viernes, 22 de febrero de 2013

De Media por el Monte del Pardo

Con su XXIX edición la Media de Fuencarral es una de las más clásicas de la capital. En sus primeros años era organizada por la Asociación de Vecinos de Fuencarral, pero ya desde hace unos años y dado el auge que ha tenido las carreras populares en nuestro país, se ha recurrido a empresas especializadas en estos eventos. A pesar de ello mantiene gran parte de su encanto familiar y su carácter de barrio.

Con salida y llegada en la pista de atletismo de Santa Ana, es una carrera exigente, que debemos correr con mucha cabeza sino queremos sufrir en exceso. La época del año en que se realiza, primeros de Febrero, siempre es sinónimo de frío en Madrid.


http://mediamaratonfuencarral.deporticket.com/












Su recorrido es ya mítico, se divide en dos mitades muy distintas, unidas por una zona de descanso Se comienza con una larga bajada por la Avenida del Cardenal Herrera Oria, para continuar con un tramo de llaneo por la Carretera del Pardo. Y por fin comenzar el temido tramo de subida a partir del kilómetro 13, hasta alcanzar la tapia del Pardo y atravesarla por la “Puerta del Tambor”. A partir de ese momento a tumba abierta en bajada hasta cruzar la M-40 y volver a sufrir en unos últimos kilómetros de subidas y toboganes en Montecarmelo.

Este año no estaba en mis planes correr en Fuencarral, sino estrenarme en “La Tragamillas” de Villalba. Pero por petición de mi compañero de carreras, decido dejar el estreno para el año que viene y correrla juntos. Por eso esta media me llega algo pronto en mi preparación y sobretodo mentalmente bajo de motivación, por lo que puede ocurrir cualquier cosa.

Ya la corrí el año pasado y los recuerdos son muy buenos. Este año la climatología es algo más benigna y de los -3ºC que tuvimos en la edición anterior hemos pasado a unos “agradables” +5ºC esta mañana.

Un año más la organización de la carrera ha vuelto a cambiar de manos, no sin cierta polémica, aunque mantiene la supervisión de los vecinos de Fuencarral. El recorrido no ha cambiado pero si el hecho de recoger los dorsales antes de la carrera lo que yo personalmente agradezco por que me evito el paseo el día anterior.

Después de recoger el dorsal vuelvo al coche para cambiarme. En esta ocasión no tengo acompañantes y es que cuando la distancia supera los 10 Km a mis “valientes” compañeros les empiezan a temblar las piernas. Tengo que recurrir a un espontáneo para que me haga la foto de rigor y dejar constancia de mi presencia. Ya con el uniforme me voy a la línea de salida y a calentar un poco por el parque.

La mañana esta nublada y sólo a ratos el sol se asoma y calienta algo, las vistas de la sierra de Madrid después de los últimos días de nevadas es espectacular. El speaker nos recuerda que reservemos para la segunda parte de la carrera que es cuando se vuelve más exigente, creo que todos los presentes lo tenemos muy claro. Dan la salida con un disparo bastante silencioso y nos ponemos en movimiento sin demasiados agobios, es la ventaja de ser una carrera poco multitudinaria.

Primeros kilómetros por las calles estrechas de Fuencarral. La gente sale muy relajada y voy adelantando sin tener que hacer demasiados cambios de ritmos, ya a partir del primer kilómetro consigo un ritmo bueno y constante.

Abandonamos Fuencarral para tomar la Avenida Cardenal Herrera Oria y nos encontramos por primera vez con la vista de las Cuatro Torres. Son junto al monte del Pardo las señas de identidad de esta carrera.

Por un sólo carril de la avenida, dejando el otro para los coches, avanzamos a buen ritmo. Es la parte mas suave de la carrera, aunque en el perfil se marca como una bajada continua es engañosa y nos encontramos con varios toboganes. Aunque acaba en una gran bajada hasta Puerta de Hierro y una subida fuerte antes de pasar por debajo de la M-40 y tomar la carretera del Pardo.

Paso por delante de casa de mis hermanos pero como me ocurrió el año pasado es demasiado temprano para que alguno de mis sobrinos haya salido a animarme. En esta carrera no hay prácticamente público en todo el recorrido, excepto en los últimos kilómetros donde los vecinos bajan a animar y se reúnen los acompañantes para recoger los restos de los corredores. A destacar un tipo en pijama desde su balcón que nos anima con la música de carros de fuego a todo volumen, al menos nos hace esbozar una sonrisa a todos.

