Sábado 28 de Septiembre del 2019
Soria es conocida históricamente
por la célebre población de Numancia que resistió durante meses contra el
invasor romano hasta que vencidos por la superioridad numérica de su enemigo
prefirió el suicidio antes de entregar la plaza, lo que ha dado origen al
termino defensa numantina. Gastronómicamente es famosa por su variedad
micológica, riquísimas setas y hongos crecen en sus pinares, pero sobre todo
por sus torreznos que los sorianos han convertido en todo un arte para nuestro
disfrute.
Para los corredores Soria es
famosa por los grandes campeones que han dado estas tierras en los últimos
años, Abel Antón y Fermín Cacho son historia viva del atletismo nacional y por
eso dan nombre a las dos carreras más populares que se realizan por las calles
de la capital soriana.
La Media Maratón Abel Antón y los
5K Fermín Cacho son pruebas consagradas, las 36 ediciones de la primera y las 7
de la segunda garantizan la calidad y una buena organización. En realidad es
todo un sábado dedicado al atletismo popular, en donde la ciudad se vuelca con
los corredores. Desde la mañana ya se realizan las carreras de niños, desde
chupetines hasta los SUB 16 por el interior de la Alameda de Cervantes. Pero la
gran fiesta comienza a partir de la 17:15 con la salida de los 5K y nada más
terminar esta carrera con el comienzo de la prueba reina, la media maratón a
las 18:00.
En cuanto al recorrido de la
carrera es un sube y baja constante que va minando las fuerzas, una vuelta
inicial y otra final a un circuito por el interior de la ciudad y entre ellas
un recorrido por las afueras de 10 kilómetros para completar la media.
A destacar especialmente el
kilómetro por el casco antiguo y el que se corre por el interior de la Alameda
de Cervantes que se recorren en varias ocasiones: Nada más comenzar la carrera,
en el paso por el km 5 y el 16 y al final para llegar hasta la meta. Son unos
kilómetros preciosos y animadísimos con mucha gente y disfrutando de las plazas
y monumentos sorianos, aunque con una dura cuesta por la calle Caballeros que
en el último kilómetro se hace muy larga.
Por desgracia el resto de la
carrera no tiene ningún encanto y se hace pesada. En especial las largas
avenidas por el Polígono Industrial las Casas, en esta zona el corredor debe
buscar alguna motivación especial ya que es monótona y solitaria. Comprendo que
no podemos estar corriendo en círculos por el casco de Soria disfrutando de sus
monumentos pero sacarnos de la ciudad para hacer kilómetros visitando concesionarios
de coches, centros de bricolaje y maquinaria agrícola o hipermercados no es lo
que espero cuando me calzo las zapatillas.
La carrera tiene algunos aspectos
que le dan un carácter propio y la hacen ser especial. La hora de comienzo es
el primero de ellos, acostumbrado a correr los domingos por la mañana, correr
en horario vespertino resulta raro y mucho cuidado con no pasarse en la comida
o luego lo sufriremos. La gran ventaja es que nos queda todo el domingo para
visitar y disfrutar de la ciudad.
Que las dos distancias no
coincidan en horario y haya que esperar a que terminen los corredores de la
distancia corta, para poder ponernos en la línea de salida y comenzar la media
maratón se hace extraño. Aunque también reduce las aglomeraciones en los
primeros kilómetros y los problemas que genera la diferencia de ritmo de los
corredores de una y otra prueba.
El avituallamiento en meta y sus
bocatas de torreznos acompañados de una cerveza fría es algo que no encontraras
en ninguna otra carrera del mundo. Es verdad que aunque la Organización se
refiera a ellos como “las especiales barritas energéticas” muy sano no es, pero
tiene su gracia. Personalmente creo que se debería ofrecer algo más de fruta
porque si llegas reventado como fue mi caso, el torrezno no es algo que
apetezca.
La presencia de Abel Antón y
Fermín Cacho, ya sea corriendo, animando antes de la salida o recibiéndote
cuando cruzas el arco de meta, también hace diferente esta media maratón. No
todos los días uno se codea con todo un campeón del mundo y otro olímpico.
El refrán castellano dice que a
la tercera va la vencida y en el caso de esta media maratón soriana se ha
cumplido. Me ha costado tres años poder correrla, hace dos una celebración
familiar ineludible me coincidió en fecha, el año pasado con el dorsal ya
pagado la cosas vinieron mal dadas y tuve que renunciar a la excursión. Pero
este año nada me iba a impedir correr en tierras sorianas y allí me traslade
con la familia para disfrutar de un fin de semana estupendo de carrera, visita cultural
y gastronómica.
