viernes, 19 de octubre de 2012

Por un día en Madrid se circula en bici

Aunque sólo sea por un día, desde hace un par de años, el primer domingo de octubre abandono mi trote cochinero para subirme en la bicicleta y disfrutar de uno de los días con mayor tradición ciclista de Madrid, el “Día de la bicicleta”.

No se trata de ninguna competición, simplemente se cierra al tráfico un circuito de 22 km por las calles más emblemáticas de la capital, para que los ciclistas las tomen a su antojo durante unas horas. Este año se celebra la 34 edición y cada vez la participación es mayor, este año se ha llegado a las 20.000 personas, la mayoría familias completas o grupos de amigos, aunque también nos acompañan algunos profesionales.










En mí caso la fiesta comienza la tarde del sábado, tengo que buscar las bicicletas, ya que el parque móvil familiar se reduce a dos patinetes, la moto rosa de la canija y la bici de BMX del enano, que mola mucho pero no sube las cuestas de Madrid. Para eso está la familia y con un par de llamadas telefónicas consigo dos bicis una de ellas con asiento de niño para cargar con la enana, sólo falta la excursión para ir a buscarlas. Desde ahora me comprometo a que el año que viene participaré con mi propia bicicleta, para ello ya he escrito la carta a los Reyes Magos y que vayan encargándola en Oriente.

La salida es a las 9:00 de la mañana y tenemos que madrugar, a los enanos les cuesta arrancar y a su padre más. Por fin estamos en la calle con las bicis y camino del Retiro, ha costado algo más de lo previsto, sobretodo porque a última hora me he dado cuenta de que no llevaba aprovisionamiento con que entretener a la pequeña y hemos tenido que subir a buscar galletas de dinosaurios y cereales de chocolate.

Con la hora apurada llegamos a la Puerta de O´Donell, ya hay un montón de gente esperando a que den la salida, mi hermana me llama por segunda vez.

“¿Dónde estáis? ¿Pero si yo también estoy en la puerta?
¿No os veo? A si ya te veo, pero si has venido con la enana”.

Agrupado el equipo de salida, nos hacemos las fotos de rigor antes de comenzar y ya estamos dispuestos para disfrutar del paseo. Hay muchas bicicletas que ocupan toda la calle y no podemos llegar hasta la línea de salida, por lo tanto decidimos incorporarnos una vez que se ponga todo el mundo en movimiento.


Se da la salida y la marea de ciclistas se va poniendo poco a poco en movimiento, la “serpiente multicolor” se despereza perezosa y avanzan despacio muy despacio (que poético me ha quedado esto). Estamos todos ya nerviosos y al primer claro que queda nos colamos en la procesión, por fin estamos en marcha.


A un ritmo muy cansino rodamos por Príncipe de Vergara para ir tomando contacto con la bicicleta. En este primer tramo es complicado avanzar, tenemos que ir muy atentos a los frenazos. La mañana es perfecta para montar en bici, hace sol pero el calor no aprieta. Vamos ocupando toda el ancho de la calle y realmente parecemos una marea que avanza lenta encajonada entre los edificios, es todo un espectáculo.

Vamos haciendo camino a buen ritmo, la enana va feliz sentada detrás mió, comiendo sus galletas, le pregunto como va y siempre me contesta lo mismo.

“Me lo estoy pasando fenomenal”.

Luego a continuación vuelve a preguntarme por enésima vez.

“¿Me estoy portando bien?”.

Me da que pensar a lo mejor la regaño demasiado pues no es normal tal obsesión.


Llegamos a la primera cuesta del recorrido, subida por Mateo Inurria hasta la Plaza de Castilla, cada uno hemos tomado nuestra posición en el pelotón y ya no hay apretujones. Yo recordaba más dura esta subida pero después del primer tramo, que yo hago por la Plaza del Duque de Pastrana para pasar por delante de mi colegio, la cuesta es muy tendida y ni siquiera debo tirar del plato pequeño.

