lo esperaba. Estoy empapado y tengo
que cambiarme toda la ropa, hasta los calcetines que están chorreando, gracias
que traía un pantalón largo y otras zapatillas secas.
Pongo camino a Madrid bajo una
lluvia torrencial, no veo nada en la carretera y tengo que ir con mucho
cuidado, pero no tengo ninguna prisa. Llego a casa donde me espera despierta mi
mujer para comprobar que llego de una pieza. Una ducha caliente y una buena cena
me reaniman antes de meterme en la cama, aunque tardo un buen rato en dormirme pues
sigo con el subidón de la carrera.
Que gran noche de carrera, de
esas que recordare durante mucho tiempo. Ya estoy preparado para repetir el año
que viene, pero espero ahorrarme la lluvia, será menos épico pero creo que
disfrutare aún más del recorrido.
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