Llegamos por la mañana a Soria y
lo primero es recoger el dorsal, no hay mucha animación en la feria pero este
año se celebra los 20 años de la victoria de Abel Antón en el mundial de
Helsinki y se exponen sus medallas y trofeos más importantes, aprovecho para
hacerme una foto para el recuerdo.
Ya de paseo por la ciudad nos
encontramos con los más jóvenes corriendo por la Alameda y es que el ambiente
de carrera se respira en las calles más céntricas de la ciudad. Aprovechamos la
mañana para visitar el Museo Numantino, no es que tenga una colección de piezas
romanas excepcional pero el edificio es muy bonito y alguna de las piezas de la
exposición curiosas. Pero ante todo aprovechamos para disfrutar del ambientazo
del aperitivo, todo un rito en la ciudad. En esta mañana las terrazas y bares
están abarrotadas de corredores que disfrutan de una cerveza y un buen
torrezno.
Después de comer ligero nos vamos
a nuestro hotel situado en plena Plaza Mayor para descansar algo antes de
correr por la tarde. Me desperezo para empezar a prepararme cuando oigo jaleo
en la calle bajo mi ventana, me asomo y ante mi sorpresa los corredores ya
están pasando por la plaza. Me asusto pensando que han empezado sin mí,
consulto una vez más la página web de la
carrera para comprobar que la carrera no comienza hasta dentro de una
hora. Entonces caigo en la cuenta de que también se corre la carrera de 5 km y
que como algo excepcional comienza una hora antes en vez de correrse a la vez.
Tranquilamente termino de
prepararme, organizo a la familia y nos vamos paseando por la Calle el Collado
hacia la Plaza de Mariano Granados que es donde está situada la salida y meta
de esta media maratón. La calle ya está vallada para la carrera pero ahora no pasa ningún corredor y llegamos sin
problemas a la Plaza donde ya hay mucha animación. Aprovecho para hacerme las
fotos pre carrera de rigor con la familia, son en las que siempre salgo con
mejor cara.
Mientras espero a que llegue la
hora de ponerme a correr aprovecho para ver pasar a los corredores justo donde
comienza la dura cuesta de la Calle Caballeros que les llevara a la Plaza Mayor
para terminar de vuelta a donde nosotros estamos. Esta cuesta además de empinada
tiene el firme adoquinado lo que aumenta el esfuerzo, hay que aprovechar la
parte central que es de firme liso, lo apunto para cuando me toque subirla. En
la prueba de la media se baja en el primer kilómetro, pero luego se sube dos
veces una en el kilómetro 4,5 en donde todavía iremos frescos, pero otra al
final en el paso por el 20 en donde ya iremos al límite.
Me despido de la familia que se
quedan esperando para verme pasar en la salida y también en el paso por el
primer kilómetro antes de empezar la vuelta larga del recorrido, luego ya se irán
tranquilamente a merendar mientras yo recorro los 21 kilómetros. Me voy a
calentar por el interior de la Alameda de Cervantes, en donde ya hay un gran
número de corredores preparándose. Por esta zona debemos pasar en dos ocasiones
y el paso es bastante estrecho y además hay muchos paseantes en el parque, creo
que al menos en el primer paso va a ser un poco embudo.
Se acerca la hora y me preparo en
la puerta de la Alameda pero todavía no podemos ponernos bajo el arco de salida
porque aún están llegando los corredores de los 5 km. Hay nervios sobretodo en los
corredores más rápidos que quieren coger las primeras posiciones para evitar
aglomeraciones, yo me retiro un poco no tengo ningún interés en pegarme por una
buena posición en la salida. Por fin llega el último corredor a cinco minutos
de la hora prevista para la salida de la Media, retiran la valla que nos
retenía y la masa de corredores tomamos posición tras el arco.
Dan la salida y a correr, todo
resulta un poco rápido para lo que estoy acostumbrado, en otras carreras donde
nos colocamos en la salida muchos minutos antes, nos da tiempo a aburrirnos y pensar
en la estrategia de la carrera. Me quedo pegado a la derecha para ver a mi
familia, y allí están pendientes de mí, les saludo pero no me paro y entramos a
correr por la zona centro de Soria en donde hay mucho público animando. Las
calles son estrechas y hay que correr con cuidado para no tropezar porque todavía estamos todos apelotonados y
además coincido con un corredor que lleva a su hijo en la sillita. Paso por la
Plaza Mayor todavía en bajada, pero al dejar la plaza por la calle Fuentes aparece
el primer repecho, corto pero duro pero voy muy frescos y lo supero sin
esfuerzo.