Los miedos que tenía antes de empezar, sobre pedalear con exceso de equipaje, se van disipando y comienzo a disfrutar del paseo. Mi hermana y mi hijo ya llevan un buen rato disfrutando, van a su bola de atrás adelante, en un momento están a mi altura y al siguiente los veo unos cuantos metros por delante o me dan una pasada viniendo desde atrás.


Me llama por teléfono mi hermana pequeña, habíamos quedado con ella en Nuevos Ministerios. Me cuenta que no ha podido retener a los enanos y les ha dado el pistoletazo de salida. Aprovechando que la Castellana está ya cortada, pero que todavía no ha llegado la cabeza del pelotón, se han puesto a pedalear con la calle vacía. Quedamos en la Plaza de Colón donde ella nos esperara con su pequeñajo, tiene la edad de mi enana, 4 años, pero se ha atrevido a ir en su bici como los hermanos mayores.

Llegamos a la Plaza de Castilla, donde siempre se produce un parón, por el estrechamiento de los carriles y porque mucha gente aprovecha para pararse y reagruparse con los que se han quedado en la subida. Nosotros vamos todos juntos y nos lanzamos Castellana abajo, es el tramo más rápido del recorrido, mi hijo se lanza como un loco sin manos, se pone detrás mío para que no le regañe pero aún así le saco una fotografía, ya veras cuando la vea su madre.




Tenemos el Paseo de la Castellana para nosotros solos, es una gozada, el pelotón ocupa todo el ancho y se circula muy rápido. Yo con los 15 kg adicionales de mi enana, bajo lanzado hasta los 30 km/h, me cruzo con alguno que se ha ido al suelo y decido frenar un poco.

He perdido a mi hermana pero a la altura de la Plaza de Emilio Castelar aparece al grito de.

“Sois unos lentos. Os estáis quedando atrás”.

Y es que ella es así todo tiene que ser a lo bestia.

Plaza de Cibeles, paro a saludar a mi hermana pequeña que está esperándonos en la acera, por supuesto mis acompañantes se han pasado de largo y ya están subiendo Génova. El equipo de los intermedios ha continuado camino con su padre y deben estar por delante. Quedamos en la Plaza de Cibeles para hacer juntos hasta Atocha que es cuesta abajo.

Encaro la cuesta de la calle Génova, corta pero muy dura, es el único tramo del recorrido en donde tengo que cambiar al plato pequeño. El pelotón se reagrupa, la cuesta hace estragos y la gente pedalea en vacío, al estilo Armstrong con su famoso molinillo pero sin avanzar metros. Otra vez hay que estar atento a los frenazos y a la gente que se queda parada. 




Aunque es una fiesta algunos quiera ir más deprisa de lo debido y generan algún momento de peligro o se despistan y se cruzan sin mirar, como le pasa a mi hermana que casi se lleva a un chaval por delante. En general la gente nos lo tomamos como una diversión, aunque yo no puedo evitar pegar un par de gritos al más estilo “López” a algún indocumentado.

La enana pide más viandas y se me han acabado las galletas de dinosaurios, tengo que tirar de las reservas de cereales, pero ella no puede abrir el taper. En plena marcha tengo que hacer malabares para abrirlo con los dientes sin que nos caigamos al suelo, la verdad es que no se porque no paro, pero al final prueba superada y ya estamos girando a izquierdas para tomar la calle Princesa.

Mi enano envalentonado por su tía se lanza a toda velocidad, mientras me dice.

“Papi, te esperamos en Callao”.

Esto no puede quedar así y empujado por la pequeñaja que me anima para que adelantemos a su hermano, me lanzo cuesta abajo. Antes de llegar a la Plaza de España le sorprendo con una pasada a toda velocidad y es que todavía no estoy tan viejo como para que me gane un adolescente.