He cogido un ritmo “cómodo”, no quiero forzar y pagarlo en las cuestas y voy disfrutando del paisaje de encinas del Pardo. Muchos domingos corro por esta zona sobretodo por la infinidad de caminos de arena que atraviesan el monte y que comparto con las manadas de ciclistas que los invaden cada fin de semana.

La larguísima recta del Pardo, con su tendida pero continua subida se me hace más llevadera que el año pasado. Me sorprende que algunos compañeros ya vayan resoplando en este tramo, no me atrevo a aconsejarles que bajen el ritmo pues todavía queda lo peor.

Nos vamos acercando al pueblo del Pardo y me voy preparando para atacar el tramo de cuestas. Lo conozco de la edición anterior y de los entrenamientos y se que al girar en la rotonda del palacio me encontrare con el primer muro. Para animarme comento en voz alta, “Ahora comienza la carrera”, algunos de mis compis me dan la razón asintiendo con la cabeza pero otros me miran sorprendidos.

Comienza la primera rampa y es fuerte de verdad, el ritmo de la carrera se para. Cambio a una zancada más corta y con buena cadencia la ataco sin miedo, empiezo a adelantar a mucha gente, algunos ya cadáveres. Junto a mi un corredor recibe una llamada al móvil y el osado no sólo la contesta sino que intenta mantener una conversación, aunque a los pocos metros desiste porque se está ahogando.

Superada la primera rampa tenemos una bajadita para recuperar las piernas y ya acometer el resto de la subida, de casi 2 kilómetros, al Cerro del Tambor. La carretera va haciendo curvas y nos esconde el final, pero una vez que empiezo a ver la tapia del Pardo se que la subida está superada. A pesar de mis pocos ánimos iniciales, he disfrutado de la subida con buenas sensaciones y a un ritmo constante.

Me preparo para una rápida bajada, cruzo la puerta en el muro y me vuelvo a sorprender una vez más con la visión de Madrid y de las Cuatro Torres. Primer tramo de bajada suave con avituallamiento donde me recupero del esfuerzo. Pero en seguida la bajada se convierte en un tobogán y tengo que tirar de piernas otra vez, en esta ocasión para frenar.

Cruzamos por debajo de la M-40 por un estrecho túnel y a por los últimos kilómetros. Rotonda y comienzo la subida por la ancha avenida  del Monasterio de Silos. Como me ocurrió el año pasado es la parte que más se me atraganta de todo el recorrido. Se pierde el encanto del monte y la subida sin ser fuerte a estas alturas de carrera parece el Tourmalet. Son los kilómetros de la basura.

Giro a la derecha y una bajadita que termina cruzando por encima de la carretera de Colmenar. Ya sólo queda la cuesta final de acceso a la pista de atletismo. Necesito una motivación y aunque resulte algo machista, la encuentro en adelantar a una chica rubia muy “llamativa” que va unos metros por delante. Lo logro antes de entrar en la pista de atletismo y aunque ya no puedo bajar de la hora y 40 minutos que era mi objetivo inicial, me obligo acelerar en la vuelta a la pista, creo que para castigarme por haberme relajado en los primeros kilómetros.

Entro con unos 17 segundos de retraso, pero contento por haber superado los peros iniciales. La motivación me ha faltado antes y durante la carrera pero las piernas y la cabeza me han respondido bien.

Recojo la camiseta, bien bonita con el perfil de las torres y el monte del Pardo en un verde “eléctrico”, lastima que sea de dudosa calidad. Bolsa del corredor bastante completa, incluido el litro de caldo. Me relajo estirando en la pista de atletismo mientras escucho los comentarios de otros corredores, supongo que cuando yo lo cuento resulta igual de épico y fantasioso.

Todos los años hay problemas para que se realice esta carrera, siempre se rumorea que es el último año y que el ayuntamiento la tiene enfilada. Pero cada año somos más los que nos animamos a disfrutar de una carrera con mucho “encanto”. Esperemos que el cambio de organización de este año garantice una continuidad que el recorrido y los vecinos merece.

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