Volvemos hacia la plaza y busco a
mi familia con la que había quedado en esa zona, pero no les veo, luego mi
canija me dirá que me vio pasar y me animo. Cruzamos de nuevo la plaza y nos
metemos en la Alameda de Cervantes, los primeros ya estan saliendo cuando cruzo
la entrada. Corremos por la avenida dentro del parque hasta el Árbol de la Música,
un kiosco donde toca la orquesta municipal construido alrededor de un árbol,
antiguamente un olmo centenario hasta que murió. Damos la vuelta alrededor del árbol
y volvemos por la avenida paralela a la que traíamos para salir de nuevo por la
misma puerta, como había previsto se forma algún embudo y hay que correr con
cuidado. Dentro de la Alameda me he juntado con el grupo de la liebre de la
1:50, hago unos metros con ellos pero en cuanto salimos de la Alameda y la
calle se ensancha, aprovecho para dejarlos atrás, el grupo es grande y dispar y
es me resulta molesto para correr.
Voy cogiendo mi ritmo aunque no
quiero forzar, es la primera media maratón después de dos meses de verano y no sé
cómo me voy a encontrar. Nos alejamos del centro de la ciudad para llegar hasta
la Universidad y el Estadio de los Pajaritos, donde juega el Numancia, famoso
por el frio que pasaban los espectadores hasta que pusieron calefacción.
Volvemos hacia la zona de salida, pero en esta ocasión hacemos el recorrido por
el centro de Soria en dirección contraria y tenemos que subir por la Calle
Caballeros, se hace larga pero aguanto a buen ritmo. Aunque los corredores ya
nos hemos ido espaciando en este tramo todos corremos buscando la parte centrar
de la calle para evitar el empedrado y subimos en fila de a uno.
Anima ver al fondo de la cuesta
la preciosa iglesia románica de San Juan de Rabanera y cuando llegamos a su
altura comienza la bajada en dirección a la Plaza Mayor. Al cruzar la plaza corremos
por encima de un entablado que han instalado para el concierto de esta noche lo
que se hace un poco incómodo. Salimos de la plaza por la calle del Collado la
mas animada y concurrida de Soria, durante todo el día te encuentras gente
paseando o de tapeo.
Pasamos a la altura de la Plaza
del Rosel más conocida como la plaza de la tarta por la forma del monumento que
adorna su centro y sus doce escudos de los linajes sorianos que gobernaron en
la edad media. Esta zona de la calle es la más estrecha y las aceras están
cubiertas por soportales, se hace un poco más incomodo correr sobre todo porque
hay muchos transeúntes que cruzan por mitad del recorrido y es que el vallado
no lo respeta nadie.
Cuando llegamos a la altura de la
Plaza de San Esteban la calle se amplia y corremos de nuevo sin problemas. Esta
plaza siempre esta animada con mucha gente en las terrazas y de aquí a la meta
es la zona más concurrida de la carrera. Volvemos a pasar por el arco de salida
pero en esta ocasión dejamos a un lado la Alameda y tomamos el Paseo del Espolón,
una zona peatonal donde está situado el Museo Numantino. Compartimos espacio
con los viandantes, aunque nos dejan un pasillo bastante amplio para pasar, pero
hay que ir atento por si alguno se le ocurre cruzar sin mirar.
Me junto a la liebre de la 1:45,
es una buena referencia para mí y además es un grupo reducido. Ahora nos
alejamos de la ciudad hacia el extrarradio y una zona de polígonos, nuestra
liebre comenta que ahora empieza lo peor de la carrera, y tiene razón la zona
primero de edificios residenciales y luego de naves industriales y almacenes no
es muy animada. Además son largas avenidas de ida y vuelta, no se ve el final y
ves como los primeros ya vuelven.
No me encuentro cómodo corriendo
en el grupo, hay un par de corredores que en las curvas cambian su trayectoria
para recorrer menos metros y en varias ocasiones me obligan a retener mi marcha
para no chocar. Asumo que no es conscientemente pero sufro con los cambios de
ritmo y empiezo a notar los kilómetros, por lo que decido subir un poco el
ritmo y adelantarme.