Comienza la subida por la Gran Vía y aunque dura en su primer tramo hasta Callao, la verdad es que se disfruta de verdad. La gente se detiene a hacer fotos y se forman grupos que esperan a gente o saludan a los espectadores conocidos, es la zona quizás más festiva del recorrido junto con la calle de Alcalá.



Tomamos el descenso hacia la Plaza de Cibeles en donde hemos quedado. Comprobamos que el tramo hasta Atocha esta cerrado porque hay una manifestación en el Congreso. El recorrido se ha recortado en casi 3 km y además era la parte más llana que pensábamos hacer con mi sobrino.

Nos reagrupamos frente al Palacio de Correos para tomar decisiones, mientras tanto conseguimos unos globos de publicidad para decorar las bicis, la enana esta encantada era el último detalle que nos faltaba. A pesar de que sabemos que es complicado nos atrevemos a atacar la subida de Alcalá con el canijo de 4 años en su bicicleta de juguete, hasta cuando va cuesta abajo tiene que dar pedales para no pararse.


Comienza fuerte pero es imposible, ni las piernas, ni la bici le dan para subir el desnivel, la gente alucina y le anima, pero su madre tiene que acabar desmontando de su bici para empujarle y conseguir llegar hasta la Puerta de Alcalá.


Cambiamos de estrategia, el enano ira subido en el trasportín de la bici de su madre y alguno de los demás cargaremos con su bici. Aunque la primera idea es que mi hijo cargue con ella, no es capaz de montarla sobre su bici, no tengo paciencia y acabo montándola sobre mi manillar y para arriba. Ya sin mayores problemas y disfrutando del final del recorrido rodeamos el Retiro hasta llegar a la meta. 
 







Cruzamos la meta después de un par de horas de pedalear, teniendo en cuenta las paradas y la accidentada subida de Alcalá, hemos ido rápidos para el equipo que teníamos.

Nos hacemos las fotos oficiales de nuestra llegada y reponemos fuerzas con los melocotones que nos ofrece la Organización. Ahora solo tenemos que localizar al grupo de los canijos intermedios liderado por mi cuñado, seguro que han llegado hace un rato pues iban bastante por delante.





Llamada de teléfono.

“¿Dónde estáis? Dentro del Retiro, vale ¿Pero exactamente donde?
¿No, yo no conozco el Retiro? ¿La puerta de que?”.

Al final después de varias llamadas, gritos, enfados, discusiones y muchas indicaciones, conseguimos centrarnos y nos reagrupamos en la Puerta de Madrid al final del Paseo de Coches, yo la conozco por que es la salida habitual de la mayoría de las carreras que comienzan en el Retiro.


Mientras los enanos juegan, los mayores intercambiamos experiencias, la verdad es que ha resultado estupendo, no podíamos haber tenido mejor climatología para montar en bici, el recorrido es precioso y aunque con alguna cuesta es muy llevadero, hasta los enanos han sido capaces de seguir el ritmo. Todos confiamos en que mañana no tengamos demasiadas agujetas y comentamos lo que han mejorado las bicis con tanta marcha, no como las BH de cuando éramos pequeños que pesaban una tonelada y sólo tenían un desarrollo, daba igual si subías o bajabas.



Creo que el año que viene repetiremos y la mayoría del grupo se animara a hacer todo el recorrido. En el caso de mi familia seguro que volvemos, le hemos cogido cariño al recorrido, aunque para la siguiente edición la canija quiere ir en su bici, ya veremos como nos organizamos.

Recomiendo a todos que os animéis, seáis o no habituales de la bicicleta, la oportunidad de circular por mitad de la calzada en Madrid, a un ritmo cansino y pendiente sólo de las demás bicicletas, no hay que desperdiciarla.

A posteriori me he enterado que el horario de salida es de 9:00 a 11:00 y que a partir de esa hora límite la policía va cerrando el circuito, lo apunto para el año que viene, no tenemos que madrugar tanto, podemos salir a las 9.30 o 10:00 y tendremos tiempo para hacer todo el recorrido completo.

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