Llego al avituallamiento del kilómetro
10 en medio de una larga avenida, la verdad es que hay muchos puntos de agua y
me había saltado el anterior. A partir de ese momento empieza a decaer mi
ánimo. Procuro pensar en que me queda solo la mitad, pero este tramo de la
carrera se me hace eterno y empiezo a sufrir de verdad. Intento entretenerme
tomando el gel que llevo y como en otras ocasiones me marco pequeños objetivos,
por cada kilómetro superado un poco de gel para recuperar fuerzas. La
estrategia funciona a medias pero al menos sigo avanzando.
Me pasa una chica que corría en
el grupo de la liebre que deje varios kilómetros atrás, se la ve muy fresca y
me da todavía un poco más de bajón. Por fin llego al paso por el kilómetro 15,
en donde está el mismo avituallamiento pero en esta ocasión en dirección
contraria Han sido kilómetros pesadísimos de cabeza, pero además empiezo a
notar las piernas muy cargadas, lo único que me anima es ver a otros corredores
que van en dirección contraria y pensar que voy 5 kilómetros por delante suyo.
Volvemos en dirección al centro
de Soria de nuevo por el Paseo del Espolón, esto me anima un poco. Pero a la
altura de la entrada a la Alameda voy con la idea de seguir recto y tengo que
pegar un frenazo porque me desvían de nuevo por el interior del parque. No
contaba con ello y vuelvo a decaer, tanto que este tramo que es precioso se me
hace pesado, lo único bueno es que ya estoy en el kilómetro 17 cuando por fin salgo
de la Alameda.
Los kilómetros que me quedan de
carrera ya los he recorrido en la primera vuelta y los conozco, pero eso no me
anima demasiado y es que las piernas me empiezan a doler mucho. Pienso en parar
unos metros para intentar descansar y recuperarme muscularmente, pero me obligo
a llegar al siguiente kilómetro y luego hasta el siguiente. Ya solo pienso en
terminar y disfruto poco de la carrera.
Llego a la altura de la Plaza de
Mariano Granados y veo la meta cerca, pero todavía me queda el último kilómetro
y la cuesta de los Caballeros. Sé que mi ritmo ha bajado bastante, luego
comprobare que unos 30 segundos por kilómetro, pero lo peor es que además estoy
sufriendo demasiado. Poco antes de atacar la cuesta me ha adelantado la liebre
de la 1:45, el grupo se ha reducido a un par de corredores, los pocos ánimos
que me quedaban se van con ella. Ya sé que el tiempo en meta será superior a lo
que esperaba y me vuelve la idea de parar y andar un rato pero me sobrepongo y
subo la cuesta corriendo.
En este momento ya no estoy
disfrutando de la carrera, ni del ambiente, ni del entorno, solo corro por
inercia, porque a base de entrenamientos y carreras he conseguido que mis
piernas corran aunque mi cabeza esté pensando que debería pararlas. Corro por
el casco antiguo de Soria que tanto he disfrutado en el primer paso, solo concentrado
en avanzar hacia la meta, ya no presto atención a la gente.
Cuando por fin veo el arco de
meta no noto una especial alegría, voy agotado y guardo mis fuerzas para seguir
avanzando. Miro a los lados para ver a mi familia, pero nos los encuentro y eso
que estaban esperándome, me vieron pasar y me gritaron como locos, pero yo solo
tengo ojos para la meta.
Y por fin cruzo y paro de correr,
creo que hacía tiempo que no sentía una satisfacción tan grande no por terminar
la carrera sino por poder dejar de correr. Me duelen todos los músculos de las
piernas y me cuesta recuperar el aliento. Como al resto de corredores me espera
Abel Antón para entregarme la medalla de finisher, pero no le presto la menor
atención y eso que me felicita calurosamente.
Entro en el recinto del
avituallamiento buscando algo de líquido y fruta, tomo una bebida isotónica que
me sabe a gloria pero de alimento solo hay los famosos bocadillos de torreznos
que la carrera entrega a los que cruzan la meta. Cuando lo leí me pareció
original y pensaba disfrutarlos pero ahora soy incapaz de comerlos y hecho de
menos un clásico plátano.
Recupero fuerzas apoyado en un
valla y hay me encuentra mi hija que ha venido a buscarme. Me dice que estaban
en la esquina cercana esperándome y que no les he hecho ni caso. Solo puedo
disculparme y colarla en el recinto para que coja bebida y un par de bocatas de
torreznos para ella y su hermano. Ya más recuperado salimos juntos en busca del
resto de la familia, mi mujer me anima y procuro poner mi mejor cara para que
no se enfade, no le gusta nada que me agote tanto en las carreras piensa que me
puede dar un jamacuco y en alguna ocasión ha tenido razón. Los enanos dan buena
cuenta del bocata que dicen esta riquísimo, mientras nos vamos hacia el hotel mientras
siguen llegando corredores aunque la calle ya está tomada por los viandantes.
Una buena ducha y mucho líquido
son mano de santo y me recupero rápidamente. Ahora ya me alegro de haber
corrido en Soria, de haber terminado por debajo de la hora y 50 minutos y de
colgarme al cuello una medalla, en esta ocasión bien bonita. Ha merecido la
pena el esfuerzo y el sufrimiento aunque el recorrido de la carrera tenga
demasiados kilómetros basura.
Y ahora toca disfrutar de Soria, comenzamos
con una buena cena en una curiosa creperie, donde disfrutamos de su originales rellenos
seguida de una noche movidita con un concierto bajo nuestra ventana que termina
a las tres de la mañana, aunque tendremos que aguantar los posteriores canticos
de los asistentes mas borrachos.
Pero sobretodo disfrutamos de una
espléndida mañana de domingo realizando la ruta las iglesias románicas de la
ciudad. De algunos solo quedan algunos restos, pero otras lucen espectaculares
en las calles sorianas. A destacar especialmente San Juan de Rabanera de la que
ya disfrute durante la carrera y la fachada de la Iglesia de Santo Domingo. Pero
sobre todo los restos del claustro de San Juan del Duero pegado al rio y los
relieves que representan la vida de Jesús en los dos templetes que es de lo
poco que se conserva en su interior son realmente bonitos.
El paseo es largo y las cuestas
de Soria empinadas y acaban con el físico y lo que es peor con la paciencia de
mi mujer. A punto esta de negarse a continuar, pero un descanso y un refrigerio
junta al río, la animan para cruzar el medieval Puente de Piedra y volver a la
ciudad. Pero después de pasar frente a la fachada del Palacio de los Condes de Gomara se niega a continuar y
la abandonamos sentada sobre uno de los escudos del monumento de la Plaza
Rosel, para terminar la ruta.
La recuperamos para llegar hasta
el restaurante La Chistera donde hemos reservado para comer. Empezamos con mal
pie porque me enfado cuando atienden antes a los comensales que entran detrás de
nosotros. Pero disfrutamos de un buenísimo menú, con la famosa cochinilla,
paella, un riquísimo potaje y unos postres de diseño que hace que tenga que
pedir disculpas y recomendarlo a cualquiera que se acerque por Soria. A los
postres se nos acerca el chef para preguntarnos y de paso les hace unas figuras
con globos a los chicos, un perro para mi niña y una moto para mi hijo. Y es
que resulta que además de chef es mago y por las noches hace un espectáculo
tras la cena, de ahí el nombre del restaurante.
La tarde la aprovechamos para
pasear la Alameda de Cervantes, visitar la escultura del perro que mi sobrino
nos había recomendado y la rosaleda que en estas fechas esta aun sin flores.
Pero también para tumbarnos en la explanada de césped de su parte alta y
reposar la comida.
Para terminar la visita a la
ciudad cogemos el coche para subir hasta el Parque del Castillo desde donde se
disfruta de unas vistas espectaculares sobre la ciudad y el río Duero y se
puede dar un paseo muy agradable visitando las pocas ruinas que quedan del
antiguo castillo. Y desde la zona más elevada de la ciudad bajamos hasta el río
Duero y recorremos en coche su paseo, habilitado para las bicicletas y los
caminantes.
Termina a la altura de la Ermita
de San Saturio, mi hija y yo nos acercamos andando a visitarla, tenemos que
cruzar el río y subir un camino empinado para llegar hasta su cueva en donde se
supone vivió el santo y sobre la que se construyó el edificio por los
templarios. Subimos hasta la entrada de la capilla aunque sabemos que está
cerrada y no podemos visitar el interior pero la edificación colgada en la ladera
sobre el rio es magnífica.
Es el final del viaje y ya solo
nos toca regresar a Madrid con un estupendo recuerdo de Soria.
Una vez visitada la ciudad creo
que incluir en el recorrido de la carrera el Parque del Castillo y el paseo por
la ribera del Duero hasta la Ermita de San Saturio le darían mucho más encanto.
Supongo que la Organización no lo hace porque endurecería mucho la carrera y es
que las subidas hasta el castillo y desde el Duero de vuelta a la ciudad son
duras, pero eso también le daría una motivación extra. Yo me lo apunto para
recorrer estos kilómetros corriendo por mi cuenta en la próxima ocasión en que
vuelva a Soria